Rusia pidió un par de Martinis para dar comienzo a la ronda de bebidas de esa pasional noche. Tomó entre sus manos aquella copa con el líquido azul agitado por el movimiento de su cuerpo y se la pasó delicadamente a su acompañante de esta noche rozando a propósito la punta de sus dedos para sentir aquella vibra que le provocaba el más bajito. Sí antes había tenido experiencias fantásticas con desconocidos, hoy cada parte de él le gritaba que esto era muy diferente, y aquella idea le fascinaba.
-Entonces... ¿Cuál es tu nombre? No quisiera que esta noche joven se terminará sin conocer el nombre del motivo por el cual mi día este acabando de una manera tan maravillosa.
El más bajo conteniendo todos aquellos temblores que traicionaban la seguridad que quería proyectar, tomó un trago de aquella dulce bebida y saboreando gustoso el líquido en su lengua.
-Me llamo México. – La meliflua voz del mexicano era tan dulce y delicada que podía sentir tan inexplicablemente el sabor de la miel entre sus labios y una sed de probar aquel mangar prohibido de su boca dominó su cuerpo. La presencia del más bajito lo hacía sentirse sediento en muchos sentidos, los cuales eran prohibidos describirlos en voz alta.
-Es un nombre hermoso, perfecto para un ángel como tú. – El ruso tomó su copa y la bebió por completo, de alguna manera debía apagar el fuego que crecía en su interior y no arruinar el momento.
Un silenció se instaló entre los dos y sorprendentemente fue el mexicano quien decidió dar el siguiente paso.
-Ven, vamos a bailar. – Sin esperar algún tipo de respuesta del alto, tomó su mano dirigiéndolo hacía el centro de aquella resplandeciente pista iluminada de colores neón, que parpadeaban y hacían brillar sus extensiones corporales.
El ambiente ya era caluroso gracias al movimiento de los demás cuerpos a su alrededor que hacían ascender la temperatura, pero el incontrolable calor que sentían ambos no tenía nada que ver con el clima, sino con el roce intencional de sus cuerpos.
En el fondo del lugar sonaba una canción lenta compuesta con un toque sensual, Rusia cortó la distancia entre ambos cuerpos pegándolos lo más posible y presionando las caderas del mexicano con sus fuertes manos, sin despegar su vista de todas las reacciones y los movimientos del norteamericano, quería plasmar en su memoria todo lo que se le permitiese, porque en el marco de esta noche México es como la pintura.
El mexicano rodeo con sus brazos el cuello del euroasiático, sus rostros a solo centímetros de distancia hacían que sus alientos pegarán en el rostro contrarió, mezclándose entre sí y creando una nueva fragancia con el toqué dulce de la bebida alcohólica y la frescura propia de las olas del mar. La química inexplicable que surgía entre ambos estaba a punto de explotar el lugar. Este encuentro era la Serendipia del destino de aquellos dos seres en el momento más oportuno.
Rusia se acercó al oído de México y susurrando palabras mágicas con su voz tres octavos mas bajo de normal, hizo que el tricolor cerrara sus ojos y se permitiera hundirse en el fondo del mar y las ondas de su grave voz.
-Estoy tan sediento de ti, quiero tomar un sorbo de tus labios y conocer tu sabor. –
Mirándose directamente a los ojos y creando un lazo invisible con sus miradas conectadas, fue el asentimiento silencioso de ambos para dejarse llevar por la corriente eléctrica que los dominaba, no podían ocultar más tiempo que los dos querían comenzar a apagar la pasión descomunal que se desbordaba de sus cuerpos. Lentamente se acercaron hasta rozar sus labios, comenzando un movimiento lento, acoplando sus labios hasta crear el movimiento perfecto, entregando todo lo que tenían ambos para ofrecer, el momento era inefable de comienzo a fin, el latir del corazón se aceleraba cada segundo y la respiración cada vez que era más inestable y forzada, pero ninguno de los dos quería terminar aquel encuentro donde sus lenguas bailaban y se enredaban dentro de la boca ajena, explorando y marcando cada estrecho lugar de su cavidad, embriagándose de los movimientos ajenos y creando nueva música por los chasquidos obscenos que profanaban sus bocas.
La asfixia los hizo detener el encuentro, ambos trataban de recuperarse y regular sus respiraciones, pero sin despegar sus manos del cuerpo ajeno, necesitaban sentir el calor del contrario para poder creer que este mágico momento era lo mas real y acertado que había pasado en sus vidas.
