No Soy Para Ti - Michaeng G!P

By KimSon96

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Mina, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia y mej... More

Piso 12
Mirar, Torcer y Abrir
La rarita
Las chicas como tu
Casso
El verdadero problema
¿Tu cuarto o el mio?
El camion de helado.
Nayeon.
No soy tu protectora.
No darle importancia a Son.
Los suegr?s.
La bella princesa y la princesa derrotada.
Que se ponga el saco a quien le quede.
La vibora y el mito.
Proteccion.
De paso.
5 muertes + 5 errores= 1 arrepentimiento
Semaforizacion.
Tres citas y un desplante.
¿Primera cita?
La precidenta
Llego la pizza.
Te amo
¡DING!
La Farmacéutica
La caja azul de terciopelo
La hacienda.
Hasta aqui llegamos.
Una llega y otra se va.
La cuenta esta empatada
Sonidos de dolor, sonidos de alivio.
Temas pendientes.
¿El ultimo regaño?
Las castañas se divierten mas.
Wiwi.
Por fin.
Uuu... uuu
La verdadera razon.
Adios a la ballena.
Ray
¿Coco o llena?
Todos los caminos conducen a la fiesta
Que sea lo que Dios quiera
La ultima caricia.
Libreta de calificaciones.
C + M = x
Familia que crecen.
A pocos pasos.
Futuro.
El solo de Chae.
El solo de Chae 2.
El solo de Chae 3.
Anuncio!!
Espero lo lean.
Anuncio Nuevo

Mi aveztrucito.

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By KimSon96

En el avión rumbo a Los Ángeles.

—Ahí está otra vez, Momo. ¡Mírala, mírala! ¡Mira que descarada es esa perra! —Mina estaba como loca chillando desde su asiento para tratar de mantener vigilada a la azafata que asechaba a Chae.

— ¡Wow! —Momo se inclinó desde su asiento hacia el pasillo y Sana hizo lo mismo con más esfuerzo porque ella estaba sentada cerca de la ventanilla—. Esa tipa sí que sabe mover el trasero para llamar la atención —observó la japonesa cuando la azafata intensificaba el vaivén de su trasero cada vez que pasaba por el asiento de la pequeña. Pequeña que, por haber sacado su pasaje después, se tuvo que conformar con la ubicación que le tocó y terminó sentada sola en un par de asientos a cinco o cuatro filas de distancia con sus compañeras de departamento.

—No veo a Chaeyoung —comentó Sana, haciendo que las tres se estiraran un poco más en su asiento sin éxito alguno, no había rastros de la pequeña.

Mina volvió a golpear sus manos en él apoya brazos cuando volvió a ver a la misma azafata inclinándose para ofrecerle algo a Chae, y, casualmente, sus pechos resaltaban con el gesto.

—El rarón debe estar en todo su esplendor —comentó maliciosamente la japonesa.

—Según Yoongi eso se repite permanentemente —comentó Sana desde su lugar—. Al parecer Chae tiene bastantes pajaritas revoloteándole en el estudio —agregó para intensificar el sufrimiento de Mina.

Momo resopló divertida.

—Yo creo que la rari tiene para dar y repartir de a cuatro o cinco juntas y—

—Cállate, Hirai Momo —fue lo único que le dijo Mina.

Momo no hizo caso y siguió.

—Y déjame decirte algo, Minari, te lo mereces. Te lo mereces por cambiar nuestros pasajes de primera clase a turista —ahora ya estaba más tranquila, pero el berrinche que Mina tuvo que soportar cuando su amiga se enteró que no viajaban en primera clase fue algo que puso a prueba su amistad.

Mina giró los ojos sin dejar de inspeccionar la fila de Chae.

— ¿Y qué querías que hiciera? Dime, ¿qué carajo querías que hiciera si Chaeyoung se negó a que le comprara el pasaje? Sólo me preguntó por qué línea y en qué vuelo viajábamos —explicó—. Tuve que decirle a Jisoo que cambiara los pasajes con urgencia mientras entretenía a Chaeyoung con otras cosas, no podía dejar que ella costeara un pasaje en primera clase —una risa nasal de Sana llamó la atención.

— ¿Qué pasa? —le preguntó Momo.

—Nada, solo me da gracia que asuman que Chae no tiene dinero —siguió riendo—. A veces estaría bueno que ambas bajaran del pedestal donde se han puesto —comentó para irritar a sus amigas.

—Por favor, no vengas con tonterías. Estamos hablando de alguien que maneja un camión de helados y que se viste con ropa que probablemente saca de donaciones o algo así. Mírala ahora, vamos a una de las ciudades más extravagantes del mundo y ella tan solo está con un pantalón que ni siquiera se ajusta a sus piernas y una camisa de mangas largas probablemente tres talles más grandes que ella, y no me hagan hablar de su equipaje. Solo trae una mochila. La maleta de mis cosméticos es más grande —Momo se quedó pensando—. Salvo que...

— ¿Salvo que qué? —Mina las escuchaba sin mirarlas, su vista estaba concentrada en otro lugar.

