No Soy Para Ti - Michaeng G!P

By KimSon96

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Mina, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia y mej... More

Piso 12
Mirar, Torcer y Abrir
La rarita
Las chicas como tu
Casso
El verdadero problema
¿Tu cuarto o el mio?
El camion de helado.
Nayeon.
No soy tu protectora.
No darle importancia a Son.
Los suegr?s.
La bella princesa y la princesa derrotada.
Mi aveztrucito.
Que se ponga el saco a quien le quede.
La vibora y el mito.
Proteccion.
De paso.
5 muertes + 5 errores= 1 arrepentimiento
Semaforizacion.
Tres citas y un desplante.
¿Primera cita?
La precidenta
Llego la pizza.
Te amo
¡DING!
La Farmacéutica
La caja azul de terciopelo
La hacienda.
Hasta aqui llegamos.
Una llega y otra se va.
La cuenta esta empatada
Sonidos de dolor, sonidos de alivio.
Temas pendientes.
¿El ultimo regaño?
Las castañas se divierten mas.
Wiwi.
Por fin.
Uuu... uuu
La verdadera razon.
Adios a la ballena.
Ray
¿Coco o llena?
Todos los caminos conducen a la fiesta
Que sea lo que Dios quiera
La ultima caricia.
Libreta de calificaciones.
C + M = x
Familia que crecen.
A pocos pasos.
Futuro.
El solo de Chae.
El solo de Chae 3.
Anuncio!!
Espero lo lean.
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El solo de Chae 2.

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By KimSon96

En el viaje desde la clínica del doctor Bryan a la casa Son Myoui.

—Entonces...  —Momo había decidido cortar el silencio que había en el auto—. Te llevo al trabajo de la rari, ¿cierto? —preguntó con cuidado.

Mina, que había estado mirando la ventana, giró rápido la cabeza para mirar mal a su amiga.

— ¿Estás loca o ya te tomaste las pastillas que le robaste al doctor? —hasta el mismo doctor Bryan lo había visto.

Momo se encogió de hombros—. Oye, necesito mis analgésicos para soportar las llamadas de mi hija desde Europa, ¿sí? —se defendió—. ¿Y por qué crees que estoy loca? ¿Acaso no piensas ir a festejar con la rari el nacimiento de la próxima rari?

—No sabemos si va a ser como Chaeyoung o Chae, Moguri —la interrumpió Mina.

—El viejo que se hace llamar doctor dijo que...

—Solo dijo que es un embarazo distinto nada más. Para eso me hizo los otros estudios, así que no nos adelantemos —volvió a esquivar la mirada de su socia—. Llévame a casa, mi pequeña me está esperando —no tan pequeña diría yo.

Momo cambió de rumbo y de paso miró de reojo a su amiga—. No puedo creer que tengas miedo de decirle a tu esposa que estás embarazada, Minari, después de tantos años —rio un poco

—No tengo miedo. Bueno, sí, quizás un poco —se corrigió sola—. Es solo que... olvídalo —se frenó justo cuando el coche aparcaba frente a su casa.

Mina iba a bajar del auto, pero Momo la frenó—. Minari, eres mi mejor amiga, eres la esposa de mi mejor amiga, habla conmigo —con una Momo así, era imposible negarse.

Mina se relajó en el asiento y llevó su mano a su cara para taparse los ojos—. Es que... tengo miedo de que Chaeyoung tome mal la noticia de que éste bebe pueda ser como ella —confesó—. Tengo miedo de que huya como lo hizo en mi primer embarazo...

—La rari nunca va a huir de tu lado, ya no es esa clase de rari —Momo defendió a su amiga.

—Ya lo sé —dijo—. Pero también sé que esto sería algo nuevo para ella y... y solo eso. Solo tengo miedo —agregó, respirando tranquila—. Creo que prefiero esperar a que el doctor me confirme sobre los nuevos estudios para hablar con Chaeyoung —dijo con seguridad y recibió el apoyo de su amiga.

— ¿Y tú cómo te sientes? —la japonesa tenía una idea, pero quería preguntar para confirmarla.

La sonrisa de Mina volvió a su rostro—. Me siento feliz —dijo segura—. Muy feliz. Siempre me pregunté por qué Dios no me bendecía con otra hija especial, hasta llegue a pensar que era porque yo no iba a ser capaz de manejarlo y me dio rabia —contó—. Pero ahora sé... estoy prácticamente segura de que es así. Esta niña va a ser mi tercera chica especial y no puedo estar más feliz, Moguri —recibió un apretón de manos por parte de su amiga.

—Pues confieso que yo también lo estoy —si Mina se abría a ella, ella también lo iba a hacer—. Otra raroncita a la que mimar. Me voy a volver loca —la tía babosa—. No me malinterpretes, Minari. Amo a Tzuyu —la segunda hija adoptada de ella y de Sana—, aunque a veces quiera matarla, amo a Jeongyeon y amo a tus seis modelos —así les decía Momo a el resto de las hijas Son Myoui—, pero las rari son... son... no sé...

—Te entiendo, es como si les dieras más y más cariño y nunca se cansaran de recibirlo. Es la simple forma en que te miran con esa adoración y admiración absoluta —estaban embobadas.

Se hizo un silencio en el auto. Momo tomaba la mano de Mina mientras con su mano libre la castaña acariciaba su vientre.

Un portazo proveniente desde su casa hizo que rápidamente las dos empresarias miraran hacia el origen del ruido.

