Lazos Rotos

By ShineFranklin

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Martín y Manuel se conocen en la universidad, la atracción entre ellos se estableció desde el primer momento... More

Sinopsis
Capitulo 2.-
Capitulo 3.
Capitulo 4.-
Capitulo 5.-
Capitulo 6.-
Capitulo 7.
Capitulo 8.-
Capitulo 9.
Capitulo 10.
Capitulo 11.
Capítulo 12.-

Capitulo 1.-

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By ShineFranklin

Hola a todos!!! Espero disfruten de esta historia como disfrutaron de Roto, por mi parte me resultó muy agradable escribir este primer capitulo. Advierto que en esta historia se utilizan las jergas de Argentina, Chile y Perú, si hay alguna palabra que no entienden no duden en preguntarme a mí o a don Google.

Capítulo 1.-

La música retumbaba por cada rincón de la universidad sonando de fondo un pegajoso reguetón, a dónde fijase la mirada habían personas, algunas en grupo intentando conversar, otras bailando al son de la música y otras simplemente estaban besándose con quién les diera la oportunidad. Un resoplido molesto escapó de sus labios, pensó que sería una buena idea asistir a la fiesta de la universidad, sin embargo estaba bastante aburrido, no por el ambiente, si no por que no conocía a nadie y el entablar relaciones sociales no era su fuerte precisamente.

Manuel miró por enésima vez la hora en su celular, recién eran las una de la madrugada, lo mejor sería volver, meterse en la cama y terminar de leer el libro de poesía que su hermana le había regalado por Navidad, aunque antes se tomaría un par de tragos más, al menos debía valer la pena el viaje hasta ahí. Esquivando a las personas avanzó hasta llegar a la sección de la barra, sobre esta se encontraban vasos plásticos con cerveza y otros con terremoto, sin pensarlo siquiera tomó un vaso de terremoto y una cucharita plástica. Se sentó a un costado y de manera distraída comenzó a revolver el contenido dentro del vaso, adoraba esperar a que el helado de piña se derritiera mezclándose con el vino pipeño y la granadina, le daba un toque especial según él.

De pronto una mano posada sobre su hombro lo saca de su concentración. Inmediatamente ladeó el rostro para ver quién mierda era y echarle unas cuantas chuchas por interrumpir un momento tan "especial", sin embargo sus pensamientos fueron abolidos por esos hermosos ojos verdes que se encontraban frente a él. Ante la mirada atónita de Manuel al contrario se le dibuja una simpática sonrisa en el rostro.

- Che, disculpá que te venga a joder, pero me da curiosidad ese trago que estás tomando. - Arruga ligeramente la nariz. - Pero antes prefiero preguntar qué tal es, me da miedo que sepa mal viste. - Una deslumbrante y radiante sonrisa se dibuja en su rostro, enseñando sus blancos dientes.

- El terremoto es súper rico. - Lo recorrió de pies a cabeza con la mirada, sin dudas era el "weon más rico" que había visto en su vida, al menos encajaba en sus gustos a diferencia de su ex pareja. - Te lo recomiendo rucio. - Alza una de sus cejas con cierta gracia.

- ¿Rucio? - Deja escapar una escandalosa carcajada. - ¿Qué bosta significa eso boludo?

- Rucio es rubio... Aweonao. - Lo último lo susurra más para sí que para el contrario.

- Ha, mirá vos. - Se sienta junto a Manuel y coge un vaso de terremoto. - Para que sepás, me llamo Martín, sábelo. - Le guiña un ojo con bastante coquetería mientras que con una de sus manos revuelve su cabello despeinando un poco este.

- Manuel. - Lame la cucharita con la cual revuelve su trago. - Un gusto, Martín. - Hace énfasis al pronunciar su nombre para luego dar un prolongado sorbo a su trago.