—Salvo que pusiera al rarón en exhibición y ahí estaríamos hablando de sumas exorbitantes de dinero. ¡Demonios! Hasta yo misma invertiría en eso —parecía que lo decía en broma, pero era totalmente en serio.

Mina rodó los ojos mientras la bailarina volvió a reír, pero no por el comentario de Momo.

— ¿Qué? —volvió a preguntar la japonesa, ya cansada de esa risa idiota de su ex amiga con derechos.

Sana solo sacudió la cabeza, guardándose los comentarios para sí misma.

— ¡Ahí está de nuevo esa regalada! ¿Desde cuándo tanta atención en turista? Esa tipa está alzada con mí Chaeyoung —Mina quería abrir la puerta del avión y empujar a esa mujer fuera del avión, sin paracaídas obviamente—. Esto se va a acabar... —se desabrochó el cinturón con toda la intención de ir a cazar azafatas, pero su teléfono la frenó.

Mamá → Llamando.

Leyó la pantalla y rodó los ojos.

—Otra vez... —suspiró hondo y atendió no sin antes dedicarle una mirada de horror a sus dos amigas que aguantaban la risa sin disimulo alguno—. Por Dios, madre, es la quinta vez en el viaje que me llamas —le reprochó—. Juro que no sé cómo todavía no haces que se caiga el avión. Si ya sé que si se cae tenemos las tetas de Momo para alimentar todo el avión, pero dudo que haya carne en ellas, es solo plástico —ahora ella era la que reía por la cara de Momo. Sin embargo, la risa se le borró rápidamente cuando su madre nombró a Chae—. Ya te dije que no estoy cerca de ella, está sentada a unas cuantas filas de nosotros —lo dijo con resignación, que más hubiera querido ella que tener a la tatuadora a su lado—. No. Sí, ya sé que podría ir a hacerle compañía, pero quise dejarla dormir un poco más cómoda porque esta semana trabajó muchas horas para atender a los clientes que tenía programado para este fin de semana. Es tu culpa, mamá, deberías sentirte culpable —no solo su madre se tenía que sentir culpable, ella también y, de hecho, se sentía así desde que se enteró que la pequeña tuvo que trabajar hasta altas horas de la noche casi toda la semana para viajar con ellas a Los Ángeles—. Mamá, por favor, yo sé que tú y papá están entusiasmados con verla y conocerla, pero Chaeyoung es... es... es especial y no quiero que la hagan sentir incomoda, por favor —la verdad es que tenía tanto miedo de que la pequeña saliera corriendo que se atajaba por las dudas—. Sí, estoy segura de que le va a encantar cualquier cosa que le hagas o que le des o que le prepares, no es para nada exigente con la comida. De acuerdo, nos vemos dentro de unas horas. Adiós —colgó el teléfono y se recostó en su asiento, pensativa.

—No les has dicho del rarón, ¿cierto? —preguntó Momo.

Mina lo negó con la cabeza.

—Ustedes saben que yo les cuento todo a mis padres —dijo—. Pero esto me pareció muy...

—Personal —finalizó Momo con ella.

—Claro y además no quiero a mi madre mirando la entrepierna de Chaeyoung cada dos por tres ni a mi padre tratando de convencerla para jugar competencia de meadas —dijo ordinariamente.

—Oh Dios, ¿se imaginan? La meada de la rari debe ser capaz de apagar un incendio o de acabar con la sequía en el mundo —nunca se le acababan las bromas a la japonesa.

Está vez si Sana se rio de los chistes de la empresaria.

— ¿Y si compitiera contra Bambam? —preguntó la bailarina alimentando la imaginación de la japonesa.

Momo soltó una carcajada que posó varias miradas curiosas sobre ella. Lejos de importarle, habló.

—Sería algo así como gotita versus chorro —dijo.

—O vertiente versus maremoto —aportó Sana.

—O llovizna versus monzón...

— ¡Me tienen cansada!

Mina se levantó de su asiento cansada de los comentarios de sus amigas, que no ayudaban en nada a calmar sus pensamientos. Desde hacía bastante que venía pensando en sacarse a Bambam de encima sin hacer ningún daño, pero no encontraba solución alguna. Para colmo, sus amigas no ayudaban tampoco. Se agachó y les murmuró mirándolas con enojo.

—Entre ustedes y su estúpidos comentarios y la azafata atorrante que por poco no se arrodilla para chupársela a Chaeyoung, ya estoy cansada, no las aguanto más —aclaró para dar media vuelta e ir hacia los baños.

Y créanme que Mina tenía todas las intenciones de ir al baño a refrescarse un poco y después volver a su asiento, ponerse sus audífonos y dormir lo que resta del viaje, o al menos ignorar a sus, próximas por ser ex, amigas, pero antes de eso tenía que encargarse de cierta mujerzuela que la estaba molestando y que había arruinado su viaje.

La castaña caminó con decisión rumbo a la cortina donde seguro se había refugiado la perra, no iba molestar a Chae. Después de todo, estaba enojada indirectamente con la pequeña por caer en el juego de la mujer, solo iba a pasar de largo por su asiento en busca de la estúpida azafata que la provocaba.

Pero como solía pasar desde que apareció Chae en su vida, la castaña se equivocó, automáticamente sus pies se clavaron en la fila donde estaba la tatuadora.

