CRONICAS THE DIVISION : La Ul...

By Emiliofarias1

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Luego del fin de "Crónicas The Division" basada en el videojuego de Tom Clancy's "The Division 1", donde pudi... More

La Ultima Misión

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By Emiliofarias1

I PARTE

RECUERDOS INGRATOS

El agente Charles Callahan dormitaba en el tercer piso de una casa abandonada, su M16/M4 descansaba junto a él, la mano derecha del agente sujetando firmemente la empuñadura y la izquierda bajo su cabeza, sus párpados cerrados dejaban entrever un sueño nervioso, su cuerpo no paraba de moverse, unas veces de lado a lado, otras con convulsiones suaves, lo que sea que soñaba no era agradable, las muecas de su boca y los nudillos marcados de tanto apretarlos indicaban algún tipo de mal recuerdo.

En su mente repetía una y otra vez la emboscada que él y su equipo habían sufrido a manos de unos enemigos desconocidos, sus amigos murieron en el enfrentamiento que duró apenas un par de minutos, los enemigos poseían un increíble arsenal y además una resistencia antinatural, él mismo disparó a quemarropa a un sujeto protegido con un simple chaleco antibalas y con su rostro cubierto por una máscara anti gas, que se le abalanzó como un kamikaze; recordó cómo le disparó directamente a las partes que el chaleco de su enemigo no cubría, vio la sangre, vio los impactos de bala, pero el sujeto no dejó de gritar como un animal tratando de atravesarlo con un cuchillo, lo que finalmente logró, lanzándolo con una fuerza inusitada contra el costado de un vehículo allí abandonado.

Sus amigos corrieron hacia él, cómo siempre hacían, pero al hacer eso se descuidaron y uno de los enemigos, armado con un lanzacohetes, disparó directamente al grupo, haciendo que volarán en pedazos, cubierto con la sangre y vísceras de sus compañeros, herido, se desmayó. Lo más probable es que los sujetos lo hayan creído muerto porque lo abandonaron allí, cuando despertó, la sangre de su herida había dejado de manar, miró alrededor y con un espasmo terrible vómito todo lo que contenía su estómago, la visión de las partes de sus amigos desparramadas por todo el lugar lo descompuso y volvió a desmayarse.

Despertó mientras un perro callejero lamía su herida, lo ahuyentó y se levantó con dificultad, se limpió la sangre propia y ajena y se alejó del lugar, débil por la pérdida de sangre buscó refugio en un edificio cercano, había un maltrecho saco de dormir entre los escombros, lo tomó y se tumbó en el rincón más oscuro que encontró, se inyectó la medicina de su botiquín y volvió a desmayarse.

Callahan se incorporó agitado, el sudor corría por su frente, le costó un momento situarse en el lugar en que se encontraba y otro minuto para volver a la realidad, aún era noche cerrada y dada la escases de munición y accesorios con los que contaba no le convenía arriesgarse a salir en la oscuridad, si bien es cierto la cantidad de enemigos con los que se topaba a diario había disminuido considerablemente, todavía existían grupos en diferentes locaciones, había sobrevivido hasta ahora únicamente evitando cualquier enfrentamiento, solo no era rival para algunas de las agrupaciones que pululaban por las calles, y si tenía que entablar combate disparaba y huía lo más rápido posible, no dejaba rastros y evitaba ser visto, no era un cobarde pero hasta ahora no había visto un solo agente o miembros de la JTF.

Su sistema ISAAC había sido destruido durante su último combate, por lo tanto, se encontraba incomunicado, este hecho lo privaba de los informes técnicos y toda aquella ventaja que le proveía el sistema, además de las comunicaciones con otros agentes o base de operaciones, en definitiva, estaba solo y esa sensación se acrecentaba día a día al no haber encontrado, por lo menos con vida, a ningún otro agente.

Día a día avanzaba hacia Washington, 360 kilómetros, desde Manhattan a la capital, lenta y penosamente había logrado llegar a las puertas mismas de D.C., su idea era llegar al Capitolio, estaba seguro que allí debía haber un puesto de comando, una base de operaciones o algo similar, por último, si no encontraba nada de eso, por lo menos debería haber munición con la cual reabastecerse.

­­ —Este calor me está matando —se dijo a sí mismo— poniendo mala cara y secándose el sudor de la frente con una pañoleta.

Había pasado por el frío extremo de Nueva York a este clima cálido, al principio agradable, pero al avanzar el día el sol golpeaba fuerte, además los cadáveres humanos y animales emanaban ese olor nauseabundo a podrido, que difícilmente se le saldría de la nariz, mientras más avanzaba más evidente era la forma desordenada en la cual se había evacuado la ciudad, los más probable es que debido a la densidad de la población en la capital haya sido muy difícil para las autoridades evacuar en orden, a diferencia de Nueva York, más acostumbrados a ciertas emergencias y donde la población si bien era más numerosa, ya estaban habituados y conocían los protocolos.

Al igual que en Manhattan, los vehículos de emergencia y civiles estaban desperdigados por las calles, utilizados cómo barricadas o simplemente abandonados, era imposible utilizar alguno cómo medio de transporte, solo quedaba buscar en su interior por si quedaba algo utilizable. Mientras buscaba consumibles, Callahan vio entre la maleza algo que hizo que su estómago gruñera, después de racionar al máximo sus conservas ya no tenía reservas de alimentos y ahí a unos metros, alrededor de cinco sabrosos y saludables pavos, no dudo ni un segundo y sacó su pistola de la funda, apuntó al más gordo y lo abatió de un tiro, el eco del disparo se escuchó muy fuerte e hizo que las bandadas de pájaros cercanas volarán despavoridas, Callahan corrió hacia su presa, la tomo y salió corriendo en busca de un buen lugar donde prepararla.

Luego de recoger madera para hacer fuego, Callahan se ubicó en un tercer piso de un edificio de apartamentos, tranco la puerta de entrada con el sillón de la sala de estar, hizo espacio cerca de la ventana y allí apilo la madera, prendió fuego y puso una parrilla improvisada, una vez limpio y troceado su pavo, colocó una gran porción en ella, el humo de su "campamento" se veía a kilómetros de distancia, hecho que parecía no preocupar al agente que disfrutaba de su muslo de pavo como si nunca lo hubiera comido, sentado al estilo indio y puestos en la parrilla los últimos trozos de carne para asarlos y preservarlos, busco en su mochila los implementos para dar mantenimiento a sus armas y hacer inventario de provisiones y munición, luego del conteo de rigor y apagando su fogata se dispuso a descansar, con la panza llena cómo hace mucho tiempo no la tenía, se durmió plácidamente.

Pasadas algunas horas su pesadilla volvió, una vez más rememoró con lujo de detalles la muerte de sus compañeros, esta vez avanzó un poco más en los acontecimientos, recordando cómo después de dos días de agonía pudo ponerse en pie y salir del lugar donde se ocultaba, con las pocas fuerzas que tenía en ese momento, examinó su equipo para darse cuenta que una bala había destrozado su interfaz ISAAC, la que estaba adosada a la mochila, por lo tanto su reloj en este momento solo servía para dar la hora y poco más, con la frustración a flor de piel y la tristeza por la pérdida reciente, se encaminó hacia la salida del edificio, lentamente y con su fusil preparado para la acción salió a la calle, miro alrededor, dio un último vistazo al lugar donde murieron sus amigos y en ese instante decidió dirigir sus pasos a Washington, sabía que tres agentes habían salido cómo avanzada y luego los agentes Lloyd y García también se dirigían a la capital, con eso en mente comenzó a caminar. Mientras avanzaba podía percibir la desolación que había dejado a su paso el virus y su posterior avance, casas y edificios abandonados, oficinas y locales comerciales saqueados, cadáveres por doquier, luego de meses de constantes combates en Nueva York habían logrado controlar a las diversas facciones que nacieron bajo el alero de la desesperación y el abandono a que fueron sometidos sus habitantes, a pesar de los esfuerzos de las autoridades éstos no parecían suficientes ni menos eficaces, la agencia a la que pertenecía The Division, vino a llenar ese vacío y los ciudadanos volvieron a confiar y tener esperanza, suponía que lo mismo debía haber sucedido en D.C., y en su lento caminar hacia la capital lo podía confirmar, a diferencia de N.Y., no había visto sobrevivientes, podía intuir que existían pero no se dejaban ver, tampoco tenía noción o conocimiento de que se hubieran creado facciones que desearan tomar el control por la fuerza, de momento, incomunicado, solo podía ir descubriendo lo sucedido en el terreno y lo que podía ver no era nada halagüeño.

Se revolvió nuevamente de lado a lado, dijo algo inentendible y siguió con su pesadilla, llevaba un par de días caminando camino a D.C., buscando entre los edificios abandonados subió a la azotea de uno de ellos, saco sus binoculares y comenzó a verificar el terreno por el cual debía moverse, de pronto un movimiento llamó su atención, ajustó el dispositivo para realizar un acercamiento y pudo observar una caravana de sujetos que avanzaba por la calle hacia D.C., todos vestían con monos color naranja y en la cabeza de la caravana un individuo que se le hacía conocido, pero no podía recordar de donde, siguió observando a los sujetos hasta no tener dudas, eran rikers, ¿pero qué hacen ellos aquí? ¿es por eso que dejamos de verlos en N.Y.?, muchas preguntas pocas respuestas, seguía observando los movimientos de los rikers cuando escuchó un ruido proveniente del apartamento bajo la azotea donde estaba, guardó rápidamente los binoculares y corrió a ocultarse tras una lona que había en un rincón, con su arma fuertemente sujeta, escuchó a varios sujetos registrar la azotea y discutir sobre la misión que les habían encomendado:

—Deja de quejarte por lo que podríamos estar haciendo y concéntrate en la misión —dijo uno de los individuos.

—No me quejo, sólo quiero saber que puede tener de importante la mujer que se les escapó que han enviado a tantos de nosotros a buscarla —contestó el sujeto.

—Eso no nos incumbe, debemos encontrarla porque es importante para los jefes.

—A lo mejor es la puta de los jefes —añadió otro de los sujetos riendo.

—Puede ser, pero no creo que por un polvo hayan enviado a tantos hombres a buscarla—contestó el más alejado del grupo— aquí hay algo que no nos están diciendo.

—Este maldito calor les está achicharrando el cerebro, nunca nos dicen nada y eso no nos ha importado nunca—retrucó el que parecía el líder.

—Aquí no hay nada —dijo un sujeto mientras golpeaba la lona donde se encontraba Callahan, hundiendo un palo muy cerca de él.

—Vamos al siguiente edificio —finalizó el líder y los sujetos fueron bajando de la azotea.

Con este último recuerdo Callahan despertó, se estiro como un gato y se levantó, se restregó la cara y se dirigió al baño del apartamento, aún había un poco de agua en el estanque del sanitario así que la utilizó para lavarse la cara y las manos, su estómago gruñó, pero lo ignoró, no sabía cuándo podría tener la oportunidad de cazar su alimento nuevamente, así que solo saco unas galletas rancias de su mochila y comió unas cuantas, recogió su equipo y sacó el sillón que bloqueaba la puerta para salir al exterior, con el arma siempre preparada salió del apartamento para seguir su camino hacia el Capitolio. Mientras caminaba por la calle, esquivando vehículos, basura, cadáveres y todo lo que se encontraba abandonado en su camino, recordó su pesadilla y lo que escuchó acerca de la mujer misteriosa, ya habían pasado algunos días de aquello y aunque trato de seguirles la pista a los rikers que vio desde la azotea definitivamente los había perdido, lo que se debía principalmente a la lentitud con la que se movía, pero ayer antes de cazar aquel pavo, había encontrado una pista y pensaba seguirla, no tenía comunicaciones ni apoyo, pero no quería llegar al Capitolio con las manos vacías, si allí habían más agentes o una base de operaciones debían saber que estos tipos estaban en la ciudad, no olvidaba su deber cómo agente de campo y aunque luego de su experiencia no tenía la misma seguridad en sus capacidades y la mayor parte del tiempo estaba cagado de miedo, no eludiría su responsabilidad.

Al mediodía llegó al mismo lugar donde cazó al pavo, aunque se desilusionó por no encontrar nuevamente a la parvada ya había conseguido provisiones para un par de días, se dirigió al vehículo militar en el cual había estado husmeando antes de ver a los pavos y de allí sacó una lata de conservas abierta y sin nada en su interior, lo que llamó la atención del agente fue la procedencia de la misma, su etiqueta decía "uso exclusivo prisión isla rikers", los tipos habían estado en ese lugar, seguramente hicieron una parada para descansar y luego siguieron hacia donde sea que van, Callahan quién había sido rastreador en el ejército y paso años en la Fuerza de Tarea Anti Cazadores Furtivos en África, se encontró en su elemento, volvió a tener una razón para seguir adelante, así que se volcó en esa tarea.

—Bien malditos ¿hacia dónde se dirigen? —dijo en voz alta, mientras observaba con detenimiento a su alrededor.

—¡Lo sabía! —exclamó feliz, dirigiéndose hacia un objeto que brillaba a unos 300 metros de donde se encontraba.

Allí bajo un automóvil de la policía brillaba otra lata de comida, misma inscripción que la anterior, Callahan la sacó con cuidado y la examino, en el borde la lata había algo que le llamó la atención, ¡sangre!, el maldito que comió de la lata se había cortado, frenético se lanzó al suelo, a cuatro patas recorrió casi 100 metros hasta que encontró lo que buscaba, una minúscula gota de sangre seca en el pavimento seguida de otra unos metros más allá.

—¡Te tengo maldito infeliz! —gritó, pateando la lata hasta el otro extremo de la calle.

En el instante en que se preparaba para seguir la dirección que apuntaba la sangre, escucho gritos provenientes de la calle que cruzaba el lugar donde se encontraba, miro a su alrededor y sólo vio vehículos, las voces se acercaban por lo que tomó una decisión arriesgada.

—¡Nos falta mucho terreno por cubrir! —gritó un individuo delgado y alto, protegido con un chaleco antibalas azul de la policía.

—¡No jodas Jhon! —contestaron a coro los otros dos individuos que lo acompañaban.

—Llevados días buscando a esta mujer y no le hemos visto ni el pelo —dijo el segundo de los hombres.

—Y no somos los únicos buscándola —agregó el otro tipo.

Los sujetos se reunieron justó al lado del vehículo en el cual Callahan estaba oculto, se había lanzado bajo él al no encontrar otro lugar mejor para ocultarse, tenía su arma principal lista para la acción y apuntaba directamente a los pies de sus enemigos, esperaba que a ninguno se le ocurriera ver bajo los autos porque ese sería un gran problema.

—Esta puta debe ser muy importante para que todos estén buscándola —dijo el sujeto al que llamaban Jhon.

—Habrá que buscar incluso bajo los autos entonces —dijo uno arrodillándose frente al vehículo que tenían al lado.

—Eso no será necesario —contestó Jhon —por lo que he oído ya debe estar muy lejos.

—Entonces porque seguimos con esta mierda —contesto el tipo levantándose del suelo.

—Porque si no lo hacemos nos matan.

—Ese es un muy buen argumento —señaló el otro tipo.

—Es verdad, me gusta mi cabeza donde está —indicó el tercer sujeto —sigamos buscando entonces y veamos si encontramos un poco de hierba por ahí.

