No Soy Para Ti - Michaeng G!P

By KimSon96

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Mina, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia y mej... More

Piso 12
Mirar, Torcer y Abrir
La rarita
Las chicas como tu
Casso
El verdadero problema
¿Tu cuarto o el mio?
El camion de helado.
Nayeon.
No darle importancia a Son.
Los suegr?s.
La bella princesa y la princesa derrotada.
Mi aveztrucito.
Que se ponga el saco a quien le quede.
La vibora y el mito.
Proteccion.
De paso.
5 muertes + 5 errores= 1 arrepentimiento
Semaforizacion.
Tres citas y un desplante.
¿Primera cita?
La precidenta
Llego la pizza.
Te amo
¡DING!
La Farmacéutica
La caja azul de terciopelo
La hacienda.
Hasta aqui llegamos.
Una llega y otra se va.
La cuenta esta empatada
Sonidos de dolor, sonidos de alivio.
Temas pendientes.
¿El ultimo regaño?
Las castañas se divierten mas.
Wiwi.
Por fin.
Uuu... uuu
La verdadera razon.
Adios a la ballena.
Ray
¿Coco o llena?
Todos los caminos conducen a la fiesta
Que sea lo que Dios quiera
La ultima caricia.
Libreta de calificaciones.
C + M = x
Familia que crecen.
A pocos pasos.
Futuro.
El solo de Chae.
El solo de Chae 2.
El solo de Chae 3.
Anuncio!!
Espero lo lean.
Anuncio Nuevo

No soy tu protectora.

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By KimSon96

Al día siguiente.

Oficina de Mina.

Momo entraba a la oficina que estaba junto a la de ella para tratar de calmar a su mejor amiga. Había pasado media hora tratando de concentrarse en su trabajo sin prestarle atención a los gritos de Mina, pero hubo un momento en que ya no los pudo aguantar y se levantó de su silla para ir a intervenir.

— ¡QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE ESTO PASA! —frente a la castaña habían unos siete empleados alineados con la cabeza agachada mientras Mina caminaba delante de ellos.         

Momo entro y, apoyándose en el escritorio de la chica, decidió a mirar, le encantaba cuando Mina perdía sus cabales.

—NO LO VOY A PERMITIR —la castaña caminó hasta el escritorio y agarró un montón de papeles—. Estos son sus currículos —tomó uno al azar y lo leyó—. Secretaria ejecutiva durante tres años en WaterHouse Coper, manejo de tres idiomas, bla, bla, bla —lo tiró al piso y tomó otro—. Licenciado en manager de negocios con un doctorado en Yale, etc, etc —tomó todos los papeles y los cortó por el medio para después hacer una lluvia de papel con los mismos—. ¿TODO PARA QUÉ? ALGUNO CONTESTE.

Bufó.

— ¿Para qué, Jisoo? —ordenó, parándose frente a su secretaria privada.

La mujer subió la cabeza y buscó ayuda en Momo, pero se dio cuenta que no la iba a encontrar cuando le vio la sonrisa malévola en el rostro a la chica.

—Señorita Myoui, lo sentimos mu—

—La respuesta es... —volvía a su normal tranquilidad—. Todo para que cuando su jefa se quiera tomar una aspirina y vaya a buscar agua para hacerlo, el dispenser esté vacío —contó el final de la cuestión.

—No es mi cul... —uno de los chicos quiso hablar, pero la mirada de Mina se lo comió.

—Retírense —les dijo, dándose vuelta hacia su escritorio. Ninguno de los empleados dudo un segundo en seguir la orden

— ¡OYE, TÚ! —Moml frenó a su propia secretaria, poco le importó que había caído en el reto de su socia—. Alicia...

—Es Alisson —la corrigió la chica.

Momo giró los ojos.

—Alicia, ¿qué te dije de la falda? —le preguntó, haciendo que la joven mirara su vestimenta.

La chica se la desprendió y la subió unos cinco dedos por arriba de la rodilla.

— ¿Así está bien? —preguntó ruborizada.

—Camina hasta la puerta como te dije y después lo charlamos en mi oficina —le dijo la japonesa, despidiéndola. La mujer hizo caso y salió agitando bien su trasero como le había enseñado Momo.