— ¿Qué haces? —le preguntó, evitando no reírse ante el pequeño saltito de susto que pegó la chica.

Desde su asiento cerca de la ventanilla, la pequeña miró a Mina, torció su cabeza y abrió su boca, pero nada salió de ella.

— ¿Sigues trabajando, Son? —la pequeña dibujaba sobre un cuaderno y Mina pudo ver varios bollos de papel dejados con prolijidad en el asiento de al lado—. Dijiste que habías terminado con los tatuajes que tenías programados —a Mina no le gustaba para nada no ser el centro de atención de Chae.

La pequeña la siguió mirando y de repente sacudió la cabeza.

—Yo... eh... este es para cuando regrese... es... es el único... es el único que no pude pasar y me quedó para cuando regrese —por fin explicó aliviada.

Mina levantó su famosa ceja haciendo reír a Chae.

— ¿Todavía estás nerviosa conmigo? —le preguntó sin vueltas.

La pequeña agitó su cabeza de manera negativa, pero después de pensar respondió.

—Un poco.

Mina se quedó mirándola.

— ¿Me puedo sentar aquí? —le preguntó.

Chae se apuró a sacar los bollos que ocupaban el asiento y dejó que la castaña se sentara, pero no pudo evitar que su cuerpo se alejara todo lo que el asiento lo permitía. Ese gesto no pasó desapercibido por Mina.

—Ven aquí —la castaña estiró la mano y agarró el rostro de la otra chica para inspeccionarlo, y tiró de este suavemente—. Las heridas ya están cerradas y los moretones han cambiado su color —concluyó para después enfocarse en los ojos de la pequeña—. ¿Vas a poder dejar pasar unas semanas hasta la próxima pelea al menos? —bromeó, pero esto no evitó su preocupación cuando Chae contestó con una encogida de hombros y agachó su cabeza avergonzada.

La empresaria decidió dejarla tranquila por un rato, y se puso a mirar el dibujo del cuaderno.

— ¡Wow! —la sorprendió lo que vio—. Es... es... hermoso —definió con pocas palabras al ángel que la pequeña había dibujado. El ángel era prácticamente un niño dibujado muy vivamente, pero lo especial era que sus alas le servían para envolverlo como si fueran una manta—. No lo entiendo —le dijo de repente.

Chae la miró y se puso en pose.

—Michel... así se llama la chica que quiere este dibujo —explicó—. Ella no podía tener hijos y... y... —mientras hablaba recorría el dibujo con su dedo.

—Y lo tuvo —la interrumpió Mina, haciendo que la pequeña la mirara con más intensidad—. Tuvo un niño, este niño —señaló al dibujo—. Su ángel —dijo mirando a la pequeña.

Chae le dio la razón con su cabeza.

—Lo hiciste perfecto —le dijo Mina, estirando su mano para acariciar la mejilla de la otra chica, Chae dejó que su cabeza se apoyara un poco en la mano de la castaña, poco a poco la piel de la castaña se fue erizando.

—Disculpe, señorita —la azafata descarada interrumpía el momento—. Le voy a tener que pedir que vuelva a su asiento —informó.

Mina la fulminó con la mirada.

—Este asiento está libre y yo quiero sentarme acá —le dijo—. Si tiene algún problema hable con la aerolínea y dígale que Myoui Mina eligió cambiar de asiento —sentenció de mala manera.

La azafata pareció reconocer el nombre porque cambió su gesto de inmediato.

—De acuerdo, ¿puedo ayudarla en algo? —alguien no quería perder su empleo.

—Por ahora no. Retírate —ordenó de mala gana.

La azafata no le hizo caso y con una enorme sonrisa se dirigió a Chae.

— ¿De verdad no quieres que te traiga algo? —preguntó coquetamente—. Puedo conseguirte tu jugo preferido —insistió.

Para rabia de Mina, Chae miró sonriente a la mujer y negó con su cabeza a la petición.

—Gracias, estoy bien —le dijo.

— ¿Puedes retirarte? Estábamos hablando y tu interrumpiste una conversación importante —no estaban negociando millones, pero para Mina todo lo referido a Chae era más importante que cualquier millón.

La mujer se aguantó las ganas de decirle unas cuantas cosas a la empresaria y solo se retiró con un guiño a Chae. Cuando Mina se dio vuelta, Chae la estaba mirando con el ceño fruncido.

— ¿Qué? —preguntó, recostándose en el asiento con los brazos cruzados, lo que menos necesitaba ahora es que Chae le quitara su parte perra con sus tiernas miradas.

— ¿Por qué le hablaste así? —preguntó con severidad—. Ella es una buena azafata, solo está haciendo su trabajo —agregó.

Mina se sentó bruscamente y enfrentó a la pequeña.

—Te gusta, ¿cierto? ¿Es eso? Claro que es eso, la azafata te gusta. Te hace sentir caliente —le dijo sin pensar, ya no podía controlarse.

La cara de Chae pasó del enojo, a la sorpresa por la pregunta, y luego a la vergüenza por entender lo que la castaña le estaba preguntando.

