Decisiones y arrepentimientos

By DalhiaOkazaki

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Levi vuelve agotado tras perder a Farlan e Isabel. Intentando comprender cuál debe ser su razón para luchar e... More

Añoranza
Una obsesión con la limpieza
El examen
Antes de partir
Reconocimiento
La nota
Calor humano
Misión suicida
Moblit Berner
Monstruo
Gracias
La habitación de al lado
El escuadrón de Levi
Bienvenido de vuelta, capitán
Muros y piedras
Dos palabras
Después de la caída
El séptimo
Capitán Kenny Ackerman
Carnada
Narcolepsia
Enterrada
Palabras ahogadas
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Estrategia
Perseguida
Cádaver vacío
Para siempre
Gestación

Infiltrados

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By DalhiaOkazaki



Snk pertenece a Hajime Isayama.

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Girar, torcer y anudar. Girar, torcer y anudar. Era una acción que cualquier hombre en esa época habría hecho cientos de veces. Tal vez miles. Pero aquel día, su leal comandante parecía que no sabía anudar su propia corbata. Llevaba un rato observándole en silencio, como sus enormes manos metían la pata continuamente. Un gesto que tal vez hubiera hecho más veces que él mismo, pero aquel día parecía un niño el primer día que aprendía a hacerlo.

Preso de la exasperación, se dirigió hacia él con paso firme, sujetó la pieza de tela y le obligó a inclinarse. Creía que aquella escena era una ironía del papel que iba a representar. El día apenas rallaba el alba y ya era su criado.

- ¿No sabes anudarte una estúpida corbata? - añadió con sorna mientras la ayudaba.

- He perdido la costumbre de utilizar corbata desde que murió mi padre.

- ..... - ni siquiera la seda estampada podía esconder la tristeza en sus ojos - ¿A qué se dedicaba?

- Mi padre era profesor de historia. Le apasionaba la historia y el conocimiento de las culturas que habitaban la tierra. Solía hablarme sobre ello cada noche. Hasta que el ejército lo fusiló.

- Debes estar muy loco para unirte al  ejército que mató a tu padre.

- Ja, ja, ja – rió con desenfado –Tu también te uniste al ejército que pretendía colgarte de una soga.

- ....... - incapaz de rebatir esa afirmación, permaneció pensativo unos instantes – He encontrado otra razón para quedarme.

- De igual modo yo he encontrado una razón para permanecer aquí.

Los motivos que estampaban la corbata eran demasiado sobrios. Erwin Smith nunca se había caracterizado por ser una persona ostentosa, pero siempre mantenía una elegancia fría y callada. Incluso en su manera de hablar. Solamente una pieza de tela que recorría todo su cuello. Hacía cierto tiempo atrás, habría tenido tentación de apretarla más de la cuenta y estrangular a su dueño. Pero aquel sentimiento había desaparecido. ¿Quién era aquel hombre y porque le imponía aquella y extraña obediencia?

Impotente, miro sus ojos, recordando la absurda misión que tenía que hacer. En compañía. En la compañía de alguien que no quería arriesgar en aquella infiltración. Sus dedos acariciaron la punta de la pieza obligándole a inclinarse de nuevo.

- No es necesario que ella venga –apenas un susurro de voz que tan siquiera alcanzaba sus oídos.

- Sabes que sí.

- La policía interior es peligrosa. Estarán vigilando ese asqueroso castillo. Ella no es tan ágil, pero algún miembro entrenado de mi escuadrón o tal vez alguna voluntaria. Solo necesitas una mujer que me siga por los corredores-

- No sólo la necesito como mujer. Se que descubráis lo que descubráis ella entenderá su significado antes que nadie. Es lo suficientemente inteligente cómo para descifrar las claves con las que hayan podido encriptar los manuscritos reales.

- En otras palabras, que soy demasiado imbécil para entender esa mierda burocrática.

- Disculpame por eso. Confío plenamente en tus habilidades, pero el cerebro de Hanji es un tesoro que, en estos momentos, necesito en activo.

- Ya veo... - asintió en señal de confirmación.

Tal vez nunca había hecho aquel tipode gesto hacia ninguna otra persona, pero mientras se observaba en elespejo con su corbata anudada, sintió un extraño sentiminto denostalgia. Tal vez, en otro tipo de mundo, donde sus vidas nocobrasen peligro constante, ellos tres se pudiesen sentar a la mesa ycharlar animadamente sobre cualquier tema banal.

Tal vez Erwin podría perseguir elsueño de su padre y ser profesor de historia. Tal vez Hanjipermanecería encerrada en un laboratorio. Tal vez.