— ¿Pero qué diablos? —vieron salir a Irene rápidamente. La porrista tenía toda su ropa desarreglada, el cabello enmarañado y corría hacia su auto como si hubiera visto al mismísimo diablo.

— ¿Qué está pasando...? —no alcanzaron a salir del auto cuando escucharon un grito.

— ¡IRENE, ESPERA! ¡ESPERA! —Chae salía de la casa completamente desnuda con su mano tapando su miembro, o al menos parte de él, y con la otra cubría sus pechos—. ¡IRENE! —la pequeña no alcanzó a llegar al auto de la chica. La porrista ya había hecho marcha atrás y acelerado a más no poder—. ¡IRENE! —hasta el medio de la calle llegó.

— ¡Hmh! ¡Hmh! —Chae cerró los ojos cuando sintió a alguien carraspear su garganta.

La pequeña rezó como le había enseñado la hermana Spencer para que no fuera su castaña madre. Lamentablemente no tuvo suerte y peor aún porque estaba su tía Momori también.

—Hola —saludó la pequeña, liberando una de sus manos.

Mina levantó un brazo y sin palabra alguna, le indicó la puerta de la casa a su hija. Chae no tardó en obedecer.

—Me arrepiento de lo dicho —le murmuró Momo mientras ambas caminaban hacia la casa enfadadas—. No sé si pueda manejar un tercer rarón. Es mucho para mi viejo corazón —Mina asintió a lo dicho, su hija le tenía que dar muchas explicaciones.

Minutos después.

Chae estaba sentada en el sillón de la sala con un almohadón tapando sus partes íntimas y mirando a cualquier lado menos a los ojos rabiosos de su tía.

Mina entró a la sala con el ceño fruncido.

—Ponte esto —le demandó a su hija al mismo tiempo que le arrojaba un bóxer, un brasier y una camiseta. La castaña cruzó los brazos y quedó en la misma postura que su socia, mirando con enojo a su hija. Chae se vistió tan rápido como nunca antes.

—Lo... lo siento...

—Esa era Irene, ¿cierto? —Mina empezó a indagar.

Chae agitó su cabeza, asintiendo con velocidad.

— ¿Qué hacía aquí esa chica, Chae? ¿Acaso no tendría que estar en clases? —a Mina no le gustaba para nada esa chica.

Chae agitó su cabeza aún si mirar a las mayores—. Ella vino... vino... vino a disculparse por lo del otro día —dijo simplemente.

Momo y Mina se miraron y esta vez fue la japonesa quien habló—. ¿Y qué tiene que ver esa disculpa con el hecho de que tú estés desnuda? ¿Acaso le andas mostrando mí mini rarón a cualquiera? —no lo iba permitir.

— ¡Momo! —Mina saltó a defender a su hija—. Es mí mini rarón —la madre posesiva reclamaba lo que le pertenecía.

—Irene y yo... —la voz de Chae volvió a llamar la atención—. Ella se... se... me pidió perdón y... le caían lágrimas... —de repente la cara de Chae se levantó y tanto su madre como su tía identificaron la cara de boba que caracteriza a Chaeyoung cuando la tatuadora miraba a Mina, en la cara de la joven—. Irene tiene las lágrimas más perfectas del universo —dijo—. Son como gotitas perfectas y... y... tiene los ojos más perfectos del mundo... cuando la miro... parece... parece que estuviera mirando directamente al cielo...

—Por Dios, Chae... —Mina se llevó una mano al corazón—. Detente... detente que me va a dar algo... —no podía seguir escuchando a su hija hablar así de otra mujer—. Quiero que ya mismo— Moguri, ¿estás bien? —la japonesa estaba hiperventilando.

—No puedo respirar, Minari. Necesito aire... —un poco exagerada la reacción, pero aun así Mina tomó una revista y empezó a abanicar a su amiga—. Mi mini rari. ¿La escuchaste? ¿Escuchaste lo que dijo? ¿Escuchaste toda esa estupidez de los ojos de cielo y las estúpidas lágrimas de mierda y toda esa mierda, Minai? ¡NOS ESTÁ CAMBIANDO POR OTRA LA MUY DESCARADA! —esta vez miró directamente a su sobrina.

—Chae... —Mina seguía abanicando—. ¿Por qué salió corriendo de la casa esa chica? ¿Por qué huyó con esa cara de espanto? —preguntó nerviosamente.

Chae empezó a balancearse en el sillón al mismo tiempo que con una mano jugaba con uno de los almohadones y con la otra rascaba su cuello.

—Bueno, ella... ella me... se quiso ir, pero yo... yo...

—Oh Dios, no me digas que la besaste —Mina se llevó una mano a la boca y dejó de abanicar a su socia.

Chae se puso aún más colorada, pero no dejó de asentir.

— ¡AIRE! ¡AIRE! ¡ME FALTA AIRE! —Momo era la más afectada—. ¡Abanica, Mina abanica! —la castaña no le hizo caso porque Momo ya estaba usando la revista para abanicarse a sí misma.

—Chae...

—Tiene uno labios hermosos, mamá —Chae no captaba lo delicado de la situación—. Son suaves y... y... mami Chaeng siempre dice que el mejor momento de su vida es cuando te besa y... y tiene razón.... besar a Irene fue el mejor momento de mi vida... besarla es mejor que cualquier cosa... sus labios... su boca es hermosa... ella es hermosa...

— ¿Es más hermosa que tu mamá? —Mina no daba más de los celos—. Contéstame la verdad, por favor, hija mía —quería que le confirmaran su derrota.

Chae torció el cuello y pensó.

