—Pero qué sorpresa, mi hermana tiene novio—Sonrió pícaro su hermano.
—Ya cállate, idiota—Susurró Kiara, dirigiéndose a la dirección contraria.
Kion no iba a dejar que su hermana se escapara tan fácilmente, tenía que molestarla de alguna forma u otra.
Rápidamente la siguió y caminó a su lado.
—Sería una pena que mamá y papá se enteraran, ¿No?—Preguntó el chico, como forma de chiste.
La joven princesa abrió los ojos como dos platos y miró a su hermano menor.
—¡No le digas nada a mamá y a papá! Por el amor de Dios, lo que le faltaba—Musitó enojada.
—Hey, tranquila—Dijo su hermano poniendo una mano en el hombro de la chica—No dije que yo se los voy a decir—Le sonrió.
Kiara le devolvió la sonrisa a su hermano.
—Gracias.
—No es nada—Se encogió de hombros—Despues de todo, tu guardas en secreto la relación que tengo con Fuli. Debo devolverte el favor—Sonrió.
Kiara le agradeció nuevamente. A veces, le gustaba que su hermano la comprendiera. Hasta ahora era el único hombre en su vida que, a pesar de molestarla las veinticuatro horas del día, siempre estaba dispuesto a ayudarla y aconsejarla. Lo cual le recordaba muchísimo a Kopa.
—Bueno, pero deja que te pregunte algo—Kiara asintió, esperando la pregunta de su hermano.—¿Cuando me darán sobrinos?—Al decir esto, explotó de la risa.
Kiara le pegó un codazo mientras reía de la misma forma que lo hacía su hermano. Nunca se le había pasado por la cabeza la idea de ser madre... ¡Y menos con Kovu!.
—¿Solo nos besamos una vez y tú ya pides sobrinos?—Preguntó en broma.
—Ojalá mis sobrinos no tengan ni una pizca tuya—Susurró, siguiéndole el juego a su hermana.
—Ni te digo los míos—Continuó la otra—Ojalá no molesten a su tía cómo lo hace alguien todos los días—Dijo remarcando la palabra "alguien".
Ambos rieron nuevamente. Pero sus risas se desvanecieron cuando llegó Ono rápidamente y sin aire de tanto correr a los pasillos del palacio en los que se encontraban Kion y Kiara.
—¡Kion!—Gritó Ono cuando vio al líder de la guardia—¡Ataques en banda a los límites de la tribu!
—¿Hay heridos?—Preguntó Kion rápidamente.
—No, pero hay demasiada gente allí.
—Ok, Dirígeme —Comenzó a correr en dirección al integrante de vista más aguda.—¡Luego nos vemos, Kiara!—Se despidió de su hermana.
Diablos, a Kiara le gustaría hacer un trabajo así. Rescatar personas, luchar contra el mal, todo parecía muy interesante.
Pero era la futura reina, no podía hacer nada al respecto. Kiara suspiró y miró el piso. Luego de unos segundos, reaccionó y abrió los ojos emocionada.
¿Y si esta era la oportunidad para demostrar que era una princesa fuerte y confiada?
—¡Kion, espera!—Gritó, alcanzando rápidamente a su hermano.—¡Déjame ir contigo!
Kion la miró mientras corría. Levantó una ceja y la observó desconfiado.
—¿Venir conmigo? Kiara, ¿¡Estás loca!? —Gritó—¿¡Qué pensarán mamá y papá!?
—¡Esta es mi oportunidad de demostrarles a ellos y a la tribu de que soy capaz que hacer las cosas por sí sola!
Su hermano suspiró. Sabía que por más que tratara de detener a Kiara no lo iba a lograr.
—Bien—Suspiró, aún corriendo—Pero no te alejes de mi o de la guarda, ¿Entendiste?
Kiara asintió.