Los sujetos se alejaron del lugar en dirección contraria a la que Callahan pensaba seguir, se deslizó desde debajo del vehículo y se secó el sudor con una pañoleta que llevaba en el bolsillo, desde el cual cayó una vieja fotografía de una mujer con un bebé en brazos. Callahan la levantó, la miró con un dejo de tristeza, la volteó y leyó la inscripción "llévanos siempre contigo", luego la guardo nuevamente y continuó su camino siguiendo el rastro que había descubierto.

II PARTE

FUGITIVA

La doctora Elizabeth Hays era viróloga en el Departamento de Defensa del Pentágono; cuando el virus atacó D.C., y se logró obtener muestras para su análisis, al realizar avances la enviaron conjuntamente con su equipo al Capitolio; la doctora tenía experiencia en ataques biológicos ya que había sido parte de un pequeño grupo secreto que había viajado a Bolivia en compañía de un grupo Ghost, los cuales habían logrado desbaratar una red de narcotráfico que tenía nexos con grupos terroristas, escoltada por un grupo de soldados y en un vehículo blindado salieron a toda velocidad hacia su destino. En el interior del vehículo completamente cerrado no tenían noción de donde se encontraban exactamente hasta que sintió cómo todo daba vueltas, algo los había impactado y volcaron, para cuando logró darse cuenta de lo que pasaba dos hombres la llevaban en vilo hacia una camioneta de color negro, pusieron una capucha sobre su cabeza y escuchó múltiples disparos afuera, luego se cerraron las puertas y partieron haciendo rechinar las ruedas del vehículo.

—¿Cómo está? —preguntó uno de los hombres.

Sintió unas manos palpándola y revisando que no estuviera herida, quién la revisaba sabía lo que hacía, no se demoró en ninguna parte de su cuerpo y toco sólo lo que debía palpar.

—Sólo unos cuantos rasguños, pero debe estar conmocionada —contestó el sujeto que la había revisado.

—Bien, sédala de todas formas, ya sabes las órdenes —dijo el del asiento delantero.

El pinchazo en el brazo izquierdo la adormeció de inmediato, logró advertir que se detuvieron varias veces durante su trayecto, seguramente en los semáforos que debían cruzar hasta su destino, luego de unos minutos perdió el conocimiento.

Despertó en una pequeña habitación, le dolía la cabeza y el cuerpo por el choque, pero no tenía ninguna herida, se levantó y se dirigió al baño, se echó agua en la cara para despabilarse y trato de tranquilizarse, volvió a la cama y se sentó a esperar, aprovechó para examinar la habitación y se percató que en la esquina derecha había una cámara de seguridad, sus captores ya sabrían que estaba despierta y cómo lo dedujo en ese preciso instante la puerta se abrió e ingresaron dos hombres, uno vestido con un impecable traje de color negro y el otro al estilo militar, a éste último una cicatriz le cruzaba el costado derecho del rostro, desde la sien hasta el mentón, el ojo cubierto por una especie de película blanquecina le hacía recordar las cataratas que tenía su abuelo, era bastante alto y fornido y su sola presencia infundía temor, había algo en ese hombre que la intranquilizaba, la hacía bajar la mirada y que se le pusiera la piel de gallina.

—Doctora Hays —saludó el hombre de traje —me disculpo por la forma en la que hicimos que se reuniera con nosotros.

—¿Dónde estoy? ¿cómo están mis colegas? —preguntó ella.

—No se preocupe por sus amigos y respecto a donde se encuentra sólo puedo decirle que está segura — contestó el hombre de traje.

—¡Ustedes me secuestraron! —gritó nerviosa

—Doctora tranquilícese, represento a un grupo de personas muy poderosas y que están sumamente interesados en su trabajo sobre el virus que afectó a Nueva York y que ha llegado a nuestra ciudad.

—¿Cómo pueden saber eso?, Trabajaba en el más estricto secreto, muy pocas personas tenían acceso a ello.

—Tenemos acceso a toda la información pertinente doctora, cómo le dije trabajo con personas muy poderosas.

—No me importa para quién trabaja, yo sólo quiero irme de aquí, donde sea que sea este lugar.

—Bueno, si es lo que quiere, el Capitán Donaway aquí presente —el hombre de traje hizo una seña hacia el tipo de la cicatriz —le hará saber lo que necesitamos y una vez lo haya realizado podrá irse.

—Doctora —habló por primera vez el militar —en este dispositivo — alargó la mano entregándole una Tablet —se encuentra la información del virus de Nueva York y a su vez la variante que se desató aquí en D.C., también en uno de los archivos está la vacuna desarrollada en Nueva York, queremos que la replique con la variante de D.C.

—¿Quién creo la vacuna en N.Y.? —preguntó Hays

—La doctora Kandell —contestó Donaway —estoy seguro que la conoce.

—Efectivamente trabajé con ella en un par de oportunidades, pero ¿cómo obtuvieron la información?

—Eso no es relevante doctora —cortó el hombre del traje —¿puede usted ayudarnos o debemos buscar a otra persona?

—¿Y si digo que no, que harán conmigo? —preguntó Hays

—Debo decírselo o lo habrá deducido usted, vamos doctora es una mujer muy inteligente como para hacer esa pregunta —respondió el militar.

—Me matarán, ya lo sabía, sólo quería estar segura —contestó agobiada la doctora —pero no pueden apresurarme, todo el proceso es lento y metódico, necesito instalaciones, equipo y profesionales que me ayuden además en el vehículo en el que viajábamos tenía los discos duros con el avance de mi investigación.

—Contamos con todo aquí mismo, tenemos un laboratorio con la misma o mejor tecnología que la que utilizaba en el Pentágono y recuperamos sus discos—dijo el hombre del traje.

—Síganos por favor —le indicó Donaway.

Los tres salieron de la habitación, Hays trató de observar y memorizar todo cuanto le fuera posible, ha trabajado durante muchos años con militares y agentes de seguridad como para haber aprendido algunas cosas; avanzaron por el pasillo donde estaba su habitación hasta una puerta, la cruzaron y pudo advertir a un militar que la vigilaba, éste se puso en posición de firmes cuando Donaway pasó por su lado, ¿militares reales o una milicia privada? pensó Hays mientras seguían recorriendo un amplio pasillo hacia unas puertas dobles de vidrio, al cruzarlas se encontró con una especie corredor central con diferentes accesos a lado y lado, se dirigieron a la segunda de la derecha, allí tras esa puerta había un laboratorio listo para comenzar a trabajar, varias personas estudiaban en sus computadores las diferentes particularidades del virus de N.Y. y otros tenían en pantalla la secuencia del nuevo virus, al entrar todos se pusieron de pie y la miraron fijamente, al parecer ellos también estaban allí bajo coacción.

—Doctora, le presentó a su equipo de trabajo —dijo el hombre de traje, señalando a las personas que estaban ahí —ya habrá tiempo para socializar, ahora por favor, comience con su labor.

La doctora Hays hizo un movimiento con la cabeza a modo de saludo y se dirigió a su estación de trabajo, sacó sus gafas ópticas del bolsillo de su blusa y se las puso, tomo la Tablet y la conectó al PC que había allí, desde ese momento olvidó su cautiverio y comenzó a trabajar, cuando lo hacía se desconectaba de todo a su alrededor y eso le permitiría mantenerse con vida, luego debía pensar en una forma de escapar.

Los dos hombres dejaron a la doctora en el laboratorio y luego de que Donaway ordenara a dos soldados mantenerse en la puerta, se dirigieron hacia una de las puertas de enfrente, al abrirla ésta daba acceso a un ascensor, el hombre del traje sacó una tarjeta de su bolsillo y la deslizó por el lector, esto abrió las puertas del ascensor al que subieron de inmediato, una vez adentro Donaway pulsó el botón de subida, no había indicación de pisos sólo subida o bajada, luego de un lapso de tiempo bastante corto se abrieron las puertas, ambos hombres salieron del ascensor hacia una sala iluminada por luz natural gracias a unas grandes ventanas que daban al exterior, caminaron por una mullida alfombra de estilo barroco y se acercaron a unas enormes puertas dobles de madera lacada y brillante, un soldado semi oculto tras un estanco los miró y accionó un botón a la altura de su pecho, las puertas se abrieron dando paso a una inmensa oficina ricamente decorada con valiosos cuadros de pintores famosos, entraron y se dirigieron hacia un enorme escritorio victoriano, tras él cual un sillón de cuero color negro les daba la espalda.

—Señor —dijo el hombre del traje.

A lo que el enorme sillón se giró y pudieron ver al hombre sentado en él, éste se sacó el puro que fumaba de la boca y exhalando el humo hacia el techo preguntó:

—¿Está hecho?

—Sí señor —contestó el hombre de traje —la doctora ya está instalada y trabajando en el proyecto.

—Bien —contestó —nuestros amigos estarán muy contentos — y haciendo un ademán con su mano derecha indicó —puede retirarse agente.

—Sí señor —dijo el hombre de traje y se retiró cerrando las puertas a su salida.

—Capitán Donaway —dijo el tipo del sillón levantándose con un pesado movimiento —¿cree usted que la doctora cooperará de verdad, se tragó la actuación del agente del servicio secreto?

—Sí, fue bastante convincente, además con el incentivo apropiado todos cooperan —contestó el militar.

—Asegúrese entonces que la mujer sepa claramente su situación —recorrió el contorno del escritorio hasta situarse al lado de Donaway —cuando la ciudad colapse debemos tener el control, nuestros amigos cuentan con nosotros Capitán.

—Descuide senador, para cuando descubran qué los golpeó será demasiado tarde.

—Nuestro pellejo depende de esto, ya dejamos al gobierno sin opción de obtener una vacuna al virus ¿destruyeron todo no?

—Eliminamos a todo el equipo de Hays y destruimos todo respaldo de su trabajo.

—Excelente, dejo la vigilancia de la doctora en sus manos Capitán, yo iré a comunicarle las novedades a nuestros amigos y poner en funcionamiento las instalaciones, luego del fracaso Boliviano no podemos permitirnos más retrasos, nuestros aliados temen que "El Sueño" se haya ido de la lengua antes de su muerte.

—No se preocupe senador, todo está bajo control y mi equipo está listo para la nueva fase del plan.

—¿Los perros ya están operativos? —preguntó el senador con un dejo de sorpresa.

—En un 85% operativos y configurados, los técnicos están decidiendo su equipamiento para la puesta a punto —contestó Donaway.

—Vaya, esa sí que es una excelente noticia, comuníqueme la fecha y lugar de la marcha blanca, no quiero perderme ese espectáculo.

—Sí, señor —contestó Donaway saliendo de la oficina.

Pasados unos días de trabajo y estudio del lugar en el que se encontraba confinada, la doctora Hays creía no tener opción para escapar, ya había visto el ascensor y funcionaba con una tarjeta de activación, siempre estaba vigilada y ni siquiera al baño podía ir sola, estaba perdiendo la esperanza y además había avanzado bastante con el desarrollo de la vacuna del nuevo virus, sabía que sólo era una variación del antiguo, pero aun así tenía sus complicaciones, cosa que podía ser beneficiosa para mantenerse con vida, tenía claro que una vez concluida su labor la matarían, así que ideo un plan para que ellos mismos la sacaran de allí. Cuando el Capitán Donaway fue a realizar su ronda de control habitual, la doctora puso en marcha su plan.

—Capitán —llamó la doctora

—¿Doctora? —preguntó el militar.

—Tengo un problema con algunos insumos.

—Hágame un listado y veré lo que puedo hacer —contestó el Capitán

—Lo que necesito no lo encontrará aquí —dijo con seguridad Hays

—¿Por qué tan segura doctora? —se interesó Donaway.

—Por qué lo que necesito está en mi laboratorio.

—Imposible doctora, su laboratorio fue destruido en una revuelta ciudadana hace unos días.

—No lo creo Capitán, tendrían que haber derribado el edificio para destruir mi notebook, estaba bien resguardado en una caja fuerte impenetrable.

—¿Es necesaria la información que contiene?

—De suma importancia Capitán, sin esos datos no puedo avanzar, estoy estancada.

—Bien, deme la combinación de la caja fuerte y veré que traigan su equipo.

—Imposible Capitán, la caja tiene un sistema biométrico debo ir yo.

—Ok, veré que puedo hacer —respondió a regañadientes Donaway.

Lo había hecho, estaba en marcha su plan, ahora debía pensar una forma de escapar de sus captores fuera como fuera, no sólo estaba en riesgo su vida, había logrado ingresar al servidor del edificio en el que se encontraba y había descubierto quién estaba tras su secuestro, además de varios gigas de archivos y planos de tecnología experimental robados al gobierno, que al parecer ya no eran tan experimentales, había también un dossier dedicado a la reestructuración del país post virus, era una conspiración en toda regla, que incluía a un cartel de drogas Boliviano llamado "Santa Blanca", y un grupo terrorista denominado "Máscaras Blancas".

Al cabo de unas horas, el Capitán Donaway volvió al laboratorio, venía acompañado de dos soldados fuertemente armados y con sus rostros cubiertos, tomaron prácticamente en vilo a la doctora y se la llevaron, en el pasillo le pusieron una capucha en la cabeza, para luego subir al ascensor, bajaron un par de niveles y subieron a un vehículo, al parecer del mismo tipo que utilizaron cuando la secuestraron.

—Bien doctora, nos dirigiremos a su laboratorio para recuperar su dispositivo, le advierto que no intente nada —dijo Donaway.

Mientras se desplazaban por la ciudad, Hays trataba de imaginar su trayecto en base a los giros y las veces que se detenían, cuando por fin llegaron a su destino, calculó más o menos la distancia recorrida, imaginando que donde la retenían debía ser uno de los edificios cercanos al Verizon Center, si no lograba burlar la vigilancia de los soldados en su laboratorio ya había memorizado más o menos la distancia y el tiempo que les tomaría volver, por lo tanto intentaría lanzarse del vehículo en movimiento, fuera como fuera creía que esta sería la única oportunidad que se le presentaría para escapar, una vez de vuelta en el laboratorio de estos tipos no habría forma de huir.

El vehículo se detuvo y uno de los soldados bajó con ella, le sacó la capucha y pudo ver cómo su laboratorio había sido completamente destruido, escuchaba continuamente el ruido de las sirenas de los equipos de emergencia, seguramente ya se puso en marcha el plan de evacuación de emergencia y D.C., estaba siendo vaciada, conjuntamente con ellos bajó el Capitán Donaway.

—Ya estamos aquí doctora, cómo ha podido observar su laboratorio fue destruido, así que hagamos esto lo más rápido posible, estar aquí afuera en estos momentos de crisis es un tremendo riesgo.

—¿Qué está pasando exactamente? —preguntó Hays

—La ciudad está siendo evacuada y se están cerrando algunas zonas donde el virus no ha podido ser controlado, los servicios de emergencia tienen las manos llenas —contestó el militar.

—La caja fuerte está por aquí —señaló la doctora hacia el fondo del laboratorio.

—Soldado acompañe a la doctora y no la pierda de vista, si trata de pasarse de lista dispárele —ordeno Donaway al soldado que le acompañaba.

