Welcome to the Real World #Wa...

By Mafe_Caicedo

17.5K 2K 1.1K

Magnus Bane siempre tuvo una vida perfecta. Era feliz. Estudiaba en la preparatoria más prestigiosa de todo N... More

Welcome to the real world
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPITULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
EPÍLOGO

CAPÍTULO 15

845 92 45
By Mafe_Caicedo


















-Él sigue esperando, pero esta vez no te está presionando –indicó Raphael mientras trabajaba junto con Alec en un auto.

Magnus se encontraba mirando un catálogo de ropa junto con Catarina e Isabelle, tirados en el sofá, mientras que Ragnor hablaba seriamente con Jace sobre una banda de rock.

-Tengo miedo de cómo reaccionará.

- ¿A qué te refieres? –Preguntó Raphael notablemente confundido.

-Ya sabes que Magnus es bastante impulsivo. Probablemente vaya hasta donde papá y lo golpeé.

- ¿Tan malo sería? –Indagó Raphael riendo y Alec se mordió su labio mientras fingía pensarlo.

-No, no mucho en realidad –respondió burlón antes de ponerse serio–. Deja de bromear con eso, no quiero problemas con mamá y con Max. Papá es lo único que ellos tienen –indicó el ojiazul.

-Sabes que eso no es cierto, también te tienen a ti y a Isabelle.

-Sí y tanto Jace como yo trabajamos en un taller para sobrevivir...

- ¡Oye idiota yo te pago bien! –Reprendió Raphael.

-Y nunca he dicho lo contrario, vivimos bien, pero Max y mamá... bueno, ya sabes, están acostumbrados a otro tipo de vida.

- ¿Y tú no lo estabas? –Preguntó Raphael rodando los ojos–. ¿E Isabelle? Ustedes dos eran unos niños riquillos...

-Lo sé y sabes que nuestra transición fue bastante difícil. Tenerlo todo a tener que hacer cuentas para saber si podremos llegar a fin de mes... si no fuera por Jace y por ti nosotros no hubiéramos podido sobrevivir.

Raphael asintió.

-Tienes razón, nos debes la vida y te lo cobraré con intereses.

-Ya deja de bromear con eso idiota –Alec le dio un suave golpe en la cabeza al contrario, que soltó una risotada–. Es en serio.

-No creo que la reacción de Magnus sea tan mala.

- ¿Y si lo es? Sabes lo que papá podría volvernos a hacer... Isabelle es menor de edad, no quiero que la aleje de mí.

-No creo que lo haga.

-Tú sabes que él podría hacer eso y más, no estábamos hablando de cualquier persona.

-Oh, lo olvidaba, estamos hablando del gran Robert Lightwood –espetó Raphael con sarcasmo.

-Por supuesto tú no sabes quién es –indicó Alec rodando los ojos–. Pero recuerda lo que me hizo... lidiar con él es simplemente... una pesadilla.

-Ya no podría volverte a hacer lo mismo, lo sabes.

-Exacto, lo sé, pero también sé que es tan estúpido que podría hacerle eso a Isabelle, no quiero eso para ella.

-Exageras –afirmó Raphael–. Simplemente habla con Magnus, sé sincero, dile la verdad y si quieres dile que por favor deje las cosas así.

-Es Magnus Bane de quién hablamos, lo amo pero siempre está queriendo hacerse el héroe defendiendo las personas que ama.

- ¿Y lo culpas por ello? Es una buena persona, sí, fue un idiota en el pasado, eso lo sabemos, pero se preocupa por ti y sé que mataría por ti.

-Eso es lo que me preocupa.

- ¿No confías en Magnus?

Alec le lanzó una mirada de reproche al contrario pero cuando estaba a punto de responder, una voz los hizo sobresaltarse.

- ¿Confiar en mí para qué? –Preguntó el moreno y Alec soltó un pequeño grito antes de fulminar con la mirada a su novio.

- ¿¡Cuántas veces te he dicho que no hagas eso!? –Gruñó el ojiazul golpeando a su chico con la toalla que llevaba en el hombro.

Magnus soltó una risotada y abrazó al ojiazul.

-Lo siento, lo siento, simplemente quería ver si podía echarles una mano.

-No te preocupes, ya casi terminamos –indicó Raphael.

Magnus lo miró con una ceja arqueada.

- ¿Están seguros?