La que también se sorprendió fue Mina cuando sintió la cabeza de la pequeña esconderse en su cuello.

—Chaeyoung, ¿no me vas a contestar? —la voz ya no era de alguien enojada, imposible estarlo cuando tenía a la tatuadora tan cerca de ella, lo más cerca que jamás la había tenido—. Chaeyoung, ¿te gusta la azafata? —preguntó nuevamente para luego sentir como la otra chica negaba con su cabeza aún escondida en su cuello. Mina pensó que tenía que hacer todo lo posible para que se quedara en ese lugar—. Dime la verdad, ¿te gusta la azafata? ¿te hace sentir caliente? ¿te excita? —insistió, obteniendo la misma respuesta, la pequeña se negaba sin voz.

Poco a poco Mina puso sus manos cerca de las costillas de Chae, con ambos dedos índices empezó a tocarla para darle cosquillas, lo hacía despacio porque sabía que las lastimaduras de Chae estaban en ese lugar.

—Le haces sonrisitas y ella te mueve el trasero y te muestra sus pechos —podía sentir como Chae aguantaba la risa, las vibraciones que eso provocaba le estaban haciendo cosas a Mina, cosas que no solo se sentían en su pecho—. Y me dices que no te gusta, que no te hace sentir caliente... —las risas se remplazaron por otra negación en su cuello—. ¿Me vas a decir que si bajo mi mirada a tu entrepierna no me voy a encontrar con otra carpa como la del otro día? —preguntó sin vergüenza.

Esta vez no hubo movimiento y Mina presionó un poco más.

—Chaeyoung, ¿hay una carpa? ¿Te calentó tanto ver el trasero de esa mujer que ahora tienes una carpa? —preguntó, haciendo más cosquillas.

Para lamento de la castaña, la pequeña después de reír un rato, asintió en su cuello. Lamento que duró hasta que Char se separó un poco de ella y murmuró muy despacio.

—Sí hay una, pero no es por la azafata —dicho esto, volvió a esconder su rostro en el cuello de la castaña. La pequeña tenía un día muy avestruz.

Mina sonrió hasta que se dio cuenta de lo que eso significaba, abrió los ojos bien grande y disfrutó del escalofrió que recorrió toda su espina dorsal y que se extendió tanto hacia sus pezones como a su parte más íntima, tragó saliva y preguntó.

—Si no... si no es por la azafata, ¿es... es...? —hubo una pausa—. ¿Es... es por mí? —se animó y esperó. Sabía que estaba torturando a Chae, pero no podía dejar pasar la oportunidad, apuró la respuesta con más cosquillas—. Chaeyoung, ¿es por mí? —volvió a preguntar.

La respuesta llegó en forma de afirmación e hizo a Mina muy feliz. Con una sonrisa enorme, dejó un beso en la cabeza de la pequeña y descansó sus manos en la cintura de la chica, se moría de ganas por mirar la famosa carpa, pero la posición no la dejaba.

—Chae—

— ¡ATENCIÓN, POR FAVOR. ESTAMOS POR INICIAR EL DESCENSO, TOMEN SUS ASIENTOS Y ABRÓCHENSE LOS CINTURONES! —si no las interrumpía Momo, era la perra de la azafata y sino el estúpido piloto.

Aún avergonzada, la pequeña tomó su lugar y se abrochó el cinturón, Mina hizo lo mismo no sin antes mirar el lugar tan deseado por ella, se encontró con un cuaderno en su lugar. La castaña rio y se inclinó para dejar un beso en la mejilla de la tatuadora.

—Eres adorable —colaboró con palabras para enrojecer aún más a la chica. Por primera vez en su vida, Mina encontró algo que la distrajera del miedo que le producían los aterrizajes.

Un rato después en el aeropuerto.

— ¿Acaso sabes por qué llevamos más de media hora esperando a que la rarita salga del baño, Minari? —preguntó una impaciente Momo.

La mueca de orgullo que salió de la cara de la morena lo dijo todo, aun así se desvinculo del asunto.

—No tengo porqué saberlo, tendrá sus necesidades —mintió, mirando hacia otro lado.

—Sí, claro, y Sana y yo no tuvimos sexo en el baño del avión —iban de mentira a mentira, pero lo que dijo Momo hizo que la castaña mirara a la bailarina que ahora era quien miraba hacia otro lado avergonzada. La carne es débil, aparentemente.

— ¡Minaaaaaa! —un grito hizo que las tres chicas miraran a un cierto punto del aeropuerto y que rodaran los ojos cuando vieron de quién se tratara.

—Lo que faltaba, nos mandaron al pito corto a venir por nosotras —dijo Momo cuando vio a Bambam caminando hacia ellas.

— ¡Minaaaaaa! —otra vez el grito dramático del muchacho que cada vez estaba más cerca de ellas.

— ¡Dios! No pretenderá que vaya corriendo hacia él, ¿o sí? —comentó Mina al ver como su actual novio corría hacia ella con los brazos abiertos.

—Yo lo que me pregunto es cuánto dinero te habrá salido todo lo que lleva puesto.

El rubio de ojos oscuros venía vestido de pies a cabeza con marcas sumamente importantes y conocidas por las chicas.

