Maldición Willburn © ✔️ (M #1)

ZelaBrambille

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En las calles se cuenta una leyenda: Rowdy Willburn no sabe querer porque ya no tiene corazón, es una maldici... Еще

Maldición Willburn
Prefacio
🎲 TOMO I | La caída 🎲
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06 (pt 1)
Capítulo 06 (pt2)
Capítulo 07
Capítulo 08 (pt1)
Capítulo 08 (pt2)
Capítulo 09
Capítulo 10 (pt1)
Capítulo 10 (pt2)
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14 (pt1)
Capítulo 14 (pt2)
Capítulo 15
Capítulo 16
Extra | Regina y Tyler
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Extra | Rowdy y Giselle
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
🎲 TOMO II | El ascenso 🎲
Capítulo 29
Capítulo 30
Extra | Kealsey y Omar
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 (pt1)
Capítulo 48 (pt2)
Capítulo 49 (pt1)
Capítulo 49 (pt2)
Capítulo 50 final
Epílogo I
Epílogo II
| P L A Y L I S T |

Capítulo 21

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ZelaBrambille


La noche del día siguiente mis padres y yo estamos reunidos en el comedor después de cenar. Me recargo en el respaldo de la silla y observo a mamá. Está hablando sobre la fiesta de Lili, sigue con los preparativos, al parecer están terminando ciertos detalles, quiere dejarlo todo listo con meses de antelación. Por lo que cuenta, será una réplica del día en el que la despidieron, habrá fotografías, globos e invitarán a los niños que convivieron con ella durante las quimioterapias.

Cuando ella detiene su discurso, me disculpo y me pongo de pie. Casi corro al jardín, necesito respirar. Una vez que estoy afuera, me siento en la banquita y suelto el aire.

Adoro venir aquí, sobre todo cuando llega la noche y se escucha el murmullo de los grillos, puedo ver el cielo, aunque no se alcanzan a ver las estrellas desde este lugar. Me ayuda a relajarme.

Minutos después sale papá, me regala una sonrisa al tiempo que se sienta junto a mí. Recargo la cabeza en su hombro casi de inmediato, su respiración pausada me tranquiliza más. Papá casi siempre huele a hospital, pero hoy no fue a trabajar, huele a champú. Decir que lo admiro es poco, se convirtió en mi héroe la primera vez que fui a su trabajo y vi cómo lo miraban los niños, llenos de alegría y cariño. Es bondadoso y tiene un corazón enorme.

—¿Cómo están los niños en Bridgeton? —pregunta—. ¿Y la colecta?

—Genial, creo que será un buen año, los niños estarán felices, ya quiero ver sus caras cuando vean los regalos en Navidad. Hemos recaudado más que otros años y todavía falta la fiesta de Krystal y salir a las calles con los botes.

—Admiro mucho el entusiasmo y la pasión que le pones a lo que haces, esos niños necesitan amor, necesitan amigos, y tú estás ahí para ellos. —No digo nada porque sus palabras me han sorprendido. No sé si se da cuenta, pero cambia de tema—. ¿Estás segura de que todo está bien? Has pasado muchos días fuera de casa últimamente.

—Creo que conocí a alguien que me hace sentir bien.

—¿Ese chico del que me hablaste por teléfono?

—Sí.

—¿Cómo es él?

—Pues... Creo que se preocupa por mí, hace unos días tuve una pesadilla y él me preparó chocolate caliente.

El cuerpo de papá se relaja como si hubiera estado preocupado.

—¿Así que chocolate caliente...?

—Sí, es una locura, ¿no? —Suspiro—. Va a la universidad, está estudiando Negocios y le gusta tomar fotografías.

No le digo que pertenece a Blacked porque no quiero que sufra un ataque de histeria, no creo que a mis padres les agrade la idea de que conviva con ellos, ni siquiera me darán tiempo para explicarles que son buenas personas. Y no porque juzguen a otros, es porque les preocupa quién se relaciona conmigo.

—Parece que es agradable, deberías traerlo algún día y...

—No es nada serio, papá —lo corto—. Solo es un amigo con el que paso el rato.

—Los amigos son cosa seria, ¿no lo crees?

—Supongo.

—Un amigo deber de estar para ti en las buenas, pero solo los verdaderos se quedan en las malas. —Hace una pausa—. Confiar en alguien es difícil, pero es la experiencia más bonita que existe. Imagina lo que es poder hablar con alguien y saber que no te juzgará y que estará para ti sin importar lo que pase.

—Sabes que no puedo creer en las personas. —Mi voz oscura, robótica.

Y me arrepiento de no filtrar mis pensamientos, él solo quiere ayudar.

—¿Cómo sabes que no puedes si nunca lo has intentado?

Aplano los labios y no digo nada. Nos quedamos callados un buen rato hasta que el frío llega y debemos volver a la casa.

Más tarde, me detengo frente al escritorio y observo los post-it, lucho con esa vocecita que se burla de mí y me dice que deje de pensar en tonterías. Sacudo la cabeza y dejo escapar un suspiro. Agarro un bolígrafo y escribo en las hojitas fosforescentes.

En el primero escribo: «tu cuerpo es perfecto para los abrazos».

En el segundo: «eres lo más bonito que he visto».

Al tercero le toca algo que pensé hace poco: «quizá puedas ser normal».

