No sueltes mi mano [BluePulse]

By maxguinllano

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Bajo desafortunadas circunstancias y un destino del cual Bart sólo quiere huir, es como Jaime y él se encuent... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32.5
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35

Capítulo 17

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By maxguinllano

Jaime volvió luego de perderse por más de cuatro horas. El silencio de la madrugada lo tranquilizaba y menguaba su malestar. Subía discretamente las escaleras pensando en qué le diría a su invitado en cuanto lo tuviera enfrente. Avanzó escalafón a escalafón reflexionando con cada paso las palabras exactas que no se citaran a más malos entendidos o a entradas que empeoraran la situación. Deliberó arrepentido, sofocado por la culpa y la vergüenza que sentía, avanzó cabizbajo todo el trayecto de camino a su apartamento, no le quedaba de otra.

Llegó a su puerta más triste que nunca. Entró encontrando todo en silencio, como si nadie estuviera en casa. Jaime agachó la mirada pensando que Bart ya se había dormido.

-Por supuesto. Por el momento no quiere saber nada de mí... Pero... -Se murmuró a sí mismo encaminándose de todas formas a la habitación-.

Arribó a su cuarto descubriéndolo abierto y vacío. Su cabeza comenzó a hundirse entre malos presentimientos, así como su pecho, que empezó a dolerle extrañamente.

-¿Bart? –Llamó revisando cada rincón de su cuarto-.

Al no hallarlo, se dirigió al baño, luego a la estancia pasando por la cocina. Concluyó que sólo faltaba la habitación de Khaji, por lo que no dudó en echar un vistazo y quedar sin aliento en cuanto la descubrió igual de vacía.

-Bart... -Repitió repasando cada instante antes de salir del departamento-.

Reflexionó en su expresión al confesar su sentir, en el rostro que puso Bart al escucharlo, en la decisión que tomó alejándose para darle un poco de espacio. Recordó que salió corriendo, que lo escuchó llamarlo, que lo ignoró y siguió huyendo. Por su memoria pasó todo el recorrido que hizo para alejarse lo más que pudo de su hogar. Lo escuchó momentos antes de abandonar el edificio, pero ya no más allá. Por lo que Jaime concluyó que el pelirrojo se había quedado en casa, pero no.

-Acaso... -Murmuró temiendo lo peor-.

Regresó rápidamente a su habitación, cogió su teléfono y marcó el contacto del pelirrojo. Más tardó en virar y localizar el aparato que escuchar la alerta de llamadas.

-No se lo llevó... -Se dijo tomando el teléfono en sus manos-.

Salió a la estancia, revisó el perchero, vio que ninguna de las chaquetas faltaba, pero sus zapatos no estaban. Fue entonces que su mundo se le vino encima. Corrió apresurado a la puerta, tomó sus llaves y abandonó otra vez el edificio. Hizo el mismo recorrido anterior llamando a Bart a cada segundo. Incluso, empezó a hiperventilarse pensando en todas las posibilidades que pudieron haberle ocurrido al pelirrojo para no haber regresado al apartamento.

"Me siguió. ¿Cómo no me di cuenta?" Se dijo yendo cada vez más aprisa en su búsqueda. "Salió tan rápido que no se llevó un suéter ni el teléfono. ¡Dios, si algo le ocurrió jamás me lo perdonaré!" Así anduvo hasta que el Sol se asomó en la línea celeste.

Quiso darse un respiro y volver a la casa, probablemente, su amigo había regresado. Subió esperanzado las escaleras, nuevamente teniendo en cuenta aquellas palabras que le diría en cuanto lo viera, pero al cruzar la puerta y revisar cada rincón del apartamento llamándolo, su temple se desmoronó en miles de millones de pedazos. Sintió a su cordura morir, su alma desquebrajarse y su culpa ahogarlo. Se hundió en tan pocos minutos pensando en lo peor, en teorías que posiblemente explicarían por qué Bart no aparecía. No lo soportó más. Volvió a tomar su abrigo y sus llaves para reiteradamente salir a buscarlo.

Así pasaron tres noches con sus días. Jaime intercalaba sus estancias entre la calle y el apartamento. Preguntaba una y otra vez a los transeúntes, en los comercios, en los lugares públicos. Recorría las avenidas, las callejuelas, los parques, todos los sitios que quizá el menor pudo visitar. Indagó con cuanta persona se cruzara en su camino dando la descripción del muchacho. Sus ojos ámbar eran un rastro inconfundible, hecho que aún le daba esperanzas para que alguien lo hubiese visto.

Sus ansias crecían, no así sus resultados. Nadie lo había visto, nadie siquiera se habría imaginado a una persona con semejantes rasgos. Jaime dejó de ir al colegio, evidentemente, no fue al trabajo tampoco. Esos días se fueron en sus recorridos urbanos, en su caótica pesquisa a través de las tórridas lluvias y el frío, zanjando entre su paranoia, su culpa, su temor más grande y profundo por perderlo, su increíble y destructiva desesperación y tristeza.

