THE TRUTH
-Hermione, no tengo ganas de salir hoy -se quejó Annie a su mejor amiga.
-Vamos, tienes que ver lo que hicieron los chicos -insistió Hermione. El plan se había puesto en marcha. Días atrás, habían informado a Dumbledore acerca de sus sospecha hacia Cho. El director les dio ese día sábado para que comprobaran si lo que decían era verdad, por lo que debían llevar a Annie y Harry al despacho de Dumbledore.
-Annie vamos -dijo Hermione cruzada de brazos. La Gryffindor se quejó pero se levantó de su cama.
-Sólo déjame cambiarme.
Sólo se colocó unos pantalones de mezclilla, un suéter ligero y unas botas cómodas. Bajaron a la sala común.
-Bien. ¿A dónde vamos?
Hermione le mostró un pañuelo.
-Oh, no. Ni lo pienses -dijo Annie cruzándose de brazos.
Minutos después Hermione guiaba a Annie por los pasillos de Hogwarts. La castaña tenía las manos puestas al frente, para evitar chocar con algo.
-Bien, vamos a tomar un atajo -dijo Hermione al ayudar a Annie a subir unas escaleras que dirigían al despacho de Dumbledore.
-Esto me da miedo -murmuró Annie subiendo cuidadosamente cada escalón. Llegaron a la puerta y Hermione la abrió. Empujó a Annie hasta el centro de la habitación y le quitó la venda.
Annie se confundió aún más al estar en la oficina de Dumbledore, agregándole que todos estaban ahí, incluido Harry, y sorprendentemente Snape con su misma cara de siempre.
-Uh.. ¿estamos en problemas?
Dumbledore apareció por una puerta y lentamente se sento en su silla.
-Bien, ya estamos todos reunidos al parecer -dijo sonriendo amablemente. Agitó su varita y aparecieron más sillas- siéntense. Pónganse cómodos.
Annie aún sin saber qué pasaba, se sentó junto a Hermione.
-¿Alguien quiere algo para beber? -ofreció.
Todos negaron excepto Harry, cosa que sorprendió a Annie. No sabía cuántas veces se había sorprendido en ese día.
Dumbledore agitó su varita y apareció un juego de té. Lo preparó rápidamente y se lo dio a Harry.
-¿Profesor Dumbledore? -dijo Annie.- ¿Porqué estamos aquí?
-Bueno, señorita Roberts, sus amigos aquí presentes me han informado que tienen la sospecha, de que se ha usado Amortentia.- explicó.
Annie le miró confundida.
-¿Cómo?
Le señaló a Harry que parecía muy feliz mientras tomaba de su té. Todos estaban atentos a su reacción.
Pasados unos minutos donde nadie dijo nada, la sonrisa de Harry fue decayendo. Frunció el ceño, como si tratara de recordar algo.
Levantó rápidamente la mirada hasta encontrarse con la de Annie. Hermione le había quitado la taza de las manos.
Su cara se transformo a una de horror.
-Oh dios -murmuró. Se tomó la cabeza con ambas manos. De repente, había empezado a recordar, como si sus pensamientos fueran liberados de alguna parte, pero además, lo hecho en el último mes, también entró en su cabeza. Cho regalándole un trozo de tarta de melaza, él y Cho besándose en el gran comedor, Annie llorando, mirándolo dolida.
Abrió los ojos que no se había dado cuenta cuándo los había cerrado, encontrándose con sus favoritos en el mundo, que lo veían diferente a antes, distantes.
-Ann.. -murmuró.
Annie lo observó. No sabía qué pensar, o decir.
-¿Q-qué fue lo que hice? -preguntó desesperadamente a Hermione. La tomó de los hombros- ¿Todo eso es verdad? Dime que no es cierto, dime que no lo hice -rogó desesperadamente el ojiverde.
Hermione lo observaba con lágrimas, jamás lo había visto así de desesperado, de triste, de destrozado.
-No es tu culpa.. -susurró tomando sus manos.
-Yo no.. he estado un mes sin saber lo que hacía -explicó cerrando sus ojos- como si tuviera un Imperius pero no podía resistirme.
-Chang te dio Amortentia -explicó Ron llegando al lado de Hermione.
Harry los miró, desconcertado y con los ojos vidriosos.
-E-entonces.. ¿eso es real? ¿Todo lo que hice?
Ambos asintieron lastimeramente.
-¿Y-y lo de Annie también? -preguntó temerosamente. Volvieron a asentir, y Harry sintió cómo algo se derrumbaba dentro de él.
Había arruinado todo. Había hecho llorar al amor de su vida, y se sentía una terrible persona.
-Yo.. -trató de decir algo, sin éxito. Levantó su mirada y observó a Annie, quien lo veía con lágrimas en los ojos. Se percató que no llevaba los collares que él le había regalado, y tampoco el anillo, lo que terminó rompiéndolo.
-¡Siempre arruino todo! -exclamó sin poder contenerse. La primera lágrima bajó por su mejilla.
-Harry no.. -intentó decir Hermione.
-¡La hice llorar! ¡Otra vez! ¡Me había prometido a mi mismo no volver a hacerlo!