—No tienes remedio, Hirai Momo —la reprendió Mina.

Momo esperó a que todos los empleados salieran para mirar a su amiga, quien ya estaba sentada en su trono y con una lapicera firmaba papeles.

—Oye, Minari, no es que me moleste, porque tú sabes que cuando se trata de torturar gente, a mí me encanta, pero... ¿qué demonios pasa contigo hoy? Nunca en mi vida te había visto perder los cabales tantas veces en un mismo día —agregó.

La castaña soltó la lapicera bruscamente para después agarrarse la cabeza y apoyar sus codos en el escritorio.

—Dime que tú no estás tan preocupada como yo, Moguri. Son las seis de la tarde y aún no sabemos nada —soltó de repente.

La japonesa suspiró y caminó hasta el sillón que Mina tenía en su oficina.

— ¿Por la rarita? Por supuesto que sí —le aseguró una vez sentada—. Pero, Mina, no podemos...

La castaña salió de su posición y se levantó nerviosa para caminar por su amplia oficina.

—No me digas nada, Momo. ¿Cómo carajo se nos ocurrió dejarla ahí? Tendríamos que haber hecho algo. No apareció en toda la noche —le dijo.

—Te vi durmiendo en su cama esta mañana cuando me levanté —parte era verdad y parte era mentira, era verdad que Momo había visto a Mina durmiendo en el sofá cama de Chae, pero lo había hecho cuando se levantó por quinta vez a ver si Chae había llegado.

—Sí, quería estar atenta a ver si llegaba, pero nada. Pensé que se había encerrado en su cuarto misterioso, pero no estaba allí; no había luz —confirmó.

Lo cierto era que desde que volvieron aquella noche al departamento, ninguna había dicho una palabra, cada quien se había despedido de las otras dos y se había encerrado en su pieza, excepto por Mina que decidió esperar a Chae en el sofá cama. Espera que fue en vano porque la pequeña nunca apareció y el sueño terminó ganándole a la castaña.

Momo se enfocó en todos los gestos de su amiga, que Mina mostrara interés en otra persona que no fuera ella misma era algo que llamaba su atención.

—Minari... —el tono de la japonesa hizo que la castala se frenara en un lugar y la mirara—. Sea lo que sea que esté pasando con la rarita, tienes que frenarlo, esa chica no es buena noticia. No sabemos nada de ella y lo único que sabemos no es nada bueno —una última mirada a su amiga dijo el resto.

No hizo falta que la japonesa dijera nada, con su mirada ya lo decía todo, Mina se anticipó a contestarle.

—No sé qué es lo que me pasa con esa chica, Momo —volvió a caminar de un lado al otro—. Quiero decir, hace unos días estaba desesperada por empezar en la oficina y empezar a ganar dinero, pero resulta que hoy no he podido pensar en nada más que en Chaeyoung, en Nayeon, en todo lo que dijo la hermana Spencer —la japonesa iba a preguntar, pero decidió dejar que su amiga terminara—. No puedo hacer esto, Momo. Tengo que concentrarme y hacer lo que hemos venido hacer, y Chaeyoung está distrayéndome; eso no me gusta nada, tengo que ponerle un fin —sentenció, volviendo a su escritorio—. ¿Revisaste el contrato Walbak? —preguntó sin mirar.

Momo se quedó un rato observando a su amiga y tratando de descifrarla, algo que parecía reservado para cualquier persona del círculo de Mina, pero que al parecer una cierta coreana lo estaba logrando hacer.

— ¡MOMO! —el grito de Mina la despabiló.

—Calma tus extensiones, Minari. El contrato está perfectamente redactado, Walbak no se va a deshacer de nosotras tan fácilmente porque... —el intercomunicador de la castaña la hizo callar.

—Disculpe, señorita Myoui —era Jisoo, su secretaria—. La señorita Minatozaki está aquí y quiere hablar con usted y la señorita Hirai Momo —Mina y Momo se miraron, no era normal la presencia de Sana en la oficina; la bailarina decía que el olor a dinero le producía alergias.

