A media noche, Kovu abrió los ojos. Observó que la hermosa y dulce princesa aún estaba profundamente dormida.
—Hasta dormida es hermosa—Susurró Kovu para sus adentros.
El chico se levantó y le dio la espalda a la chica. Esta se despertó con una pesadez extrema, abrió los ojos y vio al chico sentado en la cama.
—Hmm...—Estiró sus brazos.—¿Ya te vas?—Preguntó.
—Sabes que me encantaría quedarme—Dijo levantándose y arreglándose la ropa que llevaba puesta—Pero si alguien nos descubre así, me matarían.
—¿Crees que es un delito dormir con la princesa?—Preguntó, riéndose levemente.
—Claro que no.—Sonrió—Depende del tipo con quién duerma—Se acercó a la chica aún acostada y depositó un tierno beso en los labios de ella.
—Te extrañaré—Sonrió ella con tristeza.
—Yo igual—Respondió el chico.—Vendré en cuanto pueda. Es una promesa. —Sonrió y se fue saltando por el balcón de aquella lujosa habitación.
Kiara sonrió y se tapó con sus sábanas.
—Ay, Kovu, Kovu, Kovu—Suspuiró enamoradiza—No sabes cuánto te amo—Rio y cerró los ojos nuevamente para poder dormir de nuevo.
Al otro día, la joven princesa despertó. Algo tarde para sus horarios normales.
Cepilló su cabello y se vistió con un vestido corto de color avellana.
Bajó a desayunar y allí estaba toda su familia, incluido su pequeño hermano.
—Oh, Kiara—Dijo su padre—Ahí estás.
—Buenos días—Sonrió la chica.
—Buenos días, Kiara—Su madre le devolvió el saludo.
La princesa se sentó y comenzó a desayunar con la fruta que había en la mesa.
—¿Sabes? Me he enterado de lo de Kovu.
Kiara se quedó como piedra. Incluso casi se atraganta con la comida que tenía en su boca.
—¿Qué cosa?—Preguntó la chica, haciéndose la que no sabía nada.
—Ya sabes, de que aquella oscura tribu quiere matarme.—Kiara se ponía cada vez más nerviosa por todo.
—Si...¿Qué ocurre?
—Hemos estado pensando en atacar a Zira y su clan.—Habló su padre con seriedad.
Kiara no lo podía creer. Atacar el clan de Zira implicaba atacar a Kovu. Una imagen de ella luchando contra Kovu se dibujó en su mente. Quiso borrarla en cuanto pudo para contestarle a su padre.
—¿Qué demonios?—Kiara miró a su padre—¿Atacarlos?
—Sí, ya han hecho bastantes ataques y han ocasionado muchos problemas en esta tribu.
—¿Y por eso hay que atacarlos? ¿Matar a muchos inocentes que quizás no tienen nada que ver con el clan de Zira o de Janja?—Kiara estaba algo enojada.
—Kiara, ya lo hemos decidido.—Su padre dibujaba un rostro bastante notable de seriedad.—Será hoy, al atardecer.
Kiara se levantó bruscamente de la larga mesa real. Estaba realmente enojada.
—¡No! ¡No puedes hacer eso!—Gritó.
—Cariño, ya nos hemos quedado sin opciones...—Dijo su madre, tratando de calmar la situación.
—¿Y tú lo aceptaste, madre?—Señaló a su madre, con enojo. —Y Kion, ¿Tú ya sabías de esto?
Kion solo miraba lo que estaba pasando en silencio. No tuvo la valentía para responder, pues no quería pelear con su hermana y no quería meterse en problemas con sus padres. Él ya estaba enterado de aquel ataque, pero no se lo tomó así de mal.
¿Que podía hacer? Después de todo eran órdenes de su padre, el rey.
—Yo no lo puedo creer—Kiara se retiró de la sala corriendo. Salió al aire libre, necesitaba respirar.
Le dolía la cabeza, y le dolía bastante.
Se agarró de esta con una mano mientras brotaba algunas lágrimas de sus ojos. Por primera vez en su vida se sentirá indefensa. Sentía que no podría hacer nada contra la decisión que su padre había tomado.
—N-no lo puedo creer—Repitió con la voz quebrada.