No Soy Para Ti - Michaeng G!P

By KimSon96

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Mina, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia y mej... More

Piso 12
Mirar, Torcer y Abrir
La rarita
Las chicas como tu
Casso
El verdadero problema
¿Tu cuarto o el mio?
El camion de helado.
Nayeon.
No soy tu protectora.
No darle importancia a Son.
Los suegr?s.
La bella princesa y la princesa derrotada.
Mi aveztrucito.
Que se ponga el saco a quien le quede.
La vibora y el mito.
Proteccion.
De paso.
5 muertes + 5 errores= 1 arrepentimiento
Semaforizacion.
Tres citas y un desplante.
¿Primera cita?
La precidenta
Llego la pizza.
Te amo
¡DING!
La Farmacéutica
La caja azul de terciopelo
La hacienda.
Una llega y otra se va.
La cuenta esta empatada
Sonidos de dolor, sonidos de alivio.
Temas pendientes.
¿El ultimo regaño?
Las castañas se divierten mas.
Wiwi.
Por fin.
Uuu... uuu
La verdadera razon.
Adios a la ballena.
Ray
¿Coco o llena?
Todos los caminos conducen a la fiesta
Que sea lo que Dios quiera
La ultima caricia.
Libreta de calificaciones.
C + M = x
Familia que crecen.
A pocos pasos.
Futuro.
El solo de Chae.
El solo de Chae 2.
El solo de Chae 3.
Anuncio!!
Espero lo lean.
Anuncio Nuevo

Hasta aqui llegamos.

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By KimSon96

—No —sentenció la pequeña—. Tu prenda es... es contestar sólo que sí —repitió mientras tomaba aire; ahora solo faltaba arrodillarse.

El cuerpo de la pequeña comenzó a inclinarse cuando—

— ¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti!

Chaeyoung se incorporó rápidamente, volviendo a apretar la cajita entre sus manos. En cuanto se reincorporó del todo, observó a Momo y a Sana entrar con un enorme pastel entres sus manos. Cerca de ellas estaban Yoongi y Hyunjin. Las velas del pastel estaban encendidas y detrás de ellos venían gran parte de los amigos de Mina y un montón de gente más a quienes la pequeña no conocía.

— ¡Feliz cumpleaños, querida Mina, feliz cumpleaños a ti!

La pequeña se hizo para atrás de inmediato, dando lugar a que Momo y Sana se acercaran para que Mina soplara las velas.

La pelinegra tenía una sensación rara, sus ojos iban de Chaeyoung a sus amigos y viceversa.

— ¿Tú sabías de esto? —preguntó a la pequeña, tomando su mano. Chaeyoung negó rápidamente; eso no le gustaba nada, pero si su novia estaba feliz no había nada que hacer.

— ¡Es una sorpresa! ¡Sopla ya, pelinegra sin culo, que me estoy cansando de tener este estúpido pastel!

Por la música, ninguna de las tres chicas alcanzó a escuchar a Chaeyoung murmurar lo perfecto que es el trasero de Mina.

—Eunha llamó a Sana para pedirle tu teléfono y nos contó de la reserva de la rari en este lugar —dijo la latina, mirando de costado a Chaeyoung—. Tan solo un llamado y organicé todo. ¿Hirai Momo puede o no con todo? —Momo se sentía orgullosa mientras que Chaeyoung planeaba una forma de comunicarse con su empleada para despedirla.

— ¡Pide tres deseos, Minari! —la animó Sana para que soplara las velas.

Mina sonrió y tomó aire para apagar las veintiséis velitas. Todo el mundo en la sala aplaudió y Chaeyoung tuvo que soltar a su novia para que pudiera recibir los saludos de todas las personas que querían felicitarla.

Poco le molestaba todo eso mientras la sonrisa gomosa de la empresaria siguiera en su lugar, el problema comenzó cuando Chaeyoung vio al estúpido chico de peinado extraño acercarse con una sonrisa seductora y caminando como si se llevara todas las miradas del lugar. Chaeyoung detestaba a ese chico más que a ninguno, bueno, el otro alto tampoco le caía bien; Peter, pero al menos no se trataba de comer a Mina cada vez que la veía

— ¡Mina! —la saludó Jungkook, abriendo sus brazos para abrazar a la ex castaña—. Que bueno verte y especialmente en tanto detalle —los ojos del chico se fueron hacia el escote de la empresaria y Chaeyoung tuvo que obligarse a clavar sus pies en el piso.

La pequeña odió que la sonrisa de Mina siguiera allí aunque estuviera ese chico allí diciéndole esas cosas que Chaeyoung no aprobaba.

— ¡Jungkook! —la pelinegra lo correspondió el saludo y se dejó abrazar por el muchacho. Chaeyoung pudo ver que el chico quiso besar en la boca a Mina, pero ella lo esquivó con facilidad y le puso la mejilla. El chico se dio cuenta y rio en voz alta.

Chaeyoung pensó que el chico se veía bien. Era alto y tenía su físico marcado. Vestía con ropa costosa y moderna, y tanto su color de piel como su peinado hacían a la perfección el look de chico malo que atraía a casi todas las chicas. La pequeña veía a su novia interactuar con el muchacho y veía a la pareja perfecta; pensó que ella no le llegaba ni a los talones a Jungkook.

— ¿Cómo estás, Jungkook? —la voz de Mina la sacó de sus pensamientos.

—Muy bien, Minari, aunque no tan bien como tú —dijo, mirando a la pequeña que estaba oculta detrás de Mina.

La pelinegra tomó de la mano a su chica—. Ya conoces a Chaeyoung, ¿cierto? —preguntó a su ex amante.

—Claro, he escuchado todo de ella y cuando digo todo es todo —el chico miró a la entrepierna de la tatuadora con especial énfasis. Con Momo la chismosa era imposible que nadie se enterara—. ¿Qué tal? —Jungkook le estiró la mano a la pequeña y Chaeyoung no dudó en corresponder al apretón de manos con la mayor fuerza posible—. ¿Tú le has hablado de mí, Mina? ¿Le contaste de nuestros encuentros prohibidos? —Chaeyoung quería arrancarle la ceja que movía atrevidamente de un puñetazo.

Mina se puso colorada y esquivó la mirada de Chaeyoung, que a su vez hacía fuerzas para liberarse de la mano de su novia. Mina no la iba a soltar.

—No es necesario —dijo la empresaria al muchacho.

—Ven —Jungkook tomó del brazo a Mina—. Vamos a sentarnos un rato para charlar de los viejos tiempos —dijo.

Mina se soltó del agarre.

—Ahora no, Jungkook, tengo que...

—Vamos, Minari, hace millones de años que no nos vemos y muchos más desde que no hablamos. Soy tu mejor amigo desde la secundaria —apeló a los recuerdos—. Solo un rato, aunque sea brinda conmigo por tu cumpleaños —insistió sin aceptar el rechazo.

Con un suspiro de por medio, Mina aceptó.

—Está bien, pero solo unos minutos.

Jungkook intentó caminar al igual que Mina, pero Chaeyoung frenó el tirón de su novia. El ambiente se había enrarecido, la calidez de minutos antes se enfriaba y una incomodidad y un malestar ganaban los ánimos de Chaeyoung y Mina

—Voy al baño —anunció Chaeyoung.

—Deja que te acompañe —Mina pronunció.

—Oh, vamos, Minari, no seas ridícula. Deja que la niña vaya sola al baño —la palabra "niña" dicha por ese estúpido irritó aún más a la pequeña—. Según Momo, tiene algo que todas las mujeres se comerían, pero tampoco es que se lo van a devorar de aquí a diez metros —dijo—. Además, estoy seguro de que le va a gustar mirar otros traseros y otras tetas que no sean las tuyas, no seas vigilante —agregó el maleducado muchacho mientras Chaeyoung empezaba a temblar de la ira.

Mina iba a decir algo, pero la pequeña se anticipó.

—Ya vengo —dijo y caminó rápidamente.

En el baño lo primero que hizo la pequeña fue sacar el anillo de la caja y metérselo en el bolsillo de su pantalón, y tiró la pequeña caja; después de todo, seguramente Yerim podría venderle otra.

Mojó su rostro y trató de calmar su rabia. Mina debería haber insistido en venir con ella al baño, debería haber rechazado al chico. Respiró hondo y salió del baño. Cuando estaba por llegar, vio a cierta distancia que Mina, recostada sobre uno de los sillones, de piernas cruzadas y con sus brazos sobre estas, se reía mientras Jungkook le susurraba cerca de la mejilla y con el brazo en sus hombros. Jungkook había encendido un cigarrillo y después de darle un par de fumadas, se lo pasaba a la empresaria y ella lo aceptaba sin problemas.