—Hazla pasar, Jisoo —anunció Mina y dos segundos después pudieron ver la sonrisa de Sana a travesar la puerta.

— ¿Pasó algo? —Momo preguntó, preocupada, aunque la sonrisa de la chica la desconcertó.

— ¿Acaso no puedo venir a visitarlas? —preguntó divertida.

Las dos amigas giraron los ojos.

—Sana, dinos a lo que viniste, tú nunca vienes a visitarnos a la oficina. ¿Recuerdas las alergias? —en cuanto Mina se lo dijo, la bailarina estornudó.

—Cierto, el olor a dinero —recordó, sacando uno de sus pañuelos.

—Sana, me estás poniendo nerviosa —Momo quería noticias.

—Vine a decirles que Chae está en su estudio de tatuajes —soltó de repente—.  Según Suga.

— ¿Quién?

—Suga. Yoongi.

— ¿Qué hacías tú ahí? —la frenó Momo, enfurecida.

Sana sonrió ante los celos de la otra chica.

—Bueno, Yoongi y yo habíamos quedado para almorzar —la cara de Momo era cada vez más graciosa—. Y cuando lo acompañé de vuelta al estudio, pregunté y me dijeron que Chae ya estaba, y según Sugita —nótese el afecto—, pasó la noche ahí y ha estado trabajando desde temprano —informó.

— ¿La viste? —preguntó rápido Mina, antes de que la pelea entre sus amigas comenzara.

—Quise hacerlo —le contestó Sana—. Pero Eunha me dijo que se encerró en su oficina y pidió que no la molestaran por nada —al parecer no solo Mina estaba de mal humor.

Momo iba a seguir hostigando a Sana, pero cuando vio a Mina agarrar su bolso cambio de objetivo.

— ¿A dónde te piensas que vas? —preguntó, frenándola

—Voy a terminar con esta estupidez ya mismo. Son tiene que dejar de estar en mi cabeza como sea —se sacó a Momo de encima y siguió su camino.

La japonesa miró a Mina y después a Sana, una idea llegaba a su cabeza; ese tal Yoongi iba a saber con quién jugaba.

—Voy contigo.

— ¿Vienes Sana? —preguntó Mina desde la puerta.

La bailarina agitó su cabeza de forma negativa.

—No, tengo que volver al estudio. Saluda a Chae de mi parte —con esto último, se separaron.

En el estudio de tatuajes.

En cuanto Mina y Momo llegaron al estudio, se sorprendieron por la cantidad de gente que había, y cuando entraron se dieron cuenta de por qué.

El equipo de música que había visto que ocupaba el centro del negocio, estaba ocupado por una banda que ninguna de las dos pudo distinguir. Al parecer estaban ensayando porque frenaban en medio de la canción y, después de hacer varias correcciones, volvían a empezar. No obstante, había varias personas mirándolos a ellos y otras tantas más esperando su tatuaje.

— ¿Otra vez ustedes por acá? —Eunha sorprendía a las chicas por detrás—. Creí que ya habían aceptado el turno que les tocó —la joven recordaba ese tormentoso día y no quería volver a pasar por lo mismo.

—Quiero ver a Chaeyoung —dijo Mina, tratando de controlar su voz autoritaria.

Eunha se negó.

—Lo lamento, pero desde temprano está encerrada en su oficina trabajando en un tatuaje muy importante que tiene más tarde —contó la chica que ya había dejado de mirarlas a ellas y aplaudía a la banda, entusiasmada.

— ¿Cómo que más tarde? —Mina miró su reloj, su propia hora de trabajo ya estaba por terminar y suponía que alguien que tatuaba no podía tener más horas laborales que ella—. Son casi las ocho de la noche —quería a la pequeña en el departamento lo más antes posible.

—Los tatuajes VIP y RIP los hace de noche. ¡OTRA, OTRA, OTRA! —poca atención les estaba dedicando.

Mina miró a Momo para que la respaldara, pero la japonesa estaba demasiado ocupada mirando intimidatoriamente a Yoongi, que estaba en su puesto mientras combinaba su tiempo entre hacer un tatuaje en la espalda y alentar a la banda. Mina pegó un fuerte pisotón en el piso y agarró el brazo de la japonesa para después caminar entre la gente directo a la oficina de Chae.