Mientras veía su ancha silueta abandonar la puerta para buscar a su habitación a la mujer que debía fingir ser su amante, recapacitó en silencio. Solo poseía diez falanges en sus dedos y sabía que no eran suficientes para contar la cantidad de veces que debería arriesgar su vida para conseguir su verdadera liberación. Contar era complicado, pero no imposible. Sus arriesgadas estrategias siempre eran efectivas. Aunque le costase la vida, sabía que, su derramamiento de sangre traería consigo una pronta redención.

Pero, ¿y ella? ¿Acaso no merecía vivir una vida apacible sin ser esclava de sus orígenes? Tal vez, si aquella confianza plena no se hubiese instaurado en él, le hubiera asfixiado con aquella misma corbata. O tal vez, no.

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La planta principal dispone de más de 12 salas capitulares entre las que encontramos varios almacenes dónde acumulan algunos de los alimentos de la cocina principal. También hay algunos jardines que permanecerán innacesibles por la ceremonia. Innacesible, guardad siempre este concepto en vuestra memoria.

Sobre la primera planta encontramos cuatro plantas más y una azotea desde dónde vigilan la entrada de carros. No podréis avanzar por el exterior. Deberéis ser sigilosos y trabajar sin ser vistos. La ceremonia durará varias horas. Pretenden disuadir al cortejo de nobles adinerados para depositar caudal en las arcas reales. Así que han montado un espectáculo.

Primer acto, orquesta inaugural para presentar a la concubina del gobernante. El ruido debería ser lo suficientemente ensordecedor como para atraer la atención de todos. Así cómo para evitar atraer la atención sobre vosotros.

Según acto, discursos de agradecimiento. A todos los representantes de las distintas facciones del ejército se nos ha cedido un discurso diferente que tenemos que leer. Palabra a palabra. Por supuesto, ninguno de nosotros sabemos siquiera que dicta dicho discurso. Probablemente, algún tipo de agradecimiento que no corresponde con la realidad.

Tercer acto, entrega de regalos. De igual manera, al llegar nos darán varios artefactos que deberemos fingir regalar al gobernante, con lo que la opinión de las  personas más adineradas crezca.

Cuarto acto, cena. No estaréis invitados tampoco a este acto, se os designará una mesa junto a varios criados de los asistentes en una habitación contigua. Necesitaré que estéis de vuelta para este acto. Es usual que los criados salgan fuera del castillo a fumar o pasear. Pero será sospechoso que desaparezcan durante la cena.

Quinto acto, despedida y cierre. Los asistentes abandonaremos la sala que habremos ocupado por horas. Pero tanto los criados como los ayudantes de cada asistente, deberán recoger y abanonar la estancia junto con su protegido. Si no pudieseis llegar a la cena, será obligatorio que salgáis de allí conmigo. Es una orden.

Aquellas palabras reverberaban en sus oídos como si de un eco se tratase. Una y otra vez. Mientras avanzaba ciego por aquel laberinto de pasillos. Aún podía escuchar aquella retumbante música. No pretendía ser relajada, solo pretenciosa. Nada que pudiese escuchar a diario, demasiado ruido, demasiado inestable, nada que realmente ansiara.

Giraron por tercera vez. Un largo pasillo con distintas puertas a cada lado, conforme avanzaban, parecía que el uso de cada puerta era más notable. La madera se desgastaba y le confería un aspecto lúgubre. Hanji recitaba en voz baja, de manera que sólo él podía oírla.

-Despensa, segunda cocina. Almacenaje. Cuarto de la limpieza. Sala común...

Un laberinto, solamente podía ser eso. Diseñado específicamente para evitar asaltos. Cualquier persona que no hubiera estado antes allí no podría diferencia fácilmente el contenido de una habitación sólo por su contenido. Pero ella lo hacía sin abrir ni una sola de ellas. Sus ojos se fijaban en un pequeño detalle. Huellas de harina junto al marco inferior, cocina. Aspecto ligeramente emohecido junto al pomo, lavandería. Probablemente aquella humedad se debiese al abrir aquella puerta con las manos húmedas. Nadie podría darse cuenta de aquellos detalles, pero ella sí.

Y a cada paso que avanzaba a su lado sabía con mayor precisión que era la más indicada para aquel trabajo.

-¿Cuántas veces has estado en este castillo?

- Creo que solo dos.

- ¿Sólo dos?

- Sí, cuando me nombraron capitana y vine al reconocimiento, igual que tú. Y hace varios años, acompañando a Shadis a entregar unos informes.

- ......

Definitivamente, nadie en su sano juicio podría recordar con tanta precisión aquellos pasillos habiéndolos atravesado solo un par de veces. Otro giro premeditado, el pasillo se ensanchaba y las puertas que lo decoraban parecían más ostentosas. Hanji permaneció atenta unos escasos segundos antes de continuar.

Pese a su vestimenta, podía desplazarse ágilmente por aquellos ostentosos pasillos, si lo deseaba, podría realizar cualquier maniobra vestida con aquella larga falda. No era habitual en ella vestir de aquella manera. Pero una mujer vestido con ropas de trabajo llamaría demasiado la atención. Por primera vez desde que la conocía, había sido ella la que había decidido vestir de manera femenina.

