𝐜𝐨𝐭𝐭𝐨𝐧 𝐜𝐚𝐧𝐝𝐲 𝐚𝐧�...

By milkhney

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❝ No necesitan más, siete días donde su amor florecerá. ❞ MMTMF & ECNSE © Juan Osorio More

AristemoWeek 2k19
Day 2
Day 3
Day 4
Day 5
Day 6
Day 7
Cotton Candy and Chocolate

Day 1

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By milkhney

I. Dance

El baile de las máscaras había sido elegido para la fiesta de bienvenida en la Universidad del Valle, aquella donde todos los alumnos debían ir con su mejor antifaz y mejores ropas elegantes. 

Aristóteles había comprado un hermoso traje azul marino entallado que le quedaba perfecto a su imagen y una máscara del mismo color con toques dorados en los bordes de esta. Sonreía, era su primer baile como universitario y realmente le causaba una gran explosión de sentimientos dentro suyo. 

Su madre lo miró, sonriendo en orgullo y acomodando los despeinados cabellos de su hijos cuales prefirió dejar sin gel. Ella lo tomó del rostro para calmarlo mientras acariciaba sus mejillas. 

— ¿Emocionado? — Inquirió la mayor mientras acomodaba el saco de su traje. Ari asintió mientras daba pequeños saltitos como niño pequeño. — ¿Y tu pareja? 

— Oh no, no llevamos pareja en este tipo de bailes. — Él explicó. — Se supone que es misterioso. — Entrecerró los ojos y movió sus manos de manera  dramática. — A media noche empezará el baile lento y si tienes suerte podrás bailar con tu crush de año. — Aquello último lo mencionó en un tono coqueto, Polita lo miró con una sonrisa y le dio un leve golpe amistoso en el hombro.

— Eso es todo hijo. Espero que no traigas a tu presa en la noche que Arqui necesita dormir bien.

— ¡Mamá! — El sonrojo en el joven Córcega no tardó en aparecer, tomó su máscara que se encontraba en la mesa y las llave de su auto. — Dios mio, claro que no. — Se mantuvo callado un segundo. — Y si lo hiciera no sería aquí, mucho menos en su casa. — Amapola le dio un latigazo con el trapo que llevaba en su mano. — ¡Ay! 

— Nada de esas cosas Aristóteles. 

El de rulos soltó una carcajada. Tomó el picaporte de la puerta, se despidió de su madre y caminó rumbo a su automóvil. La Universidad era cerca, sin embargo, prefirió no sudar y arruinar el -costoso- traje.

El baile solamente sería entre los cursos de primero en el gimnasio. La verdad es que el ambiente sería agradable, un poco de alcohol para festejar, chatarra y una gran pista de baile; Aristóteles estaba emocionado, aún más porque desde que comenzaron las clases había tenido un flechazo con uno de sus compañeros de la clase de Ética. 

Cuauhtémoc López Torres, si no se equivocaba. El pequeño chico que debatía sin parar con Mateo, el chico que a pesar de las constantes criticas de la profesora no se rendía tan fácil y cada clase iba mejorando más y más. Sin duda, una persona con carácter que, sin darse cuenta lo había enamorado por su inteligencia y claro, su gran corazón. 

Habían cruzado un par de palabras y quizás habían compartido mesa para almorzar -junto con su fastidioso amigo rubio que parecía nunca despegarse.- también habían intercambiado números telefónicos y tal vez, solo tal vez, habían hablado por mensaje recomendándose canciones.

¡Pero eso no significaba que también le correspodía! La idea era loca y poco coherente. 

Por es tenia un plan, loco y arriesgado. Bailará con Temo, cueste lo que cueste. Poco le importaba la máscara, conocía el cuerpo de su compañero de pies a cabeza por estar horas viéndolo sin cansarse y estaba seguro que lo encontraría enseguida sin ningún tipo de problema.