— ¡OIGAN, NO! ¿A DÓNDE VAN? —Eunha se había dado cuenta tarde de la avanzada de las chicas, la castaña ya estaba dentro de la oficina en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando entraron, ambas se quedaron estupefactas debajo del marco de la puerta.

La oficina de la pequeña era toda una obra de arte. En el fondo y junto a la pared, había un gran escritorio de roble que estaba equipado con toda clase de tecnología, precisamente en esa pared era donde empezaba lo distinto, el muro entero estaba empapelado con una gigantografía en blanco y negro en la que aparecía una mujer sentada en una silla como si la estuviera cabalgando. La mujer tenía su torso desnudo y en su espalda se veía un enorme tatuaje que parecía terminado salvo porque aún estaban trabajando en él. Mina no pudo evitar sonreír cuando vio quien tenía la máquina de tatuar: Nayeon. La pequeña estaba en las piernas de una sonriente Chae y en su pequeña manita tenía la máquina. Al parecer, Nayeon, con la ayuda de Chae, estaba a punto de trazar una línea en el cuerpo de la mujer cuando alguien les tomó la foto. Tanto la coreana como la pequeña, miraron a la cámara e hicieron la misma pose: mirar, torcer y abrir. Por último, la empresaria pudo ver a la hermana Spencer en el fondo de la foto, estaba sonriendo y tomando la mano de la otra mujer, mujer que Mina se preguntó si sería Alex.

Las otras tres paredes compartían algo precioso, cada una tenía un fondo de distinto color y, en cada una de ellas y colocados de forma aleatoria y de distintos tamaños, había todo tipo de fotografías encuadradas. Cada recuadro portaba tatuajes hechos en diferentes partes del cuerpo, como si alguien quisiera hacer un homenaje de ellos y, además, cada uno de ellos tenía una palabra o frase que lo acompañaba y que, en fondo blanco y letra negra, llamaba poderosamente la atención.

En una de las paredes había un sillón no muy moderno y bastante gastado, y en la pared contraria, y justo enfrente de la puerta, había un tablero gigante de dibujo sobre el cual un cuerpo pálido había cesado su trabajo y ahora esperaba el grito inevitable.

— ¡HEY! Les dije que no podían pasar. Lo siento mucho, Chaeyoung, aprovecharon que me distraje para entrar —Eunha había llegado detrás de las chicas.

Mina se había quedado cruzada de brazos mirando la espalda de Chae y Momo se había acercado a los cuadros.

—Está bien, Eunha, no hay problema —cuando Chae las enfrentó, la furia de Mina aumentó en gran medida.

— ¡CARAJO, SON! —se acercó a ella, pero la baja retrocedió unos cuantos pasos.

Momo se dio vuelta para mirar a la pequeña por el escándalo que había hecho su amiga.

— ¡Dios, rari! ¿Qué te paso en la cara? —la japonesa también se acercó y Chae terminó de retroceder los pasos que la separaban de la pared. En todo ese tiempo, Mina ya había contado cinco moretones en la cara de Chae.

Chae se sintió incomoda con las miradas y eligió agachar su cabeza.

— ¿Qué... qué hacen acá? —les preguntó, tratando de desviar la conversación.

Mina estaba furiosa, más que furiosa, ¿cómo podía preguntarle eso? Momo se anticipó.

—Calma tus rarezas, rari, sólo venimos a ver cómo estabas. Con esto de que no te apareciste anoche por el departamento...

—Tenía... tenía trabajo —señaló al tablero.

La japonesa continuó.

—Pero ahora que vemos que estás bien —la japonesa recibió una mirada de reproche de parte de su socia—. Bueeeeno, así tan bien, bien, no —aclaró—, pero al menos estás viva. Un poco hecha mierda, pero viva —volvió a darse vuelta a mirar los cuadros que colgaban de la pared—. Ahora hablemos de lo que me interesa —esto llamó la atención de Chae—. ¿Estos los has hecho tú? —le preguntó a la pequeña.

