PRIMER ACTO. CAPÍTULO CERO.
HAWKINS
22 de marzo de 1983.
El camión de mudanza se detuvo detrás de nuestro auto, la nueva casa estaba frente a nosotros, demasiado grande para tres personas.
—Entremos para poder acomodarnos —dijo mi padre —Puedes ir a elegir tu habitación, Sam
Subí al primer piso sin mucha emoción, me abrumaba el silencio que se sentía en el lugar. Venir de una ciudad con bullicio no ayudaba mucho pero todo sea por los negocios y bienestar de mi familia, que habían decidido colocar un restaurante en el pueblo esperando tener éxito en su nuevo emprendimiento.
Dio igual la habitación que elegí, sólo sobresalía la vista al bosque junto al baño particular del cuarto. Las cajas empezaron a llenar los vacíos cuartos acompañado de muebles que bajan los trabajadores de mudanza del camión.
Podía decirse que nuestra mudanza estaba a un paso de ser oficial.
Al anochecer, una pizza se encontraba en medio de la larga mesa, había sido un día agotador y solo quería dormir.
—Cariño, mañana iré a hacer los trámites para inscribirte en la escuela —dijo mi madre —¿Quieres acompañar a tu padre a ver el nuevo negocio?
Nadie dijo otra cosa, en la mañana temprano salí directo al auto de mi padre sentándome en el asiento del copiloto, el camino al lugar fue silencioso, la radio pasaba música y algunas noticias.
—Hija, ¿sucede algo? —rompió el silencio mi padre —Desde que llegamos ayer no has hablado mucho ..¿Estas molesta con nosotros o..?
—No, es solo que volver a comenzar de nuevo es... Lo siento, no quería que se sintieran mal —dije mirándolo con una sonrisa —El pueblo esta bien, me gusta.
—Y eso que aún no ves el negocio, ya veras, será todo un éxito.
Al llegar al lugar, podía verse un enorme cartel de neón, "Restaurante Whither " se leía desde lejos. El interior estaba pintado de un sutil color blanco, los muebles y mesas esparcidos por todo el interior mientras que el mostrados y cocina se encontraban en una esquina. Había buena iluminación y un tocadiscos a un lado del mostrador.
—¿Te gusta? —preguntó.
—Es... hermoso —estaba feliz, mis padres podían cumplir su sueño, empezando de a poco.
Dos semana había pasado desde que entre a clases, aún estaba sola pero cuando terminaba todo podía irme feliz hasta el local de mi familia. La inauguración había sido increíble, mucha gente entraba y salía en el día.
Se entregaba desde desayuno, almuerzo y cena, muchas tareas que necesitan manos extra. Yo ocupaba temporalmente el puesto de camarera mientras mi madre atendía el mostrador y caja.
—Hola, buenas tarde —sonríe —¿Ya saben que van a ordenar?
Así fue como conocí a mis primeras amigas de Hawkins, Nancy Wheleer y Barbara Holland. Iban cada tarde sin faltar a pedir batidos y aprovechaban la oportunidad para hablar, cuando se cumplió el mes, se acercaron a mí y me acompañaron en todas las clases que compartíamos. Empezamos a salir a pasear y a tener noche de chicas, por fin había podido encajar en la escuela.
La primavera estaba en todo su resplandor cuando de vuelta del trabajo choque de frente con un chico, todas mis cosas se esparcieron en el suelo.
—Dios, lo siento —dijo rápidamente agachándose a tomar mis cuadernos y apuntes.
—Esta bien, creo que ambos íbamos distraídos.
—Soy Steve Harrington —se presentó extendido su mano.
—Samantha Whither —contesté haciendo un ligero apretón de manos.
—¿Vas a la preparatoria, no? —dijo —Recuerdo haber visto tu cara —sonrió —Nos vemos, Sam.
Seguí mi camino hasta casa de Nancy para terminar de hacer un trabajo.
—¿Por qué tardaste demasiado? —preguntó cuando abrió la puerta de su casa.
—Lo siento, me encontré con alguien en el camino —respondí caminando a su habitación.
—¿Quién? —Barb apareció por la puerta.
—Steve Harrington —me acomode en la cama —¿Por dónde se quedaron?
