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LaFrutillaAgria Γ‘ltal

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𝚟𝚘𝚝𝚎𝚍 ''πšπš‘πšŽ πš–πš˜πšœπš πš•πš’πš”πšŽπš•πš’ 𝚝𝚘... πš›πšžπš— 𝚊𝚠𝚊𝚒 πš πš’πšπš‘ 𝚒𝚘𝚞''. Publicada: 8 de julio d... TΓΆbb

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πšƒ - πš„π™½π™Ύ - 𝙲 - πš„π™½π™Ύ
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πšƒ - πš„π™½π™Ύ | 𝙲 - π™²πš„π™°πšƒπšπ™Ύ . 𝙲𝙸𝙽𝙲𝙾
πšƒ - πš„π™½π™Ύ | 𝙲 - πš‚π™΄π™Έπš‚
πšƒ - πš„π™½π™Ύ | 𝙲 - 𝙾𝙲𝙷𝙾
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Los desollados:

Caían y caían pisos abajo; solo podían escuchar sus propios gritos de terror.

— ¡El botón! ¡Presiona el botón!

— ¡Ya lo presioné! —podía escuchar a Erica y Dustin discutir.

— ¡Hagan algo! —gritaba Steve.

Frenó de golpe e hizo que los demás se caigan al suelo. Ahora todo estaba quieto y silencioso.

— ¡Dustin! ¡Quítame esto! —dijo Steve debajo de las cajas, Dustin se las saco y prácticamente se arrastró hacia Kate, que aún seguía temblando. Le agarró la mano—. Vamos a salir ¿si? 

Ella asintió, tomando aire profundo y soltando hasta que este se regularizó. 

— ¿Están todos bien?

— Genial. Ahora sabemos que Rusia no hace buenos ascensores —Steve empujó a Dustin y se puso a tocar todos los botones.

— Es obvio que no funcionan —le dijo Robin.

— Son botones, deben funcionar.

— Si, si tuviéramos un tarjeta.

— ¿Qué?

— Es electrónica, como la puerta de carga. No funciona sin tarjeta, o sea que...

— Estamos atrapados —miraron todos a Dustin, que sonrió inocente ante su comentario de la muerte.

— Solo para su información, Nerds, se supone que me quedé a dormir en casa de Tina, y Tina siempre me cubre. Pero si no llego esta noche a la fiesta sorpresa de Katherine, no si no llegamos, y mi mamá se entera que son responsables ira por ustedes, uno por uno y los degollará.

— No me importan Tina ni la fiesta de Katherine —gritó Steve—. Tu mamá no nos encontrará si morimos en un ascensor ruso.

— ¿Fiesta sorpresa? —preguntó Katherine, y ambos la miraron. 

— Oigan —llamó Dustin, señalando el techo— ¿Y si trepamos?

Steve asintió y ambos subieron, habían caído muchos metros, y se les haría imposible trepar. 

Pasaban las horas, ellos seguían ahí, atrapados y muertos del miedo, Steve y Dustin habían subido dos veces más por la puerta de emergencias del techo para verificar la señal del walkie-talkie y comunicarse con quien fuera. 

— Código rojo. ¿Alguien me copia? Esto es código rojo. Somos niños inocentes bajo el centro comercial Starcourt. El ejército rojo se infiltró en Hawkins, y si nos descubren, nos torturarán y mataran —decía Dustin por el radio, alterado.

— Oye. Cálmate con eso, agotaras la batería.

— Abrieron las puertas.

— ¿Y?

— Alguien podría oírnos.

— ¿Crees que el guardia Petey bajará en rapel y nos salvará?

— ¿Por qué ese mal humor? Has pasado todo el rato abrazado a Kate, y he visto como hablabas con Robin sin parar.

— ¿Quieres olvidar ya esa pesadilla?

— Hablaron toda la noche.

— Si, porque trataba de que no le de otro episodio. Y mientras tanto, con Robin, ideábamos planes para salir de aquí. Mientras los niños dormían. Pero en ocho horas, no se nos ocurrió nada. Seguramente sea por eso que estoy un poco mal humorado. —se alejó un poco y desabrochó sus pantalones.

— ¿Qué haces?

— ¿Tu qué crees? Estoy meando. No mires. ¡no mires! —Dustin se dio vuelta.

En el ascensor, Robin y Katherine se dieron cuenta de lo que estaba haciendo.

— ¿Podrías redireccionar el chorro?

— ¡Que desagradable, Steve! —ambas hicieron muecas y siguieron planeando maneras de salir de allí. No había ninguna. Érica comenzó a golpear uno de los tubos.

— ¡Ey! ¡Ey! Con cuidado —se lo sacó de las manos—. No sabemos que es.

— Exacto. Podría ser útil.

— ¿En qué sentido?

— Sobreviviremos mucho tiempo sin comer, pero sin beber, el cuerpo humano se muere.

— No quiero decepcionarte, pero esto no es agua.

— No, pero es un líquido y si me toca beber esa porquería o morir de sed, la bebo.

Robin viró los ojos, al parecer escucho algo, porque se acercó a la pared y apoyo sus oídos en ella.

— Tenemos compañía —les advirtió a Dustin y Steve, que seguían arriba.