Observo los papelitos y los pego en la pared. Doy pasos hacia atrás hasta que el colchón se clava en la parte interna de mis rodillas, me siento en la cama sin despegar la mirada en el trío de cuadros de colores. Uno rosa, uno naranja y uno azul.

Saco mi celular y le doy vueltas, busco en WhatsApp su nombre. Está ahí, tiene una fotografía de él y su madre sonriendo. Son muy parecidos y tienen la misma sonrisa. Me arranco las partes secas de mis labios debido a la ansiedad, presiono su nombre y abre una ventana nueva para conversar.

¿Y ahora qué?

Mando lo primero que se me ocurre, el emoticono de una galleta.

Él responde casi de inmediato, como si hubiera estado esperando mi mensaje. Su respuesta es el emoticono de una cara babeando.

Le mando una carita sonrojada.

Él continúa el juego enviando un diablito morado sonriendo que me saca una risita.

Envío un besito.

Entonces en la parte de arriba dice que está escribiendo, mi corazón tamborilea.


Row caliente Willburn: ¿Cuándo te veré?

Giselle: Suenas un poco desesperado.

Row caliente Willburn: Responde la pregunta

Giselle: ¿El sábado? Saliendo de Bridgeton.

Row caliente Willburn: Falta mucho

Giselle: Solo unos días.

Row caliente Willburn: Lo sé, una eternidad

Giselle: Exagerado

Row caliente Willburn: No es exageración, es que quiero besarte todo el puto día.

Giselle: Yo también quiero besarte.

Row caliente Willburn: Si estuvieras aquí te comería la boca, muñequita. Quiero acariciarte, quiero sentir tu cuerpo sobre el mío, quiero estar dentro de ti.


Me atraganto. 


Giselle: ¿Ahora me enviarás mensajes calientes, pervertido?

Row caliente Willburn: Me encantas


Me quedo mirando el celular, sin saber qué decir. Él vuelve a escribir.


Row caliente Willburn: Descansa.

Row caliente Willburn: Llámame si hay pesadillas :* 



Ushio y Avril se reúnen conmigo en el descanso. Me relajo cuando ellas hablan de todo menos de lo que dijo Rome ese día.

—El viernes comeremos en casa de Avril para que nos cuentes qué está pasando con ese macizo que no deja de mirarte —dice Ushio y señala a alguien que está detrás de mí.

Miro por encima de hombro y me encuentro la mirada de hielo de Row, quien está sentado junto a Omar. No puedo evitar morder mi labio cuando él sonríe de lado con coquetería, hay un brillo pícaro en sus ojos que me hace pensar en travesuras.

Me obligo a abandonar las vistas tan bonitas porque no quiero dejar a mis amigas hablando solas.

—¿Tú nos contarás sobre la cita con Mateo? —Lanzo la bomba.

Ushio se sonroja, es todo lo que necesito para confirmar lo que dijo Mateo medio drogado, por un segundo pensé que tal vez él se lo estaba imaginando, pero ya he comprobado que no se inventó nada.

—Lo hirieron ayer —suelto.

—¡¿Qué?¡ —chilla—. ¿Él está bien?

Pero no me deja responder porque agarra su celular y se levanta. Avril y yo nos miramos y nos encogemos de hombros.

En la hora de la salida, voy al estacionamiento. Distingo su figura apoyada en mi auto. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho. Me localiza con esos ojos celestes y sus comisuras tiemblan. No puedo evitar la emoción ni los latidos de mi corazón.

No puedo hablar porque sus manos se adueñan de mi cintura y me arrastran para pegarme a su cuerpo, su boca está sobre la mía, arrebatándome no solo el aliento, también un beso que me deja aturdida cuando termina.

—¿Qué haces aquí? —pregunto después de luchar por recuperar el aire.

—¿Cómo se supone que voy a aguantar hasta el sábado? ¿Eh? ¿Tienes alguna idea? —Mordisquea mi labio inferior—. La verdad es que vine a negociar... Quédate conmigo los fines de semana. Viernes, sábado y domingo.

—Vale, pero el viernes quedé con mis amigas, así que será por la noche.

Row asiente.

Me ayuda a subir al auto abriendo la puerta tan pronto desactivo la alarma. Él espera a que abra la ventanilla, se recarga en el marco y una de sus manos se hunde en mi cabello hasta llegar a mi nuca para acercarme a él. Me besa una vez más, aunque esta vez de manera lenta y perezosa, se toma su tiempo para saborearme.

Agarro su antebrazo porque de pronto siento que pierdo el equilibrio, a pesar de que no hay forma de que vaya a caerme. Mis piernas tiemblan, mis entrañas se derriten, mis pensamientos se convierten en un huracán, pues son un desastre y no puedo pensar con claridad.

Qué bien se siente besarlo, qué bien se siente su respiración pesada golpeando mi rostro, qué bien se sienten las caricias suaves que imparte en el costado de mi cuello y que eriza toda mi piel. Me deja deseando más.

Dura demasiado poco, eso me parece, pero cuando nos separamos sus labios están hinchados y manchados por mi labial.

No quiero imaginar cómo me veo en este momento, somos un desastre.



El viernes, Avril, Ushio y yo estamos sentadas en la alfombra de la salita, mientras comemos filetes de pollo y ensalada.

