Al principio, a Tsukishima si no le hablabas, parecía un chico tranquilo y solitario. Si entablas una conversación con él, te diría las cosas algo molesto y sin ganas de seguir hablando. La gran mayoría de las personas llegan a ese punto, sin embargo, hay alguien logró conocer cada aspecto y detalle detrás de aquello. Yamaguchi Tadashi.
Ese tierno chico que si está feliz, el mechón en su cabeza empieza revolotear. Era tímido, pero tras hablar animadamente con él, te podías desenvolver de apoco entrando en confianza.
Tras tantos años de ser amigos, Tadashi aprendió de Kei y viceversa. Luego, a los 14 años decidieron volverse pareja, ya que tras aprender uno del otro y también sobre la sexualidad, no vieron otro obstáculo como para no estar juntos. Sus muestras de cariños eran mínimos, tenían que acostumbrarse a aquello para dar todo su amor, Yamaguchi al principio no quería ser hostigoso, pero logró desenvolverse con él tras las noches de pijamada que tenían.
Y ahora, que tiene 16 años experimentan nuevos cambios en sus cuerpos, antes también los tenían, sin embargo ahora están a flor de piel. Sus cuerpos parecen dos imanes opuestos que se atraen, cuando están solos no pueden dejar de tocarse por encima o besarse sin fuego de por medio; y cuando están público, sus ojos se conectan, y como si existiera la posibilidad de leer sus mentes, expresan todo que aquello que esperan al estar solos. En los entrenamientos es peor, sus disimulados coqueteos en los descansos eran más que suficientes para terminar en la cama de uno de los dos; a veces uno de los dos era atrapado por uno de los chicos, que no podían dejar de morderse el labio ante los "provocativos" movimientos del otro.
Y ese día no es la excepción, aquellos chicos no podían de dejar de rozarse sus manos durante el camino. Sus ojos estaban por experimentar uno de los tantos deseos de Kei. Ver a Yamaguchi con falda. Y el pecoso estaba también emocionado, así que no podía esperar a llegar a su casa, que estaría sola por tres días.
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El peliverde estaba en el baño de la casa de Tsukishima. Se miraba una y otra vez en el espejo para ver cómo le quedaba la falda corta que encontró en el guardarropa femenino de la escuela, y cada vez que lo hacía, no sé convencía de su imagen. Pensaba que tenía piernas gruesas como para usarlas, sus pecas se encontraban más situadas en ellas y no tenía cintura como para demostrar curvas "llamativas" y "sexys"; además la camisa de la escuela que llevaba estaba con un nudo un poco más arriba de donde estaba el cierre de la prenda inferior, ésta llevaba dos botones desabrochados. ¿Y pensar que eso se vería desagradable? Que equivocado estaba, pues todo eso dependería de la persona que estuviera viendo, y para el rubio, todo lo que llevara su estrella sería tierno, sexy o ambas.
- Tsukki no estoy seguro de ésto...- dijo desanimado aún dentro del baño, hablándole a través de la puerta.
- ¿Eh? ¿Por qué?.- preguntó, al segundo de escuchar aquello, confundido.
- P-Porque me veo feo...- dijo en un tono triste, Tsukki suspiró y se acercó a la puerta abriéndola despacio hasta mostrar totalmente el cuerpo del más bajo.
Jamás en su vida, había visto una obra de arte que radiara tanto erotismo.
Con la cabeza inclinada hacia abajo con un sonrojo en todas sus mejillas que se extendía a sus orejas y cuello, con su manos tratando de estirar un poco más su falda. Para el rubio, había tanto que tocar y explorar, que no sabía por dónde comenzar. Con su mano derecha levantó el mentón, la mirada lujuriosa que le dirigió el más alto, fue suficiente para dejar sus "defectos" y seguirle la corriente.
Porque con esa simple mirada lo sabía todo, porque sabía que Tsukishima lo aceptaría sin importar la sexualidad, decisión o gustos que tenga, incluso si esto era parte de algo informal. Porque sabía que el rubio ahora mismo y siempre le diría que sí, aún después de todos los defectos que él creía que tenía.
La mano del de lentes, bajó lentamente desde su mentón, tocando cuidadosamente su cuello, hombros y torso, aquel tacto que Tadashi deseaba.
Aquel tacto que dejaba su escencia en su cuerpo, que cada vez que lo hacía quemaba al principio, pero luego necesitaba de ello para calmar el fuego en su anatomía, que lo necesitaba a él.
