Era un invierno de 2004, recuerdo que me encontraba sentado en el suelo, en las solitarias canchas para hacer deporte del orfanato. Nadie queria salir cuando el clima estaba así, cuando el frío agresivo hacia que tus extremidades dolieran incluso hasta los ojos.
Me gustaba dibujar ahí, en silencio, con aquella luz tenue. A pesar de solo poder mirar con un ojo, hacia aquello bien, o al menos eso opinaban mis amigos. También lo creia, pero lo que me motivaba a seguir haciendolo era el hecho de poder plasmar mis ideas, los paisajes que veia en mis (a veces) atormentados sueños, todo era tan mágico ahí, sentia amor, miedo, felicidad, tristeza, como si fuese parte de otra vida, de mi vida alterna, incluso con otro cuerpo, siendo mujer.
Veia desde lejos a Catalina. Lucia tan indefensa, tan sencilla, tan noble...¿pero porque sentía que debia acercarmele y contarle todo aquello que leí? Si el hecho de estar con ella estaba prohibido en el orfanato.
Aún no entiendo porque aquella nota decia que no debiamos estar juntos.
Nunca tuve tanta curiosidad de hablar con una chica como ese día. Eran las 5:00 p.m. Abusé de la amabilidad de la enfermera Theopile que se encargaba de cuidar chicos como yo, y robé del cuarto de utilería de teatro (esto como actividades recreativas para los huerfanos y también de vez en cuando haciamos obras de caridad, de hecho, fuí protagonista en varias ocasiones. "Me encanta la pasión por lo que haces"me decia cada vez que pisaba el escenario, era un lugar pequeño pero me hacia sentir alguien diferente. Para ese entonces, manipular mis emociones ya era pan comido.