Mis amigas siguen sin hacer ningún comentario sobre lo que soltó Rome ese día, ninguna insinuación ni me han mirado como si fuera un bicho raro. Sé que no son tontas, sé que saben que algo ocurrió y que seguramente lo han hablado en privado. No lo digo en voz alta porque eso sería admitir algo que no estoy dispuesta a aceptar delante de ellas, no estoy preparada para decepcionar a más personas, pero les agradezco que no presionen, que me den mi espacio, que no pregunten.

—Tengo que contarles algo —dice Avril.

Se levanta, busca en su bolso y nos ofrece un sobre, Ushio y yo sacamos una hoja y la inspeccionamos juntas. Es una invitación para irse de intercambio a Londres en un par de meses.

—El semestre pasado mandé mi solicitud, no pensé que la aceptarían. —El día de hoy está usando una chaqueta púrpura de lentejuelas, pero el brillo de sus ojos es más potente, hay mucha ilusión en su mirada. Avs está llena de sueños, ella me inspira a tenerlos porque siempre repite que nada va a detenerla, que un día todo el mundo sabrá su nombre—. Estoy pensando en irme.

—¿Estás pensando? —cuestiona Ushio—. ¡A la mierda! ¡Tienes que ir!

—Sí. —Sonrío—. Creo que es una gran oportunidad para tu carrera.

—La facultad está entusiasmada.

—¿Y tú?

—¿La verdad? —Asentimos al mismo tiempo—. Quiero largarme, vivir aquí me consume, voy a irme y me convertiré en la actriz gorda más jodidamente talentosa que existe y toda esa gente gordofóbica tendrá que tragarse mis películas, incluyendo mi madre.

Avril se carcajea, fascinada, con esa risa que podrían escucharla en otro planeta por lo ruidosa que es. Es de esas risas que te hacen reír, que te contagian la alegría.

El tema cambia radicalmente cuando Avril señala a Ushio y le pide que le cuente todo sobre «el buenorro de los tatuajes». Ella se sonroja.

—Es un buen chico y ha pasado por cosas difíciles, trabaja muy duro porque está ahorrando dinero para entrar a la universidad, no pierde la esperanza. —Su timidez me parece adorable, más cuando empieza a jugar con un hilo de la alfombra y nos mira desde debajo de sus pestañas—. Hablamos casi todos los días.

—Tus padres te van a matar —suelta Avril, quien no puede evitar reír entre dientes.

Ushio encoge los hombros.

—No me importa, ya no me importa, ya no quiero que se metan en mi vida.

—¿Y Rome? ¿Te ha dicho algo? —pregunto.

—Hemos charlado en la universidad cuando nos encontramos, pero nunca de nosotros.

—Ese día fue muy grosero.

—No lo fue, Gi, él es así y a mí precisamente me gustaba por eso, por su libertad y lo salvaje que es, no pretendo ni quiero cambiar su forma de ser.

—Pero no hacía falta clavar el cuchillo en la herida —interviene Avril.

—O tal vez sí, por eso pude darme cuenta de que le pedí más de lo que está dispuesto a darme, yo no me atrevería a lastimarlo si sé que eso le duele. Ya entendí, lo quiero muchísimo como para arruinar nuestra amistad, solo necesito un tiempo para que todo vuelva a su lugar.

—Y mientras eso pasa te vas a follar al bombón con tatuajes.

Las palabras de Avs hacen que Ushio se sonroje, se tapa la cara para ocultar la vergüenza. Me parece muy graciosa la situación, pues mi amiga no es tímida para esas cosas, ella ha estado con muchos chicos, es todo lo contrario a lo que cualquiera pensaría que es debido a su crianza tan estricta.

—No lo estás usando para olvidar a Rome, ¿verdad?

Me observa con sorpresa y niega con la cabeza.

—¿Qué? No, no, Mateo me gusta, me gusta mucho. Lo vi después de que me contaste que lo hirieron, fuimos al parque por otro helado y platicamos. Me dijo que irás hoy. —Junta sus palmas como si fuera a rezar, automáticamente sé qué va a pedirme—. ¿Puedo ir? Porfa, porfa, porfa.

—De acuerdo.

—Ustedes dos son unas lunáticas. —Avs gira los ojos, pero se ve muy divertida.

Después me piden que les cuente sobre Row, yo intento mantenerlo en el lado seguro. Solo hablo del sexo porque eso no me pone en peligro.

Cuando el sol cae y llega la noche, es hora de marcharse. Nos despedimos de Avs, quien no cierra la puerta hasta que arrancamos. Mi amiga busca una canción, encuentra una de Britney Spears y la tararea durante todo el trayecto, que no es mucho. Mateo está afuera en el momento en el que aparcamos, esboza una sonrisa gigante tan pronto localiza a mi amiga. Se ve tan bien como siempre, no como si tuviera una herida en alguna parte.

—¿Le dijiste que vendrías? —le pregunto a mi amiga.

—Sí. —Suspira.

La saluda envolviéndola en un abrazo y veo que le susurra algo en el oído que la hace soltar risitas nerviosas, a mí me guiña un ojo a modo de bienvenida. Acto seguido, nos lleva al interior rodeando nuestros hombros, una en cada lado. Todos están reunidos en la cochera. Row y Omar están sentados cerca de Angel, quien está preparando carne en una parrilla. Kealsey, Tyler y Regina están apartados, sentados en el césped, algo alejados de los otros tres.