-Ya es el cuarto día y no sé nada. –Mencionó Jaime afligido, perdido en su ensimismamiento-.

-¿Por qué no me llamaste? –Inquirió Khaji sirviendo un poco de café para su amigo-.

-No he pensado en otra cosa que encontrarlo... -Explicó el menor casi momificado en el sofá-.

-Jaime, debiste llamarme...

-Sólo quiero verlo... Yo... yo... ¡No soporto más! ¡Necesito saber dónde está y si está bien...! –Exclamó llorando, ocultando su rostro entre sus rodillas-.

-Jaime... Oye... Debes calmarte. No estás nada bien. Dime, ¿has dormido siquiera en estos días? –Le preguntó observando el semblante descuidado que su amigo mostraba-.

Pero Jaime ya no respondió.

-Oye, necesitas dormir... Esto no puede estar ocurriéndote otra vez...

-¡No es lo mismo! –Respondió metódicamente, como si hubiese adivinado el rumbo de la conversación-.

-Jaime, pienso que...

-¡NO ES LO MISMO! –Reiteró gritando, lanzando despechadamente una mirada anárquica al mayor-.

-Jaime, acéptalo, Bart no desapareció, a él no le ocurrió nada, sólo se fue. –Habló sentándose junto al menor-.

-¡No! ¡Estoy seguro que algo le pasó! ¡Ya te dije, él salió para seguirme, pero no volvió! ¡Él no conoce este barrio, ni siquiera sabe la dirección del edificio! ¡Se fue sin llevarse nada, ni abrigo, ni dinero, ni su teléfono! ¡Algo le pasó, por eso no ha vuelto!

-Jaime...

-¡Créeme! ¡Bart está en problemas, yo lo sé, lo siento en mi pecho!

-Escucha...

-¡No quiero escuchar, sólo quiero que me ayudes a buscarlo! ¡Por favor!

-Jaime, estás muy alterado y sinceramente, me asusta que estés en este estado tan neurótico e histérico...

-¡Sólo ayúdame!

-Oye...

-¡AYÚDAME! –Alzó su voz levantándose-. ¡Eres mi amigo, mi familia! ¡Si hay alguien en este mundo que puede encontrar a Bart ése eres tú! ¡Khaji, por favor, te lo suplico! ¡Ayúdame a encontrarlo! ¡Por favor! ¡Khaji, por... por favor! –Imploró arrodillándose, recargando su rostro lloroso en las piernas del mayor-.

-Jaime... -Susurró dudando, topándose con una responsabilidad moral y fraternal-.

-¡Te juro que no es lo que crees! ¡Estoy seguro que algo le pasó a Bart! ¡Él no se iría así sin más! –Levantó su cara lacrimosa mostrando su más pura debilidad-.

-¿Y si sí? ¿Y si sólo decidió irse porque se sintió incómodo?

-No, eso...

-Quizá no le agradó el siguiente nivel de su relación.

-Puedo comprender eso, pero...

-Bart no parecía ser alguien que quisiera algo más estable... él...

-¡No!

-Jaime, entiende...

-¡No! ¡Yo sé que lo arruiné, sé que me precipité, sé que pude haberlo asustado, pero él jamás se iría ese modo! ¡Esto no tiene nada que ver con lo que le dije ni con lo que siento por él! ¡Sé que algo malo le pasó!

-Jaime, ¿te das cuenta de que tratas de justificarlo justo como pasó con Traci?

-¡No es lo mismo!

-Yo pienso que sí.

-¡No! ¡Lo admito, perdí el control por ella, pero porque ella me rompió el corazón, me engañó, se alejó y sí, yo estaba perdidamente enamorado, pero esta vez es diferente! ¡Yo sé que a Bart le ocurrió algo, él no se fue, no me engañó, no me ha roto el corazón, no se alejó de mí, lo sé! ¡Algo lo apartó de mí! ¡Eso es lo que me preocupa!

-Jaime, yo...

-¡Créeme! ¡Bart es completamente diferente! ¡Esto no tiene nada que ver con lo que pasó con Traci! –Anunció poniéndose torpemente de pie-.

-Ja...

-¡Deja de decir mi nombre, sólo dime si vas a ayudarme o no! ¡Por favor! ¡Khaji, te necesito!

Ese semblante tan descuidado y derrotado le removió algo en sus entrañas. Khaji suspiró contrariado. También se levantó sacando la cajetilla de su bolsillo. Caminó hacia la cocina abriendo la ventana. El ojicafé lo siguió desesperado con su mirada. Lo vio sacar un cigarro mientras se sentaba en la cornisa. El Sol ya comenzaba a alumbrarlo todo, así que entrecerró los ojos encendiendo uno de sus cigarrillos. Jaime lo acompañó arrastrando los pies con su andar frágil y temeroso.