Habían llegado a la zona indicada. Distinta del resto. Tal vez sólo fuese la ubicación de los aposentos reales. Sendas habitaciones en las que habitaban los residentes más importantes de aquel castillo. Pero, cada una de las habitaciones ocupaba un tamaño colosal, haciendo que aquel pasillo pareciera interminable. Pero había una que destacaba. Justo en una esquina, al final de éste.

La había visto en el mapa que ella misma les había conferido, cotejándolo con sus propias deducciones. Una sala minúscula que solamente había visto abierta en un pequeño reflejo. Adornada con un escueta cama que la devoraba por completo, impidiendo realizar ninguna otra acción allí que no fuese dormir.

- ¿Porqué ese lugar, Hanji?

- Es sospechoso.

- Solo es un escobero o el cuarto de algún criado.

- Los criados duermen hacinados en habitaciones comúnes, cómo nosotros en el ejército – le recordó – Si un criado fuese tan importante cómo para poder dormir solo, ¿no tendría una habitación más grande? Además, si es tan importante como para dormir a seis metros del gobernante, ¿por qué ni siquiera tiene un armario o un arcón?

- Bien, ¿ y qué sugieres?

- Si observamos la vista en planta de las otras plantas del edificio. Esta es particular. Además de ser las habitaciones excesivamente grandes, es la única que tiene un muro de carga excesivamente grueso. Cómo hecho a propósito para empequeñecer la habitación.

- No te entiendo.

- El muro en plano es más o menos así – deslizó sus brazos hasta señalar una apertura considerable – Han tapado un pasillo. Tal vez estrecho, pero es un pasillo. La cama encajonada seguramente oculte la entrada. Si este muro oculta un pasillo, seguramente éste conduzca a alguna sala que no quieran que sea encontrada fácilmente. Algo que desean ocultar. Información.

Un extraño sentimiento cruzó sus sienes. Ella era una pieza clave en los planes de Erwin, por eso la mantenía al frente de su tablero defendiendo la posición. Tal vez ella fuera inteligente, pero la aguda mente de Erwin había montado aquella estrategia que funcionaba por sí sola.

Sin previo aviso, agarró su mano y comenzó a caminar más cercano a ella, mientras vigilaba las esquinas. Alerta. Notaba que ella se ponía nerviosa mientras cruzaba sus dedos con los de él, indicándole su preocupación. Conocía su papel, y debía ponerlo en práctica.

La deslizó contra una pared mientras su cadera entraba en contacto con la de ella. Sus labios ascendían por su cuello mientras ella se inclinaba abrazándole. Un pequeño susurro en su oído bastó para que comprendiera la situación.

- 5 metros. Derecha.

Acarició los mechones de su pelo en respuesta. Un pequeño código inventado entre ellos dos dos mientras le guiaba hasta la primera habitación vacía. Sus dedos acariciaron el roble macizo mientras jugaba con el pomo de la puerta. Apenas habían avanzado unos centímetros dentro de aquella desconocida estancia cuando comprendió la situación.

Levi comenzó aquitarse la camisa y los zapatos mientras la guiaba hasta la cama,obligándola a hacer lo mismo mientras intentaba serenarse paraactuar. Tal vez un golpe fuerte dejara a su perseguidor inconsciente,pero no podía arriesgarse.

- ¿ Cuánto tiempo lleva persiguiéndonos? Apenas he visto el destello de un cabello largo cuando se ha escondido. Sabe perfectamente como seguirnos sin ser vista...

- Más de quince minutos. He comenzado a preocuparme cuando he visto que no se iba.

- ¿No debería habernos detenido?

- Esa mujer es distinta. Ha recibido otro tipo de entrenamiento – un amargo recuerdo cubría sus fosas nasales, la sangre que le había salpicado en el suyo propio – Está rastreando. Desconfía de nosotros. No se creerá la farsa tan fácilmente.

- La puerta – seagarró a su espalda mientras él comenzaba a levantarle poco a poco la falda – la he cerrado, pero ahora está entreabierta.

- ¿Ves algo? -susurró en su oído.

- Un brillo.

- Mierda. Nos está vigilando a través del reflejo de su cañón. Es lista. Muy lista. Y la cabrona va sola, con lo que no es un enemigo fácil – sus ojos se encontraron con los de ella, ¿cómo podría protegerla? - No podemos llamar más su atención.

- ¿Y qué hacemos?

- Seguir el malditoplan de Erwin – sus palabras se perdieron mientras continuababesando su cuello y sus dedos se deslizaban a través de su bragueta.