—Hacen una linda pareja, ¿no? —Hyunjin se hacía presente al lado de la pequeña—. Quiero decir, él es hijo de grandes empresarios de la construcción y trabaja en el mismo imperio, el cual el día de mañana heredará —contó con mala fe—. Momo me contó que desde pequeños sus padres habían pensado que iban a terminar juntos, y ojalá fuera así —el chico logró que la pequeña lo mirara con desprecio y se alejara de él.

En cuanto Jungkook la vio llegar, quitó el brazo de los hombros de Mina y esta última se enderezó en el sillón rápidamente. La pequeña charla con Jungkook le había servido, después de todo. Era importante aclararle al chico que ya no iban a repetir sus encuentros. Jungkook era su mejor amigo y merecía saber que Mina estaba enamorada. El chico frenó sus intentos de conquistas y la felicitó de inmediato.

—Bueno... —Jungkook se levantó del sillón y le tendió un brazo a Mina—, al menos tienes que dejarme compartir una última pieza contigo —bromeó el muchacho para después mirar a Chaeyoung—. Mina y yo ganábamos todas las competencias de baile de la preparatoria, nadie nos vencía —la pelinegra intentó sonreír ante el recuerdo, pero los ojos de Chaeyoung la estaban atemorizando. La noche se había arruinado según los pensamientos de la pelinegra—. ¿Me concede este baile, señorita? —Jungkook tomó la mano de Mina y vio como la ex castaña miraba dubitativa a su novia—. ¡Vamos, Minari! No creo que a la niña le importe.

— ¡No soy una niña! —interrumpió Chaeyoung, furiosa.

Jungkook levantó sus brazos.

—Hey, hey, tranquila, solo decía que no creo que te moleste que baile con Mina una canción, nada más —se defendió, tirando de la mano de Mina.

Chaeyoung se le puso en el camino.

—No —dijo con seguridad.

— ¿Qué te pasa? —Jungkook soltó a Mina y se enfrentó a la pequeña—. Solo vamos a bailar. Ven, Minari —el muchacho intentó tomar a la pelinegra, pero Chaeyoung se adelantó y tomó fuerte a Mina de la cintura y con crueldad.

—Dije que no —repitió Chaeyoung—. ¿Eres imbécil o no entiendes lo que digo?

La pelinegra desconocía a su novia en este momento y no dudó en adivinar que era esta Chaeyoung la que iba a los bares a provocar peleas. Decidió meterse antes de que las cosas fueran a mayores. Chaeyoung estaba a punto de tomar a Jungkook por la camisa y lo hubiera hecho si Mina no se hubiera entrometido

—Basta, Chaeyoung —dijo primero, quitándose los brazos de la pequeña y después se giró para ver a Jungkook—. Vete con los chicos, luego bailamos —dijo

— ¿Estás segura? —Chaeyoung odió como el muchacho se hacía el gran protector de su novia—. No le tengo miedo, es una niña —Mina sintió como su chica daba un paso hacia el muchacho y volvió a hablar

—Vete con los chicos —repitió.

Jungkook no le quitó la vista a la pequeña por un rato hasta que al fin decidió hacerle caso a Mina e irse a la pista de baile con el resto.

—Nos vamos —sujetó fuerte la muñeca de Mina, haciéndola doler.

—No vamos a ningún lado —Mina se soltó—. Es mi cumpleaños y lo quiero terminar de disfrutar —dijo. Mina tomó aire, tratando de ganar tranquilidad—. Vamos a bailar —tomó la mano de la pequeña, pero Chaeyoung se soltó con facilidad.

— ¡No quiero! —protestó—. Me quiero ir —exigía cual Jeongyeon cuando Momo no quería que comiera más y ella quería repetir.

Mina la miró enfadada.

—Chaeyoung, cálmate. Vamos a bailar como lo están haciendo todas las parejas —señaló la pista de baile.

—Pues ve tú a bailar con... con... con tu mejor amigo porque yo no quiero —la pequeña estaba sacada.

— ¡Trencito, yaaay! ¡Vamos a hacer el trencito, Minari! —Sana llegaba con su diversión

La pelinegra miró a la pequeña y encontró la mirada más desafiante que le había visto hacer.

—Tú lo elegiste —dijo Mina. Segundos después, la pequeña veía como Mina ya era uno de los vagones.

—Mierda —maldijo la pequeña. Sus planes de matrimonio se habían ido a la mierda.

Se palpó el bolsillo del pantalón para corroborar que el anillo que había planeado ofrecerle a Mina después de pedirle que se casara con ella siguiera allí, y la tatuadora se dio cuenta que tendría que buscarlo otro momento, ahora Mina estaba enojada con ella y Chaeyoung no tenía ánimos ni siquiera de arrodillarse.

—En vez de estar aquí deberías estar vigilando a tu novia —otra vez la rata de alcantarilla del supuesto novio de Momo volvía a aparecer.

La pequeña puso sus codos sobre sus rodillas y su cabeza entre sus manos, no quería escuchar a ese tipo, ella confiaba en Mina y estaba segura de que la pelinegra no iba a traicionarla.

—Jungkook y ella parecen muy cercanos —el muchacho volvía a hablar—. ¿Sabes algo? Cuando Mina estaba con Bambam, todo el mundo sabía que ella lo engañaba con Jungkook, hasta el mimo Bambam —el chico largó una carcajada mientras bebía champagne—. Pero a Bambam no le importaba y ahora veo que a ti tampoco —dijo—. Y no te preocupes, te vas a acostumbrar fácilmente... —no pudo terminar de hablar porque la pequeña pasó como un tornado por su lado.

Si el chico quería lograr que la cabeza de Chaeyoung se descompaginara, lo había hecho a la perfección. Chaeyoung solo veía rojo.

— ¡Rari! —Momo le daba la bienvenida al grupo.

—Por fin te decidiste a unirte, Gran P —este era Yoongi

Chaeyoung se frenó sin escucharlos, sus ojos estaban puestos en el baile de Mina y Jungkook. La pelinegra y el muchacho bailaban libremente, y haciendo diferentes pasos sin restricciones. Primero Mina le meneaba, luego el muchacho la giraba en uno de sus brazos.

Yoongi y Momo se miraron.

—Gran P... —Yoongi ya conocía la mirada que la pequeña puso en cuanto vio como Mina le daba la espalda a Jungkook, agitándole el trasero y el muchacho la tomaba de la cintura sin quitar su vista del mejor atributo de Mina según Chaeyoung.

Chaeyoung dio un paso al frente y se encontró con dos frenos, el brazo de Momo y el de su compañero tatuador. Rápidamente se los quitó de encima y caminó con más firmeza hasta la pareja danzante.

Mina fue la primera en verla llegar.

—Chaeyoung, ¿qué diablos—?

No hubo tiempo de nada, la pequeña había tomado a Jungkook por el hombro y le había dado un puñetazo directo al pómulo.

Mientras Momo sostenía a Mina para sacarla del medio de los golpes, Jungkook se recuperaba y esta vez era el puño del chico el que hacía girar la cara de la pequeña. Los dos se enlazaron en una pelea furiosa mientras el grupo se las arreglaba para detenerlos.

—Yoongi —Mina pidió ayuda en cuanto vio sangre en la cara de su novia—. Suéltame, Momo —la empresaria se quitó de encima a su amiga y junto con el tatuador fue hacia Chaeyoung.

Sin embargo, llegaron tarde, la pequeña aprovechó que Jungkook se sobaba la mano con la que la había golpeado y le pegó otro puñetazo, esta vez directo a su nariz y con otro resultado, el chico cayó K.O en el piso del boliche y su nariz sangraba sin parar.

— ¡CHAEYOUNG!

Mina pasó por su lado como flecha, Yoongi y Momo la siguieron sin dudar. Era Jungkook el que necesitaba la ayuda al final.

—Me va a tener que acompañar a afuera, señorita —un hombre robusto llegó al lado de Chaeyoung.

—Pero... pero... —su mano le latía con fuerza, su rostro le dolía y tenía toda su camisa manchada con sangre.

—Si no quiere que llame a la policía será mejor que me deje acompañarla hasta la puerta —insistió el hombre de traje.

La pequeña asintió y se dejó escoltar por el hombre. Si la policía llegaba, con sus antecedentes seguramente terminaba de pasar el cumpleaños de Mina en la cárcel.