Se quedan mirando fijamente a los ojos por un par de segundos, segundos que para ellos resultan una eternidad, Martín recorría con la mirada las facciones del rostro de Manuel, empezando por sus finos labios color rosa pálido, siguiendo por su respingada y bonita nariz, ni muy grande ni muy pequeña, tenía el tamaño preciso, continuó por sus pronunciados y pálidos pómulos, luego sus oscuras ojeras, culminando en sus almendrados ojos color café. Manuel no era bonito, tampoco en extremo feo, simplemente era tan común, demasiado corriente, más sus ojos reflejaban una fiereza sobrenatural, misterio, cansancio. Alzó un poco más la mirada notando ese abundante flequillo color chocolate el cual cubría una de sus cejas, su cabello lucía tan indomable como él enroscándose por sobre sus orejas dándole un toque gracioso.

Manuel se sintió observado, demasiado para su gusto, en sus veinte años de vida jamás nadie se había detenido a observarlo de esa manera tan... ¿Intensa? Para todos solo era Manuel, el antisocial, el invisible. Sus ojos bailaron nerviosos recorriendo la silueta del rubio, era alto, de cuerpo atlético y gran espalda, todo eso acompañado de una cara bonita y masculina. Sin dudas había valido la pena asistir a la fiesta, después de todo, un mino como ese no se veía todos los días.

- ¿Sabés qué? - Martín rompe el hielo. - Me convenciste, voy a probar el famoso terremoto. - De la barra tomó un vaso y acercó este a sus labios probándolo inmediatamente. - ¡Boludo está buenísimo!

- Te lo dije weon. - Decidió ignorarlo y terminar con lo poco que quedaba en su vaso. - Ya que estai parao tráeme otro. - Habló más rápido de lo normal producto de sus nervios.

Martín obedeció y le acercó otro vaso, se sentó junto a él mientras degustaba del nuevo sabor. Transcurren un par de horas y ninguno se movió de su sitio más que para buscar alcohol, cruzaron escuetas palabras y eternas miradas, radiantes sonrisas por parte del rubio y diminutas muecas por parte del castaño. Martín descubrió que Manuel estudia filosofía y letras, cursa su segundo año, estudia con beca, trabaja medio tiempo después de clases y es originario del sur de Chile. Manuel descubrió que Martín es un año mayor que él, que está cursando su segundo año en la universidad y estudia publicidad, que viene de Argentina, de la ciudad de Buenos Aires, que es adicto al mate y no tolera el té. Con el paso de las horas descubrió que al argentino le fascina hablar y es bastante escandaloso para hacerlo, aun así le agrada, el que sea tan bueno para hablar terminó recordándole a Miguel, su ex pareja.

Con bastantes copas de más decidieron abandonar la fiesta, se alejaron de la muchedumbre y el ruido, de pronto Manuel miró la hora en su celular, eran las 04:52 AM, había llegado el momento de despedirse, de pronto detiene su andar y en un impulso tomó la mano de Martín el cual confundido volteó a mirarlo. No dice nada, solo frunce ligeramente el ceño para luego desviar la mirada. Sabe que está haciendo el tremendo ridículo frente al argentino, pero no se le ocurre nada para justificar su repentina acción.

- ¿Pasa algo Manu? - El argentino susurró aquella pregunta contra el oído del chileno.

Manuel no responde, desea decirle que sí, que pasa algo, que desde que lo vio hace unas horas atrás le encantó, que tiene unas ganas enormes de tirar con él por algún lugar desolado de la universidad y que por un rato desea olvidarlo todo más nada sale de su boca, simplemente se tambalea producto del alcohol y esboza una leve sonrisa, tan pequeña, tan efímera que Martín piensa que solo fue una ilusión óptica producto de la borrachera.

- Me tengo que ir, mañana me toca trabajar. - Responde Manuel de manera seca, cortante, mientras se reprende mentalmente por ser "tan aweonao, tan lenteja."

- ¡Boludo, vos no te podés ir! - Exclama Martín sin pensar, después de todo él se manejaba por hablar, sentir y luego razonar.

- ¿Por qué no? - Alza una de sus cejas mientras sus ojos brillan más que nunca. - ¿Quién va a impedir que me vaya? - Hace una mueca burlesca con los labios.