— ¡Déjate de estupideces, castaña sin culo! ¡Eso no es importante! —saltó la japonesa—. Lo importante es si es más hermosa que tu tía Momori. ¿Prefieres su boca o a este par de hermosos pechos, mini rari? ¿Qué prefieres? —presionó.

Chae cambió la torcedura hacia el otro lado para seguir pensando. No sabía que tenía que decir.

—Me parece... creo que...

Menos mal que la puerta se abrió rápidamente y la sonrisa de Somi invadió la casa.

— ¡Más! —exigía la más pequeña—. ¡Más! —repitió.

Mina, Momo y Chae escucharon la voz de Chaeyoung tomar el mando.

—Entonces... entonces una vez que te tire muy alto, muy alto, muy alto y... y que llegues a engancharte de la luna... —parece que Chaeyoung no había perdido su afición por las historias alocadas—. Te vas a encontrar con tus hermanitos extraterrestres y te vas ir a vivir con ellos en su casa de chocolate —era una mezcla de todo un poco.

— ¡Bieeeeeeen! —a Somi le encantaba el chocolate.

— ¿Me vas a convidar un poco de tu casa de chocolate? —Chaeyoung entraba a la sala con su hija feliz en brazos.

Como era costumbre, la pequeña venía manchada en helado y con media cara pintada por sus marcodores. Ninguna de las dos se avivo de la escena que se vivía a pocos metros de ellas.

Somi agitó su cabeza de forma negativa y con una pícara sonrisa, la miró—. No, todo mío —agregó.

Chaeyoung sonrió y tomó a su pequeña hija para que toda la panza de la pequeña quedara a su disposición.

—Entonces... entonces voy a esperar a que tú te lo comas y después yo te voy a comer a ti... —atacó a su pequeña, provocando más risas de su parte—. Ñam, ñam, ñam...

—No, no, no —Somi trataba de huir de los brazos de su madre con desesperación.

Por un rato, tanto las dos mayores como Chae, se olvidaron de la discusión y se dejaron llevar por la escena. Eso hasta que Chaeyoung las divisó y paró la diversión, frunciendo su ceño.

— ¿Qué pasa? ¿Pasa algo? —ver a Chae semi desnuda no era raro, tampoco era raro ver enojadas a Mina y a Momo, lo raro era verlas así juntas.

— ¡Máaaaa! —Somi vio una oportunidad para huir de las torturas de su mami Chaeng y estiró sus pequeños bracitos para ser agarrada por su castaña madre.

Mina no tardó en cumplir el pedido.

— ¡Rari! —Momo iba a ser la primera en entregar a Chae—. No vas a poder creer lo que vimos —se apresuró en decir—. Estábamos llegando de ver al viejo engreído del doctor sabelotodo Bryan y...

Chaeyoung abrió grande sus ojos—. ¿Conseguiste las pastillas? —era lo que más le interesaba.

— ¡Rari, préstame atención! Aparte, ni siquiera va a hacer falta que la castaña sin culo tome las pastillas porque...

— ¡MOMO! —la frenó su socia.

—El trasero de Mina es perfecto —la corrigió Chaeyoung, sentándose al lado de una avergonzada Chae—. ¿Por qué? ¿Por qué no va a hacer falta? —algo había entendido de lo que dijo la japonesa.

—Después hablamos de eso, amor —la calmó Mina—. Ahora lo importante es otra cosa —miró a su hija adolescente, haciendo que Chaeyoung la mirara también

—A eso iba —se anticipó Momo—. Estábamos llegando a la casa cuando vimos salir prácticamente huyendo y con cara de... —Momo se frenó de golpe.

— ¿Qué pasa? —preguntó Chaeyoung.

—Esa cara... la cara de la estúpida porrista esa...

—Irene no es estúpida —corrigió Chae, hablando por primera vez desde que Chaeyoung había llegado.

—La cara me recuerda a la misma que tenía Minari cuando vio por primera vez el tamaño de... —Momo y Mina abrieron la boca al mismo tiempo que Chae se escondía atrás de Chaeyoung en busca de protección—. ¡AIRE! ¡AIRE! ¡ME FALTA EL AIRE! —otra vez Momo se había tirado en el sillón individual, haciendo aspavientos.

Mina dejó a Somi sobre su tía y caminó hasta su esposa e hija.

—Chae, dime que no pasó nada... dime que no dejaste que esa chica te... te tocara...

Chae salió rápido de su escondite para negarlo—. No, no... no tocó mi wiwi, mamá —la respiración de Mina se escuchó tan alto como la de Momo—. Solo... solo lo vio y...

— ¿QUÉEEEEE? —esta vez había ganado Mina, pero antes de que la castaña pudiera hablar, Chaeyoung se le adelantó.

— ¿Están hablando de... era Irene? —la pequeña hablaba directamente con su hija. Chae asintió contenta, dándole pie a Chaeyoung para que siguiera preguntando—. ¿Estuvo... ella estuvo aquí? —Momo y Mina giraron los ojos. Las conversaciones entre estas dos siempre eran algo lentas.

Chae asintió—. Es hermosa, mami... —ninguna de las dos pequeñas le prestó atención a las dos indignadas mujeres y sus resoplidos—. Ella vino a pedirme perdón y yo... yo la besé, mami. La besé, yo, Chae, la besé —lo decía muy orgullosa.

Mina no pudo creer la sonrisa enorme que sacó eso en su chica—. ¡Chaeyoung!