Luego de un rato largo de estar sentada contra la pared, luego de haber visto como llegaba una ambulancia y se bajaban dos médicos, y luego de haber visto como los mimos médicos salían del boliche para irse en la ambulancia, Chaeyoung sintió un par de tacones retumbar el piso. Levantó la cabeza y se encontró a Mina caminando a paso firme hacia ella. Chaeyoung se levantó y agachó su cabeza con sus brazos al costado.

—Perdón —fue lo primero que dijo cuando sintió que la ex castaña estaba cerca de ella. El silencio fue la única respuesta que tuvo, ni siquiera la respiración de Mina se sentía. Con rapidez, Chaeyoung levantó su cabeza y se encontró con la peor mirada que había recibido de su novia—. Mina, yo... yo... yo—

¡ZAS!

Una gran cachetada le dio vuelta la cara.

— ¿PERDÓN? ¿PERDÓN? ¿ESO ES LO ÚNICO QUE TIENES PARA DECIR? ¿QUÉ MIERDA PASA CONTIGO, CHAEYOUNG? CASI MATAS A JUNGKOOK —le reprochó—. ¿CUÁNDO DEMONIOS VAS A APRENDER A COMPORTARTE? ¿CUÁNDO, CHAEYOUNG? ¡DÍMELO! —exigió enojada

Chaeyoung debió haberse quedado callada, pero al parecer esta era la noche de excepciones.

— ¡Es tu culpa! —retrucó—. Tú... tú... tú le coqueteabas y le ponías tú trasero en la cara y.... y lo estabas disfrutando. ¡Eres una descarada! —completó.

—ESTÁBAMOS BAILANDO, CHAEYOUNG. BAILANDO. BAI-LAN-DO —repitió.

— ¿Y cuando yo me fui al baño también bailaban? ¡Mira tú, qué idiota! No sabía que se bailaba con la lengua en el odio del otro —ironizó.

Mina apretó fuerte sus puños para evitar darle otra cachetada a la maleducada de su novia; lo único que le faltaba, agregarle la ironía a su carácter.

—Jungkook es mi mejor amigo desde la infancia, Chaeyoung, tengo confianza con él —dijo con los dientes apretados.

— ¡Ah, claro, Mina la mejor amiga! —seguía la ironía—. ¡Ella es tan buena amiga que para complacerlos se acuesta con to—!

¡ZAS!

En la misma mejilla y aún más fuerte.

—Ten cuidado con lo que dices, yo no soy una cualquiera ni tampoco le coqueteo a nadie —dijo con rabia.

— ¡Por supuesto que sí coqueteas! —Chaeyoung parecía hablar por todo lo que no había dicho en su vida—. Coqueteas con todo el mundo menos conmigo. A mí... a mí... me das cachetadas, me dejas tirada en los sillones, pero con ese imbécil coqueteas —dijo.

—Es mi mejor amigo —repitió—. No hay nada más entre él y yo, ya se lo aclaré. Sin embargo, no puedo dejar de verlo, Chaeyoung —explicó.

— ¡No te creo!

Al demonio con la confianza.

Mina no tuvo tiempo de contestar porque Momo se acercó a ella sin olvidarse de dedicarle una mirada de reproche a Chaeyoung.

—Mina, ¿vienes con nosotros? —la japonesa señaló al grupo donde la pequeña pudo ver a un accidentado Jungkook ya recuperado.

—Dame un segundo —dijo la pelinegra y Momo se alejó, dejando a Chaeyoung con una mirada furiosa dirigida a Mina por la respuesta dada.

—Tú te vienes conmigo —dijo Chaeyoung.

—Yo me voy a encargar de que mi mejor amigo este sano y salvo y que no tenga una conmoción por la golpiza que mi propia novia le dio —dijo Mina duramente—. Y lo que menos quiero hacer en este momento es estar contigo —agregó, sabiendo cuanto afectaban estas palabras a Chaeyoung.

—Al menos vuelve a la hacienda —dijo en un murmullo Chaeyoung.

Mina solo la miró.

—Aprende a comportarte, Chaeyoung —fue lo último que le dijo.

La pequeña llegó a la hacienda y se desvistió, largando un insulto por cada prenda que se quitaba. "Bonito final para la noche que iba a ser la mejor noche de tu vida, Chaeyoung", se dijo a sí misma mientras miraba sus nuevos moretones en la cara.

Se metió a la ducha, esperando que en cuanto saliera se encontraría con Mina en la habitación, pero eso no pasó y se acostó mientras insultaba un poco más. Maldito el instante en que planeó ir a ese boliche, maldito el instante en que le pidió a Eunha que confirmara las reservas y maldito el momento en que la mujer del tatuaje "C" tuvo que adelantar su viaje y Eunha tuvo que llamar a Sana para pedirle el teléfono de Mina. Maldita noche.

Como pudo, Chaeyoung se durmió sola y enojada. Al día siguiente se dio cuenta de que Mina se había llevado sus cosas y le había dejado un mensaje con el chico de las maletas, el cual decía que se regresaba a la ciudad con Momo porque tenía mucho trabajo que hacer.

Chaeyoung juntó sus pocas cosas y se subió a su auto, ya no había nada que hacer en la hacienda si Mina no estaba con ella. Llegó a su departamento alrededor a las seis de la tarde y caminó derecho hacia el pasillo, ni siquiera le prestó atención a las dos cartas que estaban en el piso. Se encerró en su estudio; dibujar era lo único que quería hacer.

Una semana después.

Oficina de Mina.

— ¿Le enviaste el correo al nuevo proveedor del sistema? —Mina estaba muy concentrada en su escritorio, repasando su listado de cosas pendientes. Jisoo estaba de pie frente al escritorio e iba haciendo sus propias anotaciones.

—Sí, señorita Myoui, me respondieron que la próxima semana vienen a hacer el primer mantenimiento —informó, tachando algo de su lista.

—Bien —Mina tachó en la propia—. ¿Y el mantenimiento de los ascensores? —no se podían quedar sin: "¡Ding!"

—Recién se acaba de ir el técnico, los encontró en perfecto estado y prometió cambiarle la voz de la pesada mujer la próxima vez —ya nadie aguantaba a la mujer que anunciaba los pisos.

—Menos mal —admitió Mina—. ¿La reunión con los dueños de la bodega para cuándo quedó?

Mina la había suspendido el mismo día que había vuelto de la hacienda. Aunque le había dicho a Chaeyoung que volvía por el trabajo, lo único que la pelinegra hizo ese día fue estar echada en su cama mientras veía películas románticas y comía helado, recibiendo tontos mensajes de Jungkook y esperando a que la pequeña apareciera en cualquier momento por su puerta.

—Para el próximo lunes, señorita Myoui —avisó la eficiente empleada.

— ¿Mandaste al juzgado la autorización para que Nayeon pase los días conmigo? —Mina estaba deseando que ese momento llegara.

Todas las veces que había ido a ver a la pequeña durante los días anteriores, había tenido la esperanza de cruzarse con Chaeyoung, pero gracias a una entusiasta Nayeon, Mina se enteró de que Chaeyoung tenía un gran tatuaje por hacer, pero que llamaba a la pequeña a diario.

—Por supuesto, y del juzgado me recordaron la cita que tienen usted y la señorita Hirai Momo para dentro de dos semanas —agregó.

Mina asintió, tenía esa fecha grabada en la mente, era imposible que no la recordara.

— ¿Te aseguraste de que le llegaran nuestros paquetes a Nayeon y a Jeongyeon? —mucha ropa nueva para las niñas.

—Sí, señorita Myoui, pero la hermana Spencer volvió a llamar para pedir que no vuelvan a enviar esa cantidad de cosas y especialmente si son tan costosas —contó—. Dice que eso hace que los otros niños las alejen y que Jeongyeon se termine peleando con la mitad de ellos —leyó el mensaje que había anotado.

Mina rodó los ojos. La hermana Spencer siempre le advertía lo mismo, pero tanto a Mina como a sus padres y como a las mismas Momo y Sana les costaba no darle todos los gustos a las pequeñas.

—De acuerdo —Mina se relajó en su silla, todo en la empresa parecía marchar sobre ruedas—. ¿Alguna llamada, mensaje, paquete, algo? —era su forma de preguntar por la pequeña.