Raphael asintió y trabajó unos minutos más, pero luego lanzó un gruñido antes de arrojar la llave al piso con gran fuerza. Su novio lo miró arqueando una ceja.

- ¿Estás bien, bombón? –Preguntó Ragnor y Raphael gruñó cruzándose de brazos.

- ¡Me rindo! Esta chatarra no funciona, que se compre otro auto.

Magnus soltó una risotada y tomando la llave del suelo, trabajó un par de minutos antes de mirar con orgullo a Raphael.

-Ya está.

- ¿Qué? No, es imposible –refutó Raphael.

-Compruébalo tú mismo –invitó Magnus.

Raphael tomó con brusquedad la llave que Magnus tenía y se inclinó sobre el motor. Su sorpresa fue grande cuando vio que, como lo había afirmado el moreno, el problema estaba totalmente solucionado.

- ¿Cómo lo hiciste?

-Era súper fácil, simplemente la bujía estaba floja –dijo como si nada.

Raphael lo miró totalmente sorprendido mientras que Jace y Ragnor estallaban en sonoras carcajadas.

-Presumido –espetó Raphael pasando bruscamente junto a Magnus y empujándolo con su hombro.

Alec negó mientras cerraba el capó.

-En el fondo te lo agradece –indicó el ojiazul.

Magnus asintió.

-Lo sé, sólo es un mal perdedor... en fin –el moreno se encogió de hombros–. ¿De que estaban hablando?

Alec lo miró sin entender.

- ¿A qué te refieres?

-Raphael dijo que debías confiar en mí, ¿a qué se refería?

Alec lo pensó un segundo. Allí se le presentaba oportunidad. Podía ser sincero con su novio, pero algo en él se lo impidió, por lo cual simplemente negó.

-Ya sabes, cosas sin importancia.

Magnus entrecerró sus ojos y el contrario por un segundo temió que su novio insistiera, pero yendo contra toda su naturaleza, el moreno asintió.

-Bien, entonces supongo que no importa.



































Por supuesto que le importaba y mucho, pero ya se imaginaba de que estaban hablando Alec y Raphael. El ojiazul había evitado por mucho tiempo el contarle lo que había pasado con su padre. Por supuesto no era su obligación contarle, pero a Magnus le habría encantado que Alec le hablara de ello. Magnus no quería volver a presionar al ojiazul, por supuesto que no, ya habían tenido problemas por ello. Magnus no quería seguir teniéndolos. No quería nuevamente discutir con su novio, estaba cansado de eso. Pero a veces simplemente quería gritarle y decirle que fuera sincero, que podía confiar en él. Al parecer el chico todavía no estaba listo y aunque Magnus se muriera de ansiedad, tenía que darle su espacio. El moreno no sabía absolutamente nada, pero algo en su intuición le decía que Alec había pasado por mucho. Que había sufrido demasiado. Y lo que menos quería Magnus era ser una carga, ser un problema más.

El moreno supuso que cuando estuviera listo, Alec se lo diría por su cuenta, pero...

¿Cuándo lo estaría?





























╔═════════════════╗

║ Dos semanas después ║

╚═════════════════╝



















-Vamos Magnus, ayúdame –suplicó Catarina.

El moreno negó.

-No quiero.

-Pero...

-Tú sabes que no quiero volver a pasar por ahí...

-Por favor, necesito tu ayuda, tú sabes que es importante para mí.

-Sí, y lo era para mí, ¿en serio quieres que vaya?

-Por favor Catarina...

- ¡Vamos, idiota! Tienes que ayudarnos, dijiste que nos ayudarías con esto.

-Sí, pero eso fue antes de... bueno, ya sabes...

- ¿Perderlo todo? ¡Deja de decir eso! Magnus, nos tienes a nosotros –Catarina parecía casi dolida–. ¿No es suficiente?

Ragnor fulminó con la mirada a Magnus, quién se sintió inmediatamente culpable e hizo una mueca.

-Está bien, tú ganas, iré.

-Gracias Magnus –gritó la chica tirándose a los brazos de su mejor amigo, él soltó una risita y enterró su rostro en el cabello de la joven.

-Eres una manipuladora.

-Sí, quizás un poco, pero te convencí para que vinieras con nosotros, ¿no? Eso es suficiente.

Magnus soltó una risita.

-Supongo que tendré que decirle a Raphael...

