Salvaje - Nomin

By bxbynana

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Jeno y Jaemin se aman desde muy pequeƱos, el destino los separa y cada uno sigue su camino. Hasta que se reen... More

AclaraciĆ³n
Sinopsis.-
CapĆ­tulo 1.-
CapĆ­tulo 2.-
CapĆ­tulo 3.-
Capitulo 4.-
Capitulo 5.-
CapĆ­tulo 6.-
Capitulo 7.-
Capitulo 8.-
Capitulo 9.-
Capitulo 10.-
Capitulo 11.-
CapĆ­tulo 12.-
CapĆ­tulo 13.-
CapĆ­tulo 14.-
CapĆ­tulo 15.-
CapĆ­tulo 17.-
CapĆ­tulo 18.-
CapĆ­tulo 19.-
CapĆ­tulo 20.-
Notita:)

CapĆ­tulo 16.-

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By bxbynana

Jeno se sentó lentamente frente a una nerviosa Suni, sabía que en cualquier momento iba a explotar, pero se estaba controlando bastante. La miró fijo a los ojos.

—¿Y bien?—inquirió ella nerviosa.

—Suni, lo siento…

—¡Lo sientes!—exclamó—¿Es lo único que vas a decir?

—Traté de decírtelo miles de veces, Suni, pero siempre evitaste el tema.

—¡Aaaah, y por eso ahora soy la cornuda más grande de todo el condado!—casi gritó.

—Te voy a pedir por favor que no grites —dijo él—Lamento que esto tenga que ser así, Suni…pero estoy enamorado de Jaemin.

—¿Acaso no te das cuenta de que se va a cansar de ti, Jeno?—le preguntó reteniendo un par de lágrimas—No eres nada para ese chico, eres poca cosa, un simple peón. ¿Acaso vas a vivir de él dentro de un par de años? O mejor dicho, ¿Acaso vas a aceptar irte a la cuidad detrás de él? Porque él no va a quedarse en este mugroso lugar para siempre.

El pelinegro se puso a pensar en aquello, sacudió la cabeza, en ese momento aquello era lo que menos importaba. Fueran como fueran las cosas, él ya no podía seguir con ella.

—No sé lo que va a pasar, Suni—dijo mirándola fijamente a los ojos—Pero lo nuestro se terminó, ya no puedo seguir mintiéndote. 

—Bien—aseguró ella mientras se ponía de pie—Espero que no te arrepientas, yo no estaré esperándote cuando él te de una patada.

—Suni…

Ella salió de allí rápidamente. Jeno dejó la cabeza entre sus manos, mientras maldecía por lo bajo. Sí, había hecho muchas cosas mal, pero sabía que eran muy necesarias, soltó un suspiro y se puso de pie. Por ahí dentro de unos días podría hablar perfectamente bien con Suni y quedar como amigos. A pesar de muchas cosas, la apreciaba. Se puso de pie y se acercó al refrigerador, para buscar un poco de agua, se sirvió en un vaso y se sentó a tomarlo. Comenzó a pensar. Ahora Jaemin y él eran completamente libres para poder expresar lo que sentían.
Sonrió levemente y luego apretó los labios. ¿Qué iba a hacer ahora? Podía buscarlo y llevárselo a algún lugar. Entonces lo recordó. ¡Podía llevarlo al valle! 
Miró la hora y apenas eran las cinco de la tarde, aún tenía tiempo. Sí… al fin iban a poder estar solos y tranquilos. 

Estaba por salir de la cocina cuando la puerta se abrió y Mark entró. Jeno alzó ambas cejas al ver el rostro alegre del rubio.

—¿Qué pasó?—le preguntó.

—Sacamos al carilindo ese de aquí y le pregunté a Haechan si quería ser mi novio.

—¿Y qué te dijo él?

—Me dijo que…no.

Jeno se sorprendió. ¿Él le había dicho que no a Mark? ¿Luego de todo lo que habían pasado, él le había dicho que no?

—¿Te dijo que no?—preguntó sin poder creerlo.

—¡Mentira!—rió Mark, haciendo que Jeno frunciera el ceño—¡Me dijo que sí! ¡Maldita sea, tengo novio! 

Jeno soltó un suspiro y sonrió. Su primo parecía un niño, tenía aquella boba mirada y los ojos le brillaban. Se preguntó si él mismo se veía así cada vez que estaba cerca de Jaemin.

—Me alegro por ustedes, Mark—le dijo —Solo espero que esto no traiga tantos problemas.

—Es un secreto—aseguró el rubio—Y lo mantendremos así, es mucho más, ¿Intenso?