Los tres corrieron y corrieron sin parar hasta llegar al límite de la tribu. Ono tenía razón, había demasiada gente vendiendo en puestos ambulantes. Se escuchaban gritos de estos y carcajadas provenientes de los atacantes.
Al acercarse más, Kiara divisó al resto de la guardia luchando contra los hombres vestidos con pantalones negros hechos seguramente a base de la piel de un animal de color oscuro.
—¡Ya vete, Janja!—Gritó Bunga, intentando detener a los agresores.
—¿Crees que diciendo eso nos iremos?—Rio—¡Eres un tonto!¡Todos lo son!
Kiara se dió cuenta ya de que los atacantes no eran nada más ni nada menos que los mismos que la habían secuestrado aquella noche junto a Kovu.
—Ya basta, Janja—Kion se acercó al círculo que se había formado de pelea.
La princesa iba detrás de él.
Janja divisó a la joven y sonrió levemente.
—Vaya, ¿Que hace aquí, alteza?—Preguntó el atacante como forma de burla.
—Vine a luchar—Contestó la princesa, firme.—¡Vine a luchar por mi pueblo!—Gritó.
—Solo eres una estúpida princesa—Rio—¿Qué podrías hacernos?¿Matarnos por tu "hermosura"?—Sonrió, aún burlándose se ella.
Kiara no lo pensó dos veces. Cerró sus puños con rabia y decidió lanzarse sobre él s a pelear. Ambos acabaron en el suelo. La chica lo golpeaba con sus propios puños.
La verdad era que no había entrenado casi nunca para esto, pero había visto algo del entrenamiento de los guardias que protegían a su familia.
Al ver la pelea que se había formado entre la princesa y Janja, Kion y la guarida decidieron lanzarse contra el resto de los atacantes.
Era una batalla campal. Algunos de la guardia, llevaban lanzas para protegerse. Los atacantes también las tenían y con ellas intentaban matar a los jóvenes que defendían a su pueblo hasta la muerte.
Kiara,en cambio, no llevaba nada con ella. Solo sus puños, su valentía y su fuerza física y mental.
En un movimiento demasiado brusco, Kiara terminó en el suelo. Arriba de ella se colocaba Janja, quién le daba demasiados golpes a la princesa.
—¡Cerebro de paja!—Le gritó Janja, pidiéndole la lanza a uno de sus compañeros. Este aceptó y se la tiró.
El líder de los atacantes agarró la lanza y comenzó a apuntar a la princesa que yacía bajo él. Kiara sintió miedo, pensó que allí moriría.
—¿Pensabas que podrías contra mí?—Rio.
Justo en el momento que Janja iba a clavar la lanza en ella, Kion se interpuso con su lanza en el medio e intentó empujar a Janja.
—¡Déjala!—Gritó con furia.
Ambos se confrontaron. Kiara aprovechó esta situación para salirse y alejarse de ese sector.
La pelea duró bastante tiempo. Kiara golpeaba a los que podía para defender a sus amigos.
Kion se encontraba peleando con una lanza contra Janja. El joven de pelo rojizo tenía algún que otro rasguño en su pecho, pero aún así no iba a parar.
Fuli se encontraba peleando puño a puño con Cheezi, uno de los secuaces más importantes para Janja. Pero la joven rubia de ojos verdes era demasiado rápida, lo que hacía que el otro casi ni lograra golpearla.
Bunga, como siempre, luchaba y se burlaba de uno de los atacantes. Reía y le pegaba. Era demasiado valiente como para ser una persona de tan baja estatura.
Ono golpeaba como podía, la lucha no era mucho lo suyo. Por eso, era ayudado por Beshte. Con la fuerza que tenía Beshte, ¡podía sacar a quien quisiera volando!
Y eso era lo que estaba haciendo ahora con Chungu y otros dos atacantes más.
Parecía que el bien estaba triunfando.
Daba la impresión de que la guardia estaba ganando.
