King | Mikellino

By Frany_Mercy

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➸Aquel Príncipe el cual cuidó por años finalmente se convirtió en un Rey, usando aquella corona de joyas y es... More

Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Agradecimientos

Capítulo 1

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By Frany_Mercy

Amistad.

En un pequeño Reino mágico ubicado en medio de un bosque, los habitantes celebraban con danzas y juegos mientras reían y gozaban; aquel no era un día típico y rutinario para ellos, pues ese día celebrarían el ascenso a un nuevo Rey, uno en el que tenían confianza y aprecio.

Durante años, el linaje Real de ese reino en concreto era corrupto, los Reyes y Reinas gozaban de sus riquezas mientras el pueblo moría de hambre y cansancio, trabajaban sin parar para ganar tan solo un poco de dinero; cada padre le daba de comer a sus hijos mientras ellos mismos sobrevivían con agua y migajas.

En cuanto a la familia Real, tan solo lucia sus joyas de gran valor mientras no hacía absolutamente nada para ayuda a su Reino.

Pero una esperanza nació cuando un hijo indeseado fue dado a luz por la Reina, quien fue obligada a tenerlo y criarlo por el bien de la reputación que debían mantener; darlo en adopción no era una opción viable pues los Reinos vecinos se enterarían de tal barbaridad.

A la edad de los 10 años, el pequeño escapó del castillo, huyendo al pueblo para conocer a las personas que habitaban ahí, sentía curiosidad de como vivían, si sería mejor ser hijo de un campesino que de un Rey, si allí no maltrataban a sus hijos como lo hacían con él.

Se llevó una sorpresa al ver los felices que eran las familias a pesar de la pobreza, le llenaba de emoción ver a aquellas personas y sentía que no merecían eso, deseaba darles la vida que merecían, ya fueran híbridos, elfos o humanos, daba igual lo que fueran.

Hombres yendo de un lugar a otro, trabajando sin parar, mientras los niños corrían jugando a las atrapadas, sin ningún juguete caro y genial con el que jugar, las mujeres se mantenían en sus hogares, cuidando de la casa y vigilando desde lejos a sus hijos.

Al pequeño le hubiera gustado tener una familia así, humilde, que no le comprará juguetes que al final nunca usaba, que no le dejará de lado y le ignorará, que al menos pudiera intentar darle un poco de amor.

Pero eso nunca sucedería, sus padres eran las peores personas del mundo que había conocido y su hermano mayor era igual.

- ¿Vas a llorar? - una voz infantil se escuchó al lado del pequeño, se trataba de un niño castaño, de piel blanquecina y de ojos negros, el Príncipe supuso que se trataba de un híbrido, pues poseía orejas y cola de perro amarillas pero tenia apariencia humana de igual forma -

Los híbridos eran muy pocos vistos en ese Reino, sin embargo, siempre eran bien recibidos por los habitantes del pueblo, siendo uno más.

- No - contesto el pequeño, tomando con sus manos la capucha que cubría su cabello y parte de su rostro, temiendo ser descubierto por algún habitante o guardia que vagaba por allí -

- Bueno - el rubio sonrió mientras su cola perruna se movía de un lado a otro - ¿Cómo te llamas? - se acercó al Príncipe, dando a denotar la diferencia de altura, siendo el castaño un poco más alto - Yo soy Mike -

La actitud alegre y extrovertida del híbrido era algo muy extraño para el contrario, siendo que jamás había conocido a otro niño, pues su hermano era mayor por 7 años. No sabía como reaccionar ni que decir, por lo que retrocedió un poco como impulso, lo que fue notado por el más alto, quien se detuvo.

- No importa ¿Eres nuevo? - continuó preguntando, dando vueltas al más bajo con curiosidad notable, pero seguía sin recibir respuestas - ¿Eres tímido? No me molesta que seas callado, si quieres, incluso te puedo mostrar al pueblo -

Los ojos del Príncipe se sintieron atraídos por la hermosa sonrisa del contrario, tan deslumbrante y alegre. Asintió tembloroso mientras pensaba en lo bonita que era su sonrisa, a lo que el híbrido tomó una de sus manos y tiró de ella para que le siguiera, así que hizo caso y caminó a la par del más alto.

De esa forma, con sus manos juntas y sus dedos entrelazados, el castaño le mostró el pueblo a un pequeño Príncipe, convirtiéndose así en su primer amigo.

Con el pasar del tiempo, los dos niños seguían viéndose, el menor huía del castillo cada tarde tan solo para reunirse con su único amigo, limitándose a tan solo escucharle y decir unas pocas palabras, manteniendo su identidad en secreto.

Pero algunos secretos no se pueden mantener y eso lo aprendió el Príncipe aquella vez.

Pensó que ese día seria como los otros, la diversión siempre llegaría en la tarde cuando se reunía con su amigo; así que esa tarde se escapó una vez más del castillo, conociendo los patrones de vigilancia que tenían los guardias.

