Suena una alarma,
Son las siete de la mañana,
Otro día de trabajo,
A levantarse de la cama,
A quitarse el olor a ajo,
A vestirse de mala gana
A limpiarse bien los ojos,
Y arreglarse bien las canas
Se pone el reloj que tiene el color plateado,
Para que este tome el tiempo y no se tarde demasiado,
Y es que cuando se tiene todo el día cronometrado,
Es normal que uno se sienta como todo un desgraciado
Listo para la salida, como siempre afanado,
Atropellando gente y golpeando al de al lado,
Tomando el mismo camino que cruza en diagonal,
La rutina ya hace corto todo este camino bestial
Y finalmente se llega al sitio esperado,
Se sienta en el cubículo que tiene reservado,
Realiza la digitación que se sabe de memoria,
Otro día más en el que toca repetir la misma historia
Ya perdió la cuenta de todo el tiempo que ha gastado,
Escribiendo archivos y enviándolos con anexados,
Todo por unos billetes que pronto el va a gastar,
En cosas que no necesita pero quiere comprar
Son las ocho de la noche y se sale del trabajo,
De regreso pasa por la avenida que va abajo,
Se dispone a abrir la puerta de su domicilio oscuro,
Se desviste y se acuesta para volver a trabajar duro
Suena la alarma matinal,
Él se encuentra muy cansado,
Y ya está desesperado,
De su vida tan lineal
Este día él se levantó con un tono diferente,
Se da cuenta de cómo su vida escapa y no vuelve,
Y en medio del bullicio que él tiene en su mente,
Mira alrededor y nota cómo se encuentra en medio de un parque verde
En ese momento decide tomar la solución,
Corre con celeridad, casi vuela cual avión,
Al llegar a la oficina él presenta la renuncia,
Con excusa de que va a vivir la vida, o eso anuncia
Vuelve a recorrer el camino que en antaño era rutina,
La diferencia es que esta vez el sendero el lo camina,
Respira el aire y siente lo que no había sentido,
esta recuperando las experiencias que él había perdido
Y en medio de su alegría logra tropezar,
Con un lago transparente en el que logra vislumbrar,
Una cara que demuestra la experiencia con las canas,
Puede que le quitaran la vida, pero no de vivir las ganas
Los tiempos de cambio finalmente han llegado,
Su alma ha trascendido, se siente liberado,
De ese caja que lo contenía, un mundo muy cuadrado,
Ahora el va a disfrutar de lo que había ignorado
Y en medio del éxtasis que había experimentado,
Él grita a todo el mundo que la alegría ha regresado,
Pero a todo el que pasa solo tiene asustado,
Porque se ha vuelto loco, "demencia cenil" han mencionado
Y se acuesta por unos segundos en el verde prado,
Se escuchan pisadas que van hacia él pero lo ha ignorado,
Hasta que súbitamente él se siente atrapado,
Y lo suben a una camioneta inmovilizado,
Al bajar de aquel camión lo guían a un edificio,
Lo hacen entrar a través del enjaulado orificio,
Le colocan una camisa color blanco con correas,
Y una inyección en el cuello para que no haga peleas
En medio de alucinaciones el solo vislumbraba,
Un pequeño agujero del cual la luz brotaba,
Y a través de los barrotes él escuchó que le decían,
Bienvenido al manicomio, tenga buena estadía