-Amigo..
Pero Harry no escuchaba. Estaba histérico y hacía ademanes cada segundo. Dumbledore lo observaba tristemente, y Snape seguía con el mismo rostro impasible, pero había algo distinto en su mirada.
Annie lo único que atinó a hacer es abrazarlo. El chico se quedó congelado, pero rapidamente la rodeó con sus brazos, estrechándola como nunca.
-Lo lamento.. -dijo lastimeramente.
-No ha sido tu culpa.. -intentó calmarlo Annie. Y es verdad, no la tenía.
-Pero..
-Harry.. -se separó un poco de él para mirarlo a los ojos. Levantó una mano y ahuecó su mejilla. El ojiverde se inclinó ante el contacto, buscando más.- Necesitas descansar.. y.. dame unos días.. entre nosotros..
Harry pareció alarmado.
-¿Qué? ¿Por..?
-Necesito pensar.. he estado un mes pensando que ya no me amabas, que te había aburrido..
-Jamás lo harías, jamás me aburrirías, y jamás dejaría de amarte -respondió este juntando sus frentes. El azabache suspiró- tómate los días que necesites.. mi beso puede esperar.
Annie soltó una pequeña risa que hizo sonreír a Harry.
-Bien. Al parecer sus suposiciones eran correctas -dijo Dumbledore rompiendo el momento, hacia Ron y Hermione. La castaña se secaba algunas lágrimas.- Veremos qué hacer con la señorita Chang. Les sugiero que descansen.
(...)
-No sé qué hacer -murmuró Annie.
-Sé que es difícil -murmuró Daphne abrazándola.
Habían transformado la sala de menesteres en un agradable lugar. Una semana había pasado desde que Annie descubrió lo que había pasado con Harry. Ellos se habían visto relativamente poco y la castaña se quebró la cabeza pensando en qué hacer.
Entre Hermione, Daphne y Annissa habian ayudado bastante a Annie. Ella pensaba que Harry no tenía la culpa, pues había sido envenenado, pero aún así era difícil.
-Él te extraña -murmuró Hermione.
Theo y Blaise asintieron.
-Nos lo dijo el día que nos disculpamos con él -dijo Theo, que estaba abrazando a Hermione.
Annie se cubrió la cara y gritó por la frustración.
La puerta se abrió sobresaltándolos. Ron entró por el hueco, seguido de Harry.
Sus ojos se conectaron por unos instantes que a Annie le parecieron eternos, pero el ojiverde terminó por apartar la mirada.
Ron rápidamente se sentó en el sofa de tres plazas en donde estaban Blaise y Daphne. Harry tuvo que sentarse al lado de Annie.
-¿Y Annissa? -preguntó Blaise.
-Tiene algunas tareas atrasadas -explicó Annie.
Los amigos comenzaron rápido otro tema de conversacion, en el que Annie casi no participaba por estar sumida en sus pensamientos. Estaba debatiéndose sobre qué hacer. ¿Debía seguirlo ignorando? ¿Debía lanzarse y besarlo como tanto quiere hacerlo?
Esas preguntas no dejaban su mente y se estaba volviendo loca.
Suspirando y temiendo perder su dignidad, alargó su mano hasta el regazo de Harry, colocando su palma hacia arriba. Si el ojiverde no hacía algun movimiento en los próximos treinta segundos, quitaría la mano y aceptaría esa pérdida de su dignidad.
Pasaron alrededor de diez segundos cuando sintió a Harry tocar su mano. La deslizó suavemente y entrelazó temerosamente sus dedos.
Harry estaba sonriendo como idiota en ese momento. No saben cuánto había extrañado esa sensación, sentir la mano de Annie junto a la suya. Suspiró tristemente al no sentir el anillo, pues ya se había acostumbrado a él, pero eso no fue impedimento para seguir sonriendo.
Sería mentira decir que los demás no habían notado aquel gesto. Hermione compartió una mirada con Theo, sintiéndose feliz por sus mejores amigos. La sonrisa idiota de Harry era la principal atracción en esos momentos, y obviamente Blaise y Ron no iban a dejarlo pasar.
-Uh, bueno. Ya extrañábamos tus sonrisas de idiota enamorado -dijo Blaise.
Harry se sonrojó pero no dejó de sonreír.
-Uh, sí. Ya me había acostumbrado a ver a Annie en el dormitorio -dijo Ron.
Annie rodó los ojos pero sonrió. Había extrañado tanto a Harry, que sentir su mano contra la de ella le hacía sentir completa de nuevo.
A Annie aveces le daba miedo lo que Harry la hacía sentir. Sin él, se sentía vacía e incompleta, pero Harry la complementaba y amaba eso.
(...)
Annie y Harry se habían reunido ese veinticinco de Marzo en la Sala de Menesteres, dispuestos a pasar un rato ellos solos. Entre las tareas, clases, trabajos interminables, Annie apenas y podía respirar. Las cosas con Harry estaban bien, habían hablado mucho y Harry hasta había estado dispuesto a darle sus recuerdos y ponerlos en el pensadero, pero Annie se había negado.