—Bueno, Mark, ahora te dejo, tengo que ir a hacer unas cosas.

—Vi como tú y Jaemin se besaban, ¿Algo que quieras compartir con tu primito?

—No en este momento—sonrió y salió de allí antes de que Mark lo llenara de preguntas. Escuchó que lo llamaba, pero no le prestó atención. De verdad quería ir a hacer un par de arreglos, quería estar a solas con su pequeño. 

Salió de la casa para ir hacia las caballerizas, preparó a White y se subió a él para salir de allí a toda marcha. Una gran sonrisa se curvó en su rostro, se le había ocurrido una gran idea, primero iría al pequeño valle a arreglar todo y luego volvería a terminar de armar su plan maestro.

Jaemin entró a la cocina y suspiró, él no estaba allí tampoco. Hacía como más de dos horas que lo estaba buscando por todos lados, pero no lo había encontrado, por ahí se había ido con… Suni. Apretó los dientes, los malditos celos lo invadieron al pensar que él podía estar con ella. No podía tolerarlo. Sacudió la cabeza. Él y ella no eran nada para que sintiera esas cosas, pero no podía evitarlo. Su corazón se contraía de solo pensar que Jeno podía estar abrazando a Suni en este momento.
Volvió a salir de la cocina y se encontró con Chenle. Este tenía una pícara sonrisa en el rostro, el castaño lo miró entrecerrando los ojos, cuando Chenle tenía aquella cara, era porque algo sabía. Se acercó a él.

—¿Qué me estás ocultando?—le preguntó. Su amigo apretó los labios.

—¿Yo?—inquirió y miró a su alrededor —Nada, nana.

—Mentiroso—lo acusó—Conozco perfectamente esa cara, algo sabes. Dímelo. 

—Puedes averiguarlo por ti mismo—sonrió—Fíjate en tu habitación.

Jaemin miró hacia las escaleras y luego volvió la vista hacia Chenle, no sabía si subir corriendo o quedarse allí hasta que él le dijera que sabía.

—¿Tiene que ver con Jeno?—le preguntó. Su amigo se encogió de hombros.

—No lo sé—aseguró—Solo sé que hace horas que no lo veo, ¿Le habrá pasado algo malo?

Luego de esas palabras, Jaemin salió corriendo de allí y subió las escaleras, entró a su habitación y la puerta se cerró con algo de fuerza detrás de él. Se quedó quieto al ver que en medio de su cama había un enorme oso de peluche que tenía una rosa al lado y un sobre encima de su barriga, miró a su alrededor y no había nadie allí. Se acercó a la cama y tomó el sobre. Lo abrió con cuidado y sacó el papel que tenía dentro:

"Hola, me presento, soy Teddy, un lindo oso de peluche, que hace mucho tiempo está esperándote. Ahora estás aquí, así que ya se terminó mi espera. Pero he observado que has estado mucho con ese tal… Jeno. Por eso mismo me deshice de él, y no volverás a verlo, a menos que vayas afuera y sigas las instrucciones. Hay alguien muy cercano a ti y muy blanco, esperándote. Si quieres volver a ver con vida al idiota ese, mejor has lo que te digo. Con amor, Teddy.
PD: Lleva la rosa que esta a mi lado, sino mato a Jeno."

El castaño dejó la carta a un costado y lentamente giró la cabeza para mirar al oso, entonces comenzó a reírse, agarró la rosa y la acercó a su nariz. Tenía aquel suave aroma a tarde y sol, combinado con su propia esencia. 
Se puso de pie y agarró al oso de peluche que era casi tan grande como él. Lo abrazó y besó su nariz, luego lo dejó sobre la cama y salió de su habitación para bajar corriendo las escaleras. Chenle estaba sentado mirando la tele.

—¿Y encontraste algo?—le preguntó.

—Sí—asintió sin dejar de sonreír—Pero ahora tengo que irme. La vida de una persona depende enteramente de mí.

—Sí, ya lo creo—dijo divertido.

Jaemin besó la mejilla de su mejor amigo.

—Te amo, eres el mejor amigo que una persona podría tener.

Chenle hizo un gesto de ‘No exageres’, con la mano. Pero él vio las pequeñas lágrimas que había en sus ojos.

—Ya, vete, porque voy a ponerme a llorar como niño de cinco años. Estoy sensible y tú me dices esas cosas… ¡Vete ya! No creo que quieras que Teddy mate a tu bombón campestre.

—¡No!—exclamó divertido—Ni por asomo.

Salió de allí y Chenle suspiro. Sabía que esta noche, Jaemin no iba a volver para dormir.