—Ya llegaron, familia, ¡las dos mujeres que me traen loco! —grita y nos arranca una carcajada.

Row levanta la cabeza y me busca, sus ojos se estancan en los míos un momento, luego recorren mis piernas, desde los tobillos hasta las caderas, y sigue subiendo, quemándome con el paseo lento de sus pupilas. La seriedad en su cara me gusta, con el rostro imperturbable me pide que me acerque moviendo su dedo índice.

—Ella es Ushio. —Mateo es el encargado de presentarla.

—Ya sabemos, genio —suelta Omar—. Vamos a la misma universidad y es amiga de Giselle.

Ushio los saluda con un beso en la mejilla, Angel no se muestra muy contento con la visita, pero sabe disimularlo bien. Me sorprende mirándolo con aire crítico, espero que no se atreva a meterse con Ushio, si lo hace no dudaré en sacar las garras, nadie se mete con mis amigos. Alza una ceja, preguntándome en silencio. Yo hago una mueca y lo ignoro.

Angel me cayó increíble las primeras veces que lo vi, fue amable y hasta lanzó unas cuantas bromas. Pero de un tiempo para acá ha actuado de esa manera tan arisca y malhumorada. Que se vaya al carajo.

—Lo sé, pero quiero que todos la conozcan bien, ¿sabían que es la mejor de su generación? —Él la mira con los ojos brillantes, llenos de admiración.

Ushio se ríe y le da un golpecito en el hombro, se hunde más en el costado del chico que ahora le está rodeando la cintura. Unas cuantas bromas después, Mateo se disculpa y se la lleva al interior de la casa. Los observo hasta que desaparecen. No sé en qué momento estos dos empezaron a llevarse tan bien.

Entonces una mano captura mi muñeca y lo próximo que sé es que estoy en los muslos de Row, sus manos me aferran y me ayudan a encontrar equilibrio. A mí se me escapa un grito de sorpresa que es opacado por su risotada. Me acomodo, pero no puedo moverme mucho, ya que su agarre es duro e inflexible. Me tiene bien anclada a su regazo y la verdad es que no me molesta.

—Hola —saludo a los tres.

Omar me sonríe, pero gira los ojos con diversión cuando Row sumerge la cara en mi cuello, aspira lo que supongo es mi perfume y luego deja besitos que hacen que me remueva, nerviosa.

—Deja a la chica en paz un minuto, la vas a asustar —dice Angel.

Row le contesta con un murmullo incomprensible, está demasiado ocupado con mi cuello, que se ha vuelto más sensible de lo normal ahora que le está dando atención. Cuando sale de su escondite lo primero que hace es buscar mi boca. Rodeo sus hombros con un brazo y dejo que me bese. A pesar de que quiero profundizar y de que él, posiblemente desea ir más profundo, solo nos damos besos cortos, tronados y húmedos.

Ugh, consíganse un hotel, intentamos entablar una conversación — dice Omar.

—Envidioso, como tú no tienes a tu chica en el regazo —responde Row.

«Su chica». Mi garganta se cierra, me entra un poco de pánico.

Me echo hacia atrás.

—Voy a ir con las chicas un rato —digo.

—¿Está todo bien?

Asiento y pongo distancia levantándome, frunce el ceño, pero no dice nada por mi repentina actitud, ni siquiera creo que se haya dado cuenta de lo que dijo. Él es así, yo no. Se queja y hace un mohín, en otras circunstancias me parecería gracioso, justo ahora quiero alejarme y jalar aire.

Me cepillo el cabello con los dedos mientras me aproximo a Keals, Regina y Tyler, también acomodo mi ropa y me saco los tacones al llegar al césped. Me repito una y otra vez que solo estaba bromeando con sus amigos, que él es el primero en marcar la línea entre nosotros y que no debería preocuparme.

«Pásala bien, Giselle, joder, ¿por qué todo te pone a la defensiva?».

—Pelirroja, creímos que Willburn no te soltaría —dice Kealsey y alza ambas cejas.

—¿Atraparon a los abusadores? —cuestiono ya que estoy sentada y he acomodado mi falda para que no se vea nada. No respondo nada sobre su comentario, necesito distraerme y cambiar el tema.

—No, creemos que se escondieron en el otro lado de la ciudad, no podemos romper los acuerdos, tenemos que esperar a que vuelvan.

Tyler y Regina están demasiado entretenidos en su plática como para prestar atención. Ty deja un beso en la mejilla de Regy y se pone de pie, se disculpa con nosotras con demasiada educación y se une a los chicos.

—¿Ya me vas a decir qué carajos está sucediendo? —Keals no se escucha muy contenta.

Regina se pone nerviosa, abre y cierra la boca en repetidas ocasiones, no dice ni una palabra. Siento pena por ella, seguro no sabe cómo explicarle a su prima, no debe de ser sencillo informarle si luce como si quisiera arrancar cabezas o volarlas con su pistola. Me dan ganas de sacudir a Regy para que diga algo, cualquier cosa.

Keals bufa.

—Le voy a advertir a ese...

—No, Keals, por favor —dice al fin—. Él se está esforzando, a pesar de que le aseguré que no era necesario. Tomará clases en línea.

Eso hace que Kealsey se detenga y la mire con sorpresa.