Mina la silenció con la mirada mientras le dedicaba una sonrisa al entusiasta muchacho.

—Hola, Bambam —lo saludó con mucho esfuerzo.

— ¡Mi amor! —lejos de retraerse, el chico forzó a la castaña entre sus brazos y le robó un beso que trató de sostener por la fuerza.

— ¡Rari! ¡Al fin apareces, ya era hora! —obviamente que la pequeña aparecía para presenciar el falso beso.

Como pudo, Mina empujó al chico y lo alejó para concentrarse en la cara de la pequeña. Chae se había quedado inspeccionando a Bambam con el ceño fruncido.

—Hola, tú debes ser Chaeyoung. Yo soy Bambam, el novio de Mina —saludó extendiendo su mano.

Chae dio dos o tres pasos para atrás y se refugió detrás de Momo, cosa que no le gustó nada a Mina, ella era la que la tenía que proteger.

— ¿Qué le pasa? ¿Tiene algún problemita o qué? —preguntó abiertamente el chico. Mina abrió la boca para contestarle, pero Momo le ganó.

—Déjala en paz, pito corto. Y, en todo caso, tiene un problemón. Un terrible y enorme problemón que en tu vida vas a llegar a tener —Momo protegió con sus brazos a la pequeña que tenía en la espalda y de paso se descargó contra el chico—. Y ahora vámonos, que se supone que tenías que haber llegado una hora antes —la japonesa agarró su maleta y empezó a caminar para liderar el grupo hacia la salida. 

Sana la seguía con su maleta y Bambam caminaba detrás de ellas con sus lentes de sol puestos y sus manos en los bolsillos. Mina tiró de su maleta pero no pudo moverla. Cuando levantó la vista, se encontró con la pequeña que tenía la maleta entre sus manos y su mochila colgada en la espalda, el único equipaje que había traído a Los Ángeles.

Mina la miró confundida.

— ¿Qué pasa? —le preguntó.

—Yo la llevo —le dijo muy segura—. Es muy pesada para una dama como tú —agregó mientras ya empujaba la maleta hacia la salida con Mina siguiéndole los pasos. En un momento, Chae se frenó y obligó a la empresaria a hacerlo también.

— ¿Algún problema? —preguntó curiosa la castaña. Chae asintió—. ¿Qué pasa? —otra vez preguntó.

—No me cae bien tu novio —soltó la pequeña para después retomar la caminata.

Mina se quedó parada mirándola. Estaba segura de que cuando regresara a Los Ángeles nada interesante iba a pasar, todo iba ser lo mismo de siempre; pasar tiempo con sus padres, hablar de negocios y aguantar a su tonto novio, nuevamente Son Charyoung hacia que las cosas se pusieran interesante.

—Un fin de semana interesante —se repitió a sí misma y empezó a seguir al grupo.

En la mansión de los Myoui.

— ¿Te vas? ¿Cómo que te vas? —Bambam había dejado a las cuatro chicas en la casa de los padres de Mina, pero en ningún momento hizo gestos de bajarse del coche—. Te dije que quería hablar contigo —no pensaba aguantar más al chico, ya demasiado con la media hora que lo tuvo que aguantar desde el aeropuerto.

—Oye, faltan cinco horas para la fiesta de tus padres, tengo que ir a arreglarme, tú sabes que me gusta tomarme mi tiempo —comentó.

Mina rodó los ojos.

—De acuerdo, pero esta noche hablamos sí o sí —no terminó de hablar porque el chico ya había hecho marcha atrás—. Este tipo me saca de quicio, juro que. ¡Auch! —alguien le había pegado un codazo y no le había gustado para nada—. ¡Sana! ¿Qué cara...? —la bailarina señaló a la pequeña con su cabeza.

Chae se había quedado parada al lado de la maleta de la empresaria y con la cabeza torcida y su boca entre abierta miraba con grandes ojos la casa que tenía en frente. Mina se acercó a ella y se puso a su lado.

— ¿Te gusta? —le preguntó. Chae asintió—. Mamá y papá tienen muchas ganas de conocerte —la cabeza de la pequeña giró tan rápido para mirar a la empresaria que Mina pensó que se había hecho daño, y para colmo empezó a caminar hacia atrás anticipando su huida.

Mina frunció su ceño, pensaba que ya habían pasado esa etapa.

— ¡Vamos, rari! —Momo detuvo a la pequeña y la empujo hacia la entrada—. No seas cobarde. Vas a conocer a tus suegros, tampoco es la gran cosa —le dio otro empujoncito.

— ¡Momo! —la retó Mina—. No la molestes —le advirtió.

—Tranquila, Chae —ahora era Sana la que aparecía a su lado—. Erika y Jin-Young son las personas más amables que vas a conocer, no tienes por qué tenerles miedo —no importaba lo que le dijeran, Chae seguía retrocediendo.

Menos mal que los señores Myoui decidieron aparecer en ese momento haciendo que Chae se paralizara detrás de la bailarina.

— ¡Minari! ¡Hija! —la primera en salir fue Erika, atrás de la mujer aparecía el señor Myoui. Cada uno de ellos se turnó para abrazar a las chicas de manera cariñosa.