-¿Le preguntaste a la policía o en los hospitales? –Indagó Khaji dando bocanadas-.

-Tú sabes que Bart dijo que esos círculos estaban fuera de consulta, que no debíamos involucrarlo con ellos...

-Entiendo. ¿Entonces te pasaste estos tres días preguntando de persona en persona?

-S-sí...

-Y no has dormido, ¿cierto?

-No he podido; Bart puede necesitar ayuda, no hay tiempo para eso...

-Supongo que tampoco has ido a la escuela o al trabajo...

-Lo que más me importa en estos momentos es encontrarlo...

-Una cosa más, Jaime...

-¿Qué?

-Ayer, ¿a qué hora comiste?

-Y-yo... No... no lo sé... creo que ayer... ayer no comí...

-Bien... ¿Estás escuchándote, Jaime?

El cuestionamiento hizo al castaño bajar sus hombros y desviar su mirada.

-Ahora dime en qué es diferente esto de lo que pasó con Traci...

Pero nuevamente, Jaime se quedó sin palabras.

-Exacto. Y es por esto que me oponía a que Bart y tú se acercaran tanto. ¡Sabía que esto iba a ocurrir! ¡Él nunca fue de fiar! ¡Jamás confié en él! ¡Él no valía la pena! ¡Sabía que iba a herirte! ¡Lo sabía! ¡Y ahora estás sufriendo, a punto de un maldito colapso! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía con un demonio! –Exclamó lanzando su cigarro a medio terminar por la ventana-. ¡LO SABÍA! –Gritó expresando su sentir, pateando una de las sillas-. ¡Debí haberlo alejado de ti cuando pude! ¡Es mi culpa! ¡Es...!

-Él sostenía mi mano... -Interrumpió Jaime postrándose frente a Khaji-.

Su acción, además de detener su arrebato, le permitió al mayor escuchar en la voz de Jaime cierta serenidad, calma y sosiego que no había mostrado desde que fue recibido en la puerta, inclusive remarcó cierto fulgor en la mirada llorosa de su amigo. Khaji levantó su rostro analizando detalladamente los movimientos y gestos venideros del menor. Se sorprendió un poco por observarlo con algo de su temple reconstruido gracias a unas palabras.

-¿Qué? –Inquirió Khaji conteniendo su impulsividad y mostrando su curiosidad por ese cambio repentino-.

-Eso es lo que es diferente... Bart sostenía mi mano... Nunca la soltó... Eso es lo que lo hace completamente distinto a lo que ocurrió con Traci... -Habló con un leve estremecimiento en su voz cortada, pero sin desequilibrar su cada vez expresiva inspiración-. Bart nunca soltó mi mano cuando se la ofrecí, jamás la soltó cuando yo quería sostenerla... ¡No! ¡Él la sostuvo no sólo porque quería hacerlo, sino porque yo no quería que me soltara! ¡Eso es lo que es diferente! ¡Eso! Eso... Eso es... eso es lo di... ferente... -Terminó diciendo mientras su ímpetu y su voz se apagaban-.

Cayó de rodillas ocultando su rostro en las palmas temblorosas de sus manos. El llanto se alojó nuevamente en sus mejillas, no le importó estar en medio de la cocina.

Sus lamentos y su imagen débil y vulnerable despertaron en Khaji aquel lado que lo volvía más cercano a su amigo. Se frotó la cara reprochándose los "hubiera" que pudieron haber evitado todo este desenlace descabellado. Khaji ya no lo resistió. Su expresión estoica devino un ceño fruncido y un apretón de labios. Tragó saliva y negó con su cabeza. Recordar a Bart le enardecía verdaderamente, pero le dolía más observar a Jaime enclaustrado en esa faceta.

Respiró en un intento para apaciguar su ira, así también para cambiar su funesto sentimiento por una empatía sincera. Como Jaime lo mencionó hace unos momentos; ellos eran familia, el chico ya era su hermano; lo menos que debía o podía hacer era consolarlo. Se arrojó a su encuentro, tomándolo en brazos, estrujándolo fuerte, anunciándole con su acercamiento que él estaba ahí y todo iba a estar bien. Jaime le correspondió el abrazo desahogándose a todo pulmón y con todas sus energías restantes.

Pasaron ahí un par de minutos hasta que sólo se escucharon las espiraciones de Jaime. Entonces, sin soltarlo, llevó al menor de regreso a la sala. Lo sentó en el sofá y ya no le ofreció café; en su lugar le concedió un vaso de leche tibia, el cual aceptó sin muchos ánimos.

-Jaime... -Llamó Khaji sentándose en la mesita de centro-. Te ayudaré...

