Mi padre se quedó callado antes de explotar contra ella.
- Esos son los modales que aprendió, pero no me sorprende. - La miró molesto.
-¿De qué estás hablando? - Mi madre me miró, después de años podía ver la diferencia de su estilo que ahora imponía respeto. - ¿Megan?
¿Yo, qué?
- ¿Por qué está aquí?- Demandé.
- ¿Lo ves? - Se cruzó de brazos, molesto.
¿Y qué esperaba? ¿Olvidar lo que hizo e ignorar su indiferencia por años?
- Veo que mi... - Él elevó una ceja serio casi demandante. - nuestra hija, como ya sabes desde hace años, que no quiere estar contigo, esperaba que lo entiendas pero...
-Lo estás disfrutando, ¿verdad? - Mi padre le entregó unos papeles que mi madre revisó rápidamente. - Pero aún no has ganado, Diana. El psicólogo nos acaba de citar en unos días.
- ¿Qué...? - A mi madre casi se le salen los ojos de la sorpresa. - Su agenda está más que programada, el día tiene 24 horas, John.
Estaba alterada y temblaba de impotencia, al parecer a mi padre no le importó porque continuó como si nada hubiera pasado.
- No es mi problema, y no creas que no voy a tener las pruebas de que estás explotando a mi hija.
- Nuestra, John. - Mi padre suspiró ante el gruñido de su ex esposa. - Estaremos en el set grabando, no puede faltar.
Claro que sí, mi agenda no podía ser modificada de esa manera. Se necesitaban días, semanas, meses e incluso años para obtener un espacio de mi ajetreada vida.
La postura relajada de mi padre me molestaba, mi madre estaría muy nerviosa en estos días y yo sufriría las consecuencias por alterar el orden. Ya me estaba acostumbrando, no quería sentarme en un sillón y hablar de mí, si no era una entrevista para algún medio de comunicación.
-¿Lo haces para molestarnos no? - Miré a ese ser que me destrozó el corazón.
- Megan...
- No, estoy ocupada y lo sabes pero, ¿no te basta tenerme prisionera por dos meses?
Dos meses que eran un martirio, aunque en esos días compuse unas canciones que ahora son muy famosas, algo que solo aumentó mi popularidad a nivel internacional.
- Cariño... - Mi padre quiso acercarse pero lo detuve levantando mi mano.
-Mira, - Mamá buscó en su tablet los días en los que tenía horas libres, se supone que esas les pertenecían a mis amigas, pero para ella era horas libres en las que estaba componiendo. - Escoge entre el 13 de Marzo y el 24 de Abril, te daré dos horas...¿tres?
Volvió a preguntar al ver su negativa. Ya dije que todo estaba planeado, en algunos años también lo estaría porque tenía conciertos en unos años, claro que todo estaba en la agenda.
- ¿Es en serio?- Mi padre estaba cada vez más molesto cuando veía el calendario. - Te recuerdo que puedo llevarme a mi hija cada dos semanas.
- Nuestra hija, y te estoy dando dos meses de su precioso tiempo, no te imaginas el esfuerzo que hace para perder el tiempo en tu casa.
- No es cierto, allí también la explotas.- Intentó quitarle la tablet que estaba en la mesita.
Iba a ser una negociación muy difícil, mi padre no se conformaría con menos, pero yo podría ayudar en algo...
- ¡Basta! - Grité. Hablaban como si no estuviera allí, como si fuera un objeto al que debían turnarse para tener. - Iré al psicólogo pero nadie va a conseguir que te perdone.
Eso era cierto, esa herida aún estaba abierta y él se apoyaba en un psicólogo para limpiar su basura. Ambos estaban sorprendidos por mi intervención pero mi madre supo que esta era su oportunidad para demostrar su punto y ganar la negociación.
-Ahí lo tienes, John, o lo tomas o lo dejas.
Sabía que mi padre me estaba mirando pero lo ignoraba, no planeaba enfrentarme a una persona que proyectaba pena en la mirada, como si con eso fuera a perdonarle.
- Eres un monstruo, Diana. - Aquí vamos. Corrí hacia las escaleras tratando de ignorarlos. - ¡Y esto aún no termina, jovencita!
Solo entonces me permití llorar, esperaba que todo el drama termine hasta que Keysi tocó la puerta y la abrió dejando un vaso de agua en la mesa, solo entonces cubrí mi rostro para evitar que me vea llorar.
- Sal de aquí, no quiero que nadie me moleste, ¿entendiste? - Pero creo que lo supo gracias a mi voz.