La doctora comenzó a caminar entre los escombros hasta el lugar que había señalado en compañía del soldado quién no dejaba de apuntarle con su arma, al llegar al sitio donde supuestamente se encontraba la caja fuerte, pudieron observar que se encontraba bloqueado por un trozo de tabiquería, por lo que el soldado se acercó para sacar el estorbo de allí, oportunidad que aprovechó la doctora para agacharse rápidamente y tomar un trozo de madera, pequeño pero puntiagudo y guardárselo en el bolsillo de su pantalón, el soldado no se percató de nada. Cuando el lugar estaba despejado la doctora deslizo la mano por un lugar específico del muro accionando una palanca oculta, la cual dio paso a un espacio en el cual efectivamente se encontraba una caja fuerte, se acercó a ella y puso la palma de su mano derecha sobre la pantalla que había adosada al muro, luego de que ésta la reconociera, acercó su rostro a una cámara diminuta que lanzó una luz de color azul sobre la cara de la doctora y la recorrió en toda su longitud, para luego emitir un pitido indicando que la había reconocido, al terminar esa fase pudo recién pulsar una clave numérica en el panel de la caja y abrirla, en su interior un notebook delgadísimo y algunos papeles estaban intactos, la doctora sacó el equipo computacional y dejó los papeles, llevaba un pendrive en su bolsillo derecho en el cual había respaldado toda la información de su trabajo con el virus y toda la que había robado del servidor del edificio, pero no tuvo oportunidad de sacarlo y ponerlo en la caja fuerte pues el soldado no había dejado de vigilarla. Cerró la puerta de la caja y sonrío al soldado:

—Estoy lista, ya tengo lo que vine a buscar.

—Vamos entonces —respondió el soldado —ya conoce el camino.

Comenzaron a avanzar hacia la salida y donde los esperaba Donaway, el soldado levantó el pulgar hacia el Capitán en señal de que todo estaba bien, éste puso nuevamente la capucha a la doctora y se dirigieron directamente al vehículo que los esperaba con el motor en marcha, el ruido de las sirenas y las instrucciones que daban las autoridades mediante sistemas de altoparlantes a la población por la evacuación era ensordecedor, Donaway la hizo subir a la parte trasera del vehículo conjuntamente con el soldado y él subió al asiento delantero junto con el conductor y se pusieron en marcha.

—¿Todo bien doctora? —preguntó el Capitán

—Si lo que quiere saber es si recuperé mi equipo, es así, lo tengo en mi poder —respondió la doctora.

—Bien, en pocos minutos llegaremos a nuestro destino y espero que este viajecito apure las cosas con su trabajo —indicó el militar.

Hays calculó que aproximadamente habían recorrido la mitad del trayecto, por lo tanto, según sus predicciones debían estar cerca del Museo Nacional del Aire y el Espacio, muy despacio metió la mano al bolsillo y sacó lentamente el trozo de madera que había ocultado, lo aferró fuertemente con la mano derecha y cuando el vehículo se detuvo aprovechó su oportunidad, con un rápido movimiento clavó la madera en la pierna del soldado el que lanzó un tremendo grito de dolor, sin pensarlo un segundo se quitó la capucha y abrió la puerta de la camioneta saltando a la calle, miró a izquierda y derecha y se lanzó a correr en dirección contraria a la cual podía avanzar el vehículo de sus captores, Donaway se bajó de inmediato y le ordeno al conductor que diera la vuelta al vehículo sin preocuparse del estado del soldado apuñalado, mientras desenfundaba su pistola y apuntaba a la espalada de la doctora mientras huía, disparó dos, tres veces, pero falló, comenzó a correr tras ella, pero sus disparos habían conseguido espantar a una multitud de personas que se movía por la calle hacia las vías de evacuación, en menos de un minuto ya había perdido de vista a la doctora, se volvió hacia el vehículo que ya había logrado dar la vuelta, se subió de un salto y dando un portazo le indicó al conductor que dieran la vuelta por la calle adyacente.

La doctora Hays corría desesperada por una calle abarrotada de gente que evacuaba la ciudad, había desistido de pedir ayuda porque nadie parecía interesarse en ella, nadie la escuchaba, todos iban preocupados de sus propios problemas y no prestaban atención a nada más, se apoyó en un muro y recupero el aliento, tal y cómo había calculado estaba cerca del Museo, tocó su bolsillo donde tenía el pendrive a fin de cerciorarse que no lo había perdido y se lanzó a correr hacia el museo.

El Capitán Donaway no sabía cómo iba a explicar el escape de la doctora, pensaba en cómo se pondría el senador al saberlo, mientras en el asiento de atrás el soldado continuaba gimiendo, Donaway se volteó, sacó su pistola de la funda y le disparó en la cabeza, el conductor se detuvo y bajó para lanzar el cadáver al suelo, subió a la camioneta y retomaron el rumbo atisbando la calle y oteando entre la multitud por si podían ver a la doctora, al cabo de unos minutos se dieron por vencidos y se encaminaron a su base, por lo menos tenían su notebook. Nadie se preocupó ni se interesó por el cuerpo tirado en la calle.

Luego de varios minutos corriendo, la doctora llegó al Museo, al parecer lo que ocurría era bastante grave como para mover las piezas más importantes del lugar, porque había varios camiones de carga, en los cuales muchos hombres vestidos con overoles cargaban enormes cajas, aprovechando que no había vigilancia entró al Museo, se dirigió rápidamente a su lugar favorito, aquél que visitaba siempre con su padre y luego de observar detenidamente eligió el mejor lugar para ocultar el pendrive, luego salió tan sigilosamente como había entrado, ahora cómo una fugitiva en toda regla.

—Al capitolio entonces —se dijo a sí misma, mientras se encaminaba en dirección contraria a la multitud, caminando siempre entre las sombras.

III PARTE

VIEJOS CONOCIDOS

Callahan caminaba despacio bajo el sol abrazador de Washington, ¡cómo extrañaba la nieve de Nueva York!, pero ya no había vuelta atrás, cuando estaba en el ejército había pasado años bajo el sol de África, pero esto era diferente, aquí te golpeaba la desolación y el olor a muerte, además la soledad también contaba, aunque la vida silvestre estaba decidida a recuperar su lugar, la ciudad aún se lo impedía, a los animales silvestres y domesticados parece no afectarles el virus por lo tanto vagan a sus anchas por la ciudad, ya ha visto un par de cervatillos por ahí a los cuales pretende hincarles el diente, ya se hartó del pavo, mientras divagaba y caminaba creyó ver algo más adelante, subió hasta la azotea de uno de los tantos edificios abandonados y sacó sus binoculares, comenzó a observar lentamente los alrededores hasta que entre las sombras de un local comercial vio la silueta de un ser humano, se movía lentamente, registrando el lugar seguramente en busca de alimentos, aumento el zoom de sus lentes y pudo distinguir a una mujer ¿será la que están buscando?, siguió observándola por un tiempo más hasta que por el rabillo del ojo vio otra cosa, tres tipos que avanzaban por la calle adyacente al local donde se encontraba la mujer y otros tres tipos más que avanzaban por la calle que daba directamente al local, forzosamente se encontrarían en el mismo lugar y si veían a la mujer, fuera o no la que buscaban, estaba perdida.

Bajó corriendo desde la azotea con su arma preparada, escaso de munición sabía que no le convenía un enfrentamiento con dos grupos de enemigos, esto tendría que hacerlo de forma sigilosa, a cuatro patas y aprovechando cada cobertura posible avanzó hacia el local comercial, se pegó al muro e ingresó como un rayo, la mujer pillada de sorpresa no tuvo tiempo a reaccionar cuan el agente puso una mano sobre su boca y la obligo a agacharse,

—¡Quieta, soy amigo! —le susurró al oído —no vayas a gritar, porque nos descubrirás.

La mujer dejó de forcejear, pero aun así Callahan no le sacó la mano de la boca, la guio hacia la cocina del local lo más silenciosamente posible, allí no había mucho lugar donde ocultarse, pero al final de ésta estaban los refrigeradores donde guardaban los comestibles fríos y las carnes, vacíos a estas alturas, allí cabían perfectamente los dos, el truco era evitar que la puerta se cerrara, ya era tarde para otra solución así que él y la mujer se metieron dentro, le hizo una seña con el dedo índice en el labio a la mujer para que guardara silencio y le retiro la mano de la boca, tomo la manija interior de la puerta y la junto de tal manera que el cerrojo del exterior no se cerrara y se dispuso a esperar.

Pasados unos minutos pudieron escuchar cómo ambos grupos de enemigos se reunían justamente en el local, discutían sobre qué lugares ya habían registrado y cuales les faltaban, analizaban que buscar a una sola mujer era la cosa más inútil que habían hecho hasta ahora y que los mandamases eran unos idiotas.

—Esta mierda no nos lleva a ninguna parte —escucharon decir a uno de los sujetos —tengo los pies hechos mierda de tanto caminar.

—Nos tienen como idiotas recorriendo la ciudad y ¿para qué? —retrucó otro

—Esa puta debe mamarlo de maravilla para que nos tengan a todos buscándola —aporto otro de los tipos

—Pues no creo que sea eso lo único que hace —contestó el primero que había hablado y haciendo una pausa agregó —escuché por ahí que es una científica y tiene algo que ver con esta mierda de virus.

—Pues eso explicaría muchas cosas — reflexiono uno que no había hablado hasta el momento — yo escuche que hay una jugosa recompensa para quién la encuentre.

—Claro, seguramente vas a poder disfrutarla al igual que disfrutamos las recompensas por matar a esos agentes de The Division —le contestó otro riendo.

—Bueno aún quedan dos por ahí que matar —dijo otro —pero ese ya no será nuestro problema.

—¿Por qué lo dices? —preguntó el primero de ellos.

—Por qué los jefazos ordenaron dejarlos tranquilos, al parecer les tienen algo preparado.

Callahan seguía atento a la conversación que tenían los sujetos de afuera, hasta el minuto era el único tipo de enemigos que había podido observar, la mujer en tanto, si bien se mantenía callada, se veía muy nerviosa, lamentablemente en ese momento no podía hablarle para tranquilizarla sin delatar su posición, por lo tanto, solo quedaba esperar a que los enemigos se fueran de una vez. No estaba seguro, pero de alguna forma imaginaba que los agentes a los que se referían estos sujetos eran García y Lloyd, por lo tanto, tendría que buscarlos también, aunque no sabía aún que hacer con la mujer, si efectivamente era una científica deberá procurar llevarla a un lugar seguro, y el único lugar seguro que se le ocurría por el momento era el Capitolio, al igual que encontrar a García y Lloyd y endosarles a ellos el problema, ya tendría que pensar en algo. Sumido en sus cavilaciones Callahan no se percató que uno de los alborotadores, Hyenas parece que se hacían llamar, se acercaba sigilosamente al lugar donde estaban ocultos, con la pistola preparada abrió la puerta del refrigerador de golpe, Callahan al verse descubierto reaccionó primero y le disparó un tiro directo a la cabeza, lanzando al enemigo hacia atrás con la cabeza destrozada, los otros al escuchar el disparo y ver a su compañero en el suelo, se lanzaron en grupo al ataque, Callahan lanzó al suelo a la mujer y arrodillándose comenzó a disparar su arma hacia sus enemigos, los primeros dos cayeron fulminados al ser alcanzados por las balas, los tres restantes se replegaron, armados sólo con pistolas y cuchillos no eran rival para el M16 de Callahan, éste al ver que sus enemigos volvían a su posición inicial, se lanzó rodando tras el muro que los separaba y se pegó a él, asomo la cabeza y vio a dos sujetos en la misma posición tras una mesa volteada, disparó solo un tiro para distraerlos, éstos pensaron que el agente se lanzaba al ataque así que se levantaron para correr, situación que Callahan aprovecho para darles un tiro a la cabeza a cada uno, debía cuidar su munición ya que no tenía mucha, ya sólo le queda un enemigo pero no lo veía en ninguna parte, asomó la cabeza por el otro lado del muro y lo vio, venía corriendo armado sólo con un cuchillo largo tipo Bowie, entre gritando y riendo, tal como lo hacen las hienas, Callahan presionó el gatillo pero no disparó, su arma se había trabado, la dejó caer para desenfundar su pistola pero fue demasiado lento, su enemigo se le abalanzó con fuerza y lo lanzó al piso donde trato de apuñalarlo, el agente lo bloqueó a duras penas poniendo sus brazos como escudo, el sujeto levantó el cuchillo y lo empujó con ambas manos hacia el cuerpo del agente, éste logro zafarse rodando hacia el lado contrario y saltando a su vez sobre su enemigo, le tomó la mano que sostenía el cuchillo y se lo acerco al cuello, el atacante se remecía con furia pero Callahan lo tenía dominado, al cabo de unos minutos de lucha logró hundirle el chuchillo en el cuello matándolo. Con enormes gotas de sudor cayéndole de la frente, Callahan se dejó caer al piso, jadeando se levantó, sacó el cargador vacío y lo cambió por uno lleno, comprobó que solo le quedaban seis rondas más, así que seguiría evitando el combate, volvió al refrigerador para hablar con la mujer, ésta sollozaba en un rincón con las rodillas abrazadas con ambos brazos y su pelo cubriéndole la cara.

—Tranquilícese señorita —dijo Callahan —ya no nos molestarán.

La mujer se apartó el pelo del rostro y se secó las lágrimas con la manga de su blusa, la que alguna vez había sido blanca, se levantó y se presentó:

—Gracias —susurró —Soy Elizabeth Hays.

—¿Es usted de quién hablaban estos tipos? —preguntó Callahan.

—Lamentablemente sí —contestó —¿usted es agente de The Division no es así?

—Sí, ¿ha visto a otros?, agentes me refiero.

—Creo haber visto a dos, pero no me atrevía a acercarme, desde que estoy huyendo he evitado todo contacto con otras personas.

—¿Cuándo y dónde los vio? —se interesó Callahan

—Hace unos dos días y sólo a un par de kilómetros de aquí, a juzgar por sus movimientos creo que estaban perdidos.

—Ummm!!! —exclamó Callahan —puede ser, si son quienes pienso que son, no conocen la ciudad y no tienen puta idea a donde deben dirigirse.

—¿Pero acaso ustedes no tienen dispositivos de comunicación de última generación? ¿no puede comunicarse con ellos y avisarles?

—Pues todo dispositivo tiene una debilidad, en el caso de las comunicaciones son las balas —contestó Callahan, mostrándole su dispositivo destruido.

—Entonces ¿Cuál es al plan agente? —preguntó Hays.

—En eso estoy señorita, créame —contestó el agente —por el momento debemos salir de aquí y buscar refugio en otro lugar, no creo que estos tipos anden solos, debe haber otros grupos buscándola.

—He estado huyendo desde hace días agente, estoy cansada, sólo quiero llegar al Capitolio, pienso que allí debe haber una defensa organizada.

—Yo pienso igual, espero que haya una especie de cuartel general o zona de seguridad, debo contactarme con otros agentes y planear una estrategia.

—Yo debo comunicar lo que me obligaron a hacer cuando fui secuestrada, además tengo información y pruebas de un complot en contra del gobierno, esto no fue un ataque fortuito, lo que comenzó en Nueva York era sólo el comienzo, D.C. y otras ciudades también fueron atacadas.

—¿O sea usted sabe quién es el responsable de esto?

—Quienes agente, quienes, son una organización que incluye políticos, militares e incluso a algunos de sus agentes, ¿le suena el nombre de Aaron Keener?