Jisoo miró a su jefa preocupada, ya todos en la oficina habían detectado que algo no andaba bien con su jefa. Las pruebas eran claras, el humor de la pelinegra no era el mejor y Chaeyoung no había pisado la oficina en varios días. La secretaria cada vez que sentía las puertas de ascensor abrirse, volteaba a mirar con la esperanza de que Chaeyoung apareciera por ellas; como las otras veces que la pareja había discutido. Sin embargo, estos días no parecían ser el caso.

—Su padre volvió a llamar y le dejó un mensaje que dice así: "Minari, hija querida, por favor atiende tu teléfono. Tu madre ya ha intentado comprar pasajes a Nueva York tres veces, no sé hasta cuándo voy a poder retenerla. Prometo que no vamos a mencionar a cierta persona cuyo nombre empieza con C y termina con G" —era lo primero que Mina les había pedido luego del accidentado cumpleaños, no quería que nadie le hablara de Chaeyoung, pero nadie parecía entenderlo—. "Solo queremos saber cómo estas. Un beso enorme" —el mensaje parecía terminar—. "Otra cosa, tu madre dice que no vayas a usar ninguno de los preservativos que estaban en el departamento con otra persona que no sea Cha... bueno, la innombrable, porque ella los pinchó todos" —al parecer la mujer no quería nietos que no fueran de Son Chaeyoung.

Jisoo miro a su jefa.

Mina giró los ojos.

— ¿Algo más? —preguntó irritada

Jisoo asintió.

—El señor Jeon... —el gesto de asco que Jisoo hizo al nombrar al chico no pasó desapercibido para Mina.

Después de que Mina se había descargado con su secretaria y le había contado todo lo sucedido, la mujer tenía puesta más que nunca la camiseta invisible que decía: "Soy del equipo Chaeyoung"

—Evita los gestos, Jisoo —dijo Mina—. Y ya te dije que si quieres unirte a mi madre para hacerle el monumento a Son —desde ese día era así como la llamaba—, puedes hacerlo con tranquilidad —dijo.

—Disculpe, señorita Myoui —la mujer respiró y se aclaró la garganta antes de seguir con el mensaje—. El señor Jeon envió otro ramo de lilas para usted, no las traje porque sé cuánto detesta y cuánto la descompone ese olor —dijo

Mina volvió a girar los ojos.

Después de la golpiza que Chaeyoung le dio esa noche, el muchacho pensaba que la pelinegra estaba de vuelta a su antojo por la "supuesta" elección de la pelinegra de estar a su lado. Mina ya no sabía cómo hacerle entender que lo único que ella hizo fue tratar de que su novia no fuera a la cárcel y que su mejor amigo no perdiera la nariz ni el ojo. Por suerte, nada de eso había pasado, pero gracias a eso lo único que se había roto era la relación de Chaeyoung y Mina. La empresaria suspiró.

—Voy a tener que aclararle las cosas de nuevo —el chico parecía no entender que la ex castaña estaba enamorada de Chaeyoung; temió al pensar que la pequeña había tenido un poco de razón en reaccionar así—. ¿Nada más? —algo de la pequeña tenía que haber, una señal de humo al menos.

—Eso es todo, señorita Myoui —se lamentó al no poder cumplir con los deseos de su jefa.

—Está bien, Jisoo, puedes retirarte —dijo tristemente mientras masajeaba su sien

En cuanto vio salir a su secretaria, se levantó de su silla y caminó hasta el "mural de la rari"; como le decía Momo. No había nadie que entrara a su oficina y no se quedara maravillado con algún detalle de los que había pintado Chaeyoung en la pared.

Sana decía que su favorito eran las dos pequeñas personas que estaban agarradas de la mano en el hombro del dibujo de la mujer. Aunque Chaeyoung no había dicho nada, las tres amigas sabían que esas dos personas simulaban ser Sana y Momo. Y hablando de Momo, la japonesa decía que el dibujo había arruinado la oficina elegante de Mina y que era una vergüenza celebrar negocios millonarios allí, pero Mina sabía que era mentira. Más de una vez había pillado a Momo mirando sonriente la obra de Chaeyoung y otras veces, cuando Momo pensaba que Mina no estaba en la oficina, la japonesa inspeccionaba de cerca el dibujo y se divertía con las ocurrencias de la pequeña.

Mina corrió el biombo que había ordenado traer para tapar la pared. No podía concentrarse en el trabajo si se pasaba todo el día mirando la pintura de la chica, y ahora que lo tenía de vuelta a la vista, un montón de sentimientos que la pelinegra había tratado de reprimir salían a flote.

La sensación de sentir que había abandonado a Chaeyoung de la forma que la misma Mina le prometió que nunca lo haría, el arrepentimiento de haberse ido de la hacienda sin siquiera haber hablado con la chica; solo llegó al lugar, la vio dormir, empacó sus cosas y se fue después de dejarle el mensaje al chico que las había ayudado a subir las maletas. Haberse ido de la hacienda fue lo primero que le reprochó su madre.

"Mina, las cosas se tienen que hablar, no tienes que dejar que pase el tiempo para que se encallen como remordimientos"; esas palabras aún le retumbaban en su mente y demás de todo, cada vez que cerraba los ojos se le aparecía la cara de Chaeyoung lastimada pidiéndole que volviera a la hacienda.

— ¡Mierda! —Mina volvió a correr el biombo para tapar el dibujo. Sí, era cierto, ella había fallado y lo sabía, pero tampoco podía olvidar la forma en que Chaeyoung había atacado a Jungkook, ni la forma en que la había tratado a ella, la había tratado como una cualquiera y eso le molestaba—. ¡Estúpida noche! —ambas coincidían en eso parece.

Todo había sido perfecto hasta que aparecieron sus estúpidos amigos, por más que ella le asegurara a Momo y a Sana que ellas no habían tenido la culpa, muy en el fondo sabía que fue en ese momento donde todo se vino abajo. Mina sacudió su cabeza, la idea de aislarse del mundo para que su novia se sintiera cómoda no le gustaba en absoluto. Chaeyoung iba a tener que aprender a estar con gente si quería estar con ella sea como sea.

—Permiso —Jisoo entraba de vuelta a la oficina—. Disculpe, pero estaba tratando de llamar al intercomunicador y usted no contestaba —dijo

—Dime, Jisoo —no le dio importancia y siguió caminando hacia su escritorio.

—Hay una mujer que quiere verla, se—

— ¿Tiene cita? Porque si no tiene, estoy muy ocupada y sin ánimos de atender a nadie —por algo había cancelado las reuniones de esa semana.

—Lo sé, señorita Myoui, pero la mujer insistió bastante en verla y además me parece que a usted le va a interesar, dice que es la madre de la señorita Chaeyoung —agregó.

Mina se frenó en seco.

— ¿Jennie? ¿La madre de Chaeyoung? —preguntó.

Jisoo asintió.

—Efectivamente. Me dijo que su nombre era Jennie y que era la madre de Chaeyoung —contó exactamente como la mujer se había presentado.

Mina caminó rápido hasta la puerta de tu oficina y en cuanto la abrió, vio a una mujer de pie que miraba los cuadros que adornaban el lobby muy nerviosa.

—Jennie —Mina la llamó y la velocidad con la que la madre de su novia giró su cuello para mirarla la hizo recordar a Chaeyoung. Por supuesto que Mina no iba a acariciar el cuello de la madre de su novia, pero verla hacer el mismo gesto era prácticamente un ADN confirmado—. Pasa, por favor —dijo la pelinegra.

La mujer caminó rápidamente y entró a la oficina, dejándole una sonrisa a la secretaria que la había atendido.

—Jisoo dile a— ¿qué pasa? —su secretaria se había quedado atontada mirando a la mujer.

Jisoo se acercó a su jefa.

—Pensé que... pensé que la señorita Chaeyoung no tenía padres, pero... esa mujer es igual, tienen los mismos gestos —murmuró.

—De hecho, es la madre y también hay otra madre que al parecer tiene la misma condición de Chaeyoung entre sus piernas, pero Chaeyoung...

—No quiere saber nada de ellos —completó la secretaria.

—Exacto —confirmó Mina—. Así que imaginarás que la presencia de Jennie aquí me pone nerviosa, es mejor que vaya a ver qué quiere —cuanto antes mejor—. Jisoo...

—Le digo a la señorita Hirai Momo que dejan la revisión del informe de auditoría para después —siempre atenta.

—Sí —confirmó—. Y ve a la farmacia para que— ¿qué pasa? —las caras de su secretaría lo decían todo, igual que las de su novia.