A Mina le dio rabia el cambio de conversación de Momo, y más rabia le dio aún la sonrisa de la pequeña al hablar de su trabajo.

—Sí, yo los hice —contestó orgullosa.

— ¿Y por qué carajos están encuadrados? Pensé que habías hecho más de...

—No, no —se anticipó Chae—. Estos son los que yo considero especiales. Tienen un significado profundo o han representado un desafío para mí, o es gente verdaderamente importante —contó.

—Oh Dios, dime que el de Barack Obama está aquí —los ojos de Momo ya no podían abarcar todo.

Chae asintió con sus manos en la espalda y balanceándose en sus talones.

— ¿Cuál es? ¿Cuál es? —preguntó curiosamente.

—No puedo decirlo. Firme un acuerdo de confi—fi...

—Confidencialidad —la ayudo Momo.

—Eso —aceptó.

— ¿Y esto que está escrito? —preguntaba sobre las letras negras.

Chae sonrió, le encantaba esa parte de sus cuadros.

—Es lo primero que dijeron las personas a las que pertenece el tatuaje cuando lo vieron terminado —explicó orgullosa de su idea.

— ¿Acaso esto son ojos? ¿Tatúas ojos, rari? Porque eso sería raro hasta para alguien raro como tú —dijo, mirando a un par de ojos rojos que la miraban desde un recuadro en la pared.

—Síp —respondió como si nada—. Elena se llamaba la chica —miraba al techo recordando—. Estaba vestida de una forma muy vampiresa y dijo que pagaría lo que sea con tal de que le devolviera la vista, resultó que ella creía, o cree, firmemente que nació vampiro, pero que le faltaban sus ojos rojos y yo se los di —contó con una sonrisa—. Si me recuerdo bien, sus palabras fueron...

— "Por fin pude corregir lo que Dios hizo mal" —leyó Momo del recuadro y la pequeña afirmó—. Wow, rari, tienes mis respetos porque... OH DIOS, ¿ESO ES UN PENE? —otro cuadro había llamado su atención. Si Mina no hubiera estado tan enojada, hubiera ido a ver el cuadro enseguida.

Chae se acercó cautelosamente a Momo y se quedó a una distancia segura de ella.

—Oh, sí —respondió con seguridad.

— ¿Tatuaste un pene, rari? Aunque no es la gran cosa, pero es un pene al fin —comentó la japonesa observando la foto de un miembro masculino en todo su esplendor. El miembro estaba totalmente parado y tenía tatuado un rayo grueso en todo su largo y en el medio decía: "Yo tengo el poder".

—Fue todo un desafío, había que mantenerlo parado por bastante tiempo —contó Chae con total seriedad—. Así que tuve que recurrir a videos porno, un par de rameras que estaban por ahí vinieron a ayudarme a hacerle al tipo un striptease, no podía mantenerlo duro ni por cinco minutos

—Eso me hace recordar a alguien —Momo miró a Mina.

—Demoró como seis horas en terminarse —Chae seguía con su cara profesional—. Y el final fue muy gracioso, lee su frase —le indicó a la japonesa.

— "Cuando le diga a mi mujer que se me paró tantas veces, no me lo va a creer" —leyó y rio con ganas—. Ay rari, rari, definitivamente eres un caso extraño de la ciencia. ¿Habrá un par de tetas que merezcan la pena...?

— ¡MOMO! —Mina la frenó. Había venido con un objetivo y lo iba a cumplir sea como sea. Pero primero tenía que sacarse a su socia de encima, no ayudaba en nada—. Vete a hacer lo que viniste a hacer —se refería a Yoongi, entre ellas no había secretos—. Tengo que hablar con Son —le dijo con un tono que no aceptaba réplica.

Momo miró a Mina y luego a Chae, dio media vuelta y salió de la oficina.

Mina miró a los ojos de la pequeña, ojos que no encontró porque Chae tenía la cabeza muy bien agachada. Era el momento.

En el estudio.

—Oye, tú —Momo había divisado a Yoongi sentado en una banqueta con una cerveza en mano y disfrutando de la música. Al parecer el chico ya había terminado con su trabajo y se estaba relajando con sus amigos.