—Mamá, papá, ella es Chaeyoung... —señaló un espacio vació—. ¿Dónde se metió ahora? —preguntó, mirando para todos lados hasta que llegó a dos piernas que aparecían detrás de la bailarina.

—Y por eso le decimos la rarita —aclaró Momo, entrando a la casa—. No se preocupen, a la cuarta o quinta desaparición ya se van a acostumbrar, cualquier cosa estoy en el jacuzzi —anunció.

—Voy contigo —Sana la siguió, dejando a una temblorosa Chae a la vista. Mina le dedicó una mirada a sus padres y caminó hasta la pequeña.

—Chaeyoung, por favor, déjame que te presente a mis padres, prometo que no va a pasar nada —le dijo en un murmullo—. Por favor —insistió y tomó la mano de la chica.

Chae la miró y después de unos segundos aceptó y se dejó llevar por Mina hasta llegar unos pasos cerca de la pareja que las miraba con ternura.

—Mamá, papá, ella es Chae, nuestra compañera de departamento —por fin terminó la famosa presentación.

Con cautelosa Erika se acercó a la nerviosa pequeña que los miraba ya lista en su pose.

—No sabes que gusto me da conocerte, Chaeyoung. Mina me ha contado tantas cosas de ti —esta vez el giró rápido de cabeza sí le dolió, Mina se apresuró en acariciar la parte afectada.

—Despacio —le dijo.

—Ellos saben que yo... que yo... —con poco disimulo miró su propia entrepierna.

—Solo lo van a saber si tú quieres que lo sepan —le aclaró la castaña, dejándola tranquila.

La tatuadora se volvió a enfocar en Erika y con coraje estiró su brazo para ofrecerle la mano a la mujer. Erika miró a su hija como esperando la aprobación, y esta llegó rápidamente e hizo que la mujer tomara la mano de la pequeña. 

—El gusto es mío, señora Myoui —respondió Chae—. Usted... usted tiene... tiene los mismos hermosos lunares que su hija —observó para después mirar al suelo.

—Me dijeron que eras encantadora muchacha —JinYoung aparecía en escena y ponía su mano sobre el apretón de su esposa con Chae—. Y puedo ver por qué —agregó para avergonzar aún más a Chae—. Bienvenida a nuestro hogar, por favor siéntete cómoda —ofreció el hombre. 

En ese momento, Mina no pudo estar más agradecida por los padres que le tocaron.

Un rato más tarde.

En el jardín.

Después de que le mostraron a la pequeña su cuarto para que dejara su humilde mochila, Erika estaba ansiosa por mostrarle los preparativos de la fiesta a su hija. A pesar de que Chae estaba clavada en cada detalle del cuarto que le había tocado, Mina la tomó de la mano y la arrastró con ella al jardín.

—Mamá, esto te quedó fabuloso —Mina no tenía palabras para la capacidad organizadora de su madre. 

La parte principal del enorme jardín estaba llena de mesas blancas con sus respectivas sillas. Adornos en plateado se destacaban como centros de mesas y todos los muebles estaban ubicaos de forma circular alrededor de una improvisada pista de baile. Cada árbol o palmera tenía adornos con colores blancos o plateados, hermosas y tenues luces acompañaban la decoración. La enorme piscina tenía velas flotantes que se destacaban y una banda ubicada estratégicamente ensayaba para la ocasión. Muchas personas seguían trabajando por el lugar. Mucho más lejos de la parte de césped elegida para la fiesta y por detrás de la banda, se podía ver más campo aún y toda la propiedad terminaba con una hermosa vista a la playa que Mina disfrutó tanto en su niñez y adolescencia.

— ¿Y cómo no estarlo? Se gastó bastante dinero —bromeó JinYoung abrazando a Erika por detrás

—Veinticinco años aguantándote no se cumplen todos los días, Jin —contestó a la broma, recostándose sobre su marido.

—Mina, tú crees que las mesas... —buscó la opinión de su hija, pero la empresaria estaba demasiado embobada mirando a Chae como para prestarle atención a las mesas. Erika y JinYoung se miraron y sonrieron, a la pareja también le daba gracia la forma en que Chae apreciaba todo a su alrededor.

La castaña los miró para pedirles autorización para alejarse de ellos.

—Ve —le dijo su padre y Mina no demoró en acercarse a la otra chica. 

Al igual que en la entrada, Chae miraba todo con grandes ojos muy impresionada.

—A mamá le gusta exagerar con sus fiestas —comentó Mina una vez a su lado.

Chae asintió.

—Esto es... es muy, pero súper muy grande —opinó—. ¡Y SE VE LA PLAYA! —desde donde se había quedado parada la podía ver y oír.

El entusiasmo de Chae la contagió.

—Esa es mi parte favorita de esta casa —le confesó—. De hecho, creo que mis padres aún conservan la hamaca que pusieron al final del jardín, yo me la pasaba subida en ella mirando el océano —le contó.

La tatuadora abrió aún más sus ojos.

— ¿Una hamaca? —preguntó y ganó una afirmación—. ¿Podemos ir? —la risa de Mina hizo que la pequeña se sonrojara y agachara su cabeza inmediatamente.