—Es que cada vez que voy a la farmacia la farmacéutica ya me tiene preparado el "paquete rarón". Además, me sonríe como si yo fuera la que lo uso, creo que ya no me cree que es para mí jefa —expresó su angustia.

Mina frunció el ceño.

— ¿El paquete qué? —no había entendido y no sabía de qué estaba hablando la mujer.

—El paquete rarón. Es el nombre que le puso la señorita Hirai Momo a lo que usted compra en la farmacia, preservativos grandes, pomada para la señorita Chaeyoung y sus pastillas —recordó la orden—. Déjeme decirle que sería bueno comprarlos al mayor, según la farmacéutica, ahorraría mucho dinero y—

—Jisoo —Mina la frenó, lo que menos necesitaba era que le recordaran algo que ya no tenía y que se moría por volver a sentir—, quiero que vayas a la farmacia a comprarme algo para el dolor de cabeza —dijo—. Y trata de pasar menos tiempo chismeando con la farmacéutica, ¿de acuerdo? —ya sabía dónde estaba su secretaria cuando desaparecía de su puesto de trabajo.

—Sí, señorita Myoui —contestó la mujer mientras Mina se metía a su oficina.

La pelinegra encontró con su mirada a Jennie rápidamente. La mujer había corrido el biombo sin permiso y miraba directamente a la pintada pared. Lágrimas caían del rostro de la mujer, pero eran otro tipo de lágrimas de las que Mina ya le había visto, eran de orgullo. Jennie lloraba y sonreía a la vez.

Mina se puso a su lado y Jennie la miró.

—Es muy talentosa —la empresaria no sabía cómo había hecho Jennie para saber que era una pintura de Chaeyoung, pero tampoco quiso preguntar. Supuso que eran esas extrañas conexiones que formaba la sangre.

Mina asintió.

—La he visto hacer cosas que te dejan sin palabras —contó—. Y tiene una pasión por lo que hace, es digna de envidiar —agregó.

La mujer se limpió las lágrimas.

—Alex me mostró el tatuaje que mi hija le había hecho en la espalda, es asombroso si soy honesta —opinó, mirando la pared.

Mina sonrió.

—Mis padres le han mostrado a medio Los Ángeles el tatuaje que Chaeyoung les hizo y todos los días me llegan mensajes entre comillas con los comentarios que las personas le hacen —contó

Jennie miró a Mina.

—Mina, yo...

— ¿Qué haces aquí, Jennie? No se cómo sabes dónde trabajo, pero siento que traiciono a Chaeyoung o algo así —dijo su temor.

Jennie sonrió ante la lealtad de la pelinegra.

—Eres Myoui Mina, no es difícil encontrarte —contestó—. A Lisa le bastó un llamado a la cámara de empresarios para conseguir el dato. Sin contar que tu empresa es una de las principales accionistas de la empresa que nos vende el cemento a nuestra constructora —explicó.

Mina se llevó una mano a su frente.

—Manoban Construcciones —dijo—. Claro, era de allí de donde me sonaba el apellido —Mina miró a la mujer. Con razón le habían ofrecido dinero a Chaeyoung y con razón Lisa le había dicho que les estaba yendo bien, esa empresa estaba en auge y se estaba apoderando poco a poco del sector de la construcción—. Le están dando un gran dolor de cabeza a los Jeon —eran competencia.

—Y eso a tu cementera le conviene, ¿cierto? —había sido una estrategia muy bien diseñada por Mina; hacerse accionista de la principal proveedora de cemento del país.

La pelinegra sonrió con picardía.

— ¿Viniste a hablar de negocios, Jennie? —Mina no estaba interesada en hacerlos con la mujer que había abandonado a su novia.

Jennie sonrió y agitó su cabeza suavemente.

—Para nada, jamás pondría en ese compromiso a una de las amigas de mi—

—Novia —soltó Mina, corrigiendo. Ante la mirada de confusión de la mujer, Mina habló—. Chaeyoung y yo somos novias, eso creo.

Probablemente Chaeyoung ya había dado por terminada la relación. Lo que vino después nadie lo vio venir, la boca de Mina se abrió rápidamente.

—Chaeyoung es el amor de mi vida, Jennie. Amo a esa pequeña más que a mi propia vida. Daría todo por ella —no sabía por qué, pero sentía que le tenía que dar explicaciones a la mujer.

— ¿Por qué siento que las cosas no están bien entre ustedes? —por la forma en que Mina trataba de hablar lo había adivinado.

—Ella y yo discutimos hace una semana —contó—. Se puso muy celosa porque yo estaba bailando con un viejo amigo y le partió el pómulo —la pelinegra vio a la mujer sonreír.

—Celosa como su otra madre—dijo—. Yo que tú me iría acostumbrando a esas escenas —aconsejó

—No, Jennie, tú no entiendes —dijo Mina con enfado—. Con todo el respeto del mundo, pero tú no conoces a Chaeyoung —la cara de la mujer se deformó—. Cuando la vi venir hacia nosotros, pensé que lo mataba —contó—. Sus ojos se agrandaban igual que sus orificios nasales. Apretaba sus puños con fuerza y temblaba entera; además, tiene mucha fuerza.

Mina no quiso mostrarle los pequeños moretones que tenía en la pelvis; surgieron luego de que Chaeyoung la tomara para penetrarla por detrás, ni mucho menos la marca de los dientes de la chica en su trasero.

Jennie pudo percibir la preocupación de la chica al hablar.

—Mina...

—No, no me hables con la misma voz de mi madre o de mi padre, o de mi secretaria o de todos los fanáticos de Chaeyoung —le prohibió—. Ella tiene que aprender a comportarse en esas situaciones. ¡Por Dios, Jennie! Tú sabes cómo es este ambiente —se había enterado que la mujer sabía de negocios y la podía entender—. Está repleto de hombres que se te tiran encima, tienes que coquetear tan solo un poco y los tienes en la palma de tu mano.

—Dímelo a mí —Jennie la comprendía—. Tan solo hasta antes de ayer cerré un trato para hacer una cadena de supermercados solo porque me puse un súper escote y le dije al señor García que el nuevo corte de su cabello lo hacía ver más joven de lo que era —contó

— ¿Ves? —por fin alguien que la entendía—. ¿Y qué va a hacer Chaeyoung? ¿Se va a agarrar con todos a golpes? ¿Va a mandar a todos mis amigos al hospital? No puedo permitir eso, definitivamente no puedo —dijo, tirándose en el sillón.

—Puede ser... —admitió Jennie—, pero también es cierto que es la forma de demostrar cuanto aman y cuanto temen que las cambiemos —agregó, haciendo que Mina la mirara—. Quiero decir, Lisa me dijo que antes de mí, nunca había sido celosa —contó.

—Chaeyoung es distinta —interrumpió Mina—. Parece un cachorrito asustado, pero cuando pasa algo que no le gusta, se despierta una especie de demonio y arrasa con todo. Además, soy su primera novia —de nuevo rogaba que eso siguiera siendo así.

— ¿Sabes que sensación me da a mí, Mina? —preguntó la mujer, logrando que la pelinegra le diera paso para la respuesta—. Yo creo que tú no eres consciente del poder que tienes sobre mi hija —dijo.

—No me interesa tener poder sobre ella —eso era cierto. Poder era una palabra que nunca relacionaba con la pequeña.

—Lo sé, lo veo en tus ojos —Jennie ya se había dado cuenta con quien trataba su hija—. Sé que no eres ese tipo de mujer. Sin embargo, por lo que me cuentas tú, por lo que me contaron Spencer y Alex, y por lo que me dicen Nayeon y Jeongyeon —Mina la miró sorprendida y abrió la boca para preguntar cómo conocía a las niñas, pero la madre de Chaeyoung le hizo una seña que le dio a entender que era un tema para más tarde—. Creo que eres el primer y único amor de Chaeyoung. Un amor verdadero, de esos que duran para siempre. El día que... —la mujer se removió nerviosa—. Bueno, el día que le ofrecimos dinero y se enojó, el día que estaba preparada para juntarse contigo...

—Nuestra supuesta primera cita —Mina recordaba el momento con tristeza por lo que había vivido su novia y por su propia preocupación, pero a la vez todo eso la llevaba a otros recuerdos.

Había sido la noche de la primera vez que habían hecho el amor, la noche que ella sintió que Chaeyoung confiaba en ella, el momento que Chaeyoung le había confesado que había sido feliz por primera vez.