-Cariño, eres demasiado hermoso como para solo mirarte, quisiera que esta noche pronunciaras mi nombre con tu dulce voz. – El mexicano solo pudo asentir, las palabras estaban de sobra esa noche si sus cuerpos por si solos transmitían la necesidad de ser tocados y marcados de besos y caricias sin nombre.
El ruso los dirigió hacía su coche, sin resistir la pasión corriendo por sus venas, pegó al mexicano contra su parabrisas y comenzó a besarlo nuevamente sin freno, ni compasión, robándole hasta el último rastro de saliva de su boca. Comenzó a besar la nariz y mejillas repartiendo pequeños besos que fueron creciendo y haciéndose salvajes a medida que bajaba por su hermoso y expuesto cuello marcándolo y mordiendo, pintándolo de moretones como si de un lienzo dispuesto a que su pintor trabajará en el se tratase, mientras el mexicano era un manojo de temblores y gemidos sin piedad, que cantaba para el silencio de la noche con sus hermosos y pornográficos jadeos.
Abrió la puerta del coche con dificultad, sin perder el contacto de los labios ajenos, al oír el clic, tomó al mexicano entre sus brazos y lo metió al asiento trasero, posicionándose arriba de él y cerrando la puerta sin cuidado alguno.
Se detuvo un momento para admirar la pieza de arte que era el mexicano con aquel sonrojo en su rostro, el hilo de saliva saliendo de su boca, las marcas oscuras de su cuello y su rostro que le pedía que lo follará en ese mismo momento.
-Joder, México, no me mires así. Tú imagen es tan erótica que me puedo venir en este preciso momento.
Rusia comenzó a desnudarlo sin delicadeza al pequeño cuerpo a su disposición, su hambre solo crecía con cada milímetro de piel que se exponía ante su vista, admiró el delicado pecho desnudo de México y se lamió los labios al ver aquellos pezones erectos dispuestos para él. Comenzó a lamer un pezón haciendo movimientos circulares con su lengua sobre esté mientras atendía el contrario con su mano apretándolo y jugando con él.
-R-Rusia, Mmmm, siento que no resistiré más. –
Succionó con fuerzas el pequeño botón haciéndolo gemir aún mas fuerte y le dio una pequeña mordida con sus dientes, que volvió loco al mexicano y volvió repetir el mismo proceso con el otro pezón hasta dejarlos rojos como dos pequeñas y jugosas cerezas.
Mientras se deshacía del pantalón y ropa interior del de sangre azteca, iba dejando un camino de besos de su pecho a la cadera y mordiendo esa zona sensible del cuerpo contrario. Con sus piernas ya desnudas comenzó a repartir caricias delicadas con sus manos, disfrutando y amasando cada centímetro de aquella canela piel que lo volvía loco, reemplazo sus manos con sus labios, besando delicadamente aquella carne y después succionando su extensión corporal mientras llevaba una de sus manos a la erección del más bajito para comenzar un movimiento de arriba hacia abajo en toda su extensión. Aquel movimiento se volvía cada vez más agresivo cada que escuchaba al mexicano gritar su nombre y subiendo el volumen de su tono de voz desenfrenando su autocontrol.
-M-Me voy a venir, detente, mmm, Rusia, p-por favor. – Al contrario de hacerle caso llevó su boca al pene contrario para lamerlo de arriba hacia abajo para así meterlo completamente a su boca, sacándolo y metiéndolo con fuerza y succionando contra su cavidad oral.
-O-Oh sí, así -. Sintió el cuerpo del mexicano temblar dándole aviso que su orgasmo estaba muy cerca, aumento la velocidad y fuerza de su felación hasta sentir el líquido caliente de su amante llenar por completo su boca.
Mientras el mexicano se recuperaba de los espasmos de su orgasmo Rusia comenzó a desvestirse y el tricolor no pudo pasar de largo aquellos brazos bien trabajados que lo hacían lucir tan rudo.
-No soy fan de los fetiches, pero si vengo pidiendo que me ahorques con esos brazotes. – le dijo el mexicano con un tono de voz pícaro y picante tan característico de él.
Rusia solo enarco una ceja ante su propuesta.
- ¿En dónde quedó el México tímido de hace unos instantes? No te apresures cariño tenemos tiempo para explorar todos aquello fetiches que tienes escondidos.
Se acercó y depositó un dulce beso en los labios del norteamericano y prosiguió a quitarse el pantalón junto a la ropa interior para así dejar al aire su gran y dotada erección de veinticinco centímetros. El mexicano se quedó con la boca abierta, anonadado por la majestuosidad frente a él.
-Dios, es tan grande. –
- ¿Qué? ¿no crees poder con él? -. Lo retó el ruso.