Chaeyoung sacudió la cabeza de su hija con diversión—. ¡Bien hecho! —aprobó—. Y... y... y después....

—Y después ella... yo... yo... o creo que ella... bueno, alguna de las dos empezó a... a tocar a la otra y... y... —la conversación opacaba la ira de Momo y Mina—. Y a mí me... me... llegamos a mi habitación y me dolía... —Chae miró a su otra madre, a su tía y a su hermana y se acercó aún más a Chaeyoung para susurrarle algo que se entendió igual a la perfección—. Me dolía el wiwi y entonces le dije a Irene... y ella dijo que era mejor si me sacaba el... el... —señaló su ropa interior—. Y entonces lo hice —contó—. Pero después salió corriendo como si nada —el tono se había vuelto triste.

Chaeyoung acarició la espalda de su hija, entendiéndola a la perfección—. Tal vez... tal vez... tendrías... tal vez para la próxima...

— ¡CHAEYOUNG! —Mina ya había escuchado demasiado.

Chaeyoung y Chae miraron a Mina. La castaña estaba con sus brazos en su cintura y con la cara que iniciaba el periodo de abstinencia para la tatuadora.

— ¡NO VA A VER NINGUNA PRÓXIMA VEZ! —dijo con enfado.

Chae y Chaeyoung fruncieron el ceño de tal forma que se les hizo una pequeña arruga entre cejas.

— ¿Por qué... por qué...? A Chae le gusta Irene y...

—Porque esa tipa es una idiota que no sabe lo que quiere y está jugando con nuestra hija —habló Mina con seguridad y sin mirar las negaciones de Chae.

Chaeyoung miró a Chae—. ¿Tú crees que... crees que ella está jugando contigo? —qué mejor que preguntarle a la fuente.

Chae negó con rapidez y Chaeyoung volvió a mirar a Mina.

—Chae dice que no —todo era sencillo en la cabeza de la tatuadora.

— ¡Eso no importa! —Momo había dejado de hiperventilar gracias a las caricias de su pequeña sobrina y ya estaba lista para batallar de nuevo—. ¡Ustedes dos son muy inocentes! —Mina asintió—. Nosotras sí sabemos de qué están hechas esas tipas...

— ¡Nosotras fuimos una de ellas! —admitió Mina.

—Cuando eres porrista y estás en la cima del colegio, no te importa una mierda nada...

—No digas malas palabras —la regañó Chaeyoung.

—Pero Momo tiene razón —la defendió Mina—. Así es como funciona el colegio. Las porristas salimos con la gente que nos interesa y nada más. Usamos a la gente que nos puede servir para algo. Esa tipa se va a aprovechar de nuestra hija y...

— ¿Si... yo... si yo... si yo hubiera estado contigo en el colegio qué... qué hubieras hecho? —Chaeyoung dio un giro a la conversación.

—Ese no es el tema, Chaeyoung —se apresuró a decir Mina—. El tema es que...

—Pero... pero... yo quiero saberlo —dijo la pequeña—. Yo... yo... tú y yo... en el colegio juntas... ¿cómo... cómo me hubieras tratado...? ¿Me hubieras usado...? ¿Qué hubieras hecho? —terminó las preguntas.

Mina resopló y giró los ojos—. No es lo mismo, Chaeyoung, es...

—Quiero saberlo... quiero...

—Te hubiera tratado mal, ¿de acuerdo? No te hubiera dejado vivir en paz, ¿conforme? —la mirada triste de su esposa le hizo daño—. Escucha... —Mina se serenó, la conversación se había ido para cualquier lado—. Así es cómo funcionan las cosas en el colegio, ¿bueno? Pero después las cosas cambiaron y...

— ¿Todo porque... todo por mí...? —Chaeyoung miró su entrepierna—. ¿Todo por ser distinta? —terminó.

—Amor... —Mina se acercó a su esposa.

Chaeyoung se levantó del sillón—. Me voy a... me voy a. Me voy —simplemente salió de la sala y caminó derecho a la puerta de salida.

—Chaeyoung... —Mina lo intentó.

—Mamá —Chae sentía culpa.

—Vete a tu cuarto, Chae. Estás castigada —sin protestar, la pequeña dio media vuelta y subió las escaleras.

—Mira lo que causó esa estúpida perra —Momo llegaba al lado de su socia—. No pienso dejar que se acerque a mi sobrina. Bien hecho, Minari —de eso Mina no estaba tan segura.

Por la tarde noche.

—De acuerdo, Jennie. Tienes razón. Por supuesto que me pone contenta que recurra a ustedes en vez de irse a golpearse por allí, es solo que... sí, ya sé que está enojada conmigo y con Momo, pero... —Mina giró los ojos, nadie tenía que decirle como tratar a su esposa, ella era experta en eso—. Jennie, te voy a decir lo mismo que le digo a mamá, tienen que dejar de recordarme cómo tratar a Chaeyoung. Soy su esposa, nadie mejor que yo lo sabe —explicó con seguridad—. Puedes decirle que la extraño y que necesito que venga a casa, por favor. Hasta luego —después de recibir una hora de regaños de su madre, ya no aguantaba ni a su suegra.

—Al menos sabes que está en que su madre —Momo se había quedado para apoyar a su amiga.

—Mamá... —Nayeon apareció en la cocina—, ¿puedes venir a probar la salsa? —la mayor de sus hijas había decidido cocinar esa noche.

Salvo Chungha que estaba echada junto a Momo opinando de todo desde el sillón, el resto de la familia ayudaba a Nayeon. Solo faltaban Somi y Chae, que estaban en la habitación de la última.