Jaemin caminó con cuidado, acercándose a White, que estaba allí parado como esperando algo. Llegó hasta él y le acarició el hocico. 

—Hola, muchacho—le dijo de manera tierna—¿Tú eres lo que me estaba esperando?

White meneó la cabeza y resopló en respuesta. Sonrió y entonces divisó la nota que colgaba en el bozal del animal. La tomó sin dudarlo.

"Para volver a ver a Jeno, tienes que subirte a White y dejar que te lleve, él sabe el camino. Mejor que vayas solo, puedo hacerle algo al ‘Papacito de telenovela’ si vienes acompañado, firma Teddy."

Sonrió y se guardó la nota en el pequeño bolsillo que tenía su pantalón negro. Se había puesto algo cómodo luego de que Jeno se había ido a hablar con Suni. Y había encontrado entre sus cosas un pantalón negro y una playera blanca, la cual dejaba ver parte de su pecho. 
Se subió a White y el corcel blanco comenzó a andar apenas se acomodó. Jaemin se sorprendió un poco, pero lo dejó andar tranquilo, levantó la cabeza para mirar el cielo. Estaba completamente despejado y las estrellas parecían interminables, era perfecto, era una agradable noche de verano. No hacia calor, tampoco frío. No había viento, pero si una suave brisa que casi pasaba desapercibida. 
Entonces White comenzó a andar más rápido y a adentrarse en el bosque. Jaemin tomó las riendas e intentó detenerlo, pero el caballo no lo hizo. ¿Hacia donde lo estaba llevando? Comenzó a preocuparse, no le gustaba la oscuridad que había en aquel lugar. Y sabía que había un par de animales salvajes por allí, el corazón comenzó a latirle con nervios, pero entonces recordó la carta, White sabía a dónde lo estaba llevando. Solo tenía que confiar en él y en…¿Teddy el asesino?
Sonrió y negó con la cabeza. Aquello si que había sido una gran ocurrencia. Romántico, pero a la vez divertido. Conocía una nueva faceta de Jeno. Al parecer se le daban bien las ideas, pensó en las veces que Suni pudo haber recibido ese tipo de atenciones. El estómago se le encogió de celos. No, él ya no estaba más con ella. Lo presentía. 
White empezó a andar más rápido y Jaemin se aferró a él con fuerza. Al parecer se estaban acercando a su destino. El caballo salió de entre los árboles para meterse a lo que sin duda llamó: pequeña porción de paraíso. 
Su boca se abrió sin poder creerlo. ¿Cómo era posible que casi se había olvidado de aquel lugar? White se detuvo y el castaño se bajó. El sonido de la cascada llegó a sus oídos y giró para apreciar el espectáculo que había frente a sus ojos. El pequeño lago estaba completamente iluminado por aquella enorme luna blanca, que parecía estar más cerca de lo normal. Respiró profundamente y el suave olor a agua pura, noche calma y libertad le entró a los pulmones. Cerrando los ojos se dejó llevar por los sonidos de la naturaleza. Había tanta paz allí, se sentía tan bien. Pero entonces recordó que por allí tenía que estar su príncipe. Abrió los ojos de golpe y miró a sus costados, buscándolo. 

—¿Buscas a alguien?—preguntó él. 

Jaemin se sobresaltó un poco y giró rápidamente para encontrarlo allí. Su corazón había sufrido un gran susto por su causa, pero aún así le sonrió.

—Me asustaste—le comentó. Él sonrió y se encogió de hombros.

—Lo siento, no quise hacerlo—aseguró.
 
Jaemin miró a su alrededor una vez más y luego volvió la vista a él. Se veía tan hermoso. Y la luz de la luna jugaba con el brillo de sus bellos ojos. Llevaba puestos unos vaqueros desgastados y una de sus siempre camisas sin mangas, los botones llegaban hasta la mitad de su pecho. Dejándole ver un poco de aquella bronceada piel, quería tocarlo,  se mordió la mejilla por dentro de la boca. Tenía que controlarse un poco. 

—¿Estás bien?—quiso saber el castaño—Temía por tu vida, ese Teddy parece ser muy malo. 

—Y lo es—asintió Jeno poniendo su mejor cara de preocupación. Se le estaba haciendo imposible concentrarse y seguir el juego al pie de la letra. Simplemente porque el castaño no podía verse más hermoso y encantador. Solo quería besarlo hasta que le dolieran los labios y no pudiera respirar—Está completamente loco, cree que tú eres suyo y me odia porque dice que nos vio besándonos un par de veces—el menor se sonrojó un poco—Yo intenté decirle que no era nada serio—Jaemin alzó las cejas—Por ahora... además creo que está loco, porque de verdad hace mucho tiempo que está esperándote. 

