ibiza ; albocío

By breakofgay

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Alba, una madre soltera, huye a la isla de Ibiza a la vez que Rocío va con su familia de vacaciones. Ambas co... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Epílogo

Capítulo 3

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By breakofgay

Rocío y Alba no vuelven a verse hasta varios días después. No porque ellas no quieran, ya que agradecen la compañía de la otra para olvidarse de sus batallas personales, sino porque Miguel parecía haberse vuelto a comportar como el padre y marido que es.

Cuando Rocío llegó al hotel después de estar en el parque, su marido accedió a ir a la piscina con las dos rubias. Sin embargo, ese no fue el único momento en el que las acompañó. La familia llevaba varios días haciendo diferentes planes por la isla hasta la tarde de este viernes, cuando Miguel ha vuelto a su portátil y Rocío a su cansancio mental.

Antes de enfadarse y pasar el resto del día molesta con lo que le rodea, incluida su hija, ha decidido mandarle un mensaje a Alba. La pelirrosa ha contestado a los pocos minutos. En su respuesta afirmaba que estaba deseando verla para que Aitana dejara de repetir el nombre de Nerea. Por eso, ambas madres han quedado para merendar todas juntas en el mismo parque que días atrás.

-Toma.- Dice Alba dándole a su hija un pequeño bocadillo de jamón york. Aitana se lo enseña a Nerea, que merienda exactamente lo mismo. La pelirrosa saca dos envoltorios más grandes y le pasa uno a Rocío.- Para ti.

-¿Qué?- Pregunta confusa.- No, no, Alba. No hace falta.

-Yo tengo el mío. No vas a ser la única que se quede sin comer. ¿A que no?- Pregunta mirando a las pequeñas.- ¿A que Rocío tiene que merendar?

-Sí.- Asienten las dos a la vez.

Rocío acepta con una sonrisa divertida y le agradece a Alba que haya tenido ese gesto. Cuando agacha la cabeza para desenvolver el bocadillo, la pelirrosa se le queda mirando con disimulo. Es una mujer muy guapa con un perfil casi perfecto, pero eso no se lo va a decir. Contrariamente a lo que pensó Rocío la última vez que se vieron, Nerea y ella siguen pareciéndole dos gotas de agua.

-Mami, ya.- Informa Aitana varios minutos después con las manos abiertas antes de levantarse para ir a jugar.

-Yo també.- Nerea imita su gesto, aunque con la boca llena del último trozo de pan. Afortunadamente, esta vez no se le escapa ninguna miga.

-Eh, eh, eh. Ven aquí, señorita.- Ordena Alba moviendo el dedo índice hacia sí misma.

-¿Qué pasa?- Murmura Rocío.

-Que sabe que lo que hay ahora no le gusta.- Susurra buscando en la mochila de la pequeña. Cuando Aitana llega frente a ella, desenvuelve el plátano y se lo da en la mano.

-¡Pátano!- Exclama Nerea con los ojos muy abiertos. Aitana lo extiende hacia ella, ofreciéndoselo.

-Aitana...- Advierte Alba con una mirada severa. La niña deja caer sus hombros y le pega un mordisco muy pequeño a la fruta.

-Y tú deja de querer siempre la comida de Aitana.- Dice Rocío cogiendo a su hija y dándole un beso en la cabeza.

-Mira, lo partimos a la mitad.- La pelirrosa coge el plátano y lo divide en una mitad un poco descompensada. Curiosamente, la parte más grande se la da a la rubia. Quiere que su hija coma de todo, pero tampoco es plan de torturarla.

-Alba, de verdad que no hace falta. Siempre estás tú dándole cosas y yo...- Parece que no la atiendo bien, termina mentalmente.

No digas tonterías, anda.

Como toda respuesta, Rocío emite un suspiro antes de posar a su hija en el suelo.

-Asha.

-De nada.- Contesta Alba. -Aitana.- Llama una última vez antes de que la niña se vaya a jugar.

-¿Qué?

-Te voy a estar vigilando. Si lo tiras al suelo, lo lavo en la fuente y te lo comes. Y si se lo das a Nerea, de postre en la cena te pongo plátano. ¿Entendido?

-Sí.- Murmura antes de irse caminando con la pequeña rubia.

-No pensaba que fueras tan estricta.- Alba se gira hacia ella alzando una ceja lo máximo que puede.

-Si dejo que haga lo que ella quiera, al final nunca va a obedecerme. Y como me ablande un poquito, me monta una revolución. Me ha salido la niña muy lista.- Termina consiguiendo que Rocío se ría ligeramente.

-Me sorprende lo bien que sabes comunicarte con ella.- La pelirrosa la mira sonriendo y se encoge de hombros.

-Siempre supe que quería ser madre.- Suspira y se debate mentalmente si contestar a la pregunta que le hizo el otro día. Echa un vistazo rápido a las bebés, que siguen comiendo su plátano sentadas al final del tobogán.- Desde que empecé a trabajar, todos los meses ahorraba un poquito para tener un hijo algún día.

-¿En serio?- Pregunta sorprendida por esa confesión.