Martín no responde, por primera vez en toda la noche guarda silencio, Manuel desvía la mirada desilusionado, se gira para irse, más la mano del argentino lo detiene. El tacto de Martín se siente caliente, al igual que su aliento cuando choca contra su boca, sus alientos huelen a alcohol y a tabaco, sin embargo esos pequeños detalles no les importa, al menos no cuando comienzan a devorarse la boca con hambre, con ímpetu. Entre besos violentos y desesperados se encaminan hacia la parte trasera de la biblioteca, es el lugar más sólo y discreto de toda la universidad.

La espalda de Manuel choca contra la porosa muralla de cemento, mientras, las grandes manos de Martín incursionan bajo su canguro negro, se estremece ante las caricias, más al sentir sus manos recorrer su piel, ese tacto caliente, electrizante, inevitablemente jadea de manera suave. Ese simple gesto le basta al argentino para separarse de los adictivos labios de Manuel, ahora desea explorar y degustar su largo y delgado cuello. Besa con lengua y dientes cada centímetro de piel dejando algunas marcas como recuerdo de tan fantástica noche, desea que a la mañana siguiente cuando ya no esté tan ebrio pueda recordar lo acontecido.

Para su sorpresa Manuel desciende una de sus manos comenzando a masajear la entrepierna de Martín, la cual con cada caricia se alza y endurece un poco más. Ante los resultados el chileno sonríe balbuceando con torpeza un "estai muy duro weon fleto", el argentino quería reír por su manera de hablar, se le hacía demasiado gracioso pese a ser un dialecto incomprensible, sin embargo no hubo tiempo para eso al notar como Manuel se coloca en cuclillas, con total concentración lucha contra el cinturón del contrario hasta lograr desprenderlo, alza la mirada juguetón al momento que baja la cremallera. Martín clava su mirada en él, sus ojos verdes irradian lujuria, está demasiado caliente como para pensar en algo que no sea la boca del chileno, posa una de sus manos sobre la cabeza de Manuel y acaricia el rebelde cabello de este. Un ronco jadeo escapa de su garganta cuando su endurecido y húmedo miembro es liberado. Martín y Manuel se miran, se desean demasiado, es algo que se palpa en el aire, el chileno relame sus secos labios humedeciéndolos con la lengua para luego atrapar el glande del argentino entre estos.

Comienza a jugar con su lengua alrededor del miembro de Martín, recorre cada centímetro con la intención de memorizar su textura, dureza, el sabor dulzón de su líquido pre seminal, todo, absolutamente todo. Ambos están borrachos y Manuel tiene muy en claro que no volverán a verse, por eso desea que sea inolvidable, deseo que por un rato siquiera el recuerdo y las huellas que Miguel dejó se borren, que a pesar de su evidente estado de ebriedad pueda recordar cada detalle al día siguiente.

Martín Cierra los ojos sintiéndose en el cielo cuando Manuel se esfuerza por meterlo completamente en su boca, lo chupa tan jodidamente bien que el argentino está enloquecido, en su vida le habían dado una mamada tan buena. Cuando el chileno aceleró el ritmo con su boca decidió detenerlo, él no se iría de ese lugar sin probar el culito del otro. No cruzaron palabras, de igual modo sobraban, Manuel inmediatamente comprendió lo que el otro quería por lo que se puso de pie tambaleándose al hacerlo.

- Boludo te la comés como los dioses. - Susurró sobre los labios del castaño mientras con desesperación le bajaba el maldito pitillo negro. - Pero vos sabés Manu, todavía me hace falta probar tu culito. - Le baja el bóxer dejando ambas prendas hasta las rodillas del contrario.

- Cállate culiao, no vei que cagai la escena. - Refunfuña entre dientes.

Manuel está tan caliente como él, es algo que se nota con solo ver su erección, por lo que rápidamente lo gira dejándole de cara contra la pared, como reflejo este separa las piernas y empina un poco las caderas. Martín lo recorre con la mirada, Manuel es bastante delgado, demasiado para su gusto, aun así tiene buen culo, es proporcionado con su anatomía, nada exagerado, pero sí bastante respingado y duro. Le aprieta ambas nalgas con sus manos, las masajea y separa constantemente, mientras restriega su miembro entre estas.