Yoongi la miró con una sonrisa que a Momo le pareció patética.

—Wow, tienen que dejar de aparecerse en este lugar. Nos van a infartar a todos —le dijo Yoongi de buen ánimo.

—Primero que nada, yo me aparezco en el lugar que a mí se me da la gana cuando a mí se me da la gana, ¿de acuerdo? —le advirtió Momo, ganándose un silencio profundo del grupo en el que el chico estaba—. Y segundo, quiero que tú y esa estúpida sonrisa se alejen de Sana en lo que yo tarde en chasquear mis dedos —chasqueó los dedos—. ¿Nos entendemos? Dudo que alguien como tú —lo miró de arriba abajo—, le pueda ofrecer algo a ella.

Yoongi se paró de la banqueta y la enfrentó sin temor.

—Puedo ofrecerle mucho más de lo que tú le has dado hasta ahora —que el hombre estuviera al tanto sorprendió a la japonesa.

—No tienes idea de lo que hablas —lo frenó.

—Contéstame una sola pregunta —le dijo el chico y sin esperar respuesta largó: — ¿Sana es tu novia?

Momo lo miró directo a los ojos, sabía que el tipo había dado en el clavo.

—Ese no es tu problema.

— ¿Sana es tu novia? —repitió la pregunta

—No, pero...

—Eso es todo lo que quería saber —la interrumpió y se alejó de ella para volver con sus amigos.

—Idiota —fue lo último que dijo Momo antes de salir del local.

En la oficina de Chae.

La castaña se había quedado en el mismo lugar que la dejó Momo. Mina, en cambio, recorrió el lugar varias veces antes de hablar.

— ¿Fuiste a buscar a los padres de Nayeon? —preguntó, mirando la gigantografía. Cuando lo único que obtuvo fue silencio, se dio vuelta para enfrentar a Chae y la encontró en su habitual posición. Mina tuvo que suspirar profundamente para poder salir victoriosa de ese lugar—. Te hice una pregunta —presionó.

Chae la miró con más intensidad y solo movió su cabeza, afirmando a la pregunta.

—La hermana Spencer te dijo que no lo hicieras —le recordó.

Chae levantó sus hombros solamente, irritando aún más a la castaña.

— ¿Por qué lo hiciste? —una pregunta más y una pregunta más que la pequeña respondía levantando solo con una encogida de hombros.

— ¡DIOS, CHAEYOUNG! ¡ERES TAN IRRITANTE! —y lo logró, la pequeña había logrado el colapso de Mina. 

La castaña se sentó en el sillón viejo y puso su cabeza entre sus manos. Después de un tiempo de silencio, levantó su cabeza para mirar a la otra chica que tenía la vista en cualquier lado menos en Mina.

—No puedo hacer esto, Chaeyoung —le dijo.

La pequeña volvía a mirar a la empresaria.

—No puedo cuidarte. Yo no vine a esta ciudad para ser niñera, ni mucho menos para pasar noches sin dormir pensando en algo que no son mis negocios —le dijo—. No puedo estar atenta a si llegas o no viva al departamento, ni siquiera voy a vivir más de dos meses contigo. No soy tu guarda espaldas, ni tú protectora —cada una de las palabras que decía le sabían una verdadera mierda.

El ceño de Chae se frunció al mismo tiempo que su cabeza se agachaba.

—Yo no necesito que me cuiden ni que me protejan —dijo en un murmullo perfectamente entendible para Mina—. Me sé cuidar sola —agregó.

Mina solo se quedó mirando al hermoso ser que tenía adelante, no quería nada más que correr a besar cada marca que tenía en su cara. Agitó su cabeza y volvió a la realidad.

—No hagas mucho ruido al entrar —dicho esto, se levantó del sillón y caminó hasta la puerta de la oficina para llegar a abrirla. 

Antes de salir, se paró en seco y miró a la pequeña. Por supuesto que la encontró en su torcida habitual y por supuesto que tuvo que juntar muchísima fuerza para salir de la oficina cuando todo su cuerpo le estaba diciendo lo contrario. Suspiró hondo, dio una última mirada y salió, su objetivo estaba cumplido.

O eso creyó.

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