Sólo hasta entonces, el castaño levantó la vista.

-Pero con dos condiciones... -Añadió el más alto-.

-Por supuesto... -Afirmó Jaime completamente interesado y atento-.

-Bien. Te ayudaré. Juro poner de todo mi esfuerzo y empeño para buscarlo, pero debes prometerme dos cosas.

Jaime asintió con un movimiento de cabeza.

-La primera es que sin importar cómo pasó, si Bart decidió irse por voluntad propia, tú te olvidarás completamente de él. Jamás volverás a mencionarlo, ¿de acuerdo?

El menor hesitó, lo pensó un par de segundos, pero finalmente habló aceptando la condición.

-No harás preguntas, ya no tratarás de contactarlo, él prácticamente morirá para nosotros dos, ¿está claro?

-Sí. –Respondió Jaime convencido apretando sus puños firmemente, anunciando un trato-.

-Y la segunda es: que no te meterás más en esto... Me dejarás ocuparme a mí y sólo a mí...Ya no te involucrarás en esto, volverás a la maldita escuela y al trabajo y por supuesto que comerás... ¿Entendiste?

-¿No podré ayudarte o acompañarte?

-No. Nada. De este asunto me encargo yo. Y hasta que no tenga una respuesta para ti, te dedicarás a tu vida como si nada hubiera pasado...

-Pero ¿y si me necesitas?

-¡Sin excusas! ¡Te mantendré al tanto de todo, pero no meterás tu nariz en esto!

-Pe...

-Si no aceptas y lo prometes, no hay trato. No te ayudaré.

Jaime rechinó los dientes. De verdad le molestaba no ser partícipe, pero si había una constante en todo eso, podría ser la confianza que le tenía a su único y gran amigo. Si él hacía lo que hacía, era porque una enorme sabiduría y experiencia lo respaldaba. No le quedó de otra que reconocer que si Khaji le demandaba algo parecido, era porque él pensaba en su bienestar y nada más. Le sonrió amable y tenuemente, así también bajó su rostro aceptando la última condición.

-Está bien. Haré lo que me pides. –Musitó Jaime suspirando lánguidamente-.

-Bien. Entonces tenemos un trato. Así que, es mejor que empieces a cumplirlo. –Expresó Khaji señalando el vaso de leche-. Bébelo. Tiene algo para que te calmes y te duermas. No despertarás hasta la noche o quizá mañana... No importa. El punto es que descansarás.

-¿Qué? ¿Le pusiste algo a mi be...?

-Es por tu bien.

-Pe-pero...

-Ya no discutas y vete a la cama... Yo me encargo del resto...

Jaime mostró un puchero muy poco disimulado.

-Gra-gracias... -Murmuró tomándose de golpe el contenido del vaso-.

Se levantó y se despidió desde el otro lado de la sala con un gesto aplacado asintiendo sutilmente con la cabeza. Khaji le devolvió la mímica corriéndolo con una señal manual. Jaime se internó en su habitación, se cambió la ropa sintiendo los efectos del narcótico. Se acostó abrazando una almohada, aspirando el aroma que Bart había plasmado entre las telas. Se encogió abrazándose a sí mismo, enterrando su rostro y liberando su frustración con llanto.

Khaji se volvió a la cocina a fumar. Su mirada se perfilaba hacia el exterior mientras cavilaba los hechos presentes. Él seguía molesto por la partida de Bart, pero también estaba consciente de esa relación espontanea, genuina y candorosa que había nacido entre ellos, aunque las vacilaciones e incertidumbres lo albergaran.

Luego de aquella decepción, que de verdad amenazó la estabilidad de Jaime hasta casi hacerlo cometer una locura, no lo había visto tan feliz. A lo que lo más le temía era que Jaime recayera, y este evento no hizo más que fortalecer sus especulaciones. Sin embargo, Khaji también debía reconocer que dentro de las palabras que escuchó de Jaime y lo que atestiguó el último mes, era su obligación darles el beneficio de la duda y más cuando aquel brillo que creyó haber visto perdido en la mirada de Jaime, de pronto lo recuperó conociendo a Bart. Brillo que no se fue, incluso con la ausencia catastrófica del pelirrojo; caso contrario con aquella mujer, que cuando salió de la vida de Jaime sólo le dejó desesperación y malas decisiones llevándose con ella todo la estabilidad que su amigo poseía en aquellos días.

Con sólo recordarlo, la sangre de Khaji hervía nuevamente sumiéndolo en una cólera que le hacía doler el estómago. Mejor suspiró encendiendo otro cigarro.

-Más le vale que algo le hubiera pasado, porque sí lo encuentro y resulta que abandonó a Jaime, deseará haber sido encontrado por Prime y no por mí... -Murmuró Khaji lanzando la colilla por la ventana-.

Continuará...

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