—Sí, ese día —Jennie la volvió al presente—. Ese día tenía... sus ojos eran amor puro —dijo—. Sus ojos eran los de una mujer enamorada. Chaeyoung está enamorada de ti, Mina —afirmó con poco conocimiento, pero con mucha experiencia—. ¿Tú estás enamorada de ella? —le salió la madre de adentro

—Jennie... —Mina pensó—, es imposible no enamorarse de ella —era simple—. Todo en Chaeyoung haces que la quieras amar cada día más; sus caras, su timidez, sus arrebatos, su pasión, su personalidad protectora, su pasado, sus caprichos, su aniñada forma de divertirse. Amo absolutamente todo de ella. La amo a ella —aseguró.

—Entonces vuélveme a explicar por qué están distanciadas porque no lo comprendo —Jennie la había ayudado a procesar.

Mina quiso encontrar algo para decir, pero solo le salió una sonrisa.

—Entiendo... —dijo a la mujer—. Pero aún me gustaría saber por qué viniste a verme —presionó más suave que la primera vez.

Jennie había perdido su tranquilidad y volvía a moverse nerviosa.

— ¿Ya sabes de las cartas? —le preguntó—. Las cartas que hemos dejado en el departamento de Chaeyoung —extendió

Mina asintió—. Sí, las he visto —confirmó.

La madre de la pequeña asintió—. Yo quería... Lisa y yo queríamos saber si...

— ¿Si han servido de algo? —se adelantó la pelinegra.

Jennie volvió a asentir.

Mina sonrió.

—Chaeyoung mandó a encuadrar su certificado de nacimiento y lo colgó en su estudio en el departamento. Se puso muy feliz —era imposible de olvidarse de la pequeña en estado de excitación por la información recibida—. Después leímos unas pocas más, cada vez que ella quiere hacerlo entonces leemos —Mina se sintió mal al imaginar a su novia con ganas de que Mina le leyera otra carta y la pelinegra ya no estaba para ella—. Después de la del certificado, leímos en la que le contaban todo lo que habían hecho para encontrarla —había sido una carta extensa donde la pareja detalló toda la investigación realizada—. Leímos la que Lisa escribió acerca de ti y la que tú escribiste acerca de ella.

—Pensábamos que tal vez le gustaría saber sobre nosotras y... y supusimos que lo mejor era que la una hablara de la otra—dijo.

—Fue una buena idea creo yo —Mina le dio su aprobación mientras recordaba que esa era la única carta en la que Chaeyoung no le pidió que se frenara. La pequeña tenía curiosidad sobre sus madres y esa carta estaba llena de esas cosas—. La última que leímos fue en la que dibujaron el árbol genealógico y en la que explicaste por qué elegiste el nombre de Pranpriya —la pequeña no le dio mucha importancia a eso sinceramente

La cara de Mina fue muy obvia porque Jennie le adivinó el pensamiento.

—No le interesa usar el nombre ni el apellido, ¿cierto? —preguntó con temor de saber la verdad.

Mina agitó la cabeza.

—No me ha dicho nada, pero lo siento, Jennie, Chaeyoung ya eligió su nombre y apellido —dijo.

Jennie apretó sus labios para evitar que sus lágrimas volvieran a salir.

—Tengo tanas ganas de verla —admitió—. A veces, cuando voy o vamos a entregar las cartas, me quedo un rato largo y espero a que salga, pero nunca lo hace —dijo.

Mina sabía que el horario en que llegaban las cartas era cuando la pequeña estaba en pleno trabajo.

—Otras veces estoy a punto de golpear, y lo haría si Lisa no me lo impidiera —agregó furiosa con su esposa—. Quiero verla y no me importaría que me pegara o me gritara, pero me conformaría con eso —ya no evitaba el llanto.

Mina no dijo nada, solo se quedó mirando a la mujer.

Por una parte, la entendió, ella llevaba una semana sintiéndose así. Tenía tantas ganas de ver a su novia que pasaba dos o tres veces al día en su auto por el estudio de tatuajes. Tenía tantas ganas de besarla, de abrazarla, de sentirla, que era desesperante. Suspiró hondo y abrazó a la mujer, después de todo, ambas estaban sufriendo por la misma persona.

Más tarde.

Oficina de Momo.

La japonesa trabajaba concentrada en uno de los presupuestos que tenían que tener listos para la semana que viene cuando el ruido que la puerta de su propia oficina hizo la despabiló

— ¡MOMORI!

Sana corrió hasta la chica, desesperada.

Momo no tuvo tiempo de nada. En cuanto pudo alejar su silla del escritorio, la bailarina se tiró sobre ella y se abrazó fuerte a su pecho. El llanto y los espasmos de la pequeña eran de temer. Sana temblaba y hacia desesperar a su ex amante.

—Sana, Sana, por favor, ardillita, por Dios, dime qué pasa —Momo no sabía que hacer.

—Abrázame, Momori... por favor... abrázame —pedía entre llantos su compañera de departamento.

Momo hizo lo que se le pidió y envolvió sus brazos en el cuerpo de la otra chica. Se separó aún más del escritorio y se la arregló, de alguna manera, para empezar a hamacar a Sana.

—Shhh, shh. Tranquila, ardillita. Tranquila, por favor —Momo estaba asustada. No podía imaginar qué le había pasado a la bailarina para que estuviera en ese estado.

Entre caricias, abrazos y besos en la frente, Momo logró que la chica se calmara.

—Dime qué pasó, por favor —los ojos color miel de Sana la miraban y estaban llenos de lágrimas.

—Prométeme que no vas a hacer nada —dijo.

Eso no era lo que la japonesa quería escuchar.

—Sana, dime que pasó —insistió.

—Prométemelo, Momo —exigió.

—Lo único que prometo es encontrar a la persona que te hizo llorar así y enterrarlo cien metros bajo tierra —aseguró con rabia—. Y sabes bien que si no me lo dices lo voy a averiguar yo sola —agregó.

Sana soltó un par de lágrimas más y hundió su cara en el pecho de Momo.

—Yoongi... Momori, quería sorprenderlo con un desayuno en su departamento y... y... —no era que estaba imitando a Chaeyoung sino que le costaba hablar mientras tenía ganas de llorar— y estaba con otra mujer, Momori, una mujer con poca ropa —agregó.

Momo se levantó y dejó a Sana en la silla. Caminó a paso firme hacia la puerta.

— ¡MOMO!

— ¿Qué?

—Espera.

—No intentes frenarme —advirtió—. Ese tipo me tiene cansada —ya le había robado lo que Momo más quería y ahora la engañaba, definitivamente no iba a pasar de largo para Momo.

La japonesa caminó enfurecida hasta la oficina de su socia y abrió la puerta con un fuerte golpe.

—Me voy al estudio de tatuajes. Voy a enseñarle a ese palido sucio que nadie juega con Minatozaki Sana —le anunció a la chica que una vez que había despedido a Jennie, había vuelto a su trabajo

— ¡Espera! —si Mina estaba esperando una señal, había llegado.

— ¡NO INTENTES FRENARME! —nadie lo iba a poder hacer.

—No te voy a frenar, pero voy contigo —dijo mientras agarraba su cartera—. Vamos —las dos salieron a la par.

Cada una tenía su propia batalla que pelear.

Un rato más tarde.

Estudio de tatuajes.

— ¿Qué carajo es esto? ¿Qué hace esta toda esta gente?

Ni siquiera habían podido estacionar cerca del estudio, tuvieron que rodear la manzana en busca de un lugar y cuando llegaron caminando, absolutamente toda la parte de la vía que ocupaba el estudio de tatuajes estaba llena de gente que se peleaba por mirar por las ventanas de vidrio. Los más cercanos al vidrio tenían su oreja apoyada en un intento de escuchar lo que ocurría adentro.

—Parece una convención de tatuajes —mientras Mina miraba a todos lados en busca de Chaeyoung, se encontraba desde personas tatuadas en su totalidad hasta personas con incrustaciones en la piel.

— ¡AAAAAA!

Un poderoso grito que venía desde adentro del estudio hizo que la multitud hiciera silencio.

— ¿Qué fue eso? — a Mina no le gustaba nada lo que estaba pasando—. ¿Momo...? —después del grito, todas las personas reían y conversaban entre ellos. Algunos hacían anotaciones y otros miraban a su reloj y anotaban el tiempo—. ¿Qué fue eso, Momo? – Mina encontró a su amiga con su mirada fija en un lugar.

— ¡Ahí está el imbécil ese!

Momo había visto a Yoongi entre un par de personas y se fue decidida hacia él. Mina fue detrás de ella.