—Ven aquí —la castaña tiró de la pequeña haciendo que esta aprovechara y volviera a esconder su cara llena de vergüenza en el cuello de la castaña.

—Se te está haciendo costumbre ser mí avestruz —le dijo en referencia a ser utilizada como escondite de cabeza. Chae asintió—. Y por supuesto que podemos ir, pero mañana, porque si ahora le llegamos a pisar el césped a mamá, nos mata. Es una perfeccionista de sus propias fiestas —contó.

— ¿Tú tienes que venir aquí esta noche? —preguntó la pequeña, separándose rápidamente de la castaña para volver a perderse mirando el lugar.

Mina la miró intrigada pero aun así contestó.

—Sí, tengo que venir, y tú también —de nuevo el giró rápido de cuello que le costó un regaño—. Despacio, Chaeyoung, te vas a lastimar si sigues haciendo eso —aprovechó para acariciar el cuello de la pequeña.

— ¿Yo... yo? ¿Yo tengo que venir aquí? ¿En estas mesas?... ¿Yo tengo que venir aquí? —no podía enfocarse en la castaña, había demasiadas cosas para mirar.

Mina asintió.

—Mis padres te quieren aquí y yo también —dijo, acercándose a ella y uniendo miradas—. Además, tengo un hermoso vestido para ponerme y quiero que me digas si te gusta o no —agregó con su voz seductora.

— ¿Un vestido? —la tatuadora estaba asustada—. Pero... pero... yo... no tengo... no sé... —no le salían las palabras, solo agitaba la cabeza negándose.

—Chae—

Gritos y vítores volvieron a interrumpir a las dos chicas.

La castaña le saco la vista de Chae para investigar el origen de los gritos. Caminó hasta su madre que a su vez iba hacia ella.

—Mina, querida, tus amigos de Los Ángeles quieren verte —le dijo su madre.

— ¿Qué amigos, mamá? Mis amigos están en Nueva York, estos son los estúpidos amigos de Bamabam que seguramente están desesperados por alguien que les financie sus fiestas —ella no había dejado a nadie importante en esa ciudad.

—Lo siento, hija, pero tal vez sería bueno que hablaras un rato con ellos para después sacártelos de encima —le aconsejó—. Y de paso les presentas a... —la mirada perdida de su madre hacia el lugar donde se suponía estaba Chae hizo que ella también mirara y no encontrara nada. Ambas buscaron a la pequeña y la encontraron muy cerca de la piscina.

Mina giró los ojos y atinó a ir en su búsqueda, pero su madre la frenó.

—Deja, yo me encargo, tú ve a despachar a esa gente —le dijo con seguridad.

—Pero, mamá, mira que... —el tema de Chae era muy delicado para ella. 

—Sí, hija, ya lo sé. No te preocupes —se sabía de memoria las mil y una indicaciones para tratar a la pequeña, pero no era que le pensaba hacer caso tampoco, suspiró y caminó hacia la chica.

Antes de que pudiera llegar cerca de ella, Chae ya se había percatado y con la cabeza agachada se balanceaba en sus talones esperándola.

—Chaeyoung, querida...

—Señora Myoui —la interrumpió—. Yo quiero... quiero... quiero pedirle... ¿puedo pedirle un favor? —era una costumbre dejar a castañas sorprendidas parece.

Erika sonrió y mientras asentía, hablaba.

—Por supuesto, lo que quieras —le confirmó la mujer, no solo su hija estaba dispuesta a ayudarla.

Ya en la fiesta.

—Mierda, mierda, mierda —Mina iba de un lado para el otro de la sala. 

La castaña no había podido sacarse de encima a los estúpidos amigos de Bambam tan fácil como ella creía, la distrajeron por horas y finalmente cuando, con amenazas no tan en broma de llamar a seguridad para que los sacaran, por fin consiguió echarlos de la casa y poder dedicarse a buscar a Chae; solo para encontrarse con su padre diciéndole que la pequeña y Erika se habían ausentado por un rato, cosa que le puso los pelos de punta y más idiota de lo que sus "amigos" la habían dejado. 

Entre Momo y su padre la calmaron y la distrajeron con distintos temas de negocios hasta que Sana anunció que ya era hora de alistarse para la fiesta, lo que hizo preocupar aún más a Mina por la cantidad de horas que llevaba sin ver a Chae.

Finalmente ya estaba lista, con un hermoso vestido de color negro que resaltaba tanto su trasero como sus pechos. Todo su pecho estaba al descubierto porque no tenía más que un par de hermosos aros colgando de sus orejas, joyas que resaltaban con su cabello suelto perfectamente arreglado. Pero, en lugar de haber salido al jardín a deslumbrar a los invitados con su novio colgado como cartera de su brazo, estaba en la sala caminando de un lado al otro y despotricando contra lo primero que veía.

— ¿Te puedes calmar, castaña sin culo más sin culo que nunca con ese vestido? —Momo y su toque—. Tu madre dijo que la rarita se estaba cambiando, que ya iba a bajar —le informó con un vaso de whisky en la mano.