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Sus largos y finos dedos se deslizaban con soltura entre los mechones de su pelo. A un costado, en una pequeña mesa que no recordaba durante todo el acto, descansaban sus gafas perfectamente colocadas. Ni tan siquiera podía discernir en qué momento las había dejado allí. ¿Realmente había fingido ese papel o el nerviosismo por ser descubiertos había borrado su mente?

No le costó demasiado encontrar su ropa interior en un costado de aquella desecha cama. Aquella larga falda hubiera ocultado su desnudez genital, pero prefería llevarla puesta. La luz que entraba a través de las cortinas le indicaba que apenas alcanzaban el final del segundo acto. Aún tenían tiempo. Levi abandonó su posición vigía junto a la puerta mientras se acercaba hacia ella.

- ¿Se ha ido?

-Supongo que tras la primera media hora se habrá aburrido de mirarme el culo.

- Ha aguantado mucho en su posición – rió en voz baja - ¿Tan malos actores somos para desconfiar hasta tal exceso?

- Tal vez solo era una pervertida a la que le gusta mirar.

- Nunca habíamos tenido público – murmuró mientras expresaba su incomodidad.

- Prefiero no volver a tenerlo – expresó mientras acaricaba los mechones desordenados que caían por su mejilla – Si Erwin vuelve a sugerirlo le rebanaré la yugular.

- Él hizo el plan basándose en los datos que posee. Si no lo hubieramos seguido ahora estaríamos siendo interrogados.

- Aún así...

- Erwin sabe lo que hace.

- En tal caso, respondeme – comenzó a levantar su falda hasta la posición en la que había estado minutos antes mientras lo hacían, acariciando con temor su muslo desnudo - ¿Por qué te ha dado un arma?

- Creyó que debía ir protegida – volvió a esconderla bajo sus vestiduras – Sabía que si la guardaba aquí nadie me cachearía y la encontraría.

- .......... -continuó observando sus piernas cubiertas del pesado tejido, prácticamente invisible. Si no supiera que la ocultaba, no sabría que llevaba una pistola atada a su muslo – No quiero que vayas armada.

- Se utilizar un arma. Aprendí en mi instrucción.

- .....

Era una conversación imposible. En ninguna clase de contexto le podría explicar el absoluto horror que significaba para él mismo que ella tuviese un instrumento solo designado para herir a otras personas. Ella no debía dañar a nadie, solamente era alguien con una gran capacidad intelectual. Su rol debía estar en aquel laboratorio sucio y húmedo. Si había que derramar sangre, él mismo se encargaría de ello. No podía permitir que ella cargase con ese peso.

Los minutos avanzaron demasiado deprisa mientras retomaban su camino. Ahora desierto. Ningún vigía al acecho. La mujer que los había perseguido por aquellos laberínticos pasillos ahora estaba desaparecida. Tal vez volviera, aún desconfiada, junto a algunos de sus compañeros. No podían permitirse que los rastrease.

Sus pisadas eran tan livianas como las de cualquier otro animal de presa. Expectante por capturar a su víctima, hasta el punto de llegar a ser inaudible. Una esquina, apartada del resto de habitaciones. La puerta parecía la misma que el resto. Pero sabía que el contenido de su habitación era distinto. Intentó girar el pomo sin éxito. Primera notificación de que era el camino correcto. Una puerta que daba paso a una habitación minúscula siempre era la acertada.

Hanji deslizó un pequeño alambre. Sus habilidades recopiladas a lo largo de tantos años de vida en el subsuelo comenzaban a resultar útiles. Un pequeño ruido sordo indicó que la dependencia estaba abierta. Apenas había tardado unos minutos en abrirla, pero la impaciencia se apoderaba de él notoriamente.

- Podría haber roto la cerradura directamente y no perderíamos tanto tiempo.

- No podemos dejar rastro, Levi.

- La próxima vez no pienso contenerme si vuelve a haber otra maldita habitación  cerrada.

Si se quedaban de pie, apenas podían entrar en aquella habitación. Excesivamente estrecha. La cama ni tan siquiera parecía confortable. Solamente ubicada allí para disuadir el contenido de la misma. Pero era importante, solamente era la entrada a otra sala que les interesaba más investigar.

Revisó con cautela las cuatro estechas paredes. Ligeros toques sobre la pared de papel pintado, buscando un pequeño resquicio que le permitiera acceder a la parte oculta. Notaba que con cada toque su corazón aceleraba. Usualmente, en las misiones que Erwin le solicitaba hacer no solía sentirse tan excitado ni tan nervioso. Siempre permanecía impasible, incapaz de sentir ninguna emoción. Como si algún instinto lo convirtiera en una máquina que le confería la suficiente concentración para poder atacar a su enemigo sin dudar.

Pero en ese momento se sentía confuso. Tal vez por la presencia de aquella mujer golpeando la pared a su lado. O tal vez era aquella pequeña arma que adornaba su muslo y permanecía presionada contra este. Otro golpe, una zona más hueca, junto a la cama. Hundió sus manos en el muro intentando buscar la abertura. Hanji comenzó a hacer señas de una diminuta línea apenas perceptible para cualquier persona. Pero ella era aguda, ella se fijaba en esos detalles. Era la auténtica razón de estar allí.

