Estabas con un niño. Sí, un niño. Debe de haber tenido unos 15 años —luego descubrí que realmente tenía 17—.
Aun así me acerqué a ti.
Te veías hermosa. Llevabas un vestido negro, y tus pulseras, y tu largo y lacio cabello castaño suelto, y tus converse.
Me sonreíste, como si hubieras estado esperando ese momento.