—Por supuesto —contestó Callahan y recordó a los rikers que había visto, era él quién iba a la cabeza de la caravana, Keener, por supuesto ahora todo tenía sentido —¡maldición! —exclamó —ese hijo de puta ya está aquí en D.C., yo lo ví.

—Tendremos que apresurarnos agente, si ellos se logran reunir, creo que no quedará nada en la ciudad que salvar.

—El problema señorita es que esto no es Battlefield, Call Of Duty o ese videojuego nuevo que jugaban los jóvenes, cómo se llama, ¡ah! "La Agencia", ese donde simulan ser un agente con armas y munición ilimitada, gadgets tecnológicos y múltiples vidas, además de ser un ejército de un solo hombre, esto es la realidad y solos no llegaremos a ninguna parte, nuestra mejor opción es buscar apoyo y creo que los dos agentes perdidos nos pueden ayudar.

—Ok., —contestó la mujer —yo le indicare donde los vi por última vez.

Con estas últimas palabras ambos se pusieron en marcha, no sin antes reunir las armas y munición de los enemigos muertos, más una mochila para Hays; Callahan le dio una clase rápida de manejo de la pistola mientras avanzaban por la calle y luego desarmo las demás armas esparciendo sus partes por diferentes zonas, así la mujer portaba una pistola con alrededor de unos doce cargadores de repuesto. Mientras avanzaban hacia el lugar donde la doctora había visto a los agentes, ésta le fue contando su odisea a Callahan, no omitió ningún detalle salvo lo del dispositivo de almacenamiento externo que había ocultado en el museo y la información que contenía, aún no confiaba al 100% en el agente, así que calló ese detalle por el momento.

El hombre y la mujer avanzaban a paso ligero por una avenida principal, el militar con el control remoto en las manos dirigía el Dron de vigilancia desde la azotea de un edificio cercano, las imágenes que captaba eran transmitidas en directo a la oficina de un senador en el centro de la ciudad, éste y el Capitán Donaway discutían sobre el mejor lugar para atraparlos:

—No me mal interprete senador, pero prefiero que deje esto en mis manos —dijo Donaway mirando las pantallas.

—Capitán, creo recordar que la última vez que deje las cosas en sus manos, un activo primordial se escapó, eso sin contar que les vio la cara de imbéciles con el notebook —contestó el senador.

—Eso no volverá a ocurrir señor, me asegurare de ello —aclaró el Capitán.

—Lo sé Capitán, ahora quiero que sólo sigan a esos dos, recuerde que tuvimos una fuga de información desde nuestro servidor y creemos que fue la doctora Hays.

—Sabemos de la intrusión y que varios gigas fueron copiados a un dispositivo externo, vigilaremos los movimientos de esos dos hasta averiguar si la doctorcita tiene con ella los datos o se los traspasó al agente.

—Recuerde Capitán que esa información no puede caer en manos de The Division, sería fatal para nuestros planes, ya un par de agencias con nombres rimbombantes nos frustraron las acciones con anterioridad.

—Lo sé senador, por eso pretendo que estos dos sean los primeros en conocer a nuestros perros, los ingenieros ya montaron las armas apropiadas y están listos para realizar las pruebas en terreno.

—Muy bien Capitán, pero insisto, primero debemos saber que hizo la doctora con la información, antes que nada, luego de ello pueden matarla.

—Sí señor, esa es nuestra prioridad, le informaré personalmente cualquier avance.

—Una última pregunta Capitán ¿en los archivos descargados se hacía alusión a la droga de las Hyenas o al químico utilizado por nuestros amigos en la Universidad?

—No senador, esa información no había sido respaldada en el servidor al momento de la intrusión.

—Ok, nos vemos Capitán, tengo una reunión con cierto agente.

—¿Él tiene claro que su agencia será borrada de un plumazo una vez nos den luz verde a nuestro proyecto?

—Por supuesto que no Capitán, aún no se da cuenta de ello, pero él es sólo un títere que cree tener control y poder, para cuando lo sepa será demasiado tarde.

—Aun así, es demasiado peligroso senador, soy partidario de eliminarlo cuanto antes, ya vio los problemas que causó en Nueva York.

—Usted tiene una manía con lo de eliminar a esos agentes Capitán, pero esta vez concuerdo con usted, en cuanto sirva a su propósito lo eliminaremos.

—Quizás podamos matar unos cuantos pájaros de un tiro señor, sería la oportunidad ideal para dar rienda suelta a la jauría.

—Déjeme pensarlo Capitán, le avisaré si la situación es propicia, yo pensaba que sólo odiaba a los Rainbow.

—No odio a los Rainbow senador, sólo pretendo demostrarles que no debieron haberme dejado a un lado por una cuestión de números.

—Pues ellos no lo vieron cómo números Capitán, sino como daños colaterales inaceptables, "víctimas" le llamaron en la comisión sino me equivoco, recuerde que yo la presidía y por eso está usted hoy aquí.

—Lo sé senador, y cuenta con mi agradecimiento y lealtad por ello.

En ese mismo instante ambos fugitivos avanzaban hacia su destino, buscaban el lugar donde la doctora había visto a los otros agentes en la zona, sin percatarse de que eran vigilados desde las alturas, siguieron avanzando durante varios minutos hasta que Callahan advirtió que estaba oscureciendo:

—Creo que debemos buscar refugio doctora, no es conveniente quedarnos afuera en la oscuridad —dijo el agente.

—Estoy de acuerdo agente, podemos descansar y seguir temprano en la mañana.

—Un poco más adelante creo haber visto un local de ropa en el cual podríamos refugiarnos, además podríamos buscar un recambio para los harapos que llevamos.

—Es verdad, ojalá pudiera encontrar algo de ropa, llevo puesta la misma desde que me secuestraron.

—No se diga más entonces.

Un poco más adelante efectivamente encontraron una tienda de ropa, si bien es cierto ya había sido saqueada, aún quedaban algunas prendas que se podían usar, registraron a conciencia el lugar y lograron encontrar algo de ropa que podían utilizar, además al fondo de la tienda se encontraba la oficina del encargado que podían usar cómo refugio temporal, se acomodaron en ella y luego de comprobar que se encontraban relativamente seguros, Callahan sacó los trozos de pavo que aún le quedaban, aunque fríos no sabían igual que recién sacados de la parrilla, la doctora Hays devoró su porción más las galletas saladas con que lo acompañaron, al parecer llevaba un tiempo sin comer algo realmente reponedor, el agente le indicó que descansara tranquila, él haría la primera guardia.

La noche transcurrió sin sobresaltos y Callahan dejó que la doctora durmiera toda la noche, él también durmió un poco pero no quería hacerlo tan profundamente pues sabía que su pesadilla volvería y lo más probable es que despertara sobresaltado, aún no estaba listo para compartir su experiencia ni menos con alguien a quien había conocido recién.

Ya despiertos compartieron un frugal desayuno compuesto de un poco de agua y barras energéticas, para luego y con prendas de ropa completamente nuevas salir a la calle, la doctora le indicó al agente más o menos el lugar donde había visto a los otros agentes, lugar que quedaba distante sólo a un par de horas de caminata, por lo que iniciaron la marcha a paso firme, sin siquiera sospechar que desde el aire eran vigilados por un Dron, y por la calle paralela a la cual ellos caminaban, iba un grupo de enemigos con órdenes de guiarlos a determinadas coordenadas.

Para cuando llegaron a la explanada donde Hays había visto a los agentes ya era mediodía y el sol golpeaba fuerte sobre sus cabezas, buscaron un lugar que les proporcionará un poco de sombra y Callahan haciendo gala de sus habilidades como rastreador buscaba pistas que le indicarán el rumbo que García y Lloyd habían tomado, suponiendo que fueran ellos a quienes la doctora había visto. Al cabo de algunos minutos de búsqueda, Callahan encontró un pequeño rastro que los llevó a una agencia de viajes, allí pudieron confirmar que al menos dos personas habían pasado la noche y luego se habían marchado, no sin antes haber encontrado un mapa de la ciudad. Salieron nuevamente a la calle donde el agente volvió a buscar indicios, encontrándolos un poco más adelante justamente al lado de un vehículo de policía abandonado, un envoltorio de caramelos, dejado allí hace unos tres días, según calculo Callahan, indicio que le hizo darse una idea aproximada de adonde se dirigían los agentes, sumado a ello otras señales que fueron encontrando en el camino.

Ya con mayor esperanza en encontrarse con los agentes, Callahan decidió subir a la azotea de algún edificio cercano para explorar con mayor amplitud el terreno que debían abarcar, para ello se dirigieron a una edificación de unos seis pisos cercana a su ubicación, subieron por las escaleras de emergencia a fin de no tener que perder el tiempo en caso de bloqueo de los pisos, una vez en la azotea Callahan sacó sus prismáticos y comenzó a explorar lentamente la zona, a medida que cambiaba de lugares no detectaba nada anormal, hasta que a unas dos calles a la derecha de donde ellos se encontraban pudo observar un grupo de individuos salir de unas alcantarillas, se habían puesto los mismos accesorios que utilizaban los enemigos que se hacían llamar Hyenas, pero sin lugar a dudas eran parte de los Rikers que había visto con anterioridad, eran tan tontos cómo para dejarse parte de sus prendas naranjas tan características bajo las nuevas ropas. Continuó observando hacía donde se dirigían los rikers, cuyo grupo se conformaba de cinco individuos armados con rifles semiautomáticos y pistolas, los que avanzaron por la calle desde la cual habían salido hacia el norte, Callahan seguía su avance atentamente, hasta que adelanto un poco su observación para darse cuenta que por esa misma calle directamente hacia los Rikers, caminaba otro grupo, esta vez de los verdaderos Hyenas, quienes seguramente buscaban a la doctora Hays; en este momento él y la doctora tenían una ubicación privilegiada para ser espectadores de un enfrentamiento entre Hyenas y Rikers, bajo su perspectiva las Hyenas tenían las de perder, si bien es cierto eran seis tipos, sólo llevaban pistolas y cuchillos y por lo que había visto hasta ahora le parecía que los Rikers eran superiores en combate, siguió el progreso de ambos grupos hasta que se encontraron y comenzó el enfrentamiento, en ese momento le pasó los prismáticos a la doctora para que supiera lo que estaba ocurriendo, pero ella dirigió los binoculares en otra dirección, en un edificio justo frente donde se desarrollaba el combate entre los Rikers y las Hyenas, estaban los dos agentes que buscaban, le entregó los prismáticos a Callahan y le indicó hacia donde debía mirar, el agente lo hizo y efectivamente allí estaban García y Lloyd, con sus armas preparadas y apuntando a los enemigos de abajo, Callahan le indicó a la doctora que recogieran sus cosas y bajaron rápidamente por las escaleras en dirección al edificio donde estaban los agentes, se pegaron a los muros y avanzaron, Callahan caminaba delante de la mujer con su arma principal lista, la doctora empuñaba la pistola con desconfianza, a medida que avanzaban podían escuchar los gritos y la balacera del combate que sucedía más adelante, aminoraron el piso al llegar al cruce de calles, Callahan asomó un poco la cabeza para ver a ambas facciones eliminarse mutuamente, no podían ir directo hacia los agentes sin delatar su posición e incentivar a sus enemigos a unirse ante un enemigo común cómo lo eran ellos, le hizo una seña a la doctora para que cruzaran rápidamente al otro lado, cosa que pudieron hacer sin problemas, rodearon el edificio por la calle posterior, buscando la escalera de emergencia pero ésta estaba destruida en la mitad del edificio, se dirigieron a la ventana de uno de los departamentos bajos y entraron al interior, comenzaron a subir por la escalera interior hasta llegar al tercer piso donde se toparon con un bloqueo, la escala estaba totalmente sellada, no había forma de sacar todos los escombros y muebles que habían apilado allí, con pesadumbre bajaron por donde habían subido y salieron a la calle nuevamente, rodearon el edificio hasta la esquina, ya no había ruido de disparos u otra señal de lucha, Callahan asomo la cabeza nuevamente, pudiendo verificar que ya no había enemigos en pie, de pronto un ruido de motores los hizo levantar la mirada al cielo, un helicóptero de combate Black Hawk, sobrevoló su ubicación a muy baja altura, pudiendo ver un grupo de soldados en su interior, y a los lados del aparato en reemplazo de los depósitos extra de combustible, dos cajas metálicas de tamaño medio.

—¿Quién mierda son estos tipos? —se preguntó a sí mismo en voz alta.

—Son parte del grupo de soldados que me secuestro —le indicó la doctora.

Callahan sacó nuevamente sus prismáticos para ver con mayor detalle la aeronave, a un par de kilómetros de su ubicación el aparato giró y se estabilizó a unos metros del suelo, dejando caer ambas cajas al piso, para luego observar cómo descendían aproximadamente seis soldados, debido a su ubicación no fue capaz de ver su equipo o exactamente donde se habían agrupado, pero sus movimientos eran muy similares a los del LMB.

—Ya nos preocuparemos por ellos más tarde, vamos a ver si los agentes están bien —le propuso a la doctora.

Avanzaron sigilosamente hacia donde estaban los agentes para ver que no había señales de vida en el lugar, sólo los cuerpos de los Rikers y Hyenas tirados en el piso, de los agentes ni rastro.

—¡Mierda! —gritó Callahan.

—Pero si estaban aquí mismo — exclamó la doctora —¿Dónde fueron?

—Esa es una gran pregunta doctora, ocúltese tras esos vehículos, yo iré a revisar el piso donde supuestamente estaban ellos.

Callahan ingreso por la entrada principal del edificio y subió rápidamente las escaleras hasta llegar al apartamento donde había visto a García y Lloyd, lo registró de lado a lado y sólo encontró un par de casquillos de munición recientemente disparados, pero ninguna señal de por donde habían salido los agentes. Bajó nuevamente para ir a encontrarse con la doctora, le comunicó sus conclusiones y decidieron dirigirse sin más demora al Capitolio, no sin antes registrar los cadáveres en busca de munición y consumibles.

IV PARTE

RUMBO AL CAPITOLIO

El Dron de vigilancia había captado toda la escena desde el aire, su tarea de vigilancia dirigida a Callahan y la doctora Hays derivó en el descubrimiento de que existían otros agentes en el área, el operador de las cámaras dio la alerta y al cabo de unos pocos minutos llegó a la sala el Capitán Donaway.

—¿Quiénes son esos dos que salieron del edificio? —preguntó Donaway al militar que operaba las cámaras.

—No tenemos ninguna información al respecto Capitán, es la primera vez que tenemos contacto con ellos —respondió el técnico.

—¿Han tenido contacto con nuestros objetivos?

—No Capitán, desde que comenzamos la vigilancia no se han reunido.

—¿Y nuestros hombres aterrizaron?

—Sí señor, el escuadrón Charlie ya está en posición y comenzará la prueba de los perros en cuanto lleguen los objetivos.

—Bien, mantengan la vigilancia de los objetivos y el contacto con nuestro grupo, yo personalmente daré la orden de soltar a los perros.

—Se lo comunicaré al escuadrón Charlie señor.

—Que Charlie los guie si es necesario, pero que no tiren a matar, recuérdales que esta es una prueba para los perros no para el escuadrón y la mujer debe ser capturada con vida.

—Sí señor —contestó el técnico —¿y respecto a los nuevos actores? —preguntó.

—Ellos son un bonus, sí Charlie los ubica que los elimine y si pueden acercarlos al lugar de la prueba tanto mejor, serán una buena cena para los perros y un mejor test.