La respiración de Manuel es rápida, irregular, está demasiado excitado y solo desea sentirlo dentro, al parecer Martín lo entiende por qué humedece un par de dedos y con torpeza los introduce al momento que se tambalea un poco, ante su acción Manuel mueve las caderas disfrutando de la intromisión pese a la leve incomodidad que le provoca. Martín estimula un par de segundos aquella zona, pero debe ser honesto, el morbo de la situación lo tiene al límite, decide sacar sus dedos y reemplazar estos por su miembro. Se abre paso en el estrecho interior de Manuel, no se detiene hasta que sus testículos chocan de lleno contra las nalgas de su amante. Manuel se queja entre dientes, Martín comienza a moverse, se siente en la gloria, toma el miembro de Manuel entre una de sus manos comenzando a masturbarlo al ritmo de las embestidas. Lo único que se puede escuchar en aquél solitario lugar alejado de la muchedumbre son los roncos gemidos de ambos jóvenes, los cuales en ocasiones deciden ahogarlos entre apasionados besos.

No saben cuánto tiempo ha transcurrido, tampoco es que les importe, han perdido la noción de todo lo que los rodea, ahora solo son ellos dos, ellos dos amándose, tocándose, besándose, sintiéndose, ellos dos descubriendo un mundo nuevo, ellos dos curando sus viejas heridas. De pronto, se escucha un ronco gemido por parte de Manuel quién recarga su pecho contra la pared respirando agitadamente, Martín embiste con rapidez mientras sus labios se encargan de recorrer la pálida y huesuda espalda ajena. Bastaron un par de embestidas más para que ambos alcanzarán un violento y placentero orgasmo.

No era la primera vez que tenían sexo, habían experimentado con otras personas antes, sin embargo era la primera vez que estaban juntos y experimentaban semejante nivel de placer, quizás se debía a la sensación de ser completos desconocidos o el morbo de hacerlo en un lugar público, o simplemente era algo más allá que aún no lograban ni querían comprender.

- ¡Puta que soy patuo Martín! - Frunce el ceño arrugando ligeramente su frente. - Si no teníai condón hubieras acabado afuera po weon. - Un resoplido molesto escapa de sus finos labios. - Pásame altiro algo para limpiarme el culo.

- Pará un poco boludo. - Se saca la camiseta para luego aventársela al chileno mientras trata de recuperar el aliento. - Límpiate con mi remera. ¿Querés que te limpie yo? - Le dedicó una amplia sonrisa al momento que achina sus ojos.

- Ya. - Mantiene su semblante serio, mas sus ojos brillan como respuesta a esa sonrisa. - Pero apúrate si po.

- Relajáte un poco pibe. - Deja escapar una estruendosa carcajada, las actitudes de Manuel se le hacían demasiado divertidas.

Limpió a Manuel tal cual se lo pidió, al finalizar dejó un beso sobre su cuello para luego apartarse y limpiarse él, arregló sus pantalones, y finalmente guardó la prenda sucia en su mochila. Martín abrió los brazos de manera efusiva mientras se tambaleaba de un lado a otro, Manuel lo miró extrañado por su repentina acción, aunque tampoco estaba en condiciones como para analizar el comportamiento del argentino.

- ¡Vení acá Manu! - Con sus manos hace un ademán para que se acerque.

- ¿Que wea querí? - Con pasos torpes se acercó a él, cuando la distancia fue mínima terminó siendo atrapado por sus fuertes brazos.

Se quedaron en completo silencio, Martín lo estrechó entre sus brazos, apoyó su mentón sobre la cabeza del castaño aspirando el aroma que desprendía su cabello. Manuel dejó escapar un débil suspiro, dubitativo rodeo la cintura del argentino recargando su mejilla contra el hombro de este. Se quedaron en silencio sin atreverse ninguno de los dos a romper el contacto, Martín lo estaba disfrutando, desde que había iniciado el semestre que no veía a su familia y extrañaba un contacto así. Manuel no estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones, no recibía un abrazo desde que Miguel se había ido hace dos años atrás, además siempre se caracterizó por su personalidad agria y arisca, pero ahora era distinto, lo estaba disfrutando pese a los nervios que el argentino le provocaba. Decidió ignorar la revolución interna de sus emociones y culpar a los efectos del alcohol por su actitud tan anormal.