Tuvieron que esconderse cuando los pasos y las voces se amplificaban. Dos hombres habían entrado al lugar, quedándose allí durante un rato, hasta que nuevamente se fueron. Steve miró a Erica y el tubo que aún sostenía en sus manos. Antes de que se cerrara la puerta del todo, Steve bajó de un salto, poniendo el tubo entre el piso y la persiana, evitando así que esta se cerrara. El espacio que había quedado era suficiente para que ellos pasaran, pero no parecía que aguantaría mucho más. Apenas salió el último, el tubo explotó, derramando el líquido que derritió el piso. 

— ¿Sigues con ganas de beberlo? —le preguntó Robin a Erica.

— Por todos los cielos —dijo Dustin, con su tono de preocupación.

Al darse vuelta, notaron que estaban en medio de un pasillo larguísimo, de luces tenues y que no parecía tener ninguna salida -no una cercana-

— Espero que estén en forma. Y me refiero a ti comilón —comentó Steve, golpeando el pecho de Dustin, y empezó a caminar—. En marcha, vamos.

— ¿Por qué a mi? —se quejó, haciendo reír al resto. Kate lo abrazó por el cuello y caminó a su lado.

— Hay que reconocer que es una proeza de ingeniería. Es impresionante.

— ¿Por qué? El riesgo de incendio es muy alto, no hay escalera ni salida, solo un ascensor que va casi al infierno —respondió Steve.

— Son comunistas. Si la gente no cobra, no se esmera –dijo Erica.

— Seamos justos con Rusia. Dudo que sea un túnel peatonal. Piénsenlo. Idearon un sistema perfecto de transporte. Todo llega a Starcourt como envío común. Se carga en los camiones y nadie se entera.

— ¿Construyeron el centro comercial para transportar el veneno verde?

— No debe ser algo tan aburrido como veneno. Debe ser mucho más valioso, como prometio —dijo Dustin.

— ¿Qué diablos es eso?

— Lo que uso el papá de Víctor para hacer biónico y cibernético a Cyborg —respondió Robin.

— Son tan Nerds que me dan ganas de vomitar.

— No me metas en la misma bolsa, yo no soy nerd.

— ¿Por qué te alteras, amor? ¿Temes quedar mal con una niña de diez años? —Kate se rio de él.

— No, solo digo que no se nada sobre prometeo.

— Prometio. Prometeo es una figura mitológica griega.

— En fin, no importa. Deben usarlo para construir algo.

— O como combustible de algo.

— Como un arma nuclear.

— Claro.

— Vamos hacia un arma nuclear, genial.

— Pero si construyen algo. ¿Por qué aquí? En Hawkins. En serio. ¿Justo aquí? Somos una parada para ir al baño camino a Disneyland. Pero quizás es por eso. Quizás esta.. —Robin y Erica se adelantaron, Kate se quedó detrás con Dustin y Steve, que pararon, mirándose cómplices. 

— ¿Los rusos sabrán?

— De...

— Tal vez —murmuró Katherine.

— ¿Estará relacionado?

— Quizás.

— ¿Cómo?

— No se, pero...

— Es posible.

Robin y Erica se dieron vuelta, viendo como los tres susurraban en ronda, olvidándose por completo de su existencia, o que los rusos podrían estar pisándoles los talones.

— ¿Algo que quieran compartir con la clase? 

Las miraron perplejos, sin saber cómo comenzar a relatar la historia de Eleven, pero fueron salvados por el Walkie-Talkie, que comenzó a sonar. Nuevamente, el código se repetía. 

— Venga de donde venga, está cerca.

— Lo que si sabemos de la señal..

— Es que llega a la superficie.

— Vámonos.

Siguieron caminando por el pasillo, esta vez, en un ritmo más acelerado, aunque con muchisimo más sigilo que antes, escondiéndose dónde podían porque había gente, mucha gente, armada.

Steve iba al frente del grupo.

— Despejado, vamos. Nadie nos vio, relajados —paró en seco y se quedó callado. 

Habían llegado a la central, y si antes había mucha gente, eso era a otro nivel, muchas más personas con sus armas gigantes. Estaban en problemas. No cabía duda de que los verían. Un guardia giró en alerta, ellos rápidamente se ocultaron. Por suerte, no los vio.

— Amanecer rojo.

— La vi. Primer piso, noroeste —susurró Erica.

— ¿Qué?

— Sala de comunicación.

— ¿La viste?

— Correcto. La puerta de abrió un segundo y vi máquinas, luces y cosas.

— Podría ser miles de cosas.

— Yo le creo —dijo Robin, Kate asintió estando de acuerdo.

 Steve suspiró. Irían a esa sala.

— Ok. Nos movemos rápido y por lo bajo. Vamos, rápido —ordenaba Steve. 

Solo tuvieron que esperar a que alguien saliera y detener la puerta antes de que esta se cerrara, como antes. Entraron, fue fácil, pero se toparon con un ruso. Antes de que este los apuntara, Robin recitó el código, confundiéndolo y dándole tiempo a Steve para que se abalanzara hacia él. Pelearon, y Steve lo noqueó. 

Dustin y Katherine se miraron con grandes sonrisas de asombro.

— ¡Viejo! ¡Lo lograste!

— ¡Ganaste una pelea! —chilló Katherine.

 Dustin le sacó la tarjeta.

— ¿Quieres caminar ahí de vuelta?

— Podemos quedarnos ahí un rato, descansar, hacer un picnic.

— Vinimos por la radio —Robin subió las escaleras.

— Este plan es mejor, no sabía que él podía con un Ruso. Habría sido el plan A.

— ¡Chicos! Hay algo ahí arriba.

Subieron, estaban abriendo el portal con una máquina.


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