-No te molestes, ya hablé con él, le dije que no irías –aseguró Ragnor y Magnus los miró con una ceja arqueada.

-Ustedes dos ya tenían planeado que yo fuera, ¿verdad?

Ragnor no se veía para nada culpable. Catarina sólo un poco.

-Es que ahora estás todo el tiempo donde Raphael y no hemos pasado tiempo juntos –indicó Catarina.

-Pero ustedes permanecen allí –señaló Magnus obvio.

-Sí, lo sé, pero no es lo mismo, no hemos tenido tiempo para nosotros tres, ya sabes, solo los tres –insistió la chica.

-Allí no estaremos solos los tres...

- ¡Ya sabes a lo que se refiere, idiota! ¡No te pongas tan complicado! –Regañó Ragnor.

-Bien, está bien, cómo sea, entonces bien, iremos, pero tendremos que ir en tu auto –indicó el moreno.

- ¿Por qué? ¿Dónde está el tuyo? –Preguntó Ragnor.

-Alexander lo tiene, dijo que necesitaba ir a comprar unas cosas.

-Así que ya comparten auto, que privado –dijo Catarina sonriendo–. Esto es en serio Alexander.

-Él es... es el correcto, ¿sabes?

Catarina miró enternecida al moreno.

-Ay Magnus, me alegro tanto que hayas encontrado la felicidad.

-Con Camille jamás fuiste tan feliz –señaló Ragnor.

-Con Camille nunca fui feliz, nunca la amé... en cambio Alexander...

-Sí, ya, ya basta de cursilerías –Ragnor rodó los ojos tomando a Magnus bruscamente del cuello para arrastrarlo fuera de su apartamento–. No quiero quedarme toda la tarde hablando de Alexander.

-Tenemos cosas que hacer –Catarina estuvo de acuerdo–. Así que vamos, porque el camino es largo.




















˖





















-Vamos Isabelle, con esto es suficiente –refunfuñó Alec arrastrando el carrito de compras.

Isabelle negó.

-Por supuesto que no, estamos hablando de Magnus Bane, es un chico increíble y es tu novio, así que por favor, colabórame.

-Estoy agotadísimo.

-Esto es lo último, sólo nos falta la comida y la bebida, por favor no te quejes.

Alec rodó los ojos. Había permanecido todo el día junto con su hermana comprando todo lo necesario para hacer una decoración decente en la fiesta de cumpleaños de Magnus. Ahora sólo faltaba la comida y bebida, pero Alec se sentía totalmente agotado, aunque por supuesto, tenía que soportarlo, era por su novio y eso sí eso valía la pena. Por supuesto que sí.

El ojiazul le había pedido ayuda a su hermana y por supuesto, aunque insistió en que harían algo pequeño, pequeño no estaba en el vocabulario fiestero de Isabelle, por lo cual, según podía notar Alec, sería una fiesta en grande.

Se haría en el taller de Raphael, el cual lo había ofrecido tan pronto como le habían anunciado que le harían un agasajo al moreno. Por más que Raphael no lo admitiera, se había encariñado con aquel caprichoso chico de purpurina en el cabello.

Alec se sintió feliz. Siempre creyó que la transición de Magnus sería mucho más difícil. Para él no había sido fácil. Pasar de tenerlo todo a tener que trabajar para subsistir... y él no era tan caprichoso. Magnus, por otro lado, estaba acostumbrado a lujos y una vida social activa. Pero era feliz, Alec lo podía notar. Magnus era feliz. Ragnor y Jace lo habían acogido como un miembro más de su familia, al igual que Isabelle, Clary y Simon.

- ¿Por qué esa cara de idiota? –Preguntó Isabelle arqueando una ceja mientras en el carrito depositaba varios paquetes de cervezas.

Alec frunció el ceño.

-No quiero volverme a embriagar como la vez pasada, mi cabeza me estaba matando y Magnus casi se muere de una intoxicación etílica, así que por favor...

-Oh vamos, solo es un poco de alcohol para animar la fiesta, y respóndeme, ¿por qué tienes esa cara de estúpido?

-Es mi cara Isabelle, no puedo cambiarla.

-No es eso, es esa sonrisa bobalicona que pones siempre que ves a Magnus, no está aquí, ¿por qué la tienes ahora?

Alec rodó los ojos.

-Sólo estaba pensando.

- ¿En qué? –Preguntó la chica.

