México palideció, no, simplemente no, él no tenía poderes.
—Y-yo, e-eso es i-imposible...— retrocedió el mexicano mientras Rusia le miraba extrañado.
—¿Por qué?— exclamó el ruso aún con su gesto dudoso.
—P-porque yo n-no tengo poderes.— bajo su rostro y posó sus brazos en su pecho, una manera para protegerse a sí mismo de algún golpe o burla.
—Y eso... ¿Importa? Quiero decir, no por eso dejaré de ser cercano a ti, México.— el eslavo ladeó su cabeza ante el gesto del latino.
Es como si... En cualquier momento...
Le fuera a dar un golpe...
—¿S-sucede algo, México?— lo tomo de los hombros y levantó su cara para verse a los ojos, el mexicano tenía sus ojos cristalinos, en algún momento se rompería en el llanto.
—Y-yo...—
<<México estaba en la sala, tenía sus manos escondidas en sus muslos y mantenía su cabeza en dirección al suelo.
Aún cuando de la puerta principal, entrara España con unos papeles en sus manos, sus ojos demostraban furia y decepción.
Camino dando zancadas hasta llegar al sillón en frente del mexicano.
—Es imposible...— dijo aventando los papeles a la mesa de cristal que estaba ahí, dividiendo a ambos.
—"Sin poderes..."— susurro pesado, de todos sus hijos, espero que el fuera el más fuerte, venía de una familia guerrera después de todo.
Por el rabillo del ojo, pudo observar como se levantaba y se encaminaba lentamente hacia él.
Subió la mirada, encontrando la de España, oscurecida y decepcionada.
El hispano levantó su brazo para después dar un agarre en la camisa de México y darle un golpe en su mejilla.
El latino cayó al suelo, tomando su cachete, el cual comenzó a salir sangre.
—¡Tú no eres mi hijo!— gritó al borde de las lágrimas, aún así, la respuesta de México le dolió aún más.
—¡¡MI PADRE ES AZTECA!! ¡¡NUNCA FUISTE ALGO PARA MI!!— dicho esto, salió corriendo.
España corrió detrás suyo para después tumbarlo en el suelo y da le un abrazo.
—L-lo siento hijo...— lo abrazó más fuerte sin llegar a asfixiarlo.
La cosa es, que no fue el unico que lo golpeó.>>
—No me enoje con él porque no lo hizo a propósito, sus poderes se lidian con la furia, se había descontrolado por las palabras del director dirigiéndose a mi...— México se burló de sí mismo.
—De verdad es un buen padre, no... No te enojes con el... Bueno... Después de todo eso... Llego el bullying, más y más golpes hasta que...— se acostó en el hombro de Rusia.
—Le tuve miedo, cada vez que alguien levanta su mano en dirección a mi... Siento que me golpeara.—
—Yo no la he nunca.— respondió rápidamente el eslavo, el latino soltó una risita para después levantar su mirada.
—Lo se...—