Kiara, quién se encontraba, peleando puño a puño, era bastante fuerte para no haber entrenado nunca. Estaba peleando con un hombre de casi su misma edad. Aunque se notaba que era un poco más grande que ella. Era fuerte y burlón. Cada golpe que le daba a Kiara era una burla. Incluso llegó a jalarla fuertemente de los pelos, a lo que la chica respondió con un gemido de dolor.
—¡Suéltame!—Lo golpeaba mientras el otro la tironeaba de su cabello.
Esos golpes eran en vano, pues quel hombre era más fuerte que ella.
—¡Ja! ¿Quieres que te suelte?—Rio.
En un movimiento rápido, la jaló del cabello nuevamente y la tiró al suelo.
Kiara soltó un grito de dolor y su cuerpo golpeó contra el suelo y una roca que había ahí al lado.
—Deberías haberte quedado a ser la cara bonita de tu familia, inútil—Le dió una patada en el estómago a la princesa quien aún estaba en el piso.
La chica se retorció del dolor. Su hermano la vió y no podía hacer mucho, pues estaba peleando con el líder de los atacantes.
Pero de pronto se le prendió el foco y miró a su hermana, tratando de hacer que Janja no lo golpeara.
—¡Kiara!—Gritó y rápidamente le tiró su lanza a la chica.
Kiara sentía que ya se estaba por desmayar, pues el hombre oscuro aún seguía pateándola. Estaba maldiciendo por ser tan estúpida como para meterse en una pelea contra el clan de Janja.
Pero al escuchar el gritó de su a hermano y al ver que este le tiraba su lanza, decidió hacer un último esfuerzo y agarrarla. Tenía que intentarlo.
Agarró la lanza y como pudo se la clavo con fuerza en la pierna al que la estaba pateando. El hombre gritó y cayó al suelo, aún gimiendo del dolor que sentía.
Al escuchar esos gritos, todos dejaron de pelear y comenzaron a mirar la escena. Kiara, como pudo, se levantó, tosió levemente y miró con indiferencia al hombre que se encontraba gritando y agarrándose la pierna del dolor.
—Nunca me vuelvas a decir "cara bonita" —Dijo seria.
No se escuchaba nada. Solo ella, sus respiraciones agitadas y el hombre gritando aún. La pierna de este empezó a sangrar al momento en el que fue clavada la lanza.
—¡Está bien, está bien! ¡Ahg!—Gritó con los ojos cerrados mientras se agarraba la pierna con más fuerza.
Janja, al ver lo que había hecho la princesa y lo mal que la estaba pasando uno de sus compañeros, decidió abortar la idea de pelear y acabar con aquella larga pelea.
—¡Mbaya!—Gritó el nombre del herido.—¡Chicos, levántenlo y vámonos! ¡Ya, ya, ya!—Janja comenzó a apurar a sus compañeros para salir de allí lo antes posible. Se dió por vencido, ya estaba demasiado cansado y tenía demasiadas heridas profundas en su pecho y en su espalda.
Sin decir ni una palabra, unas tres personas agarraron a Mbaya como pudieron y le quitaron la lanza. La tiraron al suelo y se lo llevaron. Aún a distancia se escuchaban los gritos de dolor del hombre.
Todos había salido corriendo de Pridelands.
Kiara, con las respiración agitada, miró a todos los habitantes que habían presenciado esa batalla. Estaban todos escondidos, pero cuando los otros se fueron comenzaron a salir a la luz.
—Oígan bien—Comenzó a hablar Kiara en voz alta—Mientras yo esté viva, no dejaré que nada malo les pase.—Dijo seria— Es una promesa que estoy segura de que seré capaz de cumplirla cuando sea su jefa.
Al terminar su corto discurso, la gente comenzó a aplaudirla a ella y a la guardia. Kiara sonrió. ¡Por fin! Sentía que ya no era una cara bonita.
Pero su sonrisa desapareció cuando vio a sus padres asomándose en la multitud y mirándola bastante serios y enojados.