Ni siquiera logré que mamá la despida pero eso de tener asistente no me gustaba, me sentía como un maniquí al que vestían, limpiaban y utilizaban; claro que en los conciertos y grabaciones estaba bien, pero no en el día a día. Traté de tocar la guitarra pero las palabras de papá seguían en mi cabeza, ¿por qué no se rendía como lo hizo antes? ¿por qué no volvía a abandonarme?
- Señorita Geller, su madre quiere hablar con usted.
¿Natalia entró sin tocar? Bueno, tal vez no escuché porque estaba ida pero aún así me molestó.
Tomé una respiración profunda antes de encontrarme a mamá en su despacho. Tenía un vaso de wisky en su mano, uno que estaba a medio tomar pero que rechazó en cuanto me vio.
-Lamento no avisarte de su presencia. - Se levantó, me hizo una señal para sentarme y se apoyó en su escritorio frente a mí. - Lo siento, pero tiene ciertos derechos.
¿Ciertos derechos?
- ¿Como si fuera vuestro juguete? No entiendo cómo lo perdonaste.
-Megan, entiendo tu actitud y tu dolor, pero si queremos salir adelante nos conviene estar bien con tu padre, - le miré con el ceño fruncido. - para que no pase lo que pasó hace unos minutos.
- Pero tu tienes mi potestad, no puede venir a exigir cosas que...
- No toda, teníamos un trato que era mejor que un juicio frío en el que tú ibas a sufrir más.
Bueno en eso estoy de acuerdo. ¿Qué pasaría si el juez decide que viva con mi padre? No podría, la madres casi siempre ganan, ¿cierto?
-Pero...
-¿Te gustaría verlo cada fin de semana? Ir a su casa...
-¡NO!
Era obvio que no y se lo dije muchas veces, prefiero audicionar para un papel secundario o cantar en un concierto local a pasar cada fin de semana con él. Y esas eran las condiciones de mi padre... Ella se acercó a mí, me tomó de las manos antes de hablar.
-Entonces coopera conmigo, ya casi serás mayor de edad y podremos deshacernos de su patética regla. Ayúdame a construir tu futuro, cariño. - Me impresionó cuando me abrazó tan fuerte que sentí amor y compresión, después de todo era mi madre y la amaba. - Sabes que todo lo hago por ti.
Las preguntas aún seguían en mí, como, ¿por qué aceptó tan pocos días? ¿Por qué evitaron un juicio y el poder que mi padre tenía para verme sin que mi madre hiciera un show? Las ignoré por un momento, ahora quería disfrutar del calor que emanaba su cuerpo delgado.
Cenamos como una familia, para reconciliarnos, ella invitó a mis amigas a cenar y aunque seguía ocupada con su teléfono, yo hablaba con mis amigas como si nada hubiera pasado. Estos era unos bellos momentos en los que no habían cenas programadas o ensayos, solo estaba con mi familia, mi verdadera familia.
- Natalia prepara mis maletas para el viaje a Londres, - la miré con una triste sonrisa, algo que pasó desapercibido. Ella viajaría mañana, tal vez por eso quería esta cena. - ¿hablaste con Keysi?
-Sí, señora.
-Bien. - La miré extrañada, y esta vez sí me miró antes de suspirar cansada. -Ella no volverá a cometer esos errores, cariño. Déjame terminar antes de que me interrumpas, estaba pensando en contratar a otra chica con más experiencia que Keysi, ambas tendrán funciones distintas y podrán ayudarte con tu horario.
¿Dos? Claro, lo que querían era tenerme controlada, más de lo que estaba.
-Mamá, si con una me sentía peor, ¿quieres que sobreviva con dos?
- Deja de hacer esa cara, tendrás la cara toda arrugada.
No me di cuenta que fruncía el ceño y que eso la disgustaba.
-Pero...
- Megan, tengo un viaje muy largo, quiero descansar sin discutir contigo, chicas sería genial si me ayudan a convencerla, recuerden que el desfile de París se acerca.
Ellas sonrieron por compromiso mientras que mamá se retiraba pero era obvio que mis amigas venían conmigo o no iba. Bueno en realidad sí tenía que ir pero ellas irían aunque tenga que llevarlas en la maleta.
- Deberían hacerte un monumento solo por aguantarla.
- ¡Danna! - Mi amiga se encogió de hombros.
- Ella merece más, ¿no ven lo que le dan de comer?
En mi defensa esta comida es saludable, y es mi dieta para mantener una vida ajetreada. Todos son muy exquisitos con mi comida, tiene exactamente los gramos necesarios para sobrevivir a mi agenda.
-Gracias, ahora me siento mejor.