—¿Clases en línea?

—Sí, se inscribió en una universidad para empezar el semestre que viene, dijo que aceptará un ascenso en el restaurante y que hablará contigo y con mi padre.

—No estoy entendiendo nada —murmuro.

Keals suspira.

—Los padres de Tyler murieron hace unos años en un «accidente», él casi muere. En su familia hay un montón de carroñeros que hicieron todo lo posible por arrebatarle su herencia. Las influencias y el poder pudieron más que la justicia, se quedó en la calle, se lo quitaron todo. Escapó porque cree que su familia es la responsable del accidente de sus padres y teme que le hagan lo mismo. Abandonó sus estudios y se dedicó a ocultarse. Durante mucho tiempo estuvo deprimido, a veces no estoy segura de si ya lo superó. Hemos intentado que vuelva a la universidad o que se tome las cosas en serio, pero era como hablar con la pared.

Giro la cabeza y observo a Tyler. Dice algo que hace que los demás se carcajeen.

La depresión es una enfermedad silenciosa que te consume lentamente, es como el cáncer, si no te atiendes seguro acabará contigo. Él se ríe y hace reír a los demás, cualquiera pensaría que es feliz, es tan triste saber que quizá dentro de él no hay más que tristeza. Y esas son las enfermedades mas peligrosas, las que están ocultas en tus pensamientos.

Se me viene a la mente que los padres de Angel, los de Kealsey, Omar y Tyler murieron, la madre de Mateo murió y Row perdió a esa vieja amiga.

—¿Te has dado cuenta de que todos ustedes han perdido a alguien? Como que el dolor los unió.

Ella se ve sorprendida por mi acotación, pero no dice nada. Regina tampoco, creo que ella está muy distraída el día de hoy, confirma mis teorías, pues se levanta y sigue a Ty cuando este ingresa a la casa.

Las dos nos quedamos en silencio viendo a los chicos. Omar mira a Keals y le sonríe, a ella se le escapa un suspiro soñador.

—Eso como que suena a que te mueres de ganas de estar con él —susurro.

Ella se aclara la garganta.

—Lo hago, lamentablemente Omar no se toma las cosas en serio, funcionamos mejor cuando somos amigos.

—¿Estás segura? Porque él siempre busca la manera para estar contigo.

Sonríe con tristeza.

—Estuvimos juntos, terminamos hace cuatro años, él me lastimó mucho. En aquel entonces no le importaba nada, ahora ha madurado y seguramente se siente culpable por lo que pasó.

—Regina me contó un poco.

—Regina solo supo lo que pasó ese día porque estaba en casa. Él era mi mejor amigo, Gi, nos apoyamos cuando nuestros padres murieron, pero él estaba tan enojado y triste, cambió y dejó de ser el chico que amaba. Peleábamos todo el tiempo, me terminaba y volvíamos después de tener sexo. Dejó de hablar conmigo, me alejó, yo no supe cómo ayudarlo. Ese día discutimos y terminamos, pensé que lo arreglaríamos, siempre lo hacíamos, pero un día llegó con esas chicas y fue todo, mi corazón se rompió por completo esa noche. —Su voz se escucha rota, temblorosa.

—¿Nunca han hablado sobre eso?

—Sí, el día siguiente me pidió perdón. Lo hizo estando borracho, pero ya todo estaba jodido.

—¿Crees que él ya no te ama?

—Estoy muy segura de que lo hace, me lo repite todos los días.

—Y tú también lo amas, ¿o me equivoco? Eran adolescentes, cometieron errores, acababan de perder a sus padres y les tocó ocupar el cargo en la hermandad.

—Prefiero esto, apoyarnos y estar ahí para el otro.

—¿Y si llega una chica y él se enamora de ella?

A mi pregunta le sigue un largo silencio, después de un rato contesta.

—Bueno, dolerá como el infierno, pero tendré que aceptarlo.

—Entiendo —digo asintiendo.

Le doy un vistazo de reojo y noto el aire melancólico que hay a su alrededor en este momento, no es algo que pase a menudo. En sus ojos felinos veo tristeza y quizá hasta resignación. Me atrevo a alzar la mano y apretar su hombro, ella me mira. Sus ojos se nublan, pero parpadea y espanta las lágrimas.

Y entonces la veo, por primera vez. Puedo ver a una niña asustada luego de perder a sus padres, una niña que tal vez amaba este mundo o tal vez no, pero que de igual forma decidió seguir con el legado de su padre porque quizá era una forma de aferrarse a los recuerdos, puedo ver a una niña abrazando a su mejor amigo, los veo llorando juntos y luego perdiendo el control. Y los veo ahora, sufriendo por los errores que cometieron y deseando no haberlos cometido.

—Gracias, pelirroja —susurra. Se queda callada un segundo, luego vuelve a hablar—. ¿Puedo preguntarte algo?

Mi mano cae y debo mirar al frente, asiento con la cabeza, a pesar de que quiero decir que no y deseo salir corriendo.

—No necesitas responder —aclara—. ¿Sufres muchas pesadillas?

Agacho la cabeza y me concentro en el césped. Ella dijo que no era necesario responder y no quiero hacerlo, al mismo tiempo siento una presión en el pecho que me hace abrir los labios para poder respirar. Las palabras de papá se burlan de mí.

—Sí —logro pronunciar—. Tomo terapia.