-Entonces.. ¿me perdonas? -preguntó Harry dubitativo.
Annie frunció el ceño confundida.
-¿Perdonarte qué?
-Lo que pasó... -intentó decir moviendo las manos.
-Ya te dije que no era tu culpa -repitió Annie dejando su libro a un lado y girándose para mirar a Harry de frente.
-Pero... -intentó debatir.
-Pero nada. No-es-tu-culpa. -dijo Annie. Harry suspiró bajando la mirada.
-Te hice llorar.. -murmuró molesto. ¿Cómo había dejado que pasara algo así? Quería darse de golpes contra la pared.
-Pero no eras tú.. -dijo Annie suavemente. Se acercó un poco a él y alargó una mano para acariciar su cabello. El ojiverde suspiró de satisfacción y cerró los ojos para disfrutar de la caricia. Ahora sin la poción en él, recordaba cuánto había extrañado aquellos gestos de ella.
Se inclinó en dirección a su mano para más contacto.
-Te amo.. -murmuró el azabache.
-Yo también -susurró Annie. Se acercó lentamente a él, para presionar sus labios con los suyos.
Ambos suspiraron al sentir el contacto tan conocido pero desconocido a la vez.
Movieron sus labios sincronizadamente, conociéndose a la perfección. Las caricias eran suaves, roces que les provocaban descargas eléctricas.
Harry tomó a Annie de la cintura, y en un rápido movimiento la colocó en su regazo, haciendo que Annie soltara una risa.
-Qué desesperado, señor Potter. -dijo Annie en tono de broma.
-Usted tiene la culpa, señora Potter -musitó besándola de nuevo. Annie sonrió divertida.
Annie se perdió en el mar de sensaciones que Harry le provocaba. Había pasado demasiado tiempo desde que algo similar había ocurrido.
Harry se separó suspirando pesadamente y bajó sus besos por su mandíbula y cuello, haciendo suspirar a Annie. La castaña sabía que pronto deberían parar, pero aquello se estaba sintiendo tan bien, que no podía pensar correctamente.
Sintiendo las manos temblorosas y volviendo a besar a Harry, Annie tomó uno de los botones de la camisa de su novio, desabrochándolo.
Hizo lo mismo con cada uno. Cuando finalmente abrió la camisa, colocó sus manos en su abdomen. Harry siseó.
Ahora fue el turno de Annie de regar besos por la mandíbula y cuello de Harry, haciéndolo gemir quedamente.
Harry se estaba sintiendo mareado por todo lo que Annie le provocaba. Sentía que no podría parar, pero hacía todo su esfuerzo por controlarse.
Dudando mucho, alargó una mano a la blusa de Annie. Esperó unos momentos y desabrochó el primer botón. La Gryffindor no había dicho nada, por lo que supuso que podía continuar.
Desabrochó cada uno lentamente, hasta que finalmente la abrió, y la deslizó por sus hombros, Annie quedando en sujetador.
La castaña se aferró al cuello de su novio, ocultándose ahí. Harry la abrazó protectoramente, regulando su respiración.
-¿Quieres parar? -preguntó Harry acariciando su espalda. Annie lo pensó. Ella no quería parar, pero si no lo hacía, no sabía hasta dónde llegarían.
Además, no quería dejar a Harry en ese estado. Ella sentía su.. ya saben qué, muy evidente. Suspirando, volvió a besar su cuello, dejándose llevar por su instinto.
Harry hizo acopio de todas sus fuerzas para levantarse del sofá y caminar lentamente a la cama donde recostó a Annie.
El ojiverde atrapó nuevamente los labios de su novia, pero esta vez en un beso dulce y sin prisas. Subía suavemente su mano hasta donde estaba el broche del sujetador, pero no lo quitó.
-Puedes quitarlo.. -murmuró Annie observándolo a los ojos.
-¿Estás segura?
Annie asintió. Harry dio delicadas caricias a su espalda y tras batallar un poco con el broche, lo abrió y lo quitó suavemente, arrojándolo a cualquier lugar.
Harry no despegó su mirada de los ojos de Annie, pues no quería que se sintiera incómoda, y procedió a besarla nuevamente.
Entre caricias, suspiros y gemidos, fueron avanzando hasta el punto sin retorno. Donde las palabras sobraban, y el amor que se tenían el uno al otro se demostraba, se sentía.
Harry amaba a Annie hasta la locura, era su salvavidas, su mayor razón de seguir adelante, de tener una esperanza para el futuro, donde ella esté presente todos los días de su vida.
Esa fue la prueba del puro amor que sentían el uno por el otro, que harían cualquier cosa, con tal de ver feliz a la persona que amaban.
no podía dejar a mis bebés separados tanto tiempo (:
Actualicé hoy, ya que mañana, no usaré redes en todo el día, debido al paro nacional de mujeres que se estará haciendo en México por todas las cosas horribles que están sucediendo. Así que no estaré activa mañana, pero el martes volveré a leer y responder sus comentarios (aunque algunas veces no alcance a responder muchos)
¡Nos leemos!