—¿Cómo?—preguntó el menor.

Como quitándole importancia a la situación Jeno frunció el ceño y dio un paso hacia él, quedando un poco más cerca. Levantó su mano y acomodó unos mechones de su despeinado cabello detrás de su oreja. 

—Verás… compré ese oso un año después de que te fuiste. Como pensé que ibas a volver ese verano, creí que iba a gustarte, pero no volviste así que Teddy estuvo encerrado en un viejo baúl hasta hoy.

Jaemin sintió una presión en el pecho. Así que ese era el motivo por el cual Teddy estaba completamente loco.

—Lo siento—murmuró.

—No, no, no, mi amor—sonrió él y lo tomó del mentón—No te disculpes, mejor tarde que nunca, ¿verdad?

Jaemin asintió levemente. Se mordió los labios para no sonreír como un imbécil a causa de que su corazón latía acelerado porque él lo llamaba ‘amor’. Sonaba tan bien en sus labios. 

Entonces se alejó de él para caminar a su alrededor y seguir observando aquel maravilloso lugar. Jeno se acercó a White y le dio la orden de ir junto a Estrella y Apolo, pero volver por la mañana. El caballo se fue de allí, dejándolos completamente solos. 
Giró para ver en donde estaba su pequeño. Y allí estaba, miraba todo como si jamás hubiese visto algo igual. Se le llenó el corazón de amor por él. Sí, era amor…mucho amor. 

—Jeno—dijo el castaño sin dejar de mirar hacia todos lados.

—¿Qué?—le preguntó él mientras se acercaba.

—¿Por dónde bajaste hoy cuando te dije que me siguieras?—le preguntó. Él frunció el ceño, no esperaba que dijera eso. Se encogió de hombros.

—Descubrí que la casa tiene un atajo hacia abajo—le contó. Jaemin se giró a verlo.

—¿De verdad?—dijo sorprendido—Después vas a mostrármelo, ¿Verdad?

—Si eso te hace feliz, claro que sí.

El menor lo miró de manera tierna y como si de un niño se tratara bajó su mirada para mirarlo con timidez, sonrió bobamente.

—Este era nuestro lugar secreto, ¿No? —inquirió aún tímido.

—Así es, aquí nos escondíamos de los retos de nuestros padres y pasábamos tardes enteras jugando en el laguito, corriendo y saltando.

Jaemin miró el agua.

—¿Nos metemos?—dijo y sonrió contento.

—¿Te parece?—dijo él confundido—No tengo un traje de baño y creo que tú tampoco trajiste uno.

—Por favor—dijo el castaño y comenzó a quitarse los zapatos—Si yo me meto en ropa interior, es como si me metiera con un bañador.

Jeno se tensó y sin dudarlo giró para no mirarlo. No quería mirar como se quitaba la ropa, no. Escuchó el sonido de un cierre y se lo imaginó perfectamente. Su cabeza tuvo la intención de girar, pero se mantuvo firme. Luego escuchó una pequeña risita y después el sonido del agua. Giró al instante y vio su pantalón negro y playera tirados cerca de la orilla, junto a sus zapatos. Miró hacia el lago y el menor justo asomaba la cabeza.

—Jaemin, ¿Estás loco?—le preguntó divertido.

—¡Vamos, Lee, ven aquí! El agua está deliciosa, te recuerdo, tenemos lo mismo.

—No lo sé…

—¿Quieres que salga a buscarte?—inquirió.

—No—se apresuró a decirle—Pero no mires.

—¡Ay, Jeno, por el amor de dios! ¿Me estás hablando en serio?—él simplemente asintió. Jaemin negó con la cabeza—Bien, no voy a mirar.

Giró en el agua, dándole la espalda. Jeno suspiró y comenzó a quitarse la camisa rápidamente. Podría decirse que casi rompió los botones para poder hacerlo rápido y dejar de parecer un tonto. Arrojó la prenda a un costado y fue hacia sus pantalones, pero entonces se detuvo y recordó aquello. ¡Maldita sea!

—Jaemin—lo llamó.

—¿Qué?—le preguntó el castaño sin girarse.

—No puedo hacerlo—le dijo.

—¿Puedo girar?—quiso saber.

—Sí, puedes girar—asintió. 

Giró con toda la intención del mundo de decirle algo, pero las palabras no salieron de su boca. Él simplemente parecía una especie de dios griego allí parado, observándolo. 
Sin duda alguna ese hombre era perfecto en todos los sentidos. Aquellos firmes músculos surcaban todo su torso, demostrándole que era un verdadero hombre de campo. Era perfecto con aquella camisa y era aún más perfecto sin ella, como amaba a ese hombre.