¡Tum!

¡Tum!

¡Tum!

Alguien golpeaba la puerta.

Mina miró a Nayeon con sorpresa. Chaeyoung tenía llave—. Se la debe haber olvidado —dijo la joven, defendiendo a su madre.

—Chungha, ábrele a tu madre —era la única de sus hijas que no estaba haciendo nada. Y a pesar de que protestó, la joven de casi doce años se levantó del sillón y caminó hacia la puerta.

— ¡Tráeme una cerveza, Minari! —Momo gritó desde la sala.

— ¿Cuánto falta para que la tía Sana vuelve con Sara de su gira? —hasta Sowon se había dado cuenta de lo intensa que estaba su tía Momo.

Mina sonrió mientras sacaba una cerveza de la heladera—. Hay que tenerle paciencia, cariño, sabes cómo se pone cuando Sana no está...

— ¡¿Dónde está mi cerveza, mujer?! ¡Mueve tu pequeño trasero! —mucha paciencia hacía falta.

—Si mami Chaeng estuviera aquí, diría que tu trasero es hermoso, mamá —Byul estaba terminando de poner la mesa y cumplía el rol de defender el trasero de su madre.

—Lo sé, cariño —Mina acaricio con una sonrisa a su pequeña—. En pocos segundos estará aquí y...

— ¡ERES UNA DESCARADA! ¡Y AÚN TE ATREVES A APARECER EN MI CASA CON TU CARA DE PERRA Y EXIGIR VER A MI HERMANA! —los gritos de Chungha hicieron que todas se acumularan en la puerta.

—Chungha... —Mina iba a reprimir a su hija hasta que vio quien estaba en la puerta—. ¿Qué haces tú aquí? —se adelantó para quedar frente a frente con Irene.

—Sabía que una vez que vieras al mini rarón no ibas a poder dejarlo, es una adicción —comentó la japonesa con rabia.

—Señora Myoui —la chica estaba temblando de pies a cabezas—. ¿Podría hablar con Chae, por favor? —no levantó la cabeza en ningún momento por el temor que le tenía a esa mujer.

— ¡No se te ocurra dejarla pasar, mamá! —Jihyo no soportaba a esa chica—. Estuvo toda la tarde besuqueándose en el colegio con su novio y ahora viene a aprovecharse de Chae. ¡Es una perra! —atacó con rabia.

—Por favor, señora Myoui. Yo... necesito hablar con ella —suplicó la porrista.

— ¡Vete de una vez! ¡Nadie te quiere aquí! —siguió Chungha.

—Yo creo que necesitamos calmarnos —Nayeon apelaba a la sensatez—. Irene, creo que es mejor que te vayas —no se puso del lado de la joven.

—No nos gusta lo que le haces a nuestra hermana —opinó la melliza más tranquila.

—Ya escuchaste a mis sobrinas —Momo se levantó del lado de Mina para ayudar a intimidar a la extraña chica—. Saca tu estúpido trasero de esta casa —agregó.

—Hasta luego —Mina le cerró la puerta en la cara.

—Después de esto no creo que vuelva a atreverse a acercarse a Chae —Jihyo estaba orgullosa del trabajo hecho.

—Bien hecho, niñas —Momo las apremió—. Venga y denme un abrazo —logró que cinco niñas y las dos adultas se unieran en un abrazo grupal festejando el éxito de su ataque.

Lástima que alguien había visto todo desde la escalera.

— ¿Por qué... por qué hicieron eso? —Chae traía a su hermana en brazos y con mucha tristeza preguntó a medida que bajaba los escalones—. Ella quería... solo quería hablar... y ustedes no la dejaron...

Mina tomó la iniciativa—. Estás castigada, Chae, no puedes recibir amigos ni a nadie —caminó a la cocina con su séquito detrás—. Hora de comer, niñas —anunció al mismo tiempo que sentía el auto de Chaeyoung llegar.

Las niñas y las adultas ya habían ocupado su lugar en la mesa cuando la pequeña tatuadora entró.

—Al fin llegas, rari —el silencio inundó la mesa cuando vieron que Chaeyoung no estaba sola.

—Irene... —Chae se levantó de la mesa y caminó hacia la porrista.

— ¿Qué hace ella aquí? —Jihyo saltó primero.

—Viene a hablar con Chae —la cara de Chaeyoung no dejaba lugar a duda.

—Chaeyoung, esta señorita no es bienvenida en esta casa —Mina era la abanderada del grupo opositor.

En una postura muy firme, Chaeyoung se puso de pie al lado de su hija y de Irene.

—Esta señorita es amiga de mi hija y puede entrar a casa como cualquiera de sus amigos —miró al resto de sus hijas para luego dirigirse a Irene, esquivando la mirada de rabia de su esposa—. ¿Quieres quedarte a comer, Irene? —preguntó la inocente tatuadora.

— ¡MAMÁ!

— ¡MAMI!

— ¡RARI!

— ¡CHAEYOUNG! —todas protestaron.

Chae tomó la mano de Irene e hizo que la chica la mirara—. Quédate... un rato... quédate, por favor —le pidió.

La porrista le sonrió a la chica y acarició su mejilla.

— ¡Hey! Vamos alejando esa manito —Momo logró que Irene no llegara a acariciar del todo a la pequeña.

Chae guio a Irene hasta la mesa y le apartó la silla para que se sentara junto a ella mientras Chaeyoung acomodaba a Somi en su sillita.

—Gracias —murmuró con vergüenza la joven castaña.