-Sí. Yo sabía con casi seguridad que no podría tenerlo de forma natural. Tampoco iba a esperar a tener una pareja estable. Me daba igual ser madre soltera. Yo solo quería tener un hijo y quería tenerlo siendo joven.

-Qué determinación...- Apunta alzando las cejas brevemente, lo que causa una pequeña risa por parte de Alba. Su historia no se parece ni de lejos a la suya. Al final va a ser verdad que solo tienen en común el ser brujas.

-Sí, lo sé. Mis padres se ofrecieron a pagarme la mitad. Decían que era muy caro y que un nieto iba a ser una alegría para ellos también.

-Vaya, qué suerte. Qué mente tan abierta...- Comenta Rocío gratamente sorprendida.- Mis padres ni siquiera conciben que sea posible tener hijos fuera del matrimonio.- Rueda los ojos.- Son súper tradicionales.

-Menuda putada...

-Sí, pero se aprende a convivir con ellos.- Le quita importancia con la mano.- Yo me alegro de que te lleves tan bien con los tuyos.- La cara de la pelirrosa cambia a una neutral. Se mueve en el asiento y vuelve a mirar a las pequeñas.

-Sí, bueno. Ya no.- Rocío traga saliva pesadamente. Supone que el hecho de que su hija esté siendo perseguida por el Consejo no debe ser plato de buen gusto. De haber intuido que con su comentario iban a llegar ahí, no lo habría hecho.

Las dos adultas se sumen en un silencio tenso. Miran cómo Aitana y Nerea bajan por el tobogán, ahora acompañadas por otros niños que juegan por ahí. Rocío aparta su vista para centrarla en Alba y se siente doblemente mal al encontrarla con la mirada perdida. Ve a las niñas, pero no las observa.

-¿Salió bien a la primera?

-¿Eh?- Pregunta volviendo de su trance.

-El embarazo, que si salió bien a la primera.

-Ah. Sí, sí. Por suerte no tuve ninguna complicación. De todas formas, cogí la baja casi desde el principio.

-¿En qué trabajas?- Al hacer esa pregunta, Rocío se da cuenta de que la pelirrosa sabe más cosas de su vida que a la inversa. Sin embargo, es consciente de que no puede bombardearla a preguntas como la otra vez, porque eso solo hará que se aleje. Intenta dejar la mente en blanco, por si acaso, mientras Alba responde.

-Soy profesora de educación física.- La rubia asiente.- Me jodió tener que estar sin moverme tanto tiempo, pero claro... No era plan de ir dando saltos por ahí.- Sonríe ampliamente al ver a Rocío hacer el mismo gesto.- Aun así, cada vez que veo a Aitana pienso que fue la mejor decisión que podía haber tomado. Me hace tan feliz... -Rocío asiente-. ¿Cómo la tuviste tú?- La rubia vacila unos instantes, pero decide quedarse con ella un poquito.

-Pues mira, cuando dos personas se quieren mucho...- Deja la frase en el aire, consiguiendo que Alba suelte la carcajada más sonora que le ha escuchado hasta ahora. Rocío sonríe orgullosa: ha vuelto a hacer un chiste bueno.- Ahora en serio. Miguel y yo no estábamos pasando un buen momento y creímos que tener un hijo solucionaría nuestros problemas.

-No...- Murmura Alba. Rocío asiente, avergonzada.

-Eso no quita que la quiera más que a mi vida.- Afirma con convicción. Mira hacia Nerea y sonríe genuinamente.

-¡Mami!- Llama la pequeña rubia desde el columpio.

-¡Hola, cariño!

-¡Mami!- La imita Aitana.

-¡Hola!

-¡Mami, mia! ¡Sin manos!

-¡Aitana, no!- Pero la pequeña ignora a su madre, que ya se ha levantado para correr hacia la zona de juegos.

El columpio se va hacia delante y la morena hacia atrás, haciendo que su cabeza amortigüe el golpe. Hay un par de segundos de completo silencio antes de que un chillido resuene por todo el parque. Nerea, asustada, clava los pies en el suelo para frenar el columpio y mirar a su amiga.

-¿Tana ta ben?- Le pregunta a Alba en cuanto esta se agacha frente a su hija.

-Sí, Nere, solo ha sido el golpe. ¿A que sí?

-¡No!- Grita Aitana llorando desde los brazos de su madre. Alba acaricia la zona dolorida mientras camina despacio hacia el banco en el que estaba sentada.

-¿En qué estabas pensando?- Dice en bajo con voz muy tranquila.- Eso lo hacen los mayores, mi vida.

-¡Fío!- Pide la niña gritando. Alba mira a su alrededor, la mayor parte de las madres y padres se encuentran mirando hacia ellas.

-Aitana, aquí no puedo...

-¡Fío!

-Cariño, por favor...- Se sienta junto a Rocío, que extiende la mano para acariciar la mejilla húmeda de la niña.

-¿Tana?- Pregunta Nerea apoyándose en el banco.

-Aitana está disgustada.- Explica su madre.- Cuando esté mejor va a jugar, ¿vale?