Comenzó a presionar la pared hacia dentro, como si pretendiese tirarla. Tras unos ligeros toques de fuerza, comenzó a deslizar poco a poco hacia la izquierda. Descubriendo una pequeña abertura por la que cabía un humano de tamaño medio. Y de nuevo volvía a comprender porqué ella debía estar allí. Seguramente las personas que traspasarían ese escueto muro a menudo no serían los soldados que estaba acostumbrado a ver, sino personas esbeltas y menudas cómo aquella mujer que los había perseguido momentos atrás.

Soldados distintos a los que había visto en cada reunión. Con capacidades que le eran familiares y no alcanzaba a comprender porqué. Se deslizó tras ella por la abertura, siguiendo sus pasos a través de una escalera que conducía a un escueto ático. Cuyo único acceso era la trampilla por la que acababan de acceder.

Se forzó a enfocar en la dirección proveniente del único hálito de luz. Un extraño horno de leña que permanecía encendido y cuyo olor llegaba hasta su posición. Se acercó con cautela, comprobando que el olor creía y aumentaba con cada paso. El interior era algo que se esperaba. Tal vez hiciera poco más de dos horas, pero los documentos que allí habían arrojado ahora solo eran cenizas.

¿Acaso eso era todo? ¿Toda aquella exposición solamente para descubrir que ya habían quemado lo único que podrían encontrar?

- Hanji........ -comenzó a murmurar indicándole su posición.

- Ya lo presuponía– ignoró su petición mientras abría una pequeña vitrina y observaba unos frascos – Parece algún tipo de suero. Pero no puedo comprobarlo sin abrirlo.

- ¿Qué significan esas letras? - señaló una pequeña etiqueta en un frasco.

- No lo sé. Esta lengua es distinta de las que he visto en otros libros. No es una lengua antigua en desuso, no la conozco – afirmó mientras examinaba la nota – Pero no es un frasco antiguo. Tal vez sólo tenga un par de años o tres, la tinta con la que se ha escrito apenas ha desaparecido. Es bastante reciente.

- ¿Y qué significa eso?

- Tal vez estén haciendo algún tipo de experimento que pretenden ocultar – sujetó el bote entre sus manos mientras comenzó a dirigirse hacia el fogón aún caliente.

- Cuidado, idiota. Vas a llenarte de ceniza.

- Mira estas líneas, Levi – sugirió mientras sujetaba un pequeño papel que aún no había desaparecido entre la ceniza – Los trazos son similares, es el mismo idioma.

- ¿Y porqué lo han quemado y no han tirado los frascos?

- Posiblemente los papeles fueran meras intrucciones, pero el contenido de los frascos parece que es lo suficientemente valioso cómo para que no hayan querido tirarlo si han prevenido una amenaza – sus dedos recorrieron una fina capa de polvo que parecía previamente movida antes de su presencia – Quién quiera que quemase esos documentos dudó al intentar deshacerse de estos frascos. Por lo cual, son valiosos.

- ¿Y qué contiene ese suero si puede saberse?

- No puedo averiguarlo si no lo examino al microscopio – volvió a depositar con cuidado el frasco – Si hubiera algún tipo de-

Sus palabras cesaron en el momento en que su compañero de armas la arrojó al suelo. Notó una extraña quemazón en su brazo y luego humedad. Mientras permanecía tumbada comenzó a comprender la situación. Les acababan de disparar. Ni siquiera habían dudado. Intentar defender el rol en ese momento no les serviría de nada.

Sintió la mano de Levi obligándola a permanecer en esa posición sin moverse mientras él oteaba en su dirección. Evaluando a su nuevo agresor. Apenas había mirado en su dirección y volvía a disparar. La bala se incrustó en una pared cercana. No había sido un disparo de advertencia. Probablemente estuviese mejor entrenado que otros soldados, pero su puntería brillaba por su ausencia.

- ¡Los criados tenéis que permanecer en el ala común! – vociferó sin compasión– ¡Salid inmediatamente de aquí!

Levi acercó su mano a la de ella que continuaba tumbada solamente mirando su expresión agónica. Unos pequeños roces en su mano le indicaron la única orden que podía darle. Huye.

Sin tan siquiera darle tiempo a reaccionar. Sus piernas se movieron con agilidad abandonando su posición, se escoró hacia el suelo sintiendo otra bala rozar su hombro. Hanji corrió en dirección contraria derrapando contra el suelo y buscando la abertura por la que habían entrado.