Ambas amigas se miraron serias sin comentar nada. Al finalizar el día, el trabajo de literatura se encontraba listo para entregarse mañana.
Steve empezó a aparecer seguido en el restaurante en mi turno de tarde, pidiéndome una malteada de chocolate con una porción de pastel de frutilla. También cada vez que me cruzaba por los pasillos de la escuela se detenía a saludarme.
Los días siguieron su paso hasta que el 15 de mayo, Steve me espero al salir de mi turno.
—Hola, Sam —dijo acercándose con su mano en los bolsillos.
—Hola —sonreí —¿Cómo estas?
—Bien... Y-yo me preguntaba si querías compañía camino a tu casa —pasó sus manos nerviosamente por su cabello.
Ambos caminamos juntos hasta mi casa, la conversación fue buena, no hubo silencios incómodos y Steve se encargaba de sacar charla sobre cualquier tema que terminara en risas. No parecía esa clase de persona que Nance y Barbs decían, no se mostraba arrogante ni egocéntrico.
—Hogar dulce hogar, ¿no?— dijo riendo.
—Creo que nuestra caminata termina aquí —sonrió —Nos vemos mañana Steve —me despido dándole un beso en la mejilla.
Una vez que me alejó camino a la entrada principal, el sonrojo en mi cara empezaba a notarse. Escucho que me llama antes de que termine de abrir la puerta y siento que corre hasta quedar de frente.
—¿Estas libre el sábado en la noche? —preguntó —Podemos ir al cine a ver una película...
—¿Quieres pasar por mi a las ocho? —dije
Sonrió :—A las ocho estaré aquí, nos vemos —se despidió con un beso en mi mejilla y camino por la acera.
Ni Barbara ni Nancy se enteraron de esa salida, ni de las otras que le siguieron. Fuimos desde el cine, hasta al parque o hacer picnic en algunos puntos en el bosque, las cenas eran mas frecuentes. Me la pasaba bien a su lado.
6 de agosto de 1983
La noche estaba perfecta, termine de asearme y colocar mi vestido blanco para esperar a Steve. No tardó mucho en escucharse golpes en la puerta :—¡Mamá, ya me voy! —grite desde la escalera recibiendo un Cuidate de su parte.
Al abrir la puerta me encontré con Steve vistiendo una camisa blanca y un jean negro, su sonrisa se ensanchó al verme
—Hola, señorita —dijo —¿Preparada para hoy?
Deje un beso en su mejilla y caminamos hasta su auto agarrados de la mano, abrió la puerta del acompañante para mí, luego subió para arrancar y dirigirnos a su casa.
La casa Harrington la mayoría de las veces estaba sola -excepto por Steve- así que no fue un problema al llegar. Me llevó hasta su patio y al lado de su piscina se podía ver una mesa decorada delicadamente para dos personas.
Al sentarnos, Charlie, un amigo de Steve, entró con una bandeja sirviendo la comida y llenando nuestras copas con vino. La comida paso rápido mientras hablábamos, Charlie volvió a entrar con una porción de pastel para cada uno ¿De donde sacaron todo esto?
—¿La estas pasando bien? —Preguntó Steve tomando mi mano sobre la mesa.
—Esta todo bellísimo...
—Tengo algo que decirte, Sam —dijo parándose para tomar mi mano y dirigirse al centro de lugar, cuando una música lenta se empezó a escuchar
—¿Sucede algo malo?
—No, todo lo contrario —suspiro —Desde el momento que entraste por las puertas de la preparatoria puse mis ojos en ti, te veías tan linda y tímida agachando tu mirada. No podía quitarte la mirada e intentar poder llamar tu atención pero no volteaste a verme en ningún momento, por esa razón fue que la única manera de me prestaras atención fue chocar contigo...
»No tuve que actuar en ningún momento estando a tu lado, todo salía natural y me encanta, tú me encantas como no te imaginas. Quiero que todos se den cuenta que eres mía, que pasemos mas tiempos juntos... Entonces, Samantha Whither ¿quieres ser novia?
Antes de contentar, un grito de felicidad se escuchó desde dentro de la casa. Tome entre mis manos la cara de Steve para admirarlo, es hermoso y ahora es mi novio
—Sí, me encantaría —dije para besar sus suaves labios.