Mi nombre es Carlos Mendoza, soy un investigador del Laboratorio de Materiales Anómalos del Centro de Investigación BlackWatch, un enorme complejo científico subterráneo y ultra secreto instalado en una base militar en desuso emplazada en el desierto de Nuevo México. Diría que esta base es muy similar a bases 51 que se ven en películas de ciencia ficción. Pero aquí no ocultamos alienígenas, solo nos enfocamos en la investigación orientada al campo médico.
Yo estoy trabajando en el sector 4, es decir 4 pisos bajo tierra. Con mi equipo de investigación, estudiamos todas las propiedades bioquímicas del Hongo Solanum. ¿Qué es el hongo Solanum? Déjame contarte.
Un 4 de Julio, un equipo de biólogos halló una especie extraña de flor, creciendo en la Reserva Nacional Isla de Maracá. Tenia propiedades únicas.
Antes no lo creía, pero toda duda se me fue de la cabeza, al ver como esta planta, producía una sustancia con capacidades regenerativas. Podía regenerar partes dañadas a otras plantas.
Era estupendo, por lo que BlackWatch mandaría un equipo de recolección.
Pero no solo traerían a la planta, sino también a una nueva especie de hongo. Este hongo se apegaba a la planta para sobrevivir.
Creímos que era el ya conocido unilateralis (Hongo parasitario que era capaz de controlar las acciones de las hormigas), pero todo cambió cuando un científico tuvo contacto directo con el hongo.
El hongo le había tomado solo 5 minutos en expanderse por todo su cuerpo. El pobre hombre sucumbió a la misteriosa enfermedad fúngica, que le quitó todo el libre albedrío y se convirtió alguien totalmente diferente. Era agresivo, y muy torpe.
Lo peor era que presentaba señales de haber muerto, pero seguía moviéndose.
Era un completo zombie.
Todo el sector 2 había sido infectado, pero gracias a una rápida operación y contención por parte de los trabajadores armados de BlackWatch, se había logrado contener satisfactoriamente el brote de la enfermedad. También eran muy lentos. Y desde ese incidente, el Hongo fue el centro de atención para muchos ejecutivos.
Por eso estoy aquí, para estudiar a esta nueva especie fúngica.
— ¡Carlos! Tío, ¿En que piensas? —Dice mi compañera de trabajo Claire. —Te preguntaba si ya habías adaptado el hongo hacia las ratas.
—Ah, perdona. Me perdí en mis pensamientos. ¿Con que fin se realiza estos estudios? —Dije indiferente.
—Ni idea, ¿Armas biológicas?. No nos incumbe el tema. Ahora, ¿Lograste adaptarlo?.
—Si, no fue realmente difícil. Todas las ratas de pruebas fueron infectadas de manera exitosa. Es momento para la prueba en chimpancés.
—Perfecto, al jefe le gustará la noticia. ¿Quieres comer conmigo esta noche?
—¿Es una cita a donde me quieres llevar?—Dije con tono seductor, sacando una sonrisa a mi compañera.
—Si no quieres ...puedo siempre invitar a Jhon.
—Entonces acepto.
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Horas más tarde, cuando bajamos del taxi, reconocí la fachada del lugar; era un carísimo restaurante japonés, el más famoso de la zona.
—Vamos, que no tenemos todo el día.—Dijo Claire, quien cogió mi mano con firmeza y me arrastró dentro del establecimiento.
Tras el mostrador de recepción había dos mujeres que vestían elegantes túnicas de seda con dibujos florales de estilo tradicional. Sin pensárselo ni un segundo Claire dejó caer su chaqueta sobre las manos de una de las mujeres, y esta le sonrió como si estuviera agradecida por el hecho de poder servirles.
—Carlos, vamos, dale tu abrigo.
—Ah, sí, sí, claro...
Sintiéndome sumamente extraño logré quitarme el abrigo y entregárselo a la señora sonriente, después esta se inclinó ligeramente a modo de reverencia y se dirigió hacia el guardarropa.
La otra mujer abandonó el mostrador y nos condujo lentamente por el restaurante hasta una de las mesas e incluso apartó ella misma las sillas donde debían sentarse.
Sonaba una melodía suave de fondo y se oía agua caer, como si en algún rincón del restaurante hubiese una fuente. Me sentía fuera de lugar, nunca había entrado a lugares como estos, todo contrariamente a Claire, que se mostraba entusiasmada mientras observaba la curiosa decoración del establecimiento y poco después hojeaba la carta.
—¿Como conocías este lugar? —pregunté. —No eres de México...
—Lo busqué por internet con el móvil. ¿Sorprendido? ¿Sabías que debes guardar semanas de anticipación para comer aquí?.
—¿Tenías planeado todo esto?, ¿No se supone que el hombre debe de invitar a la dama a la cena?.
—¿Una dama no puede ser el quien invite la cena?
—Hey, solo aplico lo que Disney siempre me ha enseñado.
Entre las pequeñas risas la camarera nos interrumpió preguntándonos si ya habíamos decidido qué queríamos pedir.