Finalmente rompieron el abrazo separándose con lentitud dedicándose una mirada cómplice para luego emprender camino hacía la salida, durante el trayecto ninguno se atrevió a decir nada. Era momento de separarse, hasta ahí llegaba la aventura, Manuel simplemente le dio la espalda y sin siquiera despedirse se giró hacia la izquierda encaminándose a la parada del autobús mientras maldecía entre dientes por la hora y lo difícil que sería tomar el Transantiago. Martín con semblante incrédulo observaba la silueta del chico alejarse, se sentía bastante ofendido por la actitud de Manuel. "¿Quién mierda se cree ese pedazo de forro? Es un mal educado el negro de mierda, debería de sentirse agradecido de que un pibe con tanta pinta y tan grosso como yo le haya dado pelota." Eran los egocéntricos y heridos pensamientos del argentino.

Finalmente después de un extenso viaje en taxi Martín llegó a su departamento, el cual estaba ubicado en la Dehesa, un barrio bastante exclusivo de la comuna de Lo Barnechea. Como un zombi se dirigió a su cuarto, estaba demasiado borracho y cansado por lo que sin pensarlo siquiera se deja caer en la cama, ya al despertar podría darse una extensa ducha y pensar con lucidez en lo que había acontecido con Manuel. Con pesadez cerró los párpados, de pronto la imagen del chileno se apoderó de su mente y como respuesta a su aún activa imaginación dejó escapar una risa idiota, no podía ser tan patético y estar suspirando como colegiala por un pibe que acababa de conocer y que probablemente no se volvería a cruzar, luego la inconsciencia lo venció quedando profundamente dormido.

Manuel entre dormido esperaba la línea que lo llevaría a su casa, perdió la noción del tiempo al quedar sin batería su teléfono celular pero sabía que ya había transcurrido bastante tiempo. Al ver acercarse el bus del Transantiago se levantó rápidamente de la banca haciéndolo parar, subió, pagó escolar con su tarjeta Bip y se acomodó en el último asiento. Durante el trayecto lo fue atacando su conciencia, reprochándole a cada segundo lo estúpido que fue por pegarse tremendo revolcón con un extraño, se lamentaba de lo irresponsable que habían sido, Martín por no usar protección y él por permitirle continuar. Golpeó su cabeza contra la ventanilla al momento que un irritable gruñido escapó de sus labios.

Al bajar se encaminó al pequeño departamento que rentaba en Villa los Robles de la comuna La Pintana, simplemente ignoró al grupo de sujetos que estaban reunidos en la esquina de su casa, era típico verlos ahí tomando mientras vendían droga, algunos comenzaron a burlarse de él mientras acompañaban las burlas con insultos. "Flaites culiaos" pensó mientras continuaba con su camino para luego adentrarse en el despintado edificio de cinco pisos. Con pesadez subió las escaleras deteniéndose en el tercer piso, sacó la llave del bolsillo, abrió la puerta y se adentró en su lúgubre y estrecho hogar. Evitó prender la luz por lo que chocó con algunos libros que estaban apilados en el piso, aun así logró llegar con vida a su cuarto, apenas entró se quitó las zapatillas para luego acostarse junto a su regordete gato negro que yacía ya dormido.

Dio un par de vueltas en la cama al ver que no lograba conciliar el sueño pese al cansancio que cargaba en el cuerpo, abrazó a Cholito y como respuesta el animal comenzó a ronronear mientras se acurrucaba entre sus brazos, Manuel lloró, lloró de rabia, de tristeza e impotencia por sentir que había engañado a la persona que hace dos años atrás le abandonó sin una explicación, simplemente se fue sin decir adiós echándole al olvide, dejándolo atrás con cientos de preguntas y una pesada mochila cargada de recuerdos. Ingenuamente aún esperaba una llamada de su parte, o bien un mensaje, cualquier señal que pudiera indicarle que Miguel de igual modo pensaba en él, pero eso no pasó ni pasaría en un futuro por la que ya era tiempo de superar y comenzar de nuevo.

Continuará.  

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