-En Magnus, ¿sabes? Es fantástico ver como ustedes lo aceptaron casi inmediatamente.

-No fue fácil –indicó Isabelle siendo lo más sincera que podía–. Después de lo que te hizo no estaba segura si valía la pena, pero él ha demostrado que ha cambiado, ¿sabes? Todos merecemos una segunda oportunidad y él se la ha ganado con creces.

-Gracias Isabelle –la pelinegra miró a su hermano con una ceja arqueada.

- ¿Por qué gracias?

-Porque me has apoyado siempre, sin importar que no estuvieras de acuerdo has estado para mí y para Magnus, en serio no sabes lo que significa para mí.

Isabelle sonrió abiertamente dejando otro paquete de cerveza en el carrito antes de abrazar a su hermano.

-Eres feliz con él, lo noto, ¿cómo podría no apoyarte cuando sé que lo amas? Mereces esto, los dos se merecen. Han pasado por tanto.

-Eres la mejor, ¿lo sabes?

Isabelle sonrió abiertamente.

-Sí, lo sé, ahora dejémonos de cursilerías, tenemos mucho que comprar.

Alec echó su cabeza para atrás mientras gemía quejumbroso.

-Pero dijiste que íbamos a acabar.

-Ya basta Alexander, es por tu novio, así que disfrútalo.

Alec rodó los ojos mientras suplicaba en su fuero interno que las compras terminaran pronto.



















(ȏ)























-Así que tenemos éste –Fabrizio señaló uno de los vestidos–. Y éste –dijo señalando el otro.

Magnus lo miró atentamente y asintió.

-Me gusta el de la derecha.

Catarina lo miró con duda.

- ¿En serio? No sé, ¿no parece muy... descubierto?

-Catarina eres hermosa. Tienes un cuerpo precioso. Aprovéchalo ahora que estás joven, cuando envejezcas no vas a tener las mismas curvas, así que andando –Magnus tomó el vestido y se lo entregó a su mejor amiga–. Pruébatelo.

-Pero...

-Catarina Loss, me trajiste aquí obligado, así que por favor.

La chica suspiró pesadamente pero asintió.

-Bien, está bien, me lo probaré para ver qué pasa.

Magnus la miró con orgullo y asintió antes de tirarse en el sofá blanco frente a los vestidores. Fabrizio se sentó junto a él y a Ragnor.

- ¿Estás seguro que no quieres algo para ti? –Preguntó Fabrizio.

Magnus negó.

-No, no me gustaría.

-Puedes ir como invitado –señaló Ragnor.

-La verdad es que no lo quiero –indicó Magnus.

- ¿Y no hay baile de graduación en el instituto de Brooklyn? –Inquirió Fabrizio.

-Sí, lo hay, pero no creo que sea del ambiente de Alec.

-Deberías decirle... –aconsejó Ragnor.

-No. Sería muy deprimente ir a un baile graduación diferente al del instituto de Manhattan. Me sentiría traicionándolo.

-Magnus no digas estupideces –regañó Ragnor–. Es tu nuevo instituto, puedes ir si quieres.

-O puedes ir al de Manhattan, sabes que pueden llevar invitados.

-No quiero. Siento que no pertenezco totalmente a Brooklyn y tampoco pertenezco a Manhattan. Ya no.

- ¿Sabes? No tienes que pertenecer a ningún lado –indicó Fabrizio.

Tanto Ragnor como Magnus lo miraron extrañados.

- ¿Qué estupideces dices? –Preguntó Ragnor–. ¿Entonces dónde pertenece?

-Esa es la cosa, Magnus Bane, tú siempre has sido un alma libre, no tienes porqué pertenecer a ningún lado, puedes hacer del mundo todo tuyo, ¿por qué etiquetarte? Me parece una estupidez. Eres más grande que un simple instituto. Eres más grande que un simple baile de graduación. Magnus, puedes hacer lo que tú quieras, no te pongas triste, es un simple baile. La vida, la verdadera vida está allá afuera, lejos de los muros de un instituto. Ve por ella, irás a la universidad. Estudiarás diseño de modas, serás mi competencia o quizás mi aliado, no lo sé. Quizás te odie o seamos grandes amigos –dijo en broma Fabrizio, logrando sacarle una pequeña risa a Magnus–. Y pondrás al mundo bajo tus pies. Todos terminarán admirando tu talento y tu grandeza. Nadie te recordará por ir a un baile o no ir, te recordarán porque eres grande, porque te admirarán y te envidiarán. ¿No es eso algo mucho mejor?