-Vale.- Responde sin intención de irse.

-¡Mami, fío!

-Aitana, ya.- Ordena con brusquedad frunciendo el ceño. El poco llanto que le quedaba a la pequeña se corta de golpe. En su lugar, quedan unos ojos llorosos y un labio que tiembla sin poder evitarlo. Ante esa imagen, Alba relaja su expresión y suspira.- Está bien. Voy a ponerte frío, ¿vale?- Aitana asiente y recuesta la cabeza en el hombro de su madre.

Rocío, llama Alba mentalmente. La rubia levanta la mirada asustada por ese inesperado llamamiento. Coge de la mochila la toalla pequeña que hay y la botella de agua.

La madre de Nerea no pierde el tiempo. Hace lo que Alba le ha dicho y espera la próxima indicación.

Moja la toalla y pónmela en la mano.

-¿Qué vacé?- Pregunta Nerea con los ojos muy abiertos al ver cómo su madre vacía casi toda la botella.

-No lo sé, mi amor.- Responde con sinceridad.

Cuando Rocío posa la toalla sobre la palma de Alba, esta levanta la mirada hacia el resto de personas que están en el parque. Todas han vuelto a sus cosas o, al menos, eso le parece notar.

Entonces, el agua que empapa la tela se convierte en escarcha. Antes de que alguien más pueda notarlo, Alba lleva la mano a la cabeza de su hija, que cierra los ojos con alivio.

-¿Mejor?- Murmura. Aitana asiente sin apartarse del cuerpo de su madre.

-Mami.- Llama Nerea.

-Dime.

-¿Y po qué tú naces eso?- Rocío y Alba se miran, sin saber muy bien cómo explicarle eso a una niña de tres años.

-Porque no todos hacemos las mismas cosas. Alba no sabe hacer florecitas como yo.

-¿Y po qué no?- Se sigue interesando la pequeña. La pelirrosa vuelve a mirar alrededor, sintiéndose en peligro solo por estar hablando de ese tema.

-Porque a Alba se le da muy bien el agua y...

-Rocío.- Advierte con miedo en los ojos. Cuando la rubia la mira, comprende que no sabe a lo que realmente se expone Alba. Lo que para ella es un comentario inocente, a la otra le puede costar demasiado.

-¿Por qué no os vais a jugar ya? Aitana, ¿estás mejor?

-Sí.- Asiente la morena.

-Pues venga.- Alba deja a la pequeña en el suelo y posa la toalla, ahora húmeda, en el banco.

Rocío la mira fijamente e intenta concentrarse para iniciar la conversación mental. Al no ser ella la bruja de agua, es incapaz de enviarle el mensaje hasta que la pelirrosa la mira a ella.

Voy a abrazarte, no te apartes, avisa antes de deslizarse por el banco y pasar un brazo por sus hombros. Alba se sonroja sin poder evitarlo por lo inesperado del gesto.

¿Qué pasa?

Hay un señor a tu derecha que lleva mirándonos demasiado tiempo. La cara de Alba palidece al segundo. Iba a ser muy raro que tú y yo nos quedáramos mirando fijamente sin decir nada.

Rocío... Me van a pillar.

No mires hacia él. Solo dime si es un brujo.

Alba mira hacia un punto fijo en el suelo y se concentra en su derecha. Nada.

No.

-Entonces no va a pasarte nada.- Susurra la rubia antes de separarse. Le sorprende la cantidad de miedo que pueden encerrar unos ojos cuando Alba la mira.

-Tengo que irme a casa, Rocío.- El semblante de la rubia se entristece. No esperaba tener que volver a su mierda de matrimonio tan pronto.

-¿Quieres que Nerea y yo os acompañemos?- La pelirrosa niega con la cabeza y empieza a recoger sus cosas.- Alba, siento si algo de lo que le he explicado a Nerea te ha puesto en peligro.

-No ha sido eso, de verdad que no.- Cierra la mochila y se la cuelga a la espalda antes de mirar a Rocío a la cara.- He sido yo. No debería haber hecho lo de la toalla.- Explica nerviosa.- Pensé que nadie miraba y...- Resopla y, al hacerlo, la madre de Nerea nota cómo se le entrecorta la respiración.- Cuando Aitana me mira con esa cara no puedo negarle nada y puede que la haya cagado.

-Alba, yo... No sé qué decirte. Ojalá te equivoques.- Expresa con sinceridad. La pelirrosa la mira en silencio durante unos segundos y acaba negando con la cabeza.

-¿Hasta cuándo te quedas?- Rocío parpadea un par de veces, como intentando asimilar el cambio de tema.

-Hasta el viernes que viene.- Alba asiente.

-Avísame cuando tengas un hueco, ¿vale? Me gustaría quedar contigo al menos una última vez y que las niñas se despidan en condiciones.

-Claro. En cuanto pueda.- Asintiendo de nuevo, la pelirrosa se gira y camina hacia el tobogán. Pronto se oyen las protestas de una Aitana que no quiere irse, pero Rocío no les hace caso. Solo puede pensar en la frialdad y la impotencia que le espera al llegar al hotel.

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