Se precipitó sobre el soldado desconocido y le tumbó sobre el suelo con una rodilla mientras presionaba la suela de su zapato contra la mano que sujetaba el arma. Podía ver demasiada seguridad en sus ojos. Utilizó su mano libre para presionar su yugular mientras observaba que sus ojoscomenzaban a empañarse en sangre. Demasiado fácil.

Sin apartar su pierna de su esternón continuó presionando. Si esperaba lo suficiente se desmayaría y sería presa fácil. Observó el cañón del arma que tan afanosamente sujetaba. Había realizado tres disparos. El primero que había alcanzado a su compañera. Otro errado. Y el último que había esquivado. Pero el arma estaba helada. Comenzó a golpear su mano sin compasión hasta que sintió que sus falanges se rompían y soltaba su extraña sujección.

Con celeridad procedió a comprobar la letalidad de aquel pequeño revólver. Pequeño, y extrañamente liviano. Como si el peso que usualmente debería portar hubiera desaparecido. Notó que sus pulsaciones separaban mientras observaba que el tambor del arma estaba completamente vacío. No era él quién había disparado.

Instintivamente se giró hacia la única salida de aquella habitación. La que instantes atrás había cruzado aquella mujer. El ruido de un golpe sordo contra el suelo terminó de provocarle un ataque al corazón. El hombre bajo él permanecía inconsciente, seguro de que su compañero, que esperaba al otro lado de la puertezuela, había cumplido con su cometido. Eran novatos y sin embargo el sigilo era mucho mayor que el de los soldados con los que convivía. ¿Quién demonios eran ellos?

Sus manos tantearon la delgada línea que separaba el suelo de madera de la abertura. La sangre se filtraba a través de las rendijas. Un cuerpo obstaculizaba su huida, presionado contra la abertura y manchando con el negro fluido que caía de su espalda.

Presionó con fuerza mientras intentaba buscar rastros de signos vitales de aquel cuerpo. No había calidez salvo la que comenzaba a desvanecerse. La sangre comenzaba a abandonar su cerebro, ¿acaso era aquello parecido a un derrame cerebral? ¿Estaba herida? ¿Era ella aquel cuerpo sin vida?

Otro fuerte empujón y la puerta cedió trasladando aquel peso hacia delante. Su corazón volvió a dividirse mientras intentaba prepararse mentalmente para ver su cadáver desangrado delante de él.

Abrió la puertezuela y el olor a pólvora se instauró en sus fosas nasales. Tenía razón. No era un sólo atacante sino dos. Otro soldado con las mismas capacidades o más desarrolladas que el que yacía incosciente en el piso superior. La sangre cubría por completo las diminutas escaleras de bajada. A sus pies, un hombre con la cabeza reventada por una bala que había aterrizado con absoluta presición en su cabeza.

Enfrente suya, aún apuntando con su arma. La mujer a la que amaba, prácticamente ilesa.

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El estado de aquella diminuta estancia de paso era un caos. Pese a que sus instintos eran perfectos, podía perfectamente diferenciar cuando sus sentimientos se interponían. Había sido consciente de que ella había bajado esas escaleras. Había sido un auténtico imbécil, ni siquiera había preveído que aquel soldado no iría solo. Por suerte, iba solamente acompañado de un compañero. Si un ejército hubiese esperado afuera de aquella habitación, ambos estarían muertos.

Podía observar algunos golpes en la madera. Ella había luchado al  encontrarle. Había sido capaz de defenderse sin su ayuda. En ocasiones sentía que la desestimaba. Y cada vez que lo hacía, ella le demostraba que aquellas pequeñas clases que en ocasiones le daba, eran fructíferas. Tal vez no tuviese la suficiente agilidad o fuerza como él. Pero era capaz de ser letal.

Observó con cautela el cadáver del soldado, parecía que había intentado asfixiarla con el cañón de su escopeta, pero ella le había arañado la cara. Intentó guardarse ese movimiento para sí mismo. Tal vez, en un futuro, necesitaría jugar sucio para defenderse. Sus movimientos la guiaron a separarse de su agresor lo suficiente cómo para tomar distancia y patear su estómago precipitándole contra la escalera.

De nuevo sus ojos barrieron el cadáver. Su mano inerte buscaba algo en su espalda. Una pistola recortaba de alto calibre. Una sola de sus balas hubiera perforado cualquier parte de su cuerpo. Si ella no hubiera tenido puntería o hubiera decidido disparar a una zona menos sensible. Ahora estaría muerta. Pero tomó una decisión. Un único tiro en la cabeza.

Dirigió sus pasos al otro soldado aún incosciente. No sabía si ninguno de los dos había alertado su presencia. Y aún estaba aquella mujer que los había perseguido pero no les había interceptado. ¿Sería aquello suficiente? ¿Por qué eran tan valiosos unos pequeños frascos escritos en otro idioma?