Al llegar a la universidad aparcó su coche y camino directo al gimnasio, donde las luces fosforescentes sobresalían, escuchaba el ruido de la música desde fuera. Acomodó su corbata y se colocó la máscara, suspiró sonriendo para entrar abriendo las dos puertas.  El lugar estaba oscuro, la única iluminación eran las luces neón que adornaban por todas partes; globos caían desde el techo. Los alumnos se encontraban bailando animadamente al ritmo de la música electrónica, al menos si habían respetado la norma de llevar antifaz y no quitárselos hasta acabar.

Se adentró con paso nervioso hasta la mesa de refresco y mirar a todas partes. Bien, tenía un solo trabajo y era encontrar a Temo, lo cual, ante toda la multitud al rededor de él sería algo difícil de realizar. Suspiró nuevamente, tomó un vaso y la gran cuchara para servirse ponche; una mano pegó con la suya, impidiendo que su acción se realizara exitosa. Alzó la vista para encontrarse con un chico más bajo que él de traje rojo y antifaz del mismo color, el suyo era adornado con toques negros y con brillantina. 

Lo reconoció en seguida. 

Apartó su mano rápido para dejar que este se sirviera a gusto. Cuauhtémoc estaba enfrente suya, brillando sin la necesidad de luces neón al rededor suyo, con el cabello revuelto y un hermoso traje -del cual seguramente era de marca.- que sin duda alguna deslumbraba

Sonrió penoso. — Hola. — Dijo, el chico lo miró mientras se alejaba del cucharon y tomaba del ponche. — Temo. — Susurró, como si decir su nombre estuviera prohibido. 

— ¡Ari! —  Y sin embargo el contrario casi lo gritó. El de rulos siseó hacía él y Temo tapó su boca sonriendo. —  Perdón. ¿Acabas de llegar? — Preguntó esta vez en murmuró. 

— Si, en realidad no tiene mucho. — Contestó, rascando abajo de su mejilla, la máscara empezaba a picarle. — Lindo traje. 

El López agachó la mirada viéndose así mismo, una diminuta sonrisa en su rostro y quizás un sonrojo del cual pasó desapercibido por el más alto.

— Gracias. — Soltó mientras volvía a beber de su vaso. — Tú no te quedas atrás. Me gusta el color que elegiste, queda contigo. 

Ari se hubiera ahogado con el ponche por el halago inesperado, si hubiera tenido que ponche tomar; sonrió nervioso mientras desviaba su vista a la gran jarra y tomaba nuevamente la cuchara para servirse, esta vez, completando su acción. Bebió un poco. 

Se quedaron en silencio un momento. No sabía que hacer en ese momento, ¿invitarlo a bailar sin más? Quizás debía esperar a que la música lenta empezara, pero eso significaba que debía hablar con el más bajo un rato más para que no se aburriera. ¿Y si había traído a su amigo rubio? Mordió el borde de su vaso nervioso. 

¿Cómo se debía hablar normalmente con tu crush, el cual también es tu amigo?

— Ari, ¿estás bien? — Los ojos marrones de su compañero chocaron con los suyos propios, Córcega tragó saliva aumentando sus nervios. La mirada inocente y pura de Cuahtémoc le hacía perder el conocimiento, olvidando donde se encontraba y como debía actuar de manera sensata. — Ari..

Las luces de pronto se apagaron, agudos gritos de algunas chicas al fondo lo hicieron reaccionar. La música lenta se empezó a oír, las luces quedaron en un tono tenue y relajante. Parejas empezaron a reunirse sin importarle de quien se tratará realmente. Era justo el momento de actuar, tenía al chico enfrente suya y solamente debía invitarlo a una pieza de baile.

Aristóteles aclaró su garganta mientras aflojaba levemente la corbata. Nuevamente sus ojos fueron atrapados por los contrarios. Sus manos viajaron lentamente a las de Temo y las tomó con delicadeza casi en un roce, el castaño lo miró confundido y ladeo levemente su cabeza hacía aún lado. La sangre del rizado se congelo, su respiración empezó a fallar y su corazón a acelerar. 