—Cómo ordene Capitán.

Mientras sus enemigos planeaban la forma de atraparlos, Callahan y la doctora Hays avanzaban hacia el Capitolio por calles y pasajes adyacentes, tratando además de averiguar qué había pasado con los otros dos agentes, además teniendo especial cuidado en no toparse con los soldados que habían llegado en el helicóptero, no sabían sus intenciones reales, pero si la doctora decía que eran parte del grupo que la había capturado, debían extremar precauciones, lo más probable era que hayan sido enviados a buscarla, en vista del fracaso de las Hyenas.

De pronto, mientras recorrían una calle particularmente atestada de vehículos abandonados, Callahan pudo ver a la distancia una especie de puesto de control enemigo, los Hyenas tenían la calle vigilada y cerrada, luego de consultar su mapa pudieron verificar que no había otro camino que los llevará más rápidamente a su destino, la otra alternativa era rodearlos por aproximadamente seis kilómetros hasta encontrar otra ruta, suponiendo que no estuviera igual de vigilada y que no habría otro tipo de enemigos por ahí, no, la única alternativa era ese paso, le hizo una seña a la doctora para que se acercara y le explicó su plan:

—Bien, esto es lo que haremos —dijo Callahan —mantendrá la pistola cómo su arma de defensa, en su mochila lleva varios cargadores de repuesto para cuando se acabe el principal, ya le expliqué la forma de disparar así que no debiera tener problemas al momento de defenderse.

—No le he disparado nunca a nadie agente —contestó la doctora —y no quiero empezar ahora, soy científica no una asesina.

—Son ellos o nosotros doctora —le indicó el agente —sabe perfectamente que la suerte está echada y si la capturan no será para llevarla entre rosas. Hoy, en este momento deberá decidir si vivir o morir, yo por mi parte haré lo que pueda para protegerla, pero no soy ningún superhéroe y menos aún tengo súper poderes.

—Lo sé y le agradezco lo que quiere hacer, pero ¿acaso cree que tendremos alguna posibilidad contra todos ellos?

—Verá, cómo le dije no tengo súper poderes, pero tengo algunos ases bajo la manga.

Callahan sacó los últimos gadgets que mantenía y le explicó a la doctora cómo activarlos, tenía dos torretas de fuego, cuatro minas rastreadoras y una bomba pegajosa, le entregó una torreta y dos minas rastreadoras a la doctora y se quedó con el resto.

—Yo avanzaré por la derecha y usted me seguirá por la izquierda, mantenga una distancia de unos 10 metros tras de mí y cuando yo le haga una señal lanzará las minas hacia donde le indique, ¿está claro? —preguntó Callahan

—Creo que sí —respondió Hays.

—Bien, en marcha entonces.

El agente comprobó su arma principal y comenzó a moverse entre los vehículos, comprobando cada tanto que la mujer lo siguiera a una distancia segura, cuando llegó más o menos a la mitad del trayecto que los separaba del puesto de control, le hizo una seña a la doctora para que acercara mientras observaba con los prismáticos la disposición de los enemigos, pudo ver a cuatro reunidos en el medio de la calle, luego dos a la derecha y otros dos a la izquierda, tras los que estaban en la calle, apoyado contra un furgón estaba otro tipo, el que mantenía un escudo antidisturbios para su protección, todos ellos armados con rifles semiautomáticos y protegidos con chalecos antibalas y algunos con cascos balísticos.

Callahan le explicó a la doctora el plan de ataque, aunque la mujer se notaba nerviosa, estaba decidida a apoyar al agente, éste se movió sigilosamente de posición en posición, utilizando los vehículos que le proporcionaban una buena cobertura fue avanzando lentamente hasta situarse sólo a un par de metros de los enemigos que se encontraban al medio de la calle, le hizo una seña a la doctora y ella se parapetó tras una gran camioneta de color gris, activó las dos minas rastreadoras y las lanzó hacia el grupo de enemigos, uno de ellos se percató al último momento, pero ya era tarde las minas explotaron frente al grupo desmembrándolos y esparciendo sus partes por doquier, los enemigos que se encontraban en los costados, comenzaron a disparar contra la camioneta y Callahan al ver que avanzaban hacia ella los rodeó por la derecha acribillando a los dos primeros para luego cambiar de posición dos vehículos más adelante, la doctora siguiendo las instrucciones del agente, lanzó la torreta por el costado de la camioneta donde se cubría y cuando ésta se activó lanzando sus lenguas de fuego hacia los enemigos, retrocedió rápidamente hacia otro vehículo que le ofrecía cobertura y esperó la señal de Callahan, mientras los enemigos que habían ido por la doctora ardían por el efecto de la torreta, el enemigo que tenía el escudo antidisturbios lanzó un silbido, tras lo cual se abrieron las puertas de dos edificios existentes en el lugar de los cuales salieron una veintena de nuevos enemigos disparando y aullando como verdaderos animales, Callahan al verse superado en número lanzó las minas rastreadoras hacia el grupo que corría directamente hacia él e instalo la torreta en su cobertura, para retroceder disparando hacia donde estaba la doctora. Tres de los nuevos enemigos fueron alcanzados por las minas, mientras que los demás se vieron forzados a retroceder por la acción de la torreta, pero su efecto no iba a durar eternamente, el tipo del escudo logró traspasar las llamas y se dirigía disparando hacia ellos, la doctora gritaba mientras dejaba caer la pistola y se tomaba ambas piernas con sus brazos, meciéndose de adelante hacia atrás en un movimiento convulsivo, Callahan preparó la bomba pegajosa y se la lanzó a su enemigo, la bomba dio en el escudo y explotó, el tipo se dio de espaldas contra un camión y cayó de rodillas, lo que aprovechó el agente para descerrajarle dos tiros a la cabeza, las llamas de ambas torretas se extinguieron y los enemigos avanzaban rápidamente hacia ellos, logró derribar a tres más antes de que los rodearan, corrió hacia la mujer para tratar de sacarla de allí pero era imposible, estaba en shock y sólo haría que los mataran a ambos si trataba de moverla, comprobó su cargador y lo cambió rápidamente por otro lleno, la munición ya comenzaba a escasear, recogió la pistola que le había entregado a la doctora y se la puso en la espalda, asomó la cabeza para ver donde estaban sus enemigos, lanzó un par de disparos a derecha e izquierda tratando de evitar su avance, las Hyenas avanzaban agachados, lentamente, en un movimiento envolvente, de pronto cuando Callahan ya se daba por muerto una serie de disparos cercanos le hizo asomarse de su cobertura, detrás de sus enemigos García y Lloyd avanzaban disparando, pausada y concienzudamente eliminaban de uno en uno a los enemigos, éstos al verse atrapados en un fuego cruzado trataron de volver a sus posiciones originales pero Callahan aprovechó el desconcierto y término con los que quedaban desde atrás.

—Llegaron los refuerzos doctora —le dijo a Hays —¡estamos a salvo!

Mientras la acción se desarrollaba en tierra, el dron de vigilancia enviaba los detalles en tiempo real a la oficina de monitoreo del Capitán Donaway, éste al ver la proximidad de los agentes y su inminente reunión ordeno al operador:

—Que Charlie evite a toda costa que ambos grupos se reúnan, no envíen a los perros sólo los hombres.

—A su orden Capitán —contestó el operador comunicando lo dispuesto a los soldados en el terreno.

Cuando Callahan había logrado controlar los nervios de la doctora Hays y levantarla para reunirse con los otros dos agentes, se escuchó en el aire el ruido de los motores de una aeronave, el agente levantó la vista y vio cómo el mismo helicóptero que había merodeado por su ubicación con anterioridad se acercaba rápidamente a su actual locación, la nave dio un giro y se inclinó disparando una andanada de misiles a sus posiciones, lo que obligó a Callahan y la doctora a replegarse hacia otro lugar, mientras que García y Lloyd buscaban refugio dentro de los edificios de los cuales habían salido anteriormente los enemigos; en medio del fuego y las explosiones producidas por los misiles disparados, el helicóptero se estabilizó a unos 10 metros del suelo y desplegó cuerdas de descenso por las cuales bajaron seis soldados fuertemente armados, quienes en un fluido y rápido movimiento tomaron posiciones defensivas, comenzando a disparar en contra de ellos y de los otros dos agentes, tres de los soldados se dirigieron hacia ellos mientras que los otros tres comenzaron a avanzar hasta la última posición de García y Lloyd, el helicóptero entre tanto se elevó y fue a apoyar a los militares que iban a por García y compañía. Sin esperar confirmación por parte de los efectivos de tierra, la aeronave se posicionó entre los edificios y descargó una andanada de misiles hacia ellos, destruyendo casi por completo gran parte de sus fachadas, mientras tanto Callahan y la doctora trataban de evitar que los soldados los mataran corriendo hacia atrás por la calle en la que se encontraban, el agente disparaba de tanto en tanto y se replegaba protegiendo a la mujer, en un minuto determinado los soldados enemigos dejaron de avanzar y disparar tomando posiciones defensivas, el agente y la doctora se mantuvieron cubiertos tras un furgón y Callahan asomo ligeramente la cabeza mirando hacia los edificios donde hace un momento habían estado sus compañeros, pudiendo constatar solo la destrucción ocasionada por el helicóptero y escuchando a intervalos regulares una serie de disparos, lo que por lo menos confirmaba que alguno de los agentes había sobrevivido al primer ataque.

Desde la sala de control el Capitán Donaway observaba las acciones, luego de comprobar que la doctora y el agente que la acompañaba aún se encontraban con vida ordeno el repliegue de su equipo.

—Ordene a Charlie que se retire del área de operaciones y se reagrupe en la posición antes asignada en espera de instrucciones —dispuso Donaway al operador.

—Sí señor —contestó el operador comunicando de inmediato las órdenes a los soldados.

—Aquí Charlie Uno a base —se escuchó por los parlantes de la radio

—Charlie Uno adelante —contestó el operador

—Consulte a Colmillo Líder instrucciones sobre los dos objetivos restantes.

—Aquí Colmillo Líder —contestó el propio Donaway —se mantiene el carácter de presas de ambos objetivos.

—Entendido Colmillo Líder, Charlie Uno fuera.

Con esta última comunicación los soldados abandonaron la persecución de los agentes García y Lloyd y se replegaron hacia la ubicación donde el helicóptero se encontraba estacionario, donde en conjunto con los otros tres soldados abordaron nuevamente la nave, la que se elevó y desapareció en la ya oscuridad de la noche.

—¡Mierda! —exclamó Callahan —de nuevo no pudimos reunirnos con García. ¿Quiénes son esos tipos doctora?

—No sé cómo llamarlos exactamente, pero son una especie de milicia.

—Eso quedó más que claro, pero ¿ante quién responden? ¿son una especie de facción o son parte de las fuerzas de seguridad regulares?

—Creo que no son fuerzas regulares, su actuación así lo demuestra.

—Ok, primero, debemos replantear nuestra estrategia de llegada al Capitolio —dijo Callahan apoyando una rodilla en tierra —vamos a avanzar hacia donde están los cadáveres de los enemigos y recuperaremos lo que podamos, luego buscaremos un lugar donde pasar la noche.

Luego de haber saqueado los cadáveres, Callahan y la doctora se dirigieron a uno de los edificios atacados por el helicóptero y donde al menos uno de los agentes se había ocultado, buscaron el rincón más seguro para descansar y mientras el agente registraba los pisos superiores a fin de obtener pistas sobre el paradero de sus amigos, la doctora Hays separaba la munición y consumibles obtenidos del saqueo, decidiendo si contarle a Callahan todo lo que había descubierto y la ubicación del dispositivo de almacenamiento que había ocultado.

—Bien doctora, he buscado por todas partes y no tengo ni puta idea donde pudieron haber ido los otros agentes o si nuestros enemigos los capturaron, estoy completamente en blanco.

—Agente tengo algo que confesarle —le indicó la doctora —siéntese por favor.

—Me está asustando doctora —le contestó Callahan mientras se sentaba al estilo indio frente a ella.

—Mi especialidad es la virología, pero también tengo un doctorado en bioquímica, hace unos años una agencia del gobierno me contactó para el estudio de unos rastros químicos encontrados en un asentamiento en el cual habían eliminado a un grupo supuestamente terrorista.

—¿Qué agencia doctora? —preguntó el agente

—La CIA, pero no era la única que desarrollaba la investigación, también estaba la NSA, el FBI, la DEA y el JSOC (Mando Conjunto de Operaciones Especiales), entre las que recuerdo, ellos me reclutaron porque había sido alumna del doctor Vitaly Tchernenko, un virólogo ruso experto en el área de producción de sustancias peligrosas y armas químicas.

—Conozco la historia de Tchernenko, fue encontrado muerto en Manhattan y se sospecha que él en conjunto con Gordon Amherst fueron los creadores del virus del dólar.

—Bueno ahora puedo decirle que sus sospechas son ciertas, ellos fueron los creadores del virus, pero antes de eso ya habían intentado eliminar a un grupo importante de personas mediante un ataque bioterrorista.

—¿Cómo es esto posible? ¿O sea que las agencias de seguridad ya sabían lo que vendría? ¿Y no hicieron nada?

—No es tan así agente, escúcheme por favor —pidió la doctora, para proseguir con su relato —Esto no comenzó en el país, sino que en Bolivia, allí un cartel de drogas llamado "Santa Blanca" liderado por un tipo al que llamaban "El Sueño" quería hacer de Bolivia un narcoestado y para ello no dudó en matar a quién se le opusiera, entre ellos agentes de nuestro gobierno, por esto la agencias que le mencioné idearon la "Operación Matarreyes", cuyo objetivo era eliminar a todo el cartel y sus líderes, para cumplir el objetivo enviaron un equipo "Ghost" y ellos descubrieron que el cartel proveía de ciertos químicos y productos a una célula terrorista de la cual en ese momento desconocían todo tipo de datos.

—Conozco a los Ghost, mi amigo Dom Moretta, le decimos "Holt", es parte del grupo, y déjeme decirle que esos tipos no dejan nada al azar —el agente sonrío al recordar a su amigo —perdón doctora prosiga por favor.

—Bien, cuando los Ghost encontraron sustancias químicas que no pudieron identificar me enviaron a Bolivia para ayudarlos, allí trabaje con una agente de la CIA llamada Karen Bowman y descubrimos que el cartel tenía a varios científicos entre sus filas y no sólo para purificar la droga, sino que algo más. Cuando los soldados hubieron terminado su trabajo a mí me mandaron de vuelta a EE.UU., donde seguí ligada a la CIA y el seguimiento de las sustancias que proveía el cartel, yo no supe más del caso, hasta que hubo un ataque terrorista a una universidad aquí en el país.

—Recuerdo ese ataque ¿pero qué relación hay entre ese suceso y Bolivia?

—Bueno, el ataque se realizó utilizando un arma química, en base a las sustancias que se obtenían del cartel en Bolivia, por lo tanto, antes de que el equipo Ghost eliminará al cartel de "Santa Blanca" lograron hacer el envío de sustancias a sus clientes.

—¿Y a quién desplegaron para la operación?