Sujetó la escopeta del segundo agresor y dirigió la empuñadura hacia el cráneo del soldado más joven. Había hecho aquel tipo de acción en demasiadas ocasiones. Pero jamás podría acostumbrarse. El arma cedió con un golpe sordo y supo que su cráneo acababa de partirse en miles de pedazos.

Susmanos recorrieron el camino de vuelta, buscándola. Aún intentandoasimilar lo que acababa de suceder. Sus dedos recorrieron las vetasde madera de aquel pasillo. Insonorizado. Lo que quiera que hicieranen aquel diminuto pasillo no debía ser oído. Y en aquel momento,era una ventaja para ambos. ¿Cuántos soldados pasearían poraquellas alas haciendo su guardia, sin saber que otros extrañospersonajes realizaban experimentos con aquellas jeringuillas a tansólo unos metros?

Se giró hacia ella y le obligó a soltar el arma que aún aferraba nerviosamente. Sus brazos rodearon su cuerpo mientras notaba que ella se dejaba caer sentándose en el frío suelo. Conocía esa sensación, la había sentido demasiadas veces.

- No te reprimas o será peor.

-¿Cuántos? - musitó ella en un pequeño aliento.

- No lo recuerdo. Pero fueron por razones injustificadas.

- ¿Es algo a lo que te puedes acostumbrar?

- Jamás me he podido acostumbrar a matar a una persona. Por muchas personas que mate, siguen siendo personas – sus brazos se cernieron con más fuerza mientras notaba que el cuerpo de ella comenzaba a temblar.

- He matado a una persona..........

- ......

Se abrazó con más fuerza mientras dejaba que ella llorara en sus brazos. No importaba cuántas veces manchara sus manos de sangre. Siera agresores. Si eran inocentes o culpables. Aquella sensación de desprecio hacia sí mismo jamás desaparecería. Y ahora, ella también la llevaría consigo. Una horrible sensación. Ser un asesino más.

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Se sentía incapaz de soltar su mano mientras aquel carro les llevaba de vuelta a su destino habitual. Su hogar. Sentía que aquellas últimas horas habían sido semanas. Que el tiempo que había pasado en aquella sala diminuta podría desvanecerse con el tiempo y evaporarse, como si jamás hubiera existido. O tal vez era sólo la mentira que se hacía a sí mismo para olvidar aquella grotesca sensación.

- Las páginas que encontramos sin incinerar tampoco dieron muchos frutos –continuó retomando su discurso – Parecían meros papeles burocráticos sin sentido. Tal vez algún desfalco, pero nada interesante.

- Qué hay de aquel idioma desconocido, ¿crees que podríamos encontrar una réplica en algún otro libro, Hanji? - insistió su comandante mientras se acercaba a ella en tono suplicante.

- Era una mierda escrita en otro idoma, Erwin – interrumpió mientras la acercaba más a ella dejándole que permaneciera pensativa – Si vemos esos papeles otra vez los reconoceremos. Pero ahora mismo son solo papeles sin sentido.

- Es una lástima que no trajéseis una muestra de alguno de aquellos frascos. Hubiera sido interesante poder investigarla.

- Erwin– volvió a interrumpir Levi con severidad – Hemos tenido que incinerar a esos dos soldados en un jodido horno diminuto para no dejar pruebas. De habernos traído uno de esos malditos frascos nos hubieran seguido. Y pondríamos en peligro a alguien más aparte de nosotros tres.

-Comprendo. Disculpadme por ello. Tal vez me he emocionado demasiado por ello – se aclaró la garganta y cambió su tono de voz – No quiero quedarme esperando a ver que paso da ahora el gobierno para recluirnos aún más. Así que voy a dar yo el paso. Quiero que comencéis a organizaros para una nueva expedición.

- ¿Otra vez intentando recuperar terreno inútilmente?

- No. Necesitamos conocer a nuestro enemigo. Tanto dentro como fuera de estas murallas. Hanji, - se dirigió a su subordinada que continuaba absorta en sus pensamientos – Quiero que captures un titán.

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Recorrer los pasillos de aquel cuartel era algo habitual, cansado, hastioso e incluso monótono. Pero había recibido la orden de hacer el reporte diario. Colocó su cabello hacia atrás mientras recogía los mechones que escapaban de su larga coleta rubia. Aquel día había sido demasiado extraño y un sentimiento de inseguridad la embargaba. Buscó con cautela la habitación más ostentosa, donde su capitán solía leer diariamente el periódico ignorando sus instrucciones diarias.

No sabía cuanto tiempo había pasado bajo su mando, pero cada día se hacía más largo. Aquel sádico capitán les había instruido a todos ellos a apuntar con su arma sin vacilar y a desconfiar de todo aquel ser vivo que respirase el mismo aire que ella misma. Incluido su propio capitán. Sus pasos dieron con la puerta indicada.

El hombre que la había instruido en el sanguinario arte del asesinato permanecía impasible mientras leía las páginas de un antiguo y desgastado periódico. Tosió con fuerza hasta que él se giro hacia ella, percatándose de su presencia.