—¿Ahora cuál es tu excusa para no entrar?—preguntó. Jeno se rascó la nuca.

—Bueno, verás yo no…—dejó de hablar. 

Se sentía demasiado nervioso. ¿Cómo diablos había olvidado ponerse aquello? La verdad era que él casi nunca usaba ropa interior, simplemente le era incomoda a la hora de montar o trabajar. 

—¿Qué?—insistió el castaño.

—No llevo ropa interior—susurró. 

Jaemin frunció el ceño ya que no lo había escuchado y se acercó más a la orilla.

—Habla más alto, no te escuché.

—No llevo ropa interior—volvió a decir entre dientes.

—¿Qué?—preguntó de nuevo—Por dios, Jeno, habla bien de una vez.

—¡No llevo nada debajo del pantalón! —exclamó nervioso.

El castaño lo miró sin poder creerlo, entonces estalló en risas, sin poder evitarlo. Jeno lo miró severamente. Aquello no tenía nada de gracioso. 

—Jeno—dijo entre risas—¿Por qué no llevas ropa interior?

—No me parece cómodo—dijo él simplemente—Y ya deja de reírte, no es chistoso.

—Sí lo es—aseguró y luego de unos segundos más, se calmó—Ya, ya no me río más de ti, ¿De acuerdo? Pero tengo la solución perfecta a todo esto.

—¿Cuál?—quiso saber el mayor.

—No veo en dónde este lo malo de nadar…desnudos.

Jaemin lo vio tragar pesadamente, se aguantó una sonrisa. No sabía de dónde es que se estaba comportando tan descaradamente, pero con Jeno se sentía completamente libre de hacer lo que su corazón e impulsos le decían. 
Entonces sin decir nada, se quito el boxers debajo del agua y lo lanzó hacia dónde estaba su demás ropa. 
Jeno observó como la prenda interior caía encima de su pantalón negro y luego volvió la vista hacia él. Sí, él lo había traído a ese lugar para confesarle completamente todo su amor y cenar algo dentro de la pequeña casita, que al parecer el castaño aún no había observado. Dentro de la casita había comida y velas esperándolos. Pero allí estaba Jaemin, cambiando todos sus planes. Simplemente tentándolo a llegar al borde del abismo.

—Date la vuelta—le ordenó. El menor sonrió y giró para dejarle su ‘privacidad’.

Jeno se desabrochó los pantalones rápidamente y se los quitó de un tirón. La suave brisa de la noche le bajó como un escalofrío por la espalda. Sin quitar la mirada de Jaemin, fijándose de que no lo viera, tiró toda su ropa junta hacia un costado. Se acercó rápidamente a la orilla y se tiró de cabeza. El agua realmente envolvió su cuerpo, y fue de una manera agradable. 

La temperatura simplemente era perfecta. Nadó hacia la superficie y sacudió la cabeza para poder mirar a su alrededor. Y allí a unos dos metros estaba el castaño mirándolo con una leve sonrisa en el rostro, el corazón se le aceleró.
 
—¿Ya se te fue la vergüenza?—quiso saber Jaemin.

—Esto no es lo que había planeado—aseguró el mayor.

—¿Habías planeado algo?—inquirió algo sorprendido. 

Jeno asintió y nadó más al centro, alejándose un poco de Jaemin. Quería tenerlo lejos para contarle cuales habían sido sus planes.

—Sí, planeé todo—comenzó a hablar—Primero, lo de Teddy, claro que obtuve un poco de la ayuda de Chenle. La carta la hice yo y el nombre Teddy, también se lo puse yo. Es el único nombre que conozco para un oso de peluche, no me molesta si quieres cambiárselo. Luego le di las instrucciones a White y me pasé toda la tarde arreglando la pequeña casita que está detrás de ti.

Jaemin giró y entonces la vio. La vieja casita de los cuentos, o así la llamaba cuando era un niño. Observó que un par de tenues luces iluminaban su interior. Volvió la vista hacia Jeno.

—Intenté hacer una especie de cena, pero soy muy malo para la cocina. Así que le robé algo a mamá, supuestamente ahora tendríamos que estar allí dentro comiendo algo a la luz de la velas. Pero como siempre cambias todos mis planes y ahora estamos desnudos en el agua.

—Te amo, Jeno—le dijo el castaño sin dejar de mirarlo bobamente. El corazón de Jeno se detuvo y por poco dejó de respirar—Te amo y quiero besarte en este mismo momento.

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Si encuentran algún error no duden en decirme:)

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