El resto de las jóvenes se quedó en el mismo lugar.

—Me niego a sentarme en la mesa con ésta —se quejó Chungha.

—Yo tampoco pienso sentarme a comer con esta perra —ahora fue Jihyo.

—Yo tengo hambre —Byul no quería ir en contra de sus hermanas, pero de verdad tenía hambre.

—Niñas, agarren sus cosas que nos vamos a comer afuera —Mina desafió las directivas de su esposa.

Chungha, Jihyo y Momo sonrieron triunfantes, el resto solo soltó un suspiro de cansancio.

Antes de que las jóvenes intentaran algo, Chaeyoung volvió a tomar la palabra con firmeza.

—Las quiero a todas en la mesa ya mismo —su cara y su voz acompañaban su seguridad—. Puedes servir, Nayeon —le dijo directamente a su hija mayor.

Nayeon se apresuró a ir hacia la cocina con alivio.

Byul y Sowon fueron las primeras en obedecer, agradeciendo no tener que irse y ocuparon sus asientos sin nada más por decir.

Chungha miró con rabia a Chaeyoung, pero fue la siguiente en sentarse en la mesa.

Jihyo murmuró un: "no es justo" y se sentó junto a la melliza.

Momo se movió tratando de pasar desapercibida.

— ¡MOMO! —pero Mina la notó.

—Lo siento, amiga, pero tu esposa da miedo nivel freezer en este momento, llega a sacar su martillo y agárrame Diosito —ocupó una de las puntas de la mesa, dejando a Mina cruzada de brazos mientras dividía sus miradas de rabia entre su esposa y la pareja de su hija.

—Mina —Chaeyoung ocupaba la cabecera de la mesa junto a su esposa. La pequeña apartó la silla de su esposa para hacerle saber que la estaba esperando.

La empresaria apretó su mandíbula con fuerza y caminó haciendo sonar cada paso—. Esto no va a quedar así, Son —le murmuró al oído a su mujer.

—No cuento con eso, Myoui —respondió Chaeyoung, mirándola directamente a los ojos.

Mina hizo rechinar aún más sus dientes. Estaba enojada con su hija, estaba enojada con su esposa, pero por sobre todo estaba enojada con ella misma por no poder evitar desear a la estúpida pequeña que la estaba desafiando.

—Estás hermosa —Chaeyoung la sorprendió con esa confesión en su oído—. Me gustas... me gustas mucho enojada y toda excitada —agregó, haciendo que Mina tuviera que apretar aún más sus piernas.

—Cállate. No soporto cuando te pones soberbia —dijo—. Estás inaguantable —agregó, sabiendo que si miraba a su chica iba a encontrar una estúpida sonrisa provocadora.

Nayeon salvó el momento al entrar con la comida—. Espero que les guste. Es una receta nueva que me enseño la hermana Spencer —dejó la bandeja en la mesa y ocupó su lugar, dejando que las demás se sirvieran.

—Entonces, Chae... —Jihyo había esperado a que todas empezaran a comer para atacar nuevamente—, ¿ya le contaste a la perra...?

—Jihyo —la regañó Chaeyoung.

Jihyo apretó su boca—. ¿Ya le contaste a tu amiguita que duermes con una ballena inflable llamada "llena"? —los ojos de Chae se abrieron al mismo tiempo que la comida se quedaba atragantada en su garganta.

— ¡Cof! ¡cof! ¡cof! —Irene miró a Chae al mismo tiempo que acariciaba su espalda.

—La manito —soltó Momo con veneno, haciendo que la joven quitara la mano de donde estaba con velocidad.

—No... no... no le he contado aún —dijo como pudo la mini tatuadora.

—También deberías contarle que más de la mitad del vecindario te ha visto desnuda ya —aportó Chungha.

— ¡Cof! ¡cof! ¡cof! —no la dejaban comer tranquila.

—O mejor cuéntale la vez que fuimos al bar de strippers y llenaste como dos cubetas de baba —comentó Momo, aportando a la tortura.

Chae miraba a Irene con vergüenza al mismo tiempo que sacudía su cabeza. La porrista agarraba fuerte la mesa para aguantarse las ganas de acariciar a la lastimada joven. Se conformó con mirarla con cariño.

—No es cierto, yo... yo...

—Tal vez deberías contarle de la tarde en que golpeaste a cada uno de los niños que se rieron de Chungha cuando se cayó aprendiendo a andar en bicicleta —recordó Chaeyoung, mirando a la melliza y a la mesa en general.

Chungha no pudo mantener la mirada de su madre y la agachó, avergonzada.

—O mejor, Jihyo debería contarle cuantas veces Chae la ha cubierto cuando sale a escondidas de casa para irse a alguna fiesta. Cuéntale a Irene cuantos regaños te has aguantado por cubrir a tus hermanas, Chae —siguió Chaeyoung sin piedad—. Y, Momo, tú no puedes olvidarte de contar cual de tus sobrinas fue la primera en hacer sentir a Tzuyu como si fuera de la familia, ¿recuerdas como Chae la abrazó? —nadie podía negar el enorme tamaño de corazón de la niña.

—Cabe recordar que como bienvenida le mostró su wiwi —acotó Nayeon de forma graciosa, haciendo reír a la mitad de la mesa.