Ambos estuvimos de acuerdo en escoger un menú variado parados. Cuando la mujer retiró las cartas y se alejó de la mesa, Claire me dio un pequeño puntapié debajo de la mesa.
—Auch, ¿Y eso por qué?.
—Porque le mirabas el trasero a esa perra.—Dijo con una sonrisa.
Poco después nos sirvieron el menú para dos y ambos comimos en silencio.
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Justo en el momento de acabar la cena, el jefe había llamado
—Las ratas presentan un raro comportamiento. No era lo que pedía. —Decía totalmente asustado.
—¿Que comportamiento? —Dije también asustado. —Usted pedía seres híbridos, capaces de regenerar extremidades perdidas. ¿Que quiere decir con...?
—Presentan el mismo comportamiento de los antiguos experimentos. Son agresivos. Ellos...
Del otro lado de la línea, se oían disparos. Gritos de personas y gemidos de procedencia algo dudosa.
—Ellos actuaron al principio bien... Luego atacaron a todos los del sector 4. Ahora mis.. ahora mis..
—Jefe, ¿Se encuentra bien?
—[Sollozos]... Mi niño... Mi niño,¿estás ahí? Por favor...
—¿Jefe? ¿Esta bien? ¿Qué sucede?.
Se oye un grito, para luego cortarse la llamada.
—¿Pasa algo? —Dice Claire.
—Debemos volver al laboratorio.
Ella iba a refutar, pero al verme tan serio, decidió no hablar más.
Luego de pagar todo, nos dirigimos a la salida. Pero no pasaba ni un puto taxi. Los minutos pasaban. Claire trataba de tranquilizarme, diciéndome que el problema antes se había repetido años antes y habían logrado contenerlo. Pero eso había sido con el hongo Solanum. Ahora el hongo había sido modificado genéticamente. No era el mismo con que años antes habíamos reducido.
—¿Con cuántos has salido tú? —me preguntó, tomándome por sorpresa.
—¿Te refieres a los de estar un par de meses, o a los de pasar un buen rato sin compromisos?
—No sé... todos en general... ¿Cuántos?
—Pues, soy un tipo muy ocupado como para buscar mujeres. ¿A qué viene la pregunta? ¿Interesada? —Dije en tono de broma, mientras mi mirada aún buscaba un taxi.
—Sí.
La respuesta no me lo esperaba para nada en absoluto. La miré fijamente. Ella estaba muy roja. A pesar de ser de noche, el sonrojo era bastante notable.
—Y tú, ¿Con cuántos has salido tú?. —Digo mientras me acerco lentamente.
—Todos los hombres son unos idiotas.
—¿Todos?.
—Todos, menos uno. Es muy inteligente, y trabaja conmigo. ¿Quieres saber?...
No la dejé terminar, porque mis labios presionaron los suyos. Sujetaba con una mano su rostro, mientras la otra presionaba su espalda acercándola más hacia mí. Tenía los ojos cerrados, pero gracias al ruido inconfundible de un auto acercándose, hizo que terminara aquel beso. Por suerte era un taxi.
—Podremos terminar de hablar del tema luego de reparar el problema, ¿Okey?
—Esta bien. —Dijo con una linda sonrisa.
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Una vez se encontraron dentro del confortable taxi, le indiqué al simpático conductor adónde queríamos ir y nos pusieron en marcha. Me sentía terriblemente nervioso, como nunca lo había estado. Si no se contenía el brote, muchas personas morirían.
—Todo va a estar bien. —Dice Claire quien intentaba tranquilizarme.
—Espero que nuestro personal armado halla logrado contener el brote.
Empecé a sentir la mirada del chofer, pero en estos momentos no me importaba.
—Además, si llegaramos, ¿Qué podrían hacer dos simples científicos contra el problema desatado?.
—No sé, quizás... —la verdad no sabía que pudiéramos hacer.
—El brote se logrará contener. Ya verás
El conductor del taxi que observaba la discusión a través del espejo decidió preguntar.
—Chico, ¿Qué brote? —le sugirió a James.
—¿Por qué no se dedica usted a mirar la carretera, ya que para eso le pagamos? —le grité.
—¡Son terroristas! ¡Ahora mismo los llevaré a los policías!.
—Cálmese señor. No somos terroristas. —Decía Claire tratando de bajar la tensión.
—¡Cállese! Mi primo murió a manos de personas como ustedes... yo...
Estábamos a 20 minutos aproximadamente del laboratorio cuando algo salió inesperadamente de la oscuridad a una gran velocidad, tomando al conductor por sorpresa, y ocasionando un choque frontal del coche contra el objeto. A continuación noto cómo se perdía el control del auto, que volcaba sobre un lateral avanzando unos metros justo antes de comenzar a rodar sobre sí mismo dando varias vueltas de campana. Solo tuve tiempo de abrazar fuertemente a Claire. Y luego, todo se puso negro.
Bueno, aquí termino el capítulo 01. Espero que les haya gustado mucho. Acepto todo tipo de crítica. Dejen sus votos, que son ¡gratis!.