En vez de comerme aquel bombón que había sido una especie de regalo, lo guardé en mi bolso, junto a la bolita de papel. Vale, se te está yendo la cabeza. Me dice mi subconsciente.
Tenía razón. ¿Que hacía guardando esas cosas? Puede que el bombón lleve droga en su interior, y me lo haya dado para envenenarme. No, no lo creo. Parece ser buen chico. ¿Pero que estoy diciendo? Ni siquiera lo conozco.
Bueno, cambiando de tema. Ya llevamos casi cuatro horas aquí, y se me está haciendo eterno. La señora de mi lado sigue durmiendo. Se levantó para comer pero ya.
En cuanto al chico guapo, él seguía igual de guapo. Parecía estar leyendo un libro. Bueno, lo estaba. No sabía cuál era, y sentía curiosidad por su gusto.
—¿Qué lees? —pregunté sin pensar. En ese momento me quería morir. Maldita boca. Él apartó la mirada de su libro y la dirigió a mí, confundido.
—¿Eh? —Me quedé mirándolo en silencio. Sabía que si hablaba la cagaría más—Ah, sí. Es El señor de los anillos. ¿Lo has leído? —me explicó. Yo me quedé sin palabras. Me estaba hablando. No le había parecido raro que le preguntara así de la nada.
—Eh, no —dije después de unos segundos, al salir del trance. Quité mi vista de sus ojos verdes y los puse en el libro. Y de allí miré hacia otro lado. Lo que hiciera falta para no mirarlo a los ojos.
—Pues está muy interesante. ¿Quieres leer la sinopsis? —Me tendió el libro, mientras me daba una sonrisa. Yo asentí, no podía hablar. No me salían las palabras.
Agarré el libro y lo giré. Pero realmente no podía concentrarme en lo que ponía en ese párrafo. Estaba más pendiente de su mirada. Me estaba mirando fijamente y me ponía nerviosa.
—Sí, está interesante —dije a los minutos, devolviéndole el libro.
Él me dio una sonrisa y volvió a su lectura. Yo también volví a lo que estaba haciendo, que era nada. Bueno, fue bonito mientras duró. Recordaré nuestra pequeña charla.