—Pero... ¿Estás bien?

La intensidad de su mirada y la fuerza de su pregunta me derrumba. Tengo que apretar la mandíbula para seguir controlando mis emociones. ¿Cuántas veces las personas se detienen para preguntarle a alguien más si se encuentra bien? Muy pocas, porque es más fácil fingir que nada malo sucede, es más fácil ignorar la tristeza y cubrirse de una felicidad instantánea.

—A veces lo estoy, a veces no. —Alzo la mirada y la observo, está prestando atención. Antes de poder detenerme empiezo a hablar, como si mis sentimientos estuvieran desbordándose y necesitara con urgencia que alguien entienda, a pesar de que nunca lo he necesitado—. Las pesadillas son como proyecciones de lo que viví, pero nunca son claras, son oscuras y me aterran. Tengo amnesia disociativa, hay cosas que recuerdo y hay otras cosas que mi mente ha decidido ocultar. Es como estar dividida, como un espejo fragmentado. Y es muy jodido no tener idea de quién mierda eres, perder una parte de tu vida, no saber qué hiciste ni qué mierda pasó como para que tu propia mente haya decidido esconderte cosas que te pertenecen porque sabe que es tan jodido que no puedes afrontarlo.

Kealsey extiende su mano y me ofrece su palma. Dubitativa, la tomo. Sus dedos se cierran a mi alrededor y me dan un apretón.

—¿Y por qué no empiezas de nuevo? Como si fuera una oportunidad para partir desde cero. A veces recordar no es lo mejor, yo recuerdo a mi padre muriendo en el suelo, la sangre saliendo de su boca, sus ojos mirándome asustados y las palabras atoradas en su garganta. Me llené de sangre, no dejaba de llorar. Daría cualquier cosa por olvidarlo.

—No recordar es incluso peor porque no entiendes qué es lo que te atormenta, no sabes contra qué estás luchando, ¿cómo puedes defenderte si no sabes quién es el enemigo?

—Tienes razón. —Hace una pausa—. ¿Willburn sabe esto?

Niego.

—Por favor no le digas.

—No tienes que pedirlo, Gi. —Ella me da otro apretón antes de soltarme—. Lamento que tengas que vivir algo así, supongo que todos tenemos nuestros propios demonios, pero debe ser horrible no poder reconocerlos.

Asiento y respiro.

Kealsey no me mira con lástima, solo puedo ver comprensión en su mirada y eso me tranquiliza.

A eso le sigue un cómodo silencio en el que solo miramos a los chicos. Row nos está mirando con la frente arrugada, luego se concentra en mi cara, es evidente que se ha dado cuenta de que hablábamos de algo importante. Lo tranquilizo dándole una sonrisa, sin embargo, la tensión en sus hombros no desaparece. Sigue hablando con sus amigos, pero sus ojos están atentos a mis movimientos.

—Row también sufrió cuando era niño, no de la misma forma, pero lo convirtió en una persona cerrada, así fue durante mucho tiempo. Cuando lo conocimos estaba buscando problemas dándole un golpe a Omar, habría sido un acto suicida si lo hubiera hecho con las personas equivocadas, ¿entiendes? Esa era su intención. Los primeros años bebía y follaba todo el tiempo, por todos los rincones, de ahí viene lo de la maldición. —Gira los ojos—. No le importaba en absoluto lo que sucediera. Reprobó grados, la relación con sus padres se vino abajo. Era gris, estaba triste y enojado.

No puedo imaginarlo de esa manera, Willburn es color rojo, es pasión y travesuras.

—Cuando casi perdemos a Angel, él se dio cuenta de lo que estaba haciendo, fue como una bofetada. Se puso al corriente con sus estudios, habló con sus padres y les pidió disculpas, ya casi no bebe, incluso intentó esa relación con Juliet que al final no funcionó —continúa—. El día que volvió de la universidad después de que le sacaste la navaja estaba tan contrariado que se estuvo jalando los cabellos durante horas.

Ella ríe, rápidamente se convierte en una carcajada que se me contagia.

—Él está demasiado perdido en la marea de cabellos rojos.

—¿Qué significa eso?

—Que Willburn nunca se había portado así con nadie, yo creo que existe una gran posibilidad de que su corazón se descongele.

Me tenso. Keals me estudia ladeando la cabeza, así que me obligo a relajarme.

—Yo creo que es fácil para los dos porque estamos en la misma página. —Me encojo de hombros.

—Ya veremos —suelta con un tono que me hace sospechar, ella habla antes de que pueda decirle algo—. Cambiando de tema... Esta semana me escaparé, tengo que hacer un trabajo secreto, ¿me acompañas?

Me sorprende que me invite a ayudarla.

—¿De qué se trata?

—Seremos espías —murmura y entrecierra los ojos, actuando como una chica misteriosa.

—¿Por qué no se lo pides a uno de los chicos?

—Porque ellos no quieren que lo haga, se están comportando como unos padres sobreprotectores, sobre todo Omar, y no lo soporto. —Gruñe.

—Vale, te acompaño.

—¡Genial! —exclama con entusiasmo—. El jueves paso por ti a la universidad, no le digas nada a Will.