—Un equipo al que denominan "Rainbow Six", son fuerzas especiales altamente entrenados en ese tipo de situaciones, de hecho, gracias a ellos pudimos obtener una muestra del gas con el que atacaron la universidad, donde, sea dicho de paso hubo muchísimas bajas civiles y la célula terrorista que se adjudicó el ataque se hacía llamar los "Máscaras Blancas", los "Rainbow" en base a inteligencia recolectada por la CIA pudieron dar caza a todos los integrantes de la célula y eliminar la amenaza, pero en una de las casas seguras encontraron notas del doctor Tchernenko y un manifiesto de Gordon Amherst, donde detallaban su idea de crear un arma que pudiera eliminar a una cantidad determinada de la población mundial, para que según ellos, a través de la selección natural se lograría limpiar el planeta del virus que ellos llamaban "humanidad".

—Pues esto es muy retorcido doctora.

—Espere porque se pone aun peor, el manifiesto de Amherst dejaba entrever que ya tenían el diseño de un virus que haría el trabajo, por lo cual yo seguí adelante con la investigación de las posibles utilidades que podrían obtener de las materias primas de Bolivia, demás está decir que no tuvimos grandes avances hasta que el virus del dólar fue esparcido en Nueva York, ahí supimos que las sospechas de la CIA eran acertadas.

—¡Dios mío! —exclamó Callahan —sí ya sabían que había un ataque ¿por qué no hicieron nada?

—Es adonde quería llegar agente, las autoridades fueron alertadas, pero en alguna parte de la cadena de mando la información se ocultó, y no fue hasta que fui secuestrada que no descubrí las implicaciones de esto.

—¿A qué se refiere?

—Cuando estaba cautiva logré ingresar al servidor del edificio donde me encontraba, allí descubrí una serie de archivos digitales que nunca llegaron a quienes iban dirigidos, los "Rainbow" por ser una organización de carácter global, habían efectuado incursiones en las principales capitales del mundo, Rusia, Londres y Tokio, entre otras, donde operaba de igual forma la célula "Máscaras Blancas", entre sus hallazgos estaba el lineamiento de lo que hoy conocimos como "Viernes Negro" y que finalmente dio paso al ataque de Nueva York, los "Rainbow" recopilaron toda la información y la enviaron a la agente Bowman, ella confeccionó un dossier complementándolo con otros datos recogidos en Bolivia y se lo entregó a un agente de la NSA llamado Sam Fisher.

—Fisher es una leyenda entre las agencias de seguridad —comentó Callahan —su lealtad ha sido demostrada una y otra vez.

—Lo sé —contestó la doctora —en los documentos que encontré hay un sinnúmero de informes confeccionados por Fisher, y todo apunta a elementos anti gobierno que actúan desde las sombras, políticos, altos mandos militares y poderosos empresarios, todos coludidos y fieles adherentes a la doctrina de Gordon Amherst. Toda esta información logré respaldarla en un dispositivo externo y lo oculté en un lugar seguro.

La doctora Hays le indicó el lugar donde había ocultado el pendrive a Callahan, las revelaciones de la mujer aún reverberaban en su cabeza, se sentía defraudado al saber que las autoridades tenían conocimiento de lo que podría ocurrir y no hicieron nada, se limitaron a reaccionar ante los acontecimientos una vez se produjeron y no fueron proactivos, políticos corruptos, mandos militares y quizás también The Division, fueron intervenidos y tuvieron su cuota de responsabilidad, por eso la primera ola fue diezmada tan rápidamente y muchos agentes se volvieron renegados siguiendo a Keener, quién fue el chivo expiatorio perfecto, haya tenido o no responsabilidad directa en lo que ocurre hoy. Callahan ya estaba harto de luchar sin tener toda la información, de salir día a día a la calle y encontrarse con que todo el mundo es un enemigo potencial y aquellos que se definen como aliados en cualquier momento te traicionan y te disparan por la espalda, ha perdido amigos, familia y en algunos momentos la esperanza, no ha visto lo que algunos llaman "lo mejor del ser humano", todo lo contrario, sólo ha sido testigo de lo peor. Apoyado contra el muro de la habitación en la cual se encontraban, la cabeza gacha y la mirada perdida, con su arma colgando de la correa de sujeción, el agente cavilaba todas estas cosas, la doctora se acercó a él y le puso una mano en el hombro, adivinaba que todo lo que le había contado era un peso para él, pero ella también se encontraba en un estado de schok constante, si bien es cierto había compartido con grupos de élite de soldados y agentes, nunca había sentido las balas tan cerca ni habían tratado de matarla directamente, cuando se unió a la CIA sabía los riesgos, pero nunca pensó que a una científica como ella o a otros "oficinistas" les podría suceder algo así, ahora vivía con el temor constante de no saber qué pasará mañana, si seguirá viva, podrá comer algo o simplemente tomar un sorbo de agua, no sabía en quién confiar, las instituciones habían sido corrompidas y el gobierno al parecer no existía, aquellos que luchaban por enmendar el rumbo y recuperar nuestro estilo de vida eran eliminados cómo perros, y los que seguían luchando lo hacían a sabiendas que sus vidas eran prestadas, algunos con más fortuna tenían motivos para luchar, sus familias aún estaban con ellos y eso los motivaba pero también los asustaba, decidió por un momento no pensar más en ello y confiar en que esto se podía revertir.

—¿A escuchado hablar de los asentamientos agente? —preguntó Hays meciéndole el hombro para traerlo de vuelta de sus pensamientos.

—¿Perdón? —dijo él —¿Qué se supone que son?

—Durante el tiempo que permanecí huyendo, oí muchas veces a los Hyenas hablar de atacar determinados asentamientos, al parecer algunos sobrevivientes se han organizado en sitios que defienden y expanden a base de trabajo y coordinación.

—¡Vaya! —exclamó Callahan —ver eso me devolvería la esperanza en la humanidad, hasta ahora sólo he visto a las personas transformarse en ganado, siguen a quién sea que pueda darles algo ojalá sin esfuerzo de por medio o simplemente transformarse en rapiña.

—Veo que ha perdido la fe en las personas.

—Perdóneme doctora, pero después de todo esto, no sé —y dejó la frase sin terminar

—No agente, usted y sus compañeros son los únicos que en estas circunstancias pueden ayudar a recuperar a la humanidad, ya nos han golpeado antes, pero nos hemos levantado y siempre ha sido apoyados en personas como usted, no se deje abatir y mantenga la fe, la necesitamos más que nunca.

—Toda una mujer de fe doctora, quién lo pensaría.

—Fe y esperanza es lo único que no nos pueden quitar y aunque a veces flaquee no conviene olvidarlas.

Con la mente más despejada ambos se fueron a descansar un momento, quedaban pocas horas para el amanecer y debían volver a su ruta original, el Capitolio era su objetivo y una vez establecieran contacto con fuerzas aliadas Callahan buscaría la información oculta por la doctora, pero tendrían que andar con pies de plomo, en estos momentos y luego de haber conocido lo descubierto por la doctora Hays, no podían confiar en cualquiera ya que si la información caía en manos equivocadas era una sentencia de muerte para ellos y todo el esfuerzo y sacrificio hecho por obtenerla y resguardarla se perdería irremediablemente, sin considerar que aquellos que forman parte de la trama oculta en esta situación seguirán gozando de impunidad.

Mientras ellos descansaban, el Capitán Donaway daba instrucciones a su equipo en el terreno, debía recuperar a la doctora Hays y averiguar hasta qué punto fue capaz de indagar en los planes que habían almacenado en el servidor, cual fue el nivel de conocimiento que logró la mujer en su intrusión, existían demasiados involucrados en la puesta a punto del plan global y no podían permitir ninguna filtración por menor que fuera, ya habían logrado burlar a la CIA y a los Ghost en Bolivia, a los Rainbow en algunas capitales mundiales, pero aun así ambos equipos lograron reunir la inteligencia suficiente como para atar algunos cabos, por suerte el senador y sus aliados de alto nivel pudieron detectar a tiempo la información y sacarla de circulación, las únicas copias eran las que estaban en el servidor, de ahí la importancia de recuperar cualquier rastro.

—Equipo Charlie —llamó el Capitán Donaway por su radio

—Colmillo Líder adelante —surgió una voz de la radio

—Proceda con la operación recuperación y eliminación.

—Ok Colmillo Líder, ¿se mantiene orden de recuperación de la mujer?

—Positivo Charlie, la mujer para recuperación y el otro para eliminación, respecto a los elementos externos sólo en caso de contacto proceda a su eliminación.

—Recibido Colmillo Líder, activando cámaras corporales para televigilancia y control, perros operativos y en espera de transmisión, por el momento configuración de función manual.

—Bien, recibiendo imágenes, en espera de configuración de los perros, adelante con la misión equipo Charlie.

V PARTE

LA TRAMPA

Con las primeras luces del amanecer Callahan y Hays se prepararon para seguir su ruta hacia el Capitolio, su esperanza era encontrar allí un puesto de comando, base de operaciones o algo similar a fin de comunicar sus hallazgos y contrarrestar cualquier plan de ataque enemigo además de desenmascarar a quienes se encuentren conspirando contra el país. Ordenaron sus pertrechos, comieron algo liviano y salieron a la calle en dirección al Capitolio, Callahan en delantera y la doctora a un par de metros tras él, con la pistola firmemente agarrada con ambas manos, pegados a los muros de las edificaciones donde la vegetación se los permitía, avanzaban lentamente atentos a cada esquina o piso superior del cual pudieran ser emboscados, las huellas del combate del día anterior se mantenían frescas en la calle, cadáveres, escombros y casquillos vacíos, poco a poco se acercaban cada vez más a su objetivo, al llegar al cruce de calles se detuvieron un momento a observar sus alrededores, al no percibir ninguna amenaza siguieron su camino, el tiempo pasaba lentamente mientras caminaban bajo el sol de D.C., se toparon con varios animales salvajes buscando alimento en la ciudad, pero a pesar de lo cortos que andaban de víveres Callahan opto por no cazar a ninguno de ellos, por temor a alertar a cualquier enemigo cercano, sin saber que desde el aire eran continuamente vigilados.

El Dron de vigilancia que transmitía en tiempo real, mostraba los movimientos de las dos personas a las que seguía, cada uno de sus pasos eran vigilados y registrados a fin de otorgar los datos de ubicación al equipo en el terreno que más adelante los interceptaría para llevarlos al lugar preparado para la emboscada que tenían planeada, los datos biométricos de cada uno de ellos fueron registrados y enviados a los técnicos que programaban un nuevo dispositivo de combate y que con ellos tendrían su primera prueba de fuego, los soldados se mantenían en espera de que sus víctimas se desviaran del rumbo previsto para guiarlos de nuevo como ganado al matadero, hasta el momento esto no había sucedido por lo que los soldados no habían intervenido y se mantenían siempre en movimiento en paralelo a sus perseguidos.

La doctora y el agente sin sospechar lo que sucedía a su alrededor seguían en movimiento, Callahan rastreaba la calle por la cual se movían sin percibir nada anormal, proseguían su avance, atentos a pisos superiores y callejones, lentamente recortaban kilómetros a su destino, ya entrada la tarde y cada vez más cerca, decidieron buscar refugio, encontraron una tienda deportiva y entraron en ella, la registraron concienzudamente sin detectar peligro, se instalaron al fondo de la dependencia y encendieron un pequeño fuego, comieron un pequeño tentempié y a la doctora le correspondió la primera guardia. En el mismo instante en el cual ellos ingresaban a la tienda los soldados terminaban de eliminar silenciosamente a un grupo de tres Hyenas que se encontraban en el lugar, sin siquiera un pequeño ruido los militares sacaron los cuerpos de las cercanías y los arrastraron tras un grupo de vehículos ocultándolos de la vista.

—¿Algún signo de actividad de los blancos equipo Charlie? —preguntó el capitán Donaway a su equipo.

—Negativo Colmillo Líder, no se percataron del movimiento.

—Bien, ¿no hay variaciones en la ruta?

—Todo según el plan.

—Mantenga a los blancos en ruta Charlie, ¿algún avistamiento de los otros dos?

—Negativo Colmillo Líder, no hay contacto.

—Ok, corto.

Dos de los soldados se mantuvieron de guardia mientras los demás descansaban, la orden era mantener a los blancos en el camino a la explanada del Capitolio, un amplio cuadro verde y plano que permitiría probar los nuevos chiches tecnológicos de la unidad, además de ser un lugar inmejorable para que los drones de vigilancia graben toda la acción, por último y en caso de extrema necesidad los francotiradores podían acabar el trabajo con facilidad, la captura de la mujer se pretendía realizar en las calles próximas a la explanada y dejar al agente sólo hacia el escenario preparado, hasta el momento todo iba sobre ruedas.

Al amanecer el agente Callahan despertó a la doctora, comieron de sus últimas reservas y salieron a la calle para su última jornada antes de llegar a su destino, el agente pensaba que ese sería el día en el cual debían arribar al Capitolio ya que faltaban sólo unos pocos kilómetros en línea recta, mientras avanzaban y al llegar a un cruce de calles, Callahan creyó ver algo sospechoso, un movimiento inusual pero que con sus años de entrenamiento y experiencia no pasa desapercibido, si su instinto no le engañaba por la calle paralela eran seguidos por los mismos soldados que los habían atacado hace poco.

— Doctora creo que nos están siguiendo —le indicó Callahan a la mujer —quiero que me siga muy de cerca y entraremos al estacionamiento subterráneo que se ve más adelante.

La mujer asintió con la cabeza en señal de haber comprendido, el agente comprobó sus armas y atravesaron la calle corriendo en dirección a la entrada de un estacionamiento, bajaron por su rampla de acceso hasta llegar a la explanada de aparcamientos, en ella varios vehículos de diferentes tipos se encontraban abandonados, Callahan decidió bajar otro piso, donde ubicó una camioneta de una cadena de televisión.

—Bien, esta camioneta nos servirá —le dijo el agente a la doctora —ocúltese en ella y no abra la puerta a nadie más que a mí, mantenga la pistola preparada y apuntando hacia adelante como le enseñe y dispare apuntando al pecho.

—No se exponga agente, recuerde que debemos llegar al Capitolio —dijo Hays.

—Sólo iré a verificar quienes son los que nos siguen y de qué manera podemos burlarlos.

—Regrese pronto agente —contestó la doctora cerrando la puerta del vehículo.

—Si no regreso dentro de tres horas busque la forma de salir de aquí y diríjase directamente al Capitolio —fue el último comentario que hizo Callahan.

La doctora Hays se acomodó en el interior del vehículo y comprobó la pistola tal y como le había enseñado el agente, adoptó una posición que le permitiera disparar y protegerse dentro del mínimo espacio del que disponía y esperó elevando una plegaria por la protección de Callahan.