-Capitán Ackerman. Vengo a traer el reporte diario – se aclaró la garganta mientras tomaba posición a su lado – El gobernante pudo llegar de nuevo a sus aposentos acompañado de su nueva esposa en sus nupcias. Varios de mis hombres se han quedado vigilando la zona alrededor de la estancia, pero dudo que corra peligro.

- ........- una mirada fría y desinteresada se posó sobre ella - No me interesa lo que haga o deje de hacer ese impostor, Caven.

- .... -intentó devolverle la misma mirada de indiferencia, ¿qué hacía que ese hombre gozara de su posición en aquel destacamento especializado? - El señor Rod Reiss ha requerido de mis servicios para ir a la ciudad, como guardaespaldas...

-Entonces haz caso al viejo, él es el que te da el plato de comida, no yo – escupió con desgana – Un perro no debería morder la mano del amo, y nosotros somos solo perros. - rió con burla ante su comentario.

-Señor..... - comenzó a dudar mientras meditaba sus palabras – He observado algo durante la ceremonia.

-Supongo que no hace falta que te explique que la boda de ese imbécil era una farsa...

- No me refiero a eso, señor....... - intentó tomar lugar más cerca mientras serenaba sus pensamientos – Encontré a una pareja de criados copulando cerca de las dependencias reales.

- Vaya, vaya. Así que alguien ha tenido huevos finalmente – volvió a reír ruidosamente – Me hubiera gustado ver la cara de esos dos. Seguro que pasar tanto tiempo lamiento las pelotas de sus amos debe ser agotador.

- ....

- Estoy ocupado, Caven. No me importa si un par de criados han fornicado en la cama del imbécil del impostor que nos gobierna.

- Pero, señor....... El hombre...... El criado,... Él se percató de que los estaba siguiendo – sus ojos temblaban ante la presencia que había sentido observándole – Pero pareció olvidarse de mí cuando estaba acostándose con esa mujer.

- No comprendo tu repentino interés por haber pillado a dos idiotas echando un polvo.

- Ellos iban vestidos de criados, pero tenían cicatrices en su cuerpo.

- Los amos azotan a sus criados.

-Sinceramente, señor. Dudaría que unos criados con la musculatura desarrollada que tenían esos dos se dejasen azotar tan fácilmente......

-Soldados...

- Así es – asintió.

- Dos soldados se han vestido con ropas usuales para poder utilizar una habitación para fo-

- Señor, eso no es lo realmente importante.

-Comienzas a cansarme con este tema. No me importa cuanto ni durante cuanto tiempo un par de idiotas ha estado retozando en una cama ajena, Caven.

- Ellos limpiaron la habitación al acabar.

- ¿Debo sentirme honrado por eso?

- Ellos no dejaron ni un solo pelo, ni una huella, ni rastro de sudor. Como si nadie hubiera entrado nunca allí – sus puños comenzaron a temblar ante el recuerdo de la presencia de aquel hombre – No eran soldados normales, señor. Dudo mucho que su objetivo principal fuese buscar una cama caliente...

- ¿Cómo eran nuestros dos invitados?

- No pude observarlos muy detenidamente. Pero eran una mujer de complexión estándar, cabello corto de color castaño y alta. El hombre....llevaba el pelo corto y oscuro, de complexión estándar. Estatura bastante baja.

- Así que un tipo bajito.... - sus ojos merodearon hasta encontrar una imagen sólida en su mente – Caven, si vuelves a ver a cualquiera de esos dos, no les sigas. Pegales un tiro. Si son capaces de entrar y salir sin que nadie se de cuenta es que son más peligrosos de los que parecen. Si eres capaz de recordar algo más de sus caras, notíficamelo.

-Solamente podía seguirlos desde lejos así que no pude obtener detalles respecto a sus facciones. Pero podría intentar-

- Es suficiente, Caven. Reiss te espera.

La mujer se despidió con algo de desconcierto. Kenny se recostó hacia atrás en su silla mientras volvía a su eterna lectura. Tal vez había leído en demasiadas ocasiones aquel periódico. El sudor de sus propias manos lo desgastaba a diario.

Abrió la eterna página que era la única que merecía su interés. Un hombre bastante alto con una misteriosa sonrisa delicadamente ilustrado junto a su mano derecha. Recordaba perfectamente los rasgos del pequeño hombre que lo acompañaba. Había visto esos rasgos años atrás, seguramente algo cambiados en la actualidad pero estaba seguro de que conservaría aún esos patéticos ojos.

- ¿Así que mi querido sobrino tiene novia? Supongo que tendré que presentarme...

.

.

.

Disculpad la demora, tuve un enorme bloqueo para escribir y mi falta de tiempo por el trabajo hizo estragos. Espero que disfrutéis el capítulo.

¡Nos leemos!




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