No tengo tiempo para responder porque alguien grita que la cena ya está lista. Me levanto y sacudo mi falda, Keals hace lo mismo con su pantalón. Las dos nos unimos a los chicos. Cuando llego Row me sonríe y me muestra un platito con varias brochetas. Se aproxima y rodea mi cintura.

—Vamos adentro, muñeca.

En el interior están Ushio y Mateo platicando en el sillón, tan inmersos en su conversación que no se percatan de nuestra presencia, la cercanía entre ellos no me asombra. No puedo dejar de pensar en Rome y en que si viera esto se volvería loco de celos, una buena amiga le advertiría, pero en este caso estoy entre dos amigos y no debo meterme en sus problemas, deben arreglarlos solos.

Con su mano en mi espalda baja me conduce hacia el comedor. Nos sentamos uno al lado del otro y comemos las brochetas, también una papa con mantequilla, queso y tocino que sabe delicioso. Al final me olvido de la carne y me enfoco en la papa, más bien, se la robo a Row

—¡Oye! Dame un poco, envidiosa.

Ríe cuando me volteo para que no la alcance, se las arregla para quitarme el aluminio, yo me quejo haciendo un puchero. Es mi turno de reír, pues gira los ojos fingiendo fastidio y me la regresa.

Minutos después Regina y Tyler salen por el pasillo y van hacia la cochera dando pasos apresurados, se ven nerviosos y no se percatan de que estamos aquí y acabamos de ver que estaban encerrados en una habitación. Las mejillas arreboladas de Regy y que su trenza ya no es tan perfecta son señales que me dan una buena idea de lo que estuvieron haciendo, no puedo evitar la risa. Eso capta la atención de Row, quien me da una mirada y luego estudia a la pareja que acaba de salir.

—¿Qué se traen esos dos? —Su ceño se frunce de manera adorable, su genuina confusión me enternece—. ¿Qué hacían?

—Seguro conversaban sobre el clima —me burlo.

—Listilla —dice y se echa hacia atrás, su mano rodea mi brazo—. Siéntate en mis piernas, estás muy lejos.

—Estamos muy cerca —alego, pero ya me estoy levantando para regresar a sus muslos.

—Patrañas —susurra.

Sus manos rodean mi cadera y me ayudan a encontrar una posición cómoda. Recargo el costado en su pecho y rodeo su cuello. Uno de sus brazos me sostiene, él otro va a mi muslo y comienza a ascender.

—Qué linda. —Su voz ronca me arranca un escalofrío.

Cuela su mano debajo de la falda y sus dedos aprietan mi piel. Entre risitas le doy un manotazo para que deje de hacer eso.

—No estamos solos.

Él no termina el toque, hace círculos en mi rodilla.

—No tengo la culpa de lo que hacen mis manos cuando estás cerca, son incontrolables.

Me roba una risita que es silenciada por un beso suave. Row tiene apoyada la cabeza en el respaldo de la silla y luce muy relajado mientras nuestros labios se tocan y bailan a un ritmo pausado que me hace delirar.

Muerdo su labio inferior y le doy un jaloncito, él suspira.

Un ruido me hace abrir los ojos, capto un movimiento. Me despego de él y miro a Ushio, quien está observándome con la diversión bailando en sus pupilas, aplana los labios, supongo que para no reír. De pronto me siento cohibida, yo nunca me comporto así cuando ellas están presentes, y ahora estoy aquí, sentada en las piernas de Row mientras nos damos piquitos.

—Ya me voy, Elle. —Voy a levantarme para llevarla a su casa, pero me detiene su voz—. No, no te preocupes, Mateo me va a llevar.

El mencionado aparece en mi campo de visión. Tengo que luchar para mantenerme cuerda, pues a Row se le ha ocurrido que es buena idea juguetear con el lóbulo de mi oreja. Aprieto su hombro con fuerza para que deje de hacerlo, pero lo único que consigo es una risa que manda chispas a todo mi cuerpo.

Mateo me da una sonrisita.

—Más te vale que llegue completa a casa.

—No te preocupes, caperuza, yo me encargo.

Ellos se van y Row se levanta, por lo tanto, no me queda nada más que ponerme de pie.

—Ahora sí, te quiero para mí solito —murmura en mi oído.

Camina rodeándome desde atrás, sus piernas empujan las mías, permito que me conduzca hacia su habitación. Ya que llegamos, hago lo posible por soltarme o terminaré hecha agua por cómo se siente su cuerpo contra el mío.

Me dejo caer en la cama, estirando las piernas y los brazos. Row se coloca encima de mí y no me da tiempo de pensar, ahora sí me besa con ganas, su lengua me acaricia, se une a la mía y se convierte en una guerra, en una deliciosa batalla por ver quién llega más lejos.

—Tengo que despertarme mañana temprano —murmuro.

—Tenemos, muñeca, te voy a acompañar.

Se levanta para cambiarse, busca en el armario ropa para dormir y se desviste. Yo me arrastro hasta apoyar la espalda en el cabecero y obtengo mi celular del bolsillo de mi falda. Le respondo un mensaje a papá deseándole buenas noches y otro a Rome, quien no ha parado de mandarme mensajes desde ese día.


Rome: Lo siento :(

Giselle: Ya, no pasa nada, pero la próxima vez que lo menciones te cortaré las bolas con motosierra.