El agente comenzó a correr hacia la salida del estacionamiento, miro a ambos lados antes de salir y luego retrocedió hacia el interior del edificio al que pertenecían los aparcamientos, subió los cinco pisos y llegó a la azotea, se pegó a los enormes aparatos de ventilación y sacó una pequeña grabadora unida a un dispositivo externo de almacenamiento, le habló durante un par de minutos donde explicó a grandes rasgos sus descubrimientos y los de la doctora Hays, además de la ubicación del pendrive con los datos obtenidos. Cuando terminó, sacó la pequeña tarjeta de memoria con el logo de la agencia en color naranjo y la puso a un costado del sistema de ventilación, con la esperanza de que el gps integrado llevara a alguno de sus compañeros hasta este lugar. Bajó hacia la calle y la cruzó para dirigirse al lugar donde había observado el movimiento de los soldados, sigilosamente y utilizando los contenedores de basura cómo cobertura avanzo muy despacio hasta situarse en la esquina, se pegó al muro y asomo la cabeza lentamente, no vio ninguna actividad o señal de peligro, despegó la espalda del muro y avanzo agazapado hacia un vehículo de emergencia cruzado en la vía, observó detenidamente el suelo hasta que pudo distinguir unas huellas de botas militares, se acercó al lugar y las examino, eran relativamente frescas y correspondían a tres personas, los cuales se dirigían en formación por la misma calle y en paralelo a como lo hacía él con la doctora Hays antes de que los descubriera. Agachado en el lugar donde había descubierto las huellas, Callahan siguió observando su avance hasta que las huellas desaparecieron unos metros más adelante, se levantó y las siguió lenta y atentamente con su arma en ristre y lista para la acción, consciente de que si se producía un enfrentamiento tenía todas las de perder, escaso de munición y sin gadgets para utilizar, siguió las huellas hasta que ya no podía verlas, se agachó y al observar más detenidamente se percató que éstas se dirigían al interior de un edificio de tres pisos, ya sabía dónde se ocultaban pero ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿por qué no lo atacaban?

Mientras Callahan observaba el edificio, los tres soldados del interior lo vigilaban a él, dos de ellos con sus armas apuntándolo directamente y el otro hablando por radio:

—Charlie uno, aquí Charlie dos, el blanco descubrió nuestra posición.

—¿Hay contacto Charlie dos?

—No, sólo observa el lugar sin entrar ¿instrucciones?

—No entablen combate, repito, no entablen combate, sólo eviten que entre y guíenlo hacia el punto de observación.

—La mujer ya no está con él Charlie Uno.

—Lo sabemos Charlie dos, conocemos su posición, proceda conforme instrucciones.

—Entendido Charlie uno.

Con las instrucciones recibidas los soldados se mantuvieron en espera de la reacción del agente, mientras no entrara al edificio y siguiera su camino no habría problema, ya lo harían retomar el camino si se desviaba de él.

Callahan pensaba en sus opciones, entrar al edificio y verificar su corazonada o volver sobre sus pasos y reunirse con la doctora Hays para salir pitando y buscar una alternativa de ruta hacia el Capitolio, luego de unos minutos se decidió por lo último, se levantó y salió corriendo en dirección al estacionamiento, bajo por la rampla y se dirigió a la camioneta en la que estaba oculta la doctora, golpeo la puerta identificándose ante lo cual la mujer abrió y él ingresó de inmediato para comunicarle sus descubrimientos.

—Efectivamente nos están siguiendo doctora —le indicó Callahan

—¿Quiénes agente? —preguntó la mujer

—Los soldados que nos atacaron el otro día, se están moviendo en paralelo a nosotros.

—¿Y porque no nos han atacado aun?

—No lo sé doctora, pero creo saber cuál podría ser su intención.

—¿Cuál?

—Nos están dirigiendo hacia un lugar específico, somos como animales dirigidos al matadero.

—Pero no tiene sentido, si su intención es matarnos, lo pueden hacer en cualquier momento y lugar.

—Pues tienen los números a su favor.

—Creo que esto trata sobre mí agente, es a mí a quién buscan, seguramente se dieron cuenta de la irrupción en su servidor y quieren asegurarse de que no haya cabos sueltos.

—Es verdad, pero la han querido recuperar desde que escapó de ellos, no, esto es alfo más, pero no me imagino que pueda ser.

—¿Y qué haremos entonces?

—Primero saldremos de esta ratonera, luego cambiaremos a la calle siguiente, ahí veremos si hay más soldados siguiéndonos.

Ambos salieron de la camioneta y corrieron a la calle, luego de observar a ambos lados, se dirigieron a la calle contraria a la cual venían, cruzaron por la misma esquina desde donde habían ubicado los estacionamientos y avanzaron utilizando los vehículos abandonados como cobertura, Callahan volvía a estar en modo rastreador, se detenía en cada cobertura y observaba detenidamente a su alrededor a fin de tratar de descubrir cualquier indicio de enemigos o sus posiciones, cuando estaba seguro de no haber pasado nada por alto, avanzaban a la siguiente cobertura; cuando ya habían cubierto la mitad de la calle aproximadamente, el agente descubrió nuevas huellas de botas, esta vez acompañadas de unas extrañas marcas cómo de una especie de animal de cuatro patas que los acompañaba, las huellas eran relativamente frescas y se encontraban por delante de ellos, por lo tanto era más que obvio que éstos estaban más adelante, se adelantó a la doctora por un par de metros pudiendo verificar que las huellas no se detenían ni se desviaban, los soldados seguían un patrón de interceptación, llamó a la doctora para que se acercara a él y luego le señaló un edificio de seis pisos que había más adelante, corrieron hacia la edificación y subieron hasta la azotea, no habían barricadas ni grandes destrozos que les impidieran llegar arriba. Una vez en la azotea, Callahan sacó sus binoculares y comenzó a revisar el área, luego de unos minutos de observación, guardo los lentes y se dirigió a la doctora.

—Nos han encerrado ­—dijo el agente

—¿Cómo es posible? —preguntó la mujer

—No hay ninguna otra forma de llegar al Capitolio, todas las calles adyacentes están bloqueadas y las que se encuentran junto a nuestra ruta están controladas por los soldados.

—Es cómo usted dijo, nos están guiando a un lugar determinado.

—Caímos en una trampa muy bien urdida, ¿doctora, cuando estuvo cautiva vio algún tipo de experimentos tecnológicos?

—¿A qué se refiere con eso?

—¿Vio a técnicos u otros desarrollando tecnología de control?

—¿Robots, mecatrónicos o exoesqueletos?

—Cualquiera

—Bueno, había varios colegas trabajando en un proyecto que ellos llamaban "War Dogs", además de mejorías en conectividad de drones de vigilancia y combate.

—¿Estaban avanzados esos proyectos?

—La conectividad para los drones ya estaba al 100%, el proyecto "War Dogs", por lo que escuché estaba en período de pruebas de campo, pero no puede ver prototipos ni nada.

—Creo que seremos conejillos de indias doctora.

—¿Cómo?

—Descubrí unas extrañas huellas que siguen el mismo camino de los soldados y no creo que sea coincidencia, puede ser perfectamente alguna clase de artilugio tecnológico.

—¿Y qué haremos?

—Lo único que podemos hacer, avanzar hacia el Capitolio por el camino que nos marcan, tendremos que improvisar en la ruta.

—Hagámoslo entonces agente, estoy cansada de huir y esconderme.

—Bien, sólo siga mis instrucciones y use esa pistola cómo le enseñe.

Con la decisión tomada respecto los pasos que darían a continuación, ambos bajaron rápidamente las escaleras que conducían a la calle para luego volver a la avenida por la cual caminaban originalmente, utilizando todo lo que había en su ruta como cobertura, fueron avanzando lentamente, atentos a cualquier indicio de agresión o vigilancia, se dirigían en línea recta hacia la explanada verde que los separaba de la entrada del Capitolio, cuando faltaba muy poco para llegar al cruce de calles que los separaba de la explanada, Callahan vio un callejón que podría servir para despistar a sus perseguidores, le hizo una seña a la doctora y le indicó la entrada al lugar, los dos corrieron lo más rápido posible hasta internarse directamente en una especie de calle de servicio, al mismo tiempo que ellos realizaban esta acción los soldados que los seguían en paralelo fueron alertados por el dron de vigilancia, tres de ellos corrieron al extremo del callejón que daba a la calle por la cual ellos ejercían el seguimiento.

—Equipo Charlie, el dron ha perdido visual de los blancos —les indicó el operador en la sala de control desde la cual eran monitoreados los movimientos del agente y la doctora.

—¿Última posición de los objetivos? —preguntó uno de los soldados

—Entrando al callejón que está a 300 metros delante de su posición.

—Equipo Charlie en modo interceptación.

—Ok Charlie, recuerde parámetros de la misión.

—Positivo control.

Mientras los soldados ingresaban al callejón, Hays y Callahan habían entrado a la parte trasera de una lavandería, entre las máquinas arrancadas de sus bases y la ropa abandonada buscaron un lugar donde ocultarse, revisaron el lugar apresuradamente mientras escuchaban el paso rápido de las botas de los soldados que se acercaban más y más, la doctora tropezó con un montón de tubos arrancados desde su base lo que dejó al descubierto un forado que daba a otra habitación, ante este hecho fortuito ambos se arrastraron por el espacio y el agente atrajo tras de sí los tubos plásticos para tapar y disimular su pasadizo. Una vez al otro lado se dieron cuenta que estaban en el interior de un estacionamiento, podrían haber bajado hacia los niveles inferiores, pero estaban inundados, al poco andar vieron un camión de carga donde podrían ocultarse por el momento, abrieron el compartimiento posterior y subieron a él, tomando cobertura tras unos tambores que había en su interior.

Los soldados que fueron a interceptar a los blancos recorrieron dos veces el callejón sin resultados, hasta que uno de ellos dio con la lavandería, avisó a los demás y entraron al lugar, lo recorrieron lentamente con sus armas listas, pero no encontraron a nadie, ya resignados el que estaba al mando salió al exterior:

—Control, aquí Equipo Charlie, los perdimos, repito, los perdimos.

—Manténgase Charlie, revisando imágenes del dron.

—Ok, control, comunicaré al equipo 2 que converja en nuestra posición.

—Negativo Charlie, que el equipo 2 mantenga su posición en avance, no podemos arriesgarnos a que crucen sin vigilancia.

—Ok, control, esperando información.

Callahan y la doctora Hays se mantenían ocultos en el camión de carga en espera de que la oscuridad de la noche los ayudará a salir de la trampa en la que pensaban haber caído, haciendo un recuento de pertrechos, Callahan sólo contaba con seis cargadores de su arma principal y ocho de su pistola, el arma secundaria la había abandonado hace tiempo, mientras que la doctora tenía la pistola y ocho cargadores completos, esta era la exigua defensa que exhibirían en caso de enfrentamiento, justamente lo que buscaba evitar el agente al esperar la noche para tratar de salir de allí.

En la sala de control del equipo de soldados desplegados en terreno, el Capitán Donaway maldecía la ineptitud de sus hombres, no podía entender cómo un equipo completo de sus mejores elementos había perdido a sólo dos sujetos a los que vigilaban desde hace días y sabían exactamente su posición.

—¡Cómo es posible que hayan perdido a los blancos! —vociferaba el capitán.

—El dron de vigilancia los perdió en un callejón techado señor —contestaba el operador.

—¿¡Y eso es una excusa!? —gritó Donaway

—Era imposible verlos ahí señor, además el callejón no estaba en el mapeado.

—¿¡Acaso no los seguían de cerca!?, ¡son dos personas por Dios!

—El equipo se dividió en dos para seguirlos en paralelo, pero aun así los burlaron.

—¡Encuéntrenlos!, no quiero más excusas.

—Sí señor.

Los soldados en la lavandería se mantenían en una tensa espera, Control aun no les daba ninguna información y la paciencia era poca, de pronto uno de los hombres en su aburrimiento comenzó a patear unos tubos plásticos que había adheridos a un muro, al hacerlo estos se desprendieron fácilmente dejando al descubierto un forado que llevaba a otro lugar, al ver la abertura alerto a los demás y cruzaron hacia el otro lado, lo que los llevó a un estacionamiento cuyos niveles inferiores estaban inundados. Los tres soldados se separaron para registrar de mejor manera el amplio estacionamiento donde destacaban un par de camiones de carga y otros vehículos donde se podían ocultar sus blancos, a instancias del soldado a cargo, comenzaron por revisar los vehículos más pequeños hasta converger en los dos camiones de carga que había allí y separados sólo por un par de metros de distancia uno de otro. Llegados al primer camión los militares lo rodearon, posicionándose en la parte trasera del vehículo, uno a la izquierda, otro a la derecha y el último frente a las puertas, éste levanto su mano derecha extendida y comenzó a bajar uno por uno sus dedos hasta llegar a tres, abriendo de par en par las puertas traseras del camión, donde no encontraron nada, al dirigirse al segundo camión realizaron la misma acción y al abrir las puertas se encontraron con que el vehículo transportaba tambores de combustible los que obstaculizaban la visión al interior, uno de los soldados encendió su linterna y subió al interior del compartimiento de carga, con su arma lista ante cualquier amenaza registró tras cada bloque de tambores sin encontrar nada, cuando ya estaba por bajar el haz de su linterna se posó bajo uno de los contenedores de madera, se agachó y recogió una bala calibre 9 mm, se las mostró a sus compañeros quienes de inmediato comprendieron que los sujetos habían estado allí, pero ya se habían ido.

Callahan y la doctora Hays, habían salido del estacionamiento hacia la calle por la cual se desplazaban primitivamente, no volvieron al callejón porque los soldados habían descubierto cómo habían abandonado la lavandería, sin embargo, el plan del agente de salir en cuanto oscureciera se había ido al carajo, aún faltaban un par de horas para eso, así que caminaban muy despacio entre los vehículos abandonados, hasta el momento no había visto a otros soldados así que seguían avanzando hacia su destino, al llegar al cruce de calles que debían pasar para seguir su rumbo, ambos se detuvieron a observar sus alrededores, sin moros en la costa se lanzaron en carrera hacia un camión militar que les podría servir como cobertura al otro lado, pero al momento de cruzar y sin lugar donde ocultarse los disparos comenzaron a levantar esquirlas del piso donde impactaban, haciéndolos retroceder a donde estaban.

—¡Volvamos doctora! —le gritó el agente a la mujer, al tiempo que respondía el fuego con un par de disparos.

—¡No los veo! —gritó Hays

—¡Yo tampoco, pero los disparos vienen de nuestra izquierda! —contestó Callahan.

—¿No tiraron a matar verdad? —observó la doctora

—No y podrían haberlo hecho, creo que es lo que suponíamos, nos están guiando a un lugar específico y lo que es peor, no veo forma de salirnos.

—¿Y qué haremos?

—Seguirles el juego, vamos a la derecha —le indicó el agente avanzando por entre los vehículos por la calle que tenían ante sí.

Los soldados del otro grupo que vieron a los blancos, procedieron conforme a las instrucciones recibidas, por lo tanto, al ver que el agente y la mujer trataban de salir del perímetro delimitado, hicieron una rápida sucesión de disparos delante de los sujetos haciendo que éstos retrocedieran y siguieran la ruta trazada.

—Control, aquí Charlie, tenemos contacto con los blancos.

—Repita Charlie, entiendo ¿ubicó a los blancos?

—Positivo Control, los estamos dirigiendo a las coordenadas establecidas.

—¡Recuerden el procedimiento a seguir! —espetó el Capitán Donaway

—Positivo Colmillo Uno, continuamos conforme instrucciones.

—Control, que el equipo que se encuentra en el callejón converja a nuestra posición —Copiado Control, nos dirigimos al punto de convergencia, corto

—No los pierdan esta vez Charlie, comunicaré a los técnicos para que preparen a los perros.

—Entendido Colmillo Uno, Charlie fuera.