— ¿Quieres bailar? — Se atrevió a preguntar, esperando ansioso una respuesta. López lo miró un rato intentando comprender el momento. 

— ¿Bailar? — Fue lo único capaz de decir; dentro del chico su corazón latía incapaz de controlarse, empezó a sudar por el calor del gimnasio y por los nervios acumulados. Sus mejillas estaban rojas y agradeció a la oscuridad por no hacerlas notar. Aristóteles estaba enfrente suya, con una sonrisa tímida y sosteniendo su mano levemente. 

Ed Sheeran empezó a sonar en todo el lugar, ambos chicos se sonrojaron pensando que quizás podrían haber puesto otra canción para no sentirse tan 

» Claro 

La sonrisa de Ari incrementó, emocionado halo a su amigo a la pista donde no habían tantas personas como para ser empujados o atrapados. Temo sonrió ante su emoción, colocó su mano en el hombro contrario; Aristóteles llevó una mano a su cintura, nervioso tomándola.

Se quedaron así unos momentos, sin moverse ni hablar. Ari se sonrojo al darse cuenta que no sabía que demonios hacer.

— No sé que hacer. — Le dijo en susurro mientras mordía su labio. Temo abrió los ojos sorprendido y soltó una risa, el rizado frunció levemente el ceño. — Es en serio, nunca he sacado a nadie a bailar.

— Neta, ¿me lo juras? — Atinó a decir mientras soltaba otra risa, Ari le piso el pie unos segundos. — Ya. Solo tienes que moverte de un lado a otro. — Dijo diciéndolo tan simple que Ari temía equivocarse.  El morocho rodó sus ojos. — Sígueme el paso, no es tan difícil. 

Se limitó a asentir, tomando su cintura con más firmeza y confianza. Realmente lo intentaron. Movía su cuerpo lento pero con ritmo, balanceándose mientras Temo soltaba en susurros "un,dos, un, dos" para guiarlo como niño pequeño. En algún punto de la canción Ari empezó a tartamudear la letra - un poco mal pronunciado ya que era en inglés - pero aún así no dejaba el toque. Temo sonrió cuando vio innecesario seguir contando. 

— Que lindo cantas. — Le había dicho, intentando no hacer la situación incomoda. — Deberías participar en uno de los concursos de la Universidad para cantar. — Le aconsejó. — Seguro con tu voz logras ganar. O por lo menos el segundo lugar. — Burlón aprovechó la confianza entre ambos. 

— Sería una buena idea. Pero me gustaría tener un compañero de canto — Dijo. Temo alzó una ceja. — Me da pánico estar enfrente de tantas personas, solo. — Aclaró.

— Oh. En ese caso te aseguro que encontrarás a alguien. Varias personas están participando y algunos buscan pareja.

— Pero...— Se detuvo cuando dio un paso mal. — Perdón. 

— ¿Sabes? Yo a veces cantó. — Menciono con una sonrisa. — Si gustas podría ser tu acompañante y salvarte de tu pánico. — Él guiño el ojo. 

Aristóteles podría haber muerto en ese lugar si pudiera. Quizás era una broma, o quizás no, sonrió nervioso y no supo que hacer, cuando iba a abrir la boca para responder algo lo detuvo, sintió un suave peso en su hombro. Temo estaba ahí, recostado con una sonrisa en su rostro y con la máscara levemente levantada.   

— Temo.

— Perdón. — Respondió más no levantó su cabeza. El más alto no volvió a decir nada.

Ambos bailaron de esa forma hasta que la canción culminó. Sin embargo, sus corazón siguieron sonando y bailando al son del ritmo de sus emociones. Y Ari sonrió, porque cuando se separaron el inesperado beso en su cachete le dio una oportunidad más para ser cercano a su compañero de Ética.

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