Rome: Me encanta lo cariñosa que eres


Estoy distraída moviendo mis pies y revisando mis redes sociales, no me doy cuenta de que Row se sube a la cama, me sorprende arrebatándome el celular y acostándose en mis muslos. Veo que ingresa a Instagram, repasa las fotografías que no son muy personales, las descripciones. Se entretiene un buen rato mientras cepillo su cabello y paso las yemas por sus hombros y el inicio de su espalda.

Veo que saca captura de una foto donde salgo en bikini, le doy un pellizco cuando se la manda por mensaje, así hace con varias, luego deja el celular en la mesita de noche.

—Me cambiaré —digo.

Me deja ir. No tardo más de cinco minutos en ir a mi auto para traer mi bolso, esta vez me aseguré de traer cambios de ropa, también la que me ha prestado Keals. Llego al baño para cepillarme los dientes y después regreso a la alcoba.

Row está sentado, entretenido en su móvil. Dejo el bolso en el suelo y obtengo mi short y mi top para dormir, tengo un montón de estos, de diferentes colores, son de seda y tienen detalles de encaje. Le doy la espalda y me desvisto, me saco el sostén y voy y guardo lo que traía puesto en la maletilla.

Él gime.

—¿Duermes con eso todos los días?

—Sí

No demora en envolverme y tumbarme cuando me subo a la cama, está arriba de mí, respirando en mi cuello y mordiendo mi piel, sus manos deambulan por mis curvas, sin frenos, sin pudor. Encuentra la manera de quedar en medio de mis piernas, sus caderas se mueven contra las mías creando una fricción electrizante. La urgencia de sus dedos, de sus dientes y sus labios me roban una sonrisa. Su respiración es un caos, su cuerpo me busca, sus manos no saben qué tocar, tampoco sabe si besar, lamer, morder o succionar. Se siente bien que alguien me quiera así, con tanta desesperación.

Solo fueron unos días sin vernos, muy pocos, pero cualquiera pensaría que llevamos años sin tocarnos. No sé si me gusta más lo que hace con mi cuerpo o la idea de él deseándome de esta manera. Supongo que las dos, pero la segunda me lleva al límite y lo hace más fascinante.

—Row, espera... —susurro, divertida. Su respuesta es un gruñido—. Recuerda que debemos despertarnos temprano.

No me responde, está ahí, hundido en mi cuello, inspeccionando mis clavículas, respirando en mi oído para que me retuerza debajo de él.

Deslizo las manos por sus abdominales marcadas y sigo bajando hasta llegar al borde de sus calzoncillos, y no paro. Él se detiene de golpe tan pronto mi mano encuentra su erección. Apoya su frente en la mía y me mira a los ojos mientras, con absoluta paciencia y dolorosa lentitud, lo acaricio. Y lo veo, absorbo sus reacciones, lo que le causa mi toque cada vez que acelero y cada vez que juego con él. Se rompe por completo gimiendo y lanzando gruñidos varoniles, ruega para que lo haga más rápido.

—La próxima vez lo haré con la boca —murmuro.

Él tiembla, gruñe, extasiado.

—Joder, Giselle, joder mil putas veces.

Row Willburn se deshace en mi mano con rapidez y se levanta.

—Mierda, parezco un jodido adolescente.

Sale del cuarto con premura para regresar minutos después, se quita los pantalones y se cambia los calzoncillos, yo tengo que girar la cabeza hacia otro lado para no mirarlo como si fuera un apetecible chocolate, me acuesto de lado porque la tentación es demasiada.

Se une a mí y me abraza.

—Lamento actuar así, mi único pretexto es que te deseo muchísimo, todo el tiempo.

—No me molesta, así que no te disculpes.

Agarro su mano, que está en mi abdomen, y la pongo debajo de mi mejilla. Su palma caliente toca mi piel. Suelta el aire y la tensión lo abandona. Se relaja detrás de mí.

—Nunca había conocido a alguien como tú, muñeca.

—¿Alguien como yo?

—Alguien que pudiera desarmarme como tú lo haces.

—¿Eso es bueno o es malo?

—Todavía lo estoy averiguando.

Me quedo callada porque no sé qué decir y grabo sus palabras en mi mente para escribirlas en otro post-it.

Con su otra mano quita mechones de cabello y los acomoda detrás de mi oreja. Luego, su pulgar acaricia mi mejilla. Cierro los párpados, mi corazón empieza a palpitar por esa caricia tan tierna, está temblando.

—Pero creo que es algo bueno —murmura—. Porque nunca me había sentido tan vivo.

Un nudo se apodera de mi garganta, tengo que tragar saliva para calmar lo que comienza a crecer en mi pecho. Cuento hasta diez y me dejo llevar por el calor de sus brazos, el cual me arrulla, así como los besos que deposita en mi sien. Esa misma noche descubro que jamás me he sentido tan segura como ahora, aquí, sintiéndolo tan cerca de mí.


* * * 

Gracias por todo el apoyo que le están dando a esta novela, mis caperucit@s ♥

Por favor no sean fantasmitas, la recompensa de compartir mi trabajo en Wattpad es leer sus comentarios y ver sus votos, eso me llena de motivación y no cuesta nada.

Ya casi llegamos al millón y no puedo estar más emocionada, recuerden que cuando lleguemos subiré un extra muy interesante sobre Row y Gi 7u7

Nos vemos en instagram y en facebook para charlar  \*-*/

Les mando un abrazo fuerte

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