—Eso dice mi madre, Momo, pero estoy segura de que a esta altura Chae ya está en un avión de regreso a su cuarto para encerrarse a dibujar, y es todo por mi culpa, la deje sola, ¿entiendes? —protestó—. Sola.

—No voy a negarte que es tu culpa. De hecho, todo esto es tú culpa, si hubiéramos hecho lo que yo genialmente dije y seguiré diciendo, las cosas serían diferentes, pero, repito. ¡SANTA MIERDA, QUÉ TE CALMES! —ya se había mareado.

—NO ME GRITES —estas dos juntas eran dinamita.

—TE GRITO TODO LO QUE QUIERO. ¿POR QUÉ NO VAS A FRENAR AL PITO CORTO DE TU NOVIO QUE YA ESTÁ TRATANDO DE LEVANTARSE A UNA DE LAS MOZAS? —gritó.

— ¿POR QUÉ NO VAS A PEDIRLE DISCULPAS A SANA POR HABERLE DICHO QUE ELLA NO ERA TU CITA PARA ESTA NOCHE? DEJA DE LASTIMARLA, ESTÚPIDA IDIOTA —contestó.

—TÚ NO TE METAS.

—Niñas, niñas. Los gritos se escuchan desde arriba —Erika llegaba a arbitrar la discusión. La madre de Mina lucía un vestido plateado para la ocasión. Después de todo, ella era la homenajeada.

— ¡Pero, mamá! Ella empezó —la acusó—. Y ahora me está haciendo burla. ¡Mírala, mírala! 

La japonesa le sacaba la lengua y la imitaba con gestos ridículos.

—Momo, si no quieres que mañana discutamos con tus padres tu comportamiento—

— ¿QUÉ? ¿CÓMO QUE MAÑANA? ¿CÓMO QUE MIS PADRES Y MAÑANA?

Momo sentía que no había entendido bien.

—Jin y yo pensamos que era una buena idea invitarlos juntos con los Señores Minatozaki para un almuerzo, ya que las tenemos a todas juntas en casa.

Era Mina la que reía ahora.

—MOZO, MOZO, ¿DÓNDE ESTA EL WHISKY? —algo tenía que hacerle pasar este momento.

—Yo que tú dejaría de reírme e iría al cuarto de invitados —le dijo Erika a Mina—. Tal vez alguien necesita que la ayudes. No se demoren —agregó la mujer para luego salir a su fiesta.

Mina quedó tratando de deducir lo que le había dicho su madre hasta que se dio cuenta que su cuerpo ya se estaba moviendo hacia el lugar indicado.

Cuando llegó a la puerta del cuarto, golpeó y con un suave permiso, abrió despacio la puerta; se encontró con una imagen que la hizo temblar.

Vestida con un impecable pantalón de vestir negro que era estrecho y con una camisa blanca metida prolijamente por dentro, estaba Son Chaeyoung. 

La pequeña estaba frente al espejo tratando de ponerse una fina corbata de color negro satinado sin éxito alguno. Mina sonrió y caminó hasta ella.

—Dame eso —le quitó la corbata de sus manos y giró el cuerpo de la otra chica para que la enfrentara, con delicadeza empezó a trabajar con la prenda—. ¿Mamá y tú fueron de compras? —le preguntó a la pequeña.

Chae asintió y de paso se rascó un poco el pecho donde Mina estaba trabajando.

—Me pica —le dijo, haciendo reír a la castaña.

Con delicadeza, la empresaria le apartó la mano y terminó de hacer el nudo y acomodarle la corbata en su perfecto lugar.

—Tienes que dejarla así por un rato, más entrada la noche vienes a mí y yo te la aflojo, ¿de acuerdo? Tal vez me deshaga de ella —no iba a dejar que nadie más la tocara. 

Recibió la aprobación de la pequeña.

—Ponte esto —le pasó el blazer a la chica y una vez que la pequeña lo tuvo puesto, la castaña terminó de emparejarla, nada mejor para estar cerca de ella—. Estas muy guapa y eso me pone mal, porque te van a mirar muchas chicas y eso no me gusta —le encantaba avergonzar a la pequeña y que se pusiera en modo avestruz sobre su cuello—. Pero tú no las vas a mirar, ¿cierto? —iba a empezar con las cosquillas, pero la negación llegó rápido. 

Se quedaron así por un rato, Mina con las manos en la cintura de Chae y Chae con su cabeza escondida en el cuello de Mina.

La pequeña murmuró algo largo que la castaña no entendió.

— ¿Me lo repites? —pidió la empresaria—. ¿Por favor?

Chaen se alejó de su lugar de confort y balanceándose en sus pies, habló.

—Cuando viajaba por el mundo aprendiendo a tatuar conocí a muchas mujeres —no le gustaba a Mina el rumbo de la conversación—. Pero... pero... pero nunca... pero nunca una tan, pero tan bonita como tú. Yo, uh, no creo que exista alguien que te iguale —dijo, ganando seguridad.

Mina se acercó a ella y con sumo cuidado dejó un tierno beso en su mejilla.

—Vamos, mi avestrucito, una fiesta nos espera —tomó la mano de la pequeña y ambas salieron rumbo al jardín.

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