Mina se hubiera reído también. De hecho, hubiera aflojado su postura por las cosas dichas por su esposa, salvo porque Chae eligió su momento de vergüenza para enterrar su cabeza en el cuello de Irene. Mina vio rojo

— ¡Basta de esta estupidez! —la madre celosa se levantó y miró directo a la chica que estaba al lado de su hija—. ¿Qué demonios pretendes con mi niña? Primero la besas, luego la envías al frente —se quejó—, vienes esta tarde y te aprovechas de ella toqueteándola para después huir y—

— ¿QUÉ? —todas las chicas saltaron.

— ¿DEJASTE QUE ESTA IDIOTA TE TOCARA? —Jihyo no podía más de los celos. Nadie le iba a robar a su hermana.

—Yo... yo...

—Hagan silencio, niñas —Mina hizo callar a sus hijas—. Habla —repitió, mirando a la temblorosa joven.

—Mina —Chaeyoung se levantó para enfrentar a su esposa.

—Mina nada, Chaeyoung, puede que tú le entregues a nuestra hija a cualquiera, pero yo no. Yo no voy a dejar que venga esta tipa y la use o la maltrate, no voy a dejar que se aproveche de ella por ser—

—Por ser como yo —terminó Chaeyoung por ella—. Tienes miedo de que alguien le haga daño porque Chae es como yo. Porque si hubieras sido tú, lo hubieras hecho, porque si hubieras sido tú, te hubieras aprovechado de mí y porque eso es lo único que pensabas hacer conmigo cuando me conociste —no volaba una mosca.

—Eso no es cierto —Mina no podía creer lo que estaba escuchando.

—Sí lo es... sí... tú... tú... tú te identificas con Irene porque tú hubieras hecho lo mismo conmigo —dijo, agachando su cabeza.

—Chaeyoung, eso era en el colegio —se defendió Mina—. Ya te lo dije —agregó.

— ¿Y cuándo me... cuando nos vimos... en el departamento, la primera vez que nos vimos... qué pensaste? —preguntó Chaeyoung.

Mina respiró hondo—. Estás diciendo estupideces, Chaeyoung. Todo para defender a esta chica —esquivó el tema, volviendo a dirigirse a Irene—. Habla de una vez por todas.

—Yo... yo... —Irene suspiró—. Señora Myoui, yo quiero mucho a su hija —confesó.

—Si la quisieras tanto no jugarías con ella —saltó Jihyo.

—No estoy jugando con ella —se defendió la joven—. Solo que es... es muy difícil para mí aceptarlo, todo... todo lo que tengo planeado, todo lo que mi familia ha planeado para mí se puede derrumbar y...

—Yo también te quiero mucho —Chae era así de adorable. Esta vez nada impidió que Irene la acariciara, ni siquiera los comentarios de Momo.

—Me pregunto que pensara tu novio de todo esto —Chungha ya había aguantado demasiado tiempo.

Irene miró a la melliza de inmediato—. Hoy lo dejé —dijo rápidamente—. Por eso venía a hablar contigo —miró directamente a Chae—. Quiero hacer las cosas bien, quiero enfrentar lo que sea por ti. Quiero saber por qué haces latir tan fuerte mi corazón —Chae sonreía como boba.

— ¿Y piensas que vamos a creer todas esas tonteras? —ni Momo ni Mina se lo creían.

Chae miró a su tía con su ceño fruncido—. Tía Momori...

—Momo tiene razón. Y ya se acabó todo esto. Ya comimos. Ahora es hora de que te vayas —apresuró, recibiendo el apoyo del resto.

—Eso no va a pasar —nuevamente Chaeyoung la desafiaba—. Chae, puedes ir a hablar con Irene a tu habitación, pero deja la puerta abierta —la pequeña sabía que se la estaba buscando y esperó que esta última indicación la salvara un poco.

Con el permiso de su madre y antes de que se arrepintiera, tomó a Irene de la mano y ambas salieron corriendo prácticamente hacia las escaleras.

— ¿Cuál es tu problema? —Mina enfrentó a su esposa—. Es mi hija también. ¿Acaso no tengo nada que decir en esto? —nunca antes nadie la había desobedecido tanto.

—No cuando... no puedes cuando... cuando estás comportándote como una loca —retrucó la tatuadora.

—Oh no —esa fue Momo.

—Son Chaeyoung, quiero creer que no acabas de decirme que soy una loca —la furia de Mina se veía en sus ojos.

—Pues... pues... ¿y qué pasa si lo dije? Es más... —Chaeyoung dio un paso hacia su esposa—. Lo voy a repetir. Estás hecha una LO...CA —dijo despacio.

—Oh no —esta vez fue Nayeon la que vio los ojos rojos de Mina.

— ¿Quién quiere ir a tomar un helado? —Momo sabía que algo iba a explotar pronto y todas las niñas también. En cuanto la pregunta terminó, ya no quedaba una sola joven Son Myoui en la sala.

Momo fue la última en salir con Somi en sus brazos.

En la habitación de Chae.

—Quita esa estúpida sonrisa de tu cara —le advirtió Irene a Chae.

La castaña ya estaba sentada muy cómodamente en la cama de la pequeña mientras que miraba como la otra chica sonreía desde la puerta entreabierta.

Chae negó con su cabeza—. Lo dejaste... tú dejaste a... dejaste a tu novio... ¿lo dejaste? —quería confirmación.

Irene miró a Chae directo a los ojos—. No podía seguir con él después de lo que pasó esta mañana — ¿cómo podía besar a su novio si el único sabor que tenía en sus labios era el de Chae?

—Le dijiste a mi mamá que yo te... que yo te gustaba...

—Mucho. Me gustas mucho —agregó la porrista—. ¿O no te quedó claro aún? —pensó que con los besos que le había dado hoy se lo había demostrado.