— ¡ERES UN IDIOTA!

Momo le dio un fuerte empujón al muchacho que lo hizo tambalear. Si no fuera porque Jihyo y otro chico lo sostuvieron, Yoongi hubiera caído al piso.

— ¡IMBÉCIL! —lo volvía a empujar.

— ¡Oye, tranquila! —dijo Jihyo

—Déjala, Jihyo —le dijo Yoongi, enfrentando a la chica—. Viene a descargar sus propias frustraciones conmigo —el chico se puso de pie frente a Momo y le ofreció su mejilla—. Anda, pega —Momo no demoró en hacer lo pedido.

¡ZAS!

Cachetada de un lado.

¡ZAS!

Cachetada en el otro.

— ¿Listo? —preguntó el chico, avalentonado—. ¿O necesitas más? —agregó.

— ¿Quieres más? Te voy a dar más, imbécil de porquería... —preparó la mano, pero Mina la sostuvo.

—No, Momo —ya tenía demasiado con las cachetadas.

—Déjame, Mina —apretó sus dientes—. Este imbécil engañó a Sana con alguna cualquiera y merece lo peor —la pelinegra la soltó.

— ¿Qué? —estaba sorprendida, realmente le tenía fe al chico.

—Oh por Dios, dejen de ser tan mentirosas las dos —les dijo el chico—. Los tres sabemos que tarde o temprano Sana y yo íbamos a terminar. Ella no está enamorada de mí y nunca lo va a estar —les dijo.

—Eso no te da derecho a hacerla sufrir así. Estaba hecha una porquería...

Para sorpresa de las chicas, Yoongi se acercó a la japonesa intimidantemente.

—No me vengas a decir a mí cómo estaba porque yo sé exactamente cómo estaba. ¿O te crees que yo no la vi llorar por ti? ¿O crees que las noches que tú pasabas con tu "noviecito" o con cualquier otra mujer o hombre, ella era la reina de la alegría? —le preguntó—. Sí, es cierto, yo soy una mierda, pero tú —le puso el dedo en el pecho a la japonesa—, no eres mejor que yo, tú la has hecho sufrir lo mismo o más —estaba seguro de que era más.

Momo agitó la cabeza.

—No... no... no es lo mismo. Mi madre jamás lo permitiría —está vez el chico soltó una carcajada

—Y después dices que yo soy el idiota. Déjame decirte algo, Hirai Momo, yo no merezco a Sana —estábamos todos de acuerdo—, pero tú tampoco. Ninguno de los dos puede darle lo que merece. Estamos cortados con la misma tijera —las palabras retumbaban en la cabeza de Momo, no podía creer que ella había hecho sufrir a Sana de la misma forma que la vio hoy, no podía creer lo egoísta y mala persona que podía llegar a ser.

—Momo... —Mina sabía que el chico en parte tenía razón al igual que lo sabía Momo.

—Te espero en el auto —Momo dio media vuelta y se alejó lo más rápido posible.

— ¡AAAAAAAAAAA!

Un nuevo grito se sintió y volvió a causar el mismo efecto que antes.

Cuando Mina se giró para enfrentar a Yoongi y preguntarle qué mierda estaba pasando, vio a la distancia como Eunha salía detrás del estudio y evitaba contestar todas las preguntas que le hacía el resto.

— ¡Joder! —tenía mucha gente por delante así que pidiendo permiso y empujando a todos llegó hasta la chica.

—Aún falta bastante —le decía la joven a un hombre—. Ahora está descansando mientras Chaeyoung prepara otra máquina —comentó.

— ¿Sabes cuantas máquinas a usado? —otro chico más joven preguntó con la lapicera en mano.

—Lleva cuatro hasta ahora —un fuerte "wooooah" se sintió al mismo tiempo que Mina llegaba al sitio.

— ¡Eunha! —la voz de Mina hizo que la cabeza de la chica girara hacia ella.

— ¿Mina? ¿Qué haces aquí? —no la esperaba allí parece.

—Quiero hablar con Chaeyoung —dijo firmemente mientras miraba mal a una tipa que quería su lugar.

Eunha agitó su cabeza—. No va a poder ser —dijo.

Mina frunció su seño.

— ¿No va a poder ser? Se supone que yo estoy en arcoíris —otra vez volvíamos a los colores—. Nunca me dicen que no a mí —agregó.

—Lo siento, Mina. Está todo el mundo en rojo excepto Nayeon —esa había sido la orden de Chaeyoung—. Además, no es buen momento —la chica le señaló la multitud

— ¿Qué mierda es todo esto? —ya estaba irritada. Se suponía que Chaeyoung tenía que estar siempre a su disposición.

—Esto es lo que provoca un tatuaje "C "y todos estos son los ilusos que quieren aprender a hacerlo —explicó la chica, resoplando.

— ¿Un tatuaje "C"? ¿Qué mierda es eso? —estaba repasando en su cabeza la llamada de teléfono que tuvo con la misma chica en la hacienda.

Varias de las personas que estaban allí miraron a Mina como si fuera un alíen. Obviamente solo bastó una de las miradas de la pelinegra para hacerlos dar vuelta su cabeza.

—Es uno de los tatuajes más complicados de hacer por la ubicación —Hani había llegado justo para escuchar la pregunta de Mina—. Chaeyoung es la mejor en ellos —contó—. Una vez Jackson intentó hacerlo, pero recibió una demanda por mala ejecución y aún está pagando las repercusiones —Mina estaba cada vez más confundida, no entendía por qué tanto alboroto.

— ¿Por qué es tan complicado? —preguntó, queriendo llegar al fondo de la cuestión.

—Para empezar hay que tomar muchas precauciones: seguros, medicinas, incentivos, privacidad, por algo estamos todos aquí afuera esperando a que Chaeyoung salga a contar como le fue...

—Hay que tener mucha paciencia y precisión —Jackson se unía a la conversación—. Un gran conocimiento en el cuerpo de una mujer —rio pícaramente. Mina no dudaba que su chica la tuviera.

— ¡AAAAAAAAAAAA!

Otra vez el grito

— ¿Otro más? —preguntó Jackson, mirando su reloj—. ¿Cuántos van? —preguntó a las chicas.

—Seis en cuatro horas —informó Hani.

Mina los miró horrorizada, no entendía como alguien podía sufrir tanto por un tatuaje.

— ¿Cómo hacen para aguantar tanto dolor? —preguntó al aire, mirando la puerta de vidrio.

— ¿Dolor? —Hani, Eunha y Jackson la miraron en un asombro total.

—Sí —Mina afirmó—. Esos gritos de dolor me dan escalofríos —los tres chicos se miraron y sonrieron.

—No creo que esos gritos sean de dolor —dijo Jackson con cara de atrevido.

Mina miró la sonrisa del chico y luego la de Hani. Por último, vio la cara de pícara que tenía Eunha.

—Eunha... —tenía una duda—, ¿dónde se hace ese tatuaje? —temía la respuesta.

Eunha miró a los otros dos—. ¿El tatuaje "C"?

Mina asintió—. ¿Dónde, Eunha? —la cara de la pelinegra no era nada bueno.

Jackson desapareció y Hani tragó saliva.

—Bueno, este... ese tatuaje... es el trabajo de Chaeyoung, Mina —dijo de repente.

— ¿Dónde, Eunha? —insistió.

—Gana muy buen dinero por hacerlos y son solo dos o tres cada tres meses más o menos —seguían las justificaciones.

—Eunha... —Mina se estaba cansando

—Chaeyoung es una verdadera profesional y...

— ¡EUNHA!

La chica se cubrió la cara.

—En el clítoris —dijo.

Los ojos de Mina se abrieron en su máxima extensión. El color de su rostro pasó a ser un rojo furioso y combinaba a la perfección con su labial. Sus puños se cerraron automáticamente, todo en ella gritaba explosión y nadie hizo nada para frenarla. Mina había atravesado la puerta de vidrio sin resistencia alguna e iba directo hacia la oficina de Chaeyoung sin frenarse en ningún momento.

En cuanto abrió la puerta, vio a la pequeña metida entre las piernas abiertas de una mujer que estaba recostada en la camilla totalmente desnuda. La mujer tenía todas las señales de una chica excitada; pezones erguidos, cabellos alborotados y jadeaba sin parar como si hubiera corrido el maratón de su vida. Los ojos de la chica estaban cerrados en su totalidad mientras que sus manos sostenían sus propios pechos.