Kei empezó con un leve beso al más bajo, quien tenía movimientos igual de lentos que el rubio. El pecoso le sacó la camisa de botón en botón, desesperándolo un poco, pues él también estaba haciendo lo mismo con el chico con falda, tocando sus piernas como si fueran de porcelana, produciendo un poco de cosquillas en él. El beso que fue lento y suave, ahora un poco más intenso, en donde el aire le hacía falta a los jóvenes y soltaron un jadeo por ello.
Con cada caricia que se hacían, avanzaban lentamente hacía donde estaba la cama del rubio, allí el dueño de ella se sienta primero para que el pecoso se sentara en sus piernas y así fue.
La sensación de la erección del otro encendió aún más al peliverde, quién se estremeció por sentirlo entre sus muslos y su miembro que también pedía atención. Sus besos subieron a ser más intensos, en donde Kei acariciaba el torso del menor lentamente, como si quiera recordar cada curva que poseía Tadashi, sin embargo, él ya había memorizado su cuerpo por completo.
El pecoso recorría la espalda de su novio, algunas veces enterraba sus uñas de una manera en que no le hiciera daño, y eso le provocaba un escalofrío al rubio. También acariciaba el cabello del otro, quién no se cansaba de recibir cada afecto del más bajo.
Sus cuerpos empezaron a reaccionar ante el estímulo. Un movimiento de caderas del número doce para sentir el pene erecto del mayor, un jadeo de ambos salieron de sus bocas deseando llegar un poco más.
Kei dejó el torso para centrarse en los pecosos muslos que estaban cubiertos por la falda. En la prenda resaltaba el miembro erecto de su novio, quién se dio cuenta de lo que estaba mirando y se sonrojó. El otro empezó por masajearlos cerca del pene quien jadeaba por las acciones tortuosas que le estaba haciendo. Le besó el cuello deseando esperar más de esos sonidos, logrando el cometido de escuchar su nombre con un pequeño sollozo de desesperación.
- Tranquilo, baby...
Tadashi sabía que había empezado el juego, pues desde ahora tendría que llamarlo "Daddy" y eso le ponía más duro.
Lo recostó suavemente en la cama, apreciando la falda que aún cubría su miembro, la camisa blanca totalmente abierta y dejaba su torso y hombros descubiertos, sin embargo, llevándola puesta aún en sus brazos.
Kei lo miraba desde arriba, quién ya no tenía sus pantalones ni su camisa, sólo con sus boxers y su mirada traviesa. Ambos observaban los cuerpos que ya habían explorado cada noche, guardando cada sensación y emoción para nunca olvidarlos.
El rubio se acercó hacía la boca de su Tadashi para darle un beso suave y lento, el otro tocó suavemente las hebras doradas. Mientras tanto el de lentes subía la falda para bajarle los boxers y liberar el miembro de su novio. El pecoso jadeó ante su cometido y decidió hacer lo mismo con Tsukishima.
Una fricción con sus miembros empezó mientras se besaban y jadeaba por el aire, corrientes eléctricas había entre ellos, enviando señales de placer entre ellos. Kei quiso probar algo más esa tarde-noche así que le comentó al otro su idea.
- Baby, hagamos el sesenta y nueve- dijo con ojos lujuriosos.
- Pe-Pero Daddy...- cubrió su rostro con las mangas de la camisa que aún llevaba puesta para evitar esa mirada tan directa.
- Nada de "peros", es una orden.- su voz se volvió mucho más grave y su novio hizo lo que le pidió.
Kei se acostó en la cama y Tadashi se colocó encima de él, pero de forma invertida, en donde quedó con su boca en el pene de novio.
Lo lamió lentamente con su lengua de arriba a bajo, mientras el otro acariciaba sus testículos con sus manos y su lengua se encontraba en la entrada del más bajo. Tadashi jadeó con el miembro en su boca, soltó un par de lágrimas por lo profundo que estaba.
Luego sintió algo frío y húmedo en su entrada, era el lubricante que su novio estaba dilatándolo mientras le lamía de arriba a abajo su pene.
Jadeó ante la sensación y se alejó del pene del otro para respirar, el rubio al ver que no le estaba haciendo una mamada, le da una nalgada que sorprende al peliverde. Una marca roja se hizo presente en la zona, satisfaciendo al de lentes.
Mientras tanto, el pecoso puso nuevamente el pene en su boca, no llegando hasta el fondo porque sentiría que en cualquier momento sollozaría de placer, desesperado por ir más lejos.
Tomaba grandes bocanadas de aire antes de ponerlo una y otra vez en su boca, sintiendo el miembro palpitar y con el líquido pre-seminal.
- Baby, móntame- dijo con voz autoritaria.