Una risa salió de los labios del tricolor, definitivamente no sabía con quien se estaba metiendo.
- ¿Qué si no puedo? Si me encantan así.
La erección del mexicano saltaba feliz nuevamente, y comenzaron otra sesión de besos húmedos y peleas por mantener el control en la boca del contrario.
-Date la vuelta, México. – Con su voz demandante Rusia le ordenó, y aunque al mexicano no le gustaba recibir ordenes en este momento le pareció de lo más excitante. Acatando las palabras del ruso se dio la vuelta poniéndose en cuatro y dejándole una perfecta vista al ruso de su entrada.
El euroasiático jugó un poco con sus glúteos separándolos y manoseándolos, dándoles un par de nalgadas que hicieron gemir con potencia al mexicano. El norteamericano sintió una húmeda invasión en su entrada y gimió sin control sintiendo la lengua del contrario ir a lo largo de su grieta. Sin pena alguna el ruso siguió succionando el privado lugar para después comenzar a meter la lengua lentamente dentro de su cavidad, sosteniendo fuertemente las caderas del tricolor a punto de desmoronarse de la excitación. Empujó su lengua sin orden dentro y fuera explorando las paredes interiores del más bajo mientras disfrutabas de los evidentes temblores del de baja estatura.
Tomó tres de sus dedos e hizo que los lamiera el mexicano y comenzó a meter uno dentro de su amante que gemía de puro placer al sentir el largo dedo del ruso entrando y saliendo de su cuerpo. Un segundo dedo lo invadió para así crear movimiento de tijeras y expandir la carne del lugar. El tercer dedo comenzó a explorar su interior mucho más rápido que los anteriores para poder acostumbrarlo a lo que se vendría a continuación.
-P-Por favor, Rusia, solo mete tu puto pene en mi culo-. El ruso sonrió por la desesperada voz del mexicano y en un movimiento brusco lo volteó para quedar cara a cara.
Tomó ambas piernas y lo obligó a rodear su cintura, y masturbó un poco su propio pene para humedecerlo del líquido preseminal y así facilitar la entrada a ese estrecho lugar. Posiciono su erección en la entrada del mexicano y buscó su mirada consiguiendo su aprobación para comenzar a meter lenta y cuidadosamente sus veinticinco centímetros dentro de él.
Cada centímetro que se adentraba en su interior, lo hacían tocar el mismo cielo abriendo tan cálida y deliciosamente su carne, llenándolo por completo en tantos sentidos y no solo en el carnal, hasta podría decir que el ruso le penetraba su misma alma. Su mente daba vueltas por todo el placer que su pequeño cuerpo estaba acumulando, mientras Rusia se contenía por la rica y caliente presión en la que lo envolvía el mexicano.
-M-Muevete y-ya-. Rusia asintió con los ojos cerrados de puro placer para comenzar a moverse lentamente en su interior.
Su movimiento era suave pero profundo, y el mexicano comenzaba a gemir de pura excitación y cada sonido lo volvía más loco haciéndolo perder el total control.
Las embestidas cada vez eran más rápidas y profundas igual que sus desgastadas voces que rozaban su garganta de tanto esfuerzo. El ruso comenzó a dejarse guiar por la pasión, enterrando sus manos en la cadera del contrario moliendo su piel y embistiendo mas feroz y sin cuidado a su amante.
-Oh, joder, joder ahí -. Rusia había tocado aquel dulce punto y folló con más fuerza ese lugar ganándose algunas maldiciones del mexicano envuelto en un sinfín de fantasías y placeres.
El ruso pasó una pierna del mexicano arriba de su hombro para así poder acceder y llegar aún más profundo en él y aprisionando al mexicano con sus fuertes vaivén de caderas.
Minutos después sintió unos bien conocidos espasmos recorrer su cuerpo cuando las paredes de México oprimieron su pene aún dentro de él, y así ocasionando que ambos llegaran al tan esperado orgasmo gimiendo el nombre del contrario.
Rusia sacó su pene de la cavidad de México observando como el semen se deslizaba de su entrada y sonriendo satisfecho por su obra maestres. Se tiró agotado encima del mexicano ganándose algunas caricias y masajes en su cabello, en un gesto tan íntimo.
Los dos tenían una gran sonrisa de satisfacción plasmadas en sus rostros cuando los primeros rayos del amanecer anunciaron la llegada del siguiente día.
El euroasiático tomó su abrigo y tapo los cuerpos desnudos de ambos para tomar el descanso que tanto pedían, se dieron un último y tierno beso antes de caer en el mundo de los sueños abrazándose fuertemente uno al otro y aferrándose a la idea de un futuro prometedor.