Se encontró con Mike en el mismo lugar de siempre, le saludó con la mano y dando una pequeña sonrisa, acomodándose su capucha antes de llegar con él. Pero antes de que pudiera llegar y tomar su mano como hacían siempre, varios niños se acercaron a él, llegando primero y derribándole sin razón alguna.

- ¡Mike! - gritó asustado mientras corría hacía él, agachándose a su lado y ayudandole a levantarse, las risas de los niños eran escandalosas e irritantes, el Príncipe les miró molesto y aquello llamó la atención de uno de ellos -

- Vaya, el perro al fin tiene dueño - vocifero con burla el niño, refiriéndose con grandeza al más bajo de todos, el Príncipe - ¡Vamos, Mike! ¡Ladra! - el líder de aquella mini pandilla comenzó a ladrar, siendo seguido por sus compañeros -

- ¡Cállense! No es gracioso - dijo con molestia, colocándose frente a su amigo para defenderle, pero Mike no parecía gustoso con aquello, pues tomaba su brazo y tiraba de él para que se fueran de ahí - No se metan con mi amigo... -

- ¿Y quien nos lo impide? ¿Tú, enano? - más risas resonaron, comenzando a llamar la atención de las personas que pasaban por ahí -

- Vayámonos de aquí, ellos no valen la pena - indicó el híbrido, tirando más fuerte del brazo del encapuchado, comenzando a llevárselo lejos de ahí, no deseaba que saliera herido por querer defenderlo, era muy lindo de su parte, pero era mejor dejarlo así -

Y el Príncipe se hubiera alejado.

- ¡Eso Mike! ¡Vete con el rabo entre las patas, maldito perro! -

Si no hubieran dicho aquello.

Se dejó llevar por sus impulsos, soltándose bruscamente del agarré del castaño y corriendo hasta el líder, dando un salto junto a un puñetazo justo en su nariz, haciendo que cayera al suelo mientras gritaba de dolor.

Los presentes se quedaron sorprendidos por aquel acto, ningún adulto fue capaz de hacer algo; cuando el niño se reincorporó, se sostenía su nariz rota con sus manos llenas de sangre. Soltaba quejidos dolorosos pero aún así se levantó, acercándose amenazante al Príncipe.

- ¡No! - gritó Mike preocupado, corriendo hacía su amigo sin nombre -

De pronto, recibió un empujón que le hizo caer hacía atrás, se quejó algo adolorido pero el dolor paso a segundo plano cuando los murmullos sorprendidos de los presentes le comenzó a confundir.

Entonces, notó que su capucha había caído.

Los ojos de todos los presentes estaban puestos en su persona, un pequeño pelinegro de ojos azules como el cielo, mejillas algo sonrojadas por naturaleza y lo que más llamaba la atención de todos, una corona de oro sobre su cabello.

- ¡Es él! - comenzaron a decir todos, acercándose curiosos al niño que se mantenía en el suelo -

Agobiado, se levantó de forma torpe y retrocedió, comenzando a dar vueltas, en busca de un espacio libre por el cual escapar, pero no había encontrado alguna salida; en cambio, se topó con la mirada oscura de Mike, quien le miraba sorprendido, confundido y algo alarmado.

- Príncipe Trollino - le escuchó decir a pesar de la lejanía, el pelinegro se encontraba asustado, sintiendo unas repentinas ganas de llorar por la creciente atención de todos, no estaba acostumbrado a ser rodeado de esa manera -

- ¡Atrapenlo! - la voz de los guardias le alteraron aún más, ahora sí, de forma desesperada intentaba escabullirse entre las personas, pero alguien tomó su mano, tirando de ella y ayudandole a salir -

Una vez fuera de esa multitud, miró a quien le salvó, encontrándose con la mirada negra de su único amigo.

- ¡No se van a llevar al príncipe! - se giró a mirar a los pueblerinos y de igual forma se sorprendió de verlos deteniendo a los guardias, creyó que ellos le harían daño, pero al parecer era todo lo contrario - ¡Él puede ir a donde quiera! -

Las personas ahí son tan agradables, a pesar de haberle rodeado antes.

- ¿Por qué me ayudaste? - preguntó dirigiéndose hacía su salvador, con ojos cristalizados y brillantes por las lagrimas que habían querido escapar -

- Porque me defendiste de esos niños... Te lo debía - contestó mostrandole una sonrisa, una de las que tanto le encantaban al pelinegro - Además, los amigos se ayudan entre sí - murmuró mientras entrelazaba sus dedos con los suyos, dándole a entender que jamás le dejaría -

Aquel tacto cálido era sin duda agradable, le encantaba que el castaño tomará su mano y tan solo deseaba que jamás le soltará.

- ¿No estás molesto conmigo? - preguntó aún dudoso, realmente no quería perderle y temía que realmente estuviera enojado por ocultarle quien era -

- ¿Por qué estaría molesto, su majestad? - dijo con diversión - Realmente estoy feliz de conocerle, Príncipe Trollino... -

Un ligero apretón en su mano le aseguró de que, a pesar de todo, ellos continuarían siendo amigos.

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