Tadashi reaccionó ante su orden, se levantó para colocarse sobre el miembro, rozándolos ante el movimiento, el peliverde ahogó un gemido tapándose su boca con su mano cubierta por la manga de la camisa. Kei miraba expectante la imagen que le entregaba, lleno de placer y necesidad. Tras eso, aguantó las acciones del peliverde al morder su labio inferior y sujetar con fuerza las sábanas para no ponerlo en cuatro y follarlo salvajemente.
Cuando Yamaguchi dejó su juego previo al hacer esos movimientos, levanta el pene de su novio para ponerlo en su entrada. Cuando termina de hacerlo da un gran suspiro, pero aún le dolía.
- B-Baby... Relájate un poco...- para el rubio, también le era doloroso al estar tan estrecho.
- L-Lo siento...- dice con un poco de vergüenza, y tratando de relajarse, empieza a moverse en círculos.
El menor de quejaba internamente por el dolor y el rubio igual, pero tratando de aguantarlo para no romper el aura que los contenía. Luego, ambos soltaron gemidos de satisfacción al disfrutar de la calidez y comodidad del uno y el otro.
- ¿Te gusta, Daddy?- preguntó Tadashi al empezar a subir y bajar lentamente.
- Ah, me encanta.- lo atrajo hacia él para poder besarlo y sujetar sus caderas.
La falda aún estaba adornando su cuerpo, en donde sobresalía el pene erecto del pecoso, y cada vez que daba un pequeño brinco, la prenda rozaba con su miembro. Para no gemir demasiado se mordía el labio o la mano izquierda de vez en cuando, y eso el rubio lo veía. Al principio reía travieso, pero llegó a tal momento de que le dijo:
- Déjame oírte.- colocó su mano libre en la boca del menor para abrirla y escuchar las bellas notas que liberaba.
- Ah, mghm, ah~
Algunos gruñidos y otros gemidos por parte de Tadashi se oyeron por toda la habitación. Kei le daba mimos al ver lo obediente que se están comportando; le acariciaba el cabello y le decía pequeños incentivos de "buen chico". El corazón del pecoso se llenaba de calidez y amor por el rubio.
- Tomaré el control ahora, baby- dijo el rubio para que el chico obedeciera la orden.
Dio los últimos brincos y dejó salir al más alto de su interior con un pequeño suspiro. Se colocó a un lado mientras el rubio se levantaba para dejarle el espacio a Tadashi. El menor dobló sus rodillas y puso su rostro en la almohada, dejando así su trasero -cubierto por la falda- en dirección al de lentes.
El otro sonrió y se mordió al verlo tan sumiso el día hoy, se sentía tan feliz de que su novio confie tanto en él como para dejar su cuerpo y alma en sus manos.
Pues sin tanta demora, rozó su miembro en la entrada de su pecoso, el otro respiró hondo y al sentir que todo había entrado de una sola embestida, soltó el aire apresuradamente tratando de controlar sus respiraciones al sentir que nuevamente embestía pero más rápido.
Con cada golpe que daba Kei -para encontrar ese glorioso lugar en Tadashi-, soltaba unos pequeños suspiros, a punto de ser gemidos. Mientras tanto, el peliverde suspiraba y le pedía a su "Daddy" que le diera más rápido. El rubio, en un intento desesperado de ir más rápido, tomó al pecoso del borde de la falda para que el cuerpo del menor fuera hacía su embestida al mismo tiempo que él lo hacía. Llegando al punto de tocar la próstata del chico.
Con un grito entre sorpresa y placer, le indicó al de lentes que había logrado su cometido. Con cada embestida daba en el lugar anterior, pero aumentando la velocidad de veces que lograba tocar. Desde ese punto, Tadashi empezó a tocarse su pene para terminar con Kei al mismo tiempo, también muchos de sus gemidos no podían ser amortiguados por las almohadas, estimulando a Kei.
Cuando ya estaban cerca, Tadashi gritó el nombre de su novio y viceversa al correrse al mismo tiempo. Kei se vino adentro del menor, y cuando salió de él, vió como su semen salía de su pequeña entrada mojando -con un poco de lubricante- los muslos del pecoso.
- Bellísimo.- con ello dio una pequeña nalgada, haciendo reír un poco al pecoso.
El chico peliverde se levantó de su posición quedando a la altura con el mayor. Le sonrió y le besó sus labios. Al separarse suspiraron y se acostaron juntos con una sonrisa en sus labios.
Esa tarde-noche sería inolvidable para ambos, al parecer el fetiche que tenía Kei, ahora lo tendría Tadashi.