Chae agachó su cabeza rápidamente—. Pero... te fuiste... te asustaste y te fuiste —a Chae le había dolido.

Irene se levantó de la cama y caminó hasta la otra chica hasta llegar muy cerca de ella y poder tomarla de la cintura—. Lo siento mucho —se disculpó—. Pero jamás... jamás en mi vida... nunca, pero nunca... pensé que podía llegar a ser tan grande —la misma reacción que todos hubieran tenido.

Chae murió de vergüenza y no esperó en tirarse sobre la otra chica, aprovechándose de su cuello—. Mi tía Momori dice que es monstruoso —opinó Chae una vez oculta.

—Me gusta que hagas eso—si Mina la escuchara—, y no, es decir, sí, es monstruoso, ¿pero te puedo confesar algo? —sintió a Chae asentir—. A mí me gusta mucho —admitió.

Chae se despegó rápidamente—. ¿En serio? ¿Te gusta? —Irene asintió con vergüenza—. ¿Quieres... quieres... quieres tocarlo? —Chae no tenía un pelo de tonta.

Irene soltó una risa que enamoró aún más a Chae—. Bebé, no te enojes, pero creo que aún no me puedo quitar la mirada de enojo de tu madre de la mente. Tu madre Mina da miedo —dijo con sinceridad.

Chae torció su cabeza y miró a la chica—. Y... y... ¿no quieres tocarlo nunca, entonces? —ella tenía necesidades

Irene cerró su distancia y besó a Chae con las ganas acumuladas que tenía desde temprano—. Vamos poco a poco, ¿sí? —dijo una vez separadas.

Chae asintió—. Sí, sí... poquito... ¿otro? —estiró su boca con forma de pico, pidiendo otro beso.

—Eres horrible —se inclinó para cumplir con el deseo de la chica, pero se frenó—. Antes quiero saber algo...

Chae frunció su ceño. ¿Qué podría querer saber la chica que estaba impidiendo que ella tuviera sus besos?

— ¿Dónde está esa famosa ballena con la cual tengo que competir por un lugar en tu cama? —era la competencia.

En la sala.

—Chaeyoung, retráctate de lo que dijiste ahora mismo —muy distanciadas una de la otra se enviaban miradas de rabia.

— ¡No quiero! Primero ve y... ve y pídele perdón a Irene —contraatacó la tatuadora.

Mina soltó una carcajada forzada—. No me hagas reír, ¿quieres? Antes de pedirle perdón a esa, me teñiría completamente de rubia y... —Mina giró los ojos cuando su esposa torció su cabeza y empezó a mirarla fijamente—. Deja de imaginar cómo me vería con el cabello de rubio porque no pienso hacerlo —se apresuró a decir.

Chaeyoung sonrió—. Creo que te quedaría muy... te verías... a mí me gustaría —dijo.

—A ti te gusto de cualquier forma —dijo Mina con pruebas.

Chaeyoung asintió—. Me gustas hasta loca como hoy —dijo.

Mina se enfureció de nuevo—. ¡Que no estoy loca! Esa tipa es una perra, Chaeyoung, todo el mundo lo dice y...

—Todo el mundo lo decía de ti antes también —la interrumpió la pequeña—. Pero... pero era... no era cierto —dijo.

Mina apretó sus labios—. Sí era un poco cierto. No era muy buena persona hasta que... hasta que tú apareciste —la conversación volvía a distorsionarse.

Chaeyoung sonrió—. Tal vez Irene necesite de Chae, entonces —se atrevió a decir.

Mina bufó, irritada—. Pero... pero...

Chaeyoung caminó rápido hasta su castaña chica para llegar a envolverla con sus brazos—. Chae no va a dejar de amarte por eso, Mina, siempre vas a ser su mamá preferida —Chaeyoung ya sabía de lo que se trataba el comportamiento de la castaña.

Mina se abrazó fuerte a Chaeyoung—. No es cierto... se va a olvidar de mí, ahora va a dejarse abrazar por otra, no va a mirarme más con ese amor con el que ella me mira siempre —dijo con tristeza

Chaeyoung apretó sus labios para no reír—. Amor, Chae aún corre para dormir contigo cuando yo no estoy, eres la luz de sus ojos desde el primer momento en que te vio —la consoló Chaeyoung—. Y si no te conformas con eso, aún tienes a seis hijas más locas por ti —siempre había un repuesto.

—Siete —Mina vio el momento y aprovechó.

Chaeyoung seguía abrazada a ella mientras acariciaba su espalda—. Bueno, siete con Chae, pero son seis... seis... sin ella. Con Chae siete, sin Chae seis —un año de secundaria y ya se creía una experta en matemáticas

Mina agitó su cabeza—. No —corrigió—. Con Chae son ocho, sin Chae son siete —siguió, sintiendo las caricias hasta que pararon en un momento y Chaeyoung se despegó de ella.

—Chae —la castaña contó levantando un dedo—. Nayeon —otro—. Las mellizas —dos más arriba—. Jihyo, Byul —dos más—. Y por último Somi —contó—. Son siete, con Chae son siete —dijo, enseñándole los siete dedos a Mina.

Mina apretó sus labios y le levantó otro dedo a la pequeña—. Son ocho, amor —dijo con cuidado.

— ¿Ocho? —Chaeyoung volvió a mirar sus dedos y a contar—. ¿Quién? ¿Quién? —miró a Mina justo para ver como la castaña se llevaba una mano a su estómago.

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