Una vez se reunieron los seis soldados, fueron dirigiendo lentamente a sus objetivos hasta la explanada de ingreso al Capitolio, tal y cómo lo tenían previsto el agente y la mujer al no tener otra alternativa se lanzaron en carrera hacia el sendo espacio abierto que los separaba del edificio del Capitolio, al momento de que los sujetos tocaron la hierba verde de la explanada, dos drones de vigilancia se sumaron al primero que seguía los acontecimientos, alguien en la sala de control quería tener visión de todo lo que estaba por ocurrir, no todos los días se probaban en terreno tecnología de combate remotamente controlada.

VI PARTE

SACRIFICIO

Sólo vieron un inmenso campo verde ante ellos, la explanada que conducía al Capitolio era la única vía que estaba despejada para ellos, Callahan sabía que era una trampa, pero no había alternativa, una patrulla completa de militares los seguía y mantenía en movimiento en base a disparos de advertencia, la escases de munición y pertrechos lo obligaba a no tener un enfrentamiento con los enemigos, además con la doctora acompañándolo no podía arriesgarla, la información que poseía era inigualable y tenía que resguardarla por todos los medios a su disposición, que dicho sea de paso son escasos. Ante esta perspectiva el agente decidió tomar la ruta más corta a su objetivo, en línea recta por la explanada hacia el edificio, en medio de la yerba había más de un montículo y desperdicios cómo para tomar cobertura, pero tendrían que ser rápidos.

—Doctora tendremos que correr cómo alma que lleva el diablo —le indicó el agente.

—Estoy de acuerdo —respondió Hays

—Bien, lleve la pistola delante de su pecho y apuntando al suelo, corra lo más rápido posible en cuanto se lo indique, yo iré tras suyo.

—Ok.

—¿Ve ese pequeño montículo a unos 500 metros de nosotros?

—Sí, eso creo —contestó titubeante.

—Corra directamente hacia él y cuando llegue túmbese en el suelo y espéreme ahí.

—Trataré de hacerlo.

—No doctora, tiene que hacerlo.

El agente miró a ambos lados del lugar donde se mantenían cubiertos, le pareció ver movimiento pero ya era tarde para arrepentirse, le dio una palmada en el hombro a la doctora y levantó el pulgar de su mano izquierda en señal de estar listos, la mujer asintió con la cabeza y salió disparada hacia el lugar indicado. En cuanto la doctora comenzó a correr dos soldados avanzaron hacia ella desde el costado de la explanada, Callahan le gritó para que se apresurara y salió tras ella con el arma en ristre, por el rabillo del ojo observó como la mujer se lanzaba al suelo al llegar al montículo mientras él disparaba hacia los soldados para evitar que llegaran a ella, los militares se lanzaron al suelo para evitar las balas y respondieron el fuego, Callahan llegó al montículo y se lanzó rodando hacia él, con el mismo impulso tomo de la mano a la doctora y tiró de ella para seguir corriendo hacia un montón de desperdicios que había más adelante, los soldados no siguieron disparando seguramente por temor de herir a la doctora Hays, estaba claro que sus órdenes eran llevarla con vida, eso en cierto modo tranquilizó al agente.

Desde el aire los tres drones de vigilancia se mantenían atentos a la acción, cubriendo cada sector de la explanada esperaban el momento preciso para bajar su altitud y transmitir a la sala de control todo lo que estaba por ocurrir.

—Ordene que suelten los perros —le indicó el Capitán Donaway al operador.

—Equipo Charlie de Control.

—Control, adelante para Charlie.

—Proceda con la prueba de campo de los perros.

—Ok Control, iniciando modalidad ataque de perros.

—Comuníqueme con el senador —ordeno Donaway.

—Sí señor —contestó el operador marcando desde una centralita.

—El senador por la línea 3 señor —le indicó el operador.

—¿Señor? —dijo Donaway por el teléfono.

—¿Ya comenzó? —preguntó una voz por el teléfono.

—Puede conectarse señor, en cualquier momento entran en acción.

—Bien, te comunicaré mis impresiones, recuerda recuperar con vida a la doctorcita.

—Sí señor, mis hombres no fallarán.

—Eso espero Capitán, eso espero, adiós.

—Adiós senador.

El Capitán Donaway colgó el aparato y se dirigió al operador indicándole que pusiera en todas las pantallas la transmisión que llegaba en directo desde los drones de vigilancia, la imagen que mostraban las pantallas era de una nitidez extraordinaria, podían ver con lujo de detalles lo que ocurría en la explanada del Capitolio, la sala de control detuvo sus funciones para observar las acciones que se desarrollarían a continuación.

Callahan y la doctora se habían cubierto tras un montón de desperdicios que había en la explanada, era lo suficientemente ancho y alto como para proporcionar una cobertura decente, por el momento habían logrado mantener a raya a los soldados, pero si éstos hacían una incursión en serio no podrían hacerles frente, la poca cantidad de munición los tenía en problemas. De pronto el agente reparo en los drones de vigilancia, miro al cielo y vio a tres aparatos sobrevolando el área, a una muy baja altura, pensó en derribarlos, pero recordó que no tenía munición suficiente, asomo ligeramente la cabeza de su escondrijo para ver cómo los soldados enemigos se dividían en tres grupos de dos y comenzaban a avanzar hacia ellos, se agacho junto a la doctora y le indicó lo que pasaba, comprobó su arma y la pistola de la mujer, le dijo que ella debía cubrir el costado derecho mientras él cubriría la izquierda y el centro, adoptaron sus posiciones y se prepararon para resistir en el lugar cuando una lluvia de balas hizo saltar por los aires un montón de basura a sus espaldas, venían de dos frentes al mismo tiempo, el agente saltó sobre la doctora protegiéndola al tiempo que trataba de observar de donde provenían los tiros, pero la cantidad de balas que surcaban el aire era tal que le impedían levantar la cabeza más que un par de centímetros del suelo, sabía que los soldados avanzaban hacia ellos gracias al fuego de cobertura que le proporcionaban desde atrás, la doctora ya estaba perdiendo los nervios y Callahan trataba de tranquilizarla, pero las balas no cesaban de silvar a su alrededor y eso no ayudaba, de pronto las balas cesaron por completo y se hizo un silencio profundo roto de improviso por un sonido metálico proveniente de un lugar a sus espaldas, el agente se asomó para ver asombrado una máquina cuadrúpeda, armada con una minigun Gatling, acercarse bamboleándose por el costado izquierdo a su posición, mientras que por el costado derecho otra máquina de iguales condiciones se acercaba con paso rápido, estás máquinas se asimilaban a la forma de un perro o animal parecido de gran tamaño, con cámaras tipo domo dominaban 360 grados por lo que no se les escapaba nada a su campo de visión y la minigun era temible.

—¡Que mierda es eso! —exclamó Callahan al ver las máquinas.

—Esos deben ser los "War Dogs" del proyecto que le hablé agente —contestó la doctora.

—No voy a mentirle doctora, estamos jodidos, sólo veo una alternativa.

—¿Cuál?

—Cuando le dé la señal corra lo más rápido que pueda por el costado derecho, diríjase hacia esos pilares que se ven a 300 metros y ocúltese, yo iré por usted.

—¿Qué piensa hacer agente?

—Lo único que no esperan, atacarlos.

—¡Está loco, lo harán pedazos!

—No lo creo, soy bastante rápido corriendo y esas máquinas son medio patosas, créame tengo un plan.

—Está bien, buena suerte entonces.

Callahan le hizo la señal con el pulgar de su mano derecha a la doctora y ésta sin mirar a ninguna parte se lanzó en carrera hacia el lugar que le había indicado el agente, con la cabeza gacha y cubriéndosela con los brazos corrió en la dirección señalada al mismo tiempo que Callahan se lanzaba hacia una de las máquinas de guerra, ésta al ver al agente apuntó su arma hacia él, pero el agente en el último segundo cambió de dirección y haciendo un giro se dirigió a la otra máquina, la cual detectó también el movimiento y reaccionó en forma automática apuntando su arma hacia el objetivo, las dos máquinas quedaron en paralelo apuntando a su blanco, Callahan esperó hasta el último segundo y se lanzó al suelo rodando sobre sí mismo al tiempo que las máquinas disparaban hacia él, los disparos, rectos hacia el objetivo no dieron en el blanco pero sí entre ellos, la máquina de la izquierda fue la más perjudicada explotando poco después de haber recibido los impactos de su gemela, la de la derecha a pesar de haber recibido bastante daño seguía funcionando, pero su cámara perdió capacidad.

En la sala de control el Capitán Donaway explotó de furia dando un puñetazo a la mesa, si bien es cierto sólo es una prueba de eficacia, no quería dar señales de debilidad a sus superiores.

—¡Pero que mierda! —exclamó Donaway —¡cómo pudo pasar eso!

—Logró confundir a los perros señor —indicó el operador

—¡Ya me di cuenta imbécil! —gritó el Capitán —comunícale a Charlie que suelte a los demás perros.

—Sí señor, Charlie de Control.

—Control adelante

—Proceda a lanzar al terreno a los otros perros.

—Ok, Control.

Uno de los soldados comunicó las ordenes y al instante apareció zumbando el helicóptero cargando otras dos máquinas, las soltó en la entrada del edificio y éstas comenzaron a avanzar hacia el agente, Callahan se levantó del suelo y aprovechando las evidentes fallas mecánicas del artilugio, le disparó una ráfaga directamente a la cámara cuyos impactos la destrozaron en el acto, la máquina comenzó entonces a dar tumbos sin dirección ni sentido por lo que Callahan se lanzó en carrera hacia el lugar donde debía estar la doctora, los soldados al ver un objetivo claro comenzaron a disparar contra el agente, quién respondía el fuego con ráfagas cortas, faltando unos 100 metros para llegar a su objetivo vio a dos soldados arrastrar a la doctora hacia el edificio del Capitolio, disparó hacia uno de ellos dándole en el costado, el soldado soltó a la mujer y respondió el fuego, el agente disparó dos tiros directo a la cabeza del soldado matándolo al instante, al mismo tiempo que cambiaba su último cargador sintió un pinchazo en la pierna izquierda, luego otro en el costado y cayó al suelo, herido, tres soldados en su retaguardia habían abierto fuego en su contra, se arrastró de espaldas y respondió con ráfagas cortas, vio a otro de los soldados correr hacia el que llevaba a la doctora, se incorporó y comenzó a disparar hacia él, pero luego de cuatro tiros su cargador se acabó, lanzó el arma al suelo y desenfundó su pistola, cojeando visiblemente siguió disparando hasta que una nube de tierra y yerba le impidió seguir avanzando, las máquinas de guerra ahora se sumaban a la lista de enemigos contra los que combatía, las gatling vomitaban fuego contra el agente que finalmente termino rodeado por los soldados y las máquinas, Callahan tiró al suelo el cargador vacío de su pistola y lo cambió por otro, miro en forma desafiante a los enemigos que se le acercaban y llevó su mano izquierda a la funda del chaleco donde tenía la pistola de bengalas, la desenfundo y disparó una bengala de color rojo al cielo nocturno de Washington, éste se iluminó por un momento perfilando la silueta del agente, las máquinas se acercaron lo suficiente y acribillaron a Callahan, los disparos consiguieron arrancarle la pierna derecha a la altura de la rodilla y el brazo con el que sostenía la pistola de bengalas a la altura del hombro. Los soldados se acercaron al cuerpo de Callahan y uno de ellos al ver que aún vivía hizo el ademán de darle un tiro de gracia, pero el Sargento a cargo del grupo se lo impidió, lo dejaron allí tirado y se fueron a reunir con los soldados que tenían retenida a la doctora, la que lloraba desconsolada al ser testigo de la masacre recién ocurrida, poco después el helicóptero se posó en la explanada y los soldados luego de enganchar las máquinas de guerra, subieron a bordo llevando a la mujer a rastras con ellos. Los drones de vigilancia también se retiraron y dejaron de transmitir, para cuando eso ocurrió Callahan aún respiraba.

En la sala de control se felicitaban mutuamente, los perros habían sido probados en combate finalmente, si bien es cierto hubo problemas y no fueron realmente exigidos los datos recogidos en el campo serían utilizados para recalibrar y mejorar la IA de las máquinas.

—¿Senador? —habló el Capitán Donaway por teléfono.

—Capitán, no me han sorprendido en absoluto sus maquinitas.

—Fue sólo una prueba de campo señor, de aquí a la puesta en marcha de la operación estarán más que en condiciones.

—Pues cuando lo vea lo creeré, por el momento no haré ningún alarde ante nuestros amigos.

—Sí señor, cuando estén completamente operativos nuestros perros serán temibles, pero como usted dice, por el momento son sólo pruebas.

—Bien ¿y el otro asunto?

—La doctora está en nuestro poder, una vez se le pasé el shock por la muerte de su amigo, la pondremos a trabajar.

—¿Dijo algo respecto a la información que nos robó?

—No la he interrogado aún señor, cómo le dije está en shock y por el momento no es conveniente someterla a más estrés.

—Lo dejo en sus manos Capitán, sólo asegúrese que la operación no haya sido comprometida.

—Sí señor, los Colmillos Negros estarán listos para cuando inicie la operación "Recuperación".

****************

García y Lloyd al escuchar los disparos corrieron hacia el Capitolio, estaban a un par de kilómetros, pero, aun así se dirigieron al lugar, cuando ya faltaba poco para entrar a la explanada del Capitolio vieron una bengala de color rojo lanzada al cielo, debe ser el agente que vieron con la mujer hace un par de días y que no habían vuelto a encontrar; entraron en carrera y casi sin respiración a la extensa planicie verde que se dibujaba ante ellos, sólo para ver la silueta de un helicóptero de combate alejarse del lugar, una larga columna de humo se desprendía de algo más adelante, los agentes se acercaron y vieron una de las máquinas de guerra destruidas, pero García antes de verificar de que se trataba vio el cuerpo de Callahan a unos metros más adelante, corrieron hacia él pero las heridas sufridas eran fatales y a pesar de aquello el agente aguantaba.

—Tranquilo agente —le dijo García —ya estamos aquí y te ayudaremos.

—La-la-la doctora —murmuró Callahan

—No hay nadie aquí —contestó Lloyd

—Se.....la...llevaron —dijo entrecortadamente Callahan —infor...mación....impor.....tante.

—No te esfuerces agente, resiste —le indicó Lloyd mientras le inyectaba la solución médica de su botiquín, moviendo la cabeza negativamente hacia García, en señal de que no serviría de nada.

—Re...gistro....de...voz —murmuró nuevamente Callahan, entregándole un papel doblado a García.

—No sigas hablando, descansa agente —le dijo Lloyd tomándole la mano.

Callahan tomo una última bocanada de aire y dejo de respirar, Lloyd tomó su pulso y le dijo a García que el agente había muerto, tomo el papel que le había entregado y lo leyó para luego entregárselo a Lloyd, éste también lo leyó y a medida que avanzaba en su lectura más abría los ojos.

—Si esto es cierto —balbuceó Lloyd —hay que recuperar cuanto antes esa información.

—Lo sé Lloyd, pero antes debemos cumplir con este agente —le contestó García.

—Tienes razón, se lo debemos.

Los agentes cavaron un pequeño hoyo cerca de un frondoso árbol al costado de la explanada y allí enterraron a Callahan, una pequeña cruz es lo único que le recuerda, pero García y Lloyd pretenden que muchos más lo hagan.

—Descansa en paz agente, tú sacrificio no será en vano, la historia y nosotros te recordaremos...

¿FIN?

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