— ¿Mina? —Chaeyoung alzó la cabeza para tomar una toalla de limpieza cuando vio a la pelinegra de pie.

Mina giró su rostro a Chaeyoung y le dedicó la peor mirada que jamás había hecho en su vida. Una mirada que iba cargada de todo lo malo que alguien podía sacar de ella. Sin decir una palabra se dio vuelta y, con portazo de por medio, salió de la oficina.

Chaeyoung no dudó en seguirla.

—Mina... —Eunha vio salir a toda velocidad a la chica—. Chaeyoung... —detrás venía la pequeña que tampoco frenó ante el llamado de su auxiliar.

Cuando llevaban una cuadra recorrida, Chaeyoung la alcanzó y tomándola del brazo, la frenó.

—Mina...

—NO ME TOQUES.

Esas manos estaban sucias para la pelinegra. Chaeyoung se alejó inmediatamente de ella. Sin embargo, Mina fue la que cerró la distancia.

¡ZAS!

Otra cachetada que iba a aumentar el número de moretones en la cara de la pequeña

— ¿Quién mierda te crees para tratar de tocarme con las mismas manos que estabas tocando a esa puta para hacerla acabar? ¿Quién? —reprochó.

—Es... es... es solo un tatuaje —dijo Chaeyoung con su cabeza agachada

—Solo un tatuaje. ¡Solo un tatuaje! —Mina sacudía sus brazos mientras se movía nerviosa—. Resulta que yo estoy pensando todo el día en ti, con la cabeza llena de remordimientos por ti, dejando mi trabajo de lado para venir a buscarte y la señorita está haciendo un puto tatuaje en la vagina de una mujer —de nada servían los buenos modales.

—Mi—

— ¡SOY UNA ESTUPIDA! —se reprochó.

Chaeyoung agitó su cabeza de forma negativa y Mina se rio.

—Sí, soy una estúpida. Yo pensando que me amas, que estás pensando en mí, que me ibas a ver e ibas a sonreír, e ibas a correr hacia mí mientras a ti lo único que te interesa es dibujar y hacer esos estúpidos tatuajes, y si es con otras mujeres entonces mejor —dijo con rabia.

—No... no es cierto —a Chaeyoung no le gustaba lo que estaba escuchando—. Tú... tú... no es cierto —dijo—. Pienso todo el tiempo en ti y sí te amo —dijo, mirándola a la cara.

Mina se acercó aún más a la chica.

— ¿Piensas en mí? ¿Me amas? ¿En qué momento? ¿Pensabas en mí cuando tenías tu cara en el clítoris de esa mujer? ¿O cuando la estabas haciendo acabar por quinta vez? ¿En qué momento, Chaeyoung? ¡Dime! —presionó, empujándola un poco.

Chaeyoung negaba.

—No digas... no digas eso...

— ¿Qué pasa? ¿Ya te cansaste de mí? ¿Ya no te caliento? Ahora necesitas otra chica para divertirte, necesitas a otra para que te ponga dura como yo ya no lo hago, eso pasa, ¿cierto? —seguía provocando a la pequeña; los celos la habían dominado.

Chaeyoung volvió a negar, pero no pudo decir palabras porque la mano de Mina ya estaba agarrando fuerte su pene.

—Mina...

— ¿Está duro desde que está ella con sus piernas abiertas en tu cara? ¿Sus orgasmos te pusieron así? —apretó con más fuerza y vio a Chaeyoung retorcerse. Mina le soltó el miembro de inmediato—. Eres patética —dijo e intentó caminar lejos de ella.

Poco pudo avanzar porque en un segundo Chaeyoung la había agarrado y la había arrastrado para dentro de uno de los callejones que caracterizaban la ciudad de Nueva York.

— ¡Suéltame! —Mina luchaba contra el agarre hasta que la pequeña la apretó contra una de las paredes; parece que alguien estaba por conocer la parte animal de la tatuadora.

Chaeyoung intentaba besarla, pero Mina siempre lograba quitar la cabeza para que el beso fuera a parar a cualquier lado.

—Quédate quieta —le dijo Chaeyoung, tomando su cara—. Quiero besarte —repitió, mirándola a los ojos.

—Ni te atrevas, Son, ni te atrevas —advirtió Mina.

Chaeyoung no le hizo caso y apretó fuerte las mejillas de Mina para que su boca resaltara. Sin demora, la besó sin piedad alguna. Con fuerza, Mina la empujó un poco.

¡ZAS!

Y sumaban cuatro.

¡ZAS!

Cinco.

Mina daba lucha hasta que finalmente Chaeyoung pudo volver a neutralizarla, tomando sus brazos por encima de su cabeza y pegando su pelvis a la de Mina fuerte contra la pared, el rarón estaba clavado justo en la entrepierna de la pelinegra. La lucha seguía entre ojos ahora, ojos cafés desafiaban a los otros y estos últimos respondían sin piedad.

—Te... te fuiste... me dejaste sola —fue Chaeyoung la que rompió el silencio.

—Te lo merecías —contestó Mina, venenosamente

—Te acostaste con él, ¿cierto? —los celos que Chaeyoung había podido dominar durante la semana habían despertado en cuanto vio a Mina

— ¿Y qué si lo hice? No es tu problema —no era la pelinegra la que hablaba.

— ¡Eres mía! —reprochó la pequeña al mismo tiempo que soltaba los brazos de Mina para tener ambas manos libres. Su pelvis recargó aún más el peso sobre la de la otra chica.

— ¡No lo soy! —contestó con rabia.

— ¡Sí lo eres! —Chaeyoung llevó sus dos manos a los pechos de Mina y los apretó. El gemido de la pelinegra llegó enseguida. Mina trató de protestar, pero los labios, dientes y lengua de Chaeyoung ya estaban dentro de su boca, explorándola ferozmente.

Mina dejó que la pequeña llevara el ritmo y agregó su propia lengua a la pelea. Finalmente tomó aire y aprovechando la pared, tomó impulso para empujar a la pequeña, alejándola de ella.

Chaeyoung se quedó quieta en el lugar con la cabeza agachada y respirando agitada. Su erección estaba presente más que nunca. La pelinegra avanzó despacio hasta ella y con una de sus manos, tomó su rostro con violencia y examinó sus ojos con intensidad. La otra de sus manos fue directamente al cierre del pantalón de la chica y lo bajó de un tirón.

—Mina...

—Cállate —ordenó la empresaria—. Solo quiero esto —los ojos de Chaeyoung se pusieron blancos cuando Mina agarró el duro pene y lo sacó de sus bóxers. La peliengra retrocedió y se apoyó en la pared—. Fóllame —le pidió— ahora —agregó, levantándose el vestido

Chaeyoung negó con su cabeza y se alejó.

— ¿Qué pasa, Son? ¿No es a mí a quien quieres? ¿Es a la tipa de piernas abiertas que tienes allá? —provocó.

Chaeyoung volvió a negarse y esta vez Mina rio y dejó que su vestido bajara solo.

—No te preocupes, estoy segura de que a Jungkook no le va a desagradar y no me va a recha—

La mención del chico había acabado con la resistencia de Chaeyoung. Le bastaron dos movimientos a la pequeña para entrar en Mina.

— ¡Mierda, mierda! —nunca antes Chaeyoung había entrado con una sola embestida, Mina sentía las consecuencias de sus provocaciones.

Se aferró al cuello de Chaeyoung y dejó que la chica la trabajara. Sentía a Chaeyoung gozar con cada penetración mientras ella mordía su cuello para reprimir los gritos que no quería que Chaeyoung escuchara, no quería darle el gusto a la pequeña de hacerle saber lo bien que la estaba pasando. No faltaron más que ocho o nueve embestidas para que ambas acabaran. Mina clavó sus uñas en la espalda de la chica y sus dientes en el hombro. Al contrario de Chaeyoung que no ahogó el grito de desesperación que salió de su boca. Si alguien hubiera llegado solo hubiera escuchado la respiración agitada de ambas.

Segundos después, la pequeña salía de Mina y la vergüenza la invadía. Agachó su cabeza avergonzada y a la espera de lo que su novia dijera. La subió cuando sintió a Mina cerca de ella, esta vez no había ojos enojados, había otros peores; unos ojos oscuros cristalizados totalmente tristes. La empresaria besó la frente de Chaeyoung.

—Hasta aquí llegamos —susurró para después pasar por su lado y salir del callejón.

Y una vez más la pelinegra se alejaba de ella. Sin embargo, está vez había una sensación de "para siempre" difícil de superar.


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