Magnus sonrió abiertamente y asintió.

-Siempre sabes que decir –musitó el moreno.

-Lo sé, soy perfecto.

-No lo sé Magnus –dijo Catarina antes que el moreno pudiera responderle a Fabrizio con sarcasmo. La morena sacó su rostro del vestidor–. Creo que mejor me pruebo el de color zanahoria.

-Vamos Cat, debes lucir fantástica.

-Pero...

- ¡Catarina! –Reprendió Ragnor–. Comienzo a aburrirme.

La chica suspiró y saliendo del vestir, dejó completamente impactados a los tres chicos.

Catarina era una morena alta y delgada, pero con muy buenas curvas... y aquel vestido hacía relucir su cuerpo como nunca antes. Era ajustado, de color morado y sin tirantes, por lo cual resaltaba sus pechos de una forma un tanto atrevida. El vestido le llegaba hasta los pies, pero tenía una larga ranura desde donde empezaban sus muslos hasta el suelo. Sus piernas se veían excelentes y como el vestido era ajustado, todo su cuerpo se veía fabuloso.

Ragnor dejó caer su mandíbula al suelo.

- ¡Demonios Catarina! Creo que acabo de hacerme heterosexual –dijo el chico completamente sorprendido.

Magnus soltó una risotada.

-Sí, como si eso fuera posible –dijo el moreno con gran sarcasmo. Ragnor le dio un codazo–. Pero es en serio –continuó Magnus–. Estás perfecta.

-No lo sé, creo que muestra demasiado...

-Muestra lo suficiente –afirmó Magnus.

-Ay cariño, pero si eres hermosa –dijo Fabrizio mirándola–. Incluso yo podría hacerme heterosexual mirándote así. Que sexy, ¿no quieres ser mi novia?

Catarina se sonrojó profundamente antes de fulminar con la mirada a Fabrizio.

-Ya dejen de bromear.

-No bromeamos Catarina, estás bellísima. Ese es el vestido –afirmó Ragnor.

- ¿En serio lo creen? –Preguntó la morena con timidez y Magnus asintió con fervor.

-Por supuesto que sí, te ves simplemente perfecta.

Catarina suspiró.

-Entonces, si tú lo dices... supongo que este es.

Magnus dio unos pequeños brinquitos mientras aplaudía y asentía con fervor.

-Exacto, ahora quítatelo, nos lo llevamos. Tengo que probar un peinado súper sexy que complemente tu atuendo.

Catarina rodó los ojos.

-No comiences a torturarme por favor.

-Cállate, te juro que vas a lucir bellísima.























(◍•ᴗ•◍)

























-Creo que ya está –afirmó Raphael una vez terminaron de poner el letrero de feliz cumpleaños.

-Por supuesto, Jace acaba de llegar con el pastel.

- ¿Puedo verlo? –Preguntó Alec sonriendo abiertamente.

Ragnor asintió.

-Sí, por supuesto, entra, lo dejamos en la mesa del comedor para que no se arruinara mientras arreglábamos todos los preparativos.

Alec asintió y siguió al chico hasta la sala, donde allí reposaba el pastel de Magnus. Era sencillo con una fina capa de chocolate y un par de velitas. También llevaba un escrito donde se podía "leer feliz cumpleaños Magnus".

-Está perfecto, ¿de chocolate?

-Sí, como dijiste, el sabor favorito de Magnus.

Alec sonrió abiertamente.

-Excelente, creo que ya está todo.

-No, nos falta algo –dijo Jace acercándose a los chicos.

Alec frunció el ceño.

- ¿Qué?

-Pues el invitado –señaló Jace–. Se supone que debías pasar por él donde Fabrizio, debías recogerlo y darnos tiempo para que Catarina y Ragnor lleguen.

-Oh por el Ángel, lo olvidé.

- ¿Qué? ¿Olvidaste al invitado principal de la fiesta? ¿Es en serio? ¿Qué tan idiota puedes llegar a ser a veces? –Preguntó Raphael mirando a Alec como si fuera el mayor imbécil del mundo.

-Lo siento, lo siento –se disculpó Alec.

-Como sea, vete hasta Manhattan, son dos horas de viaje, tienes que ir por él a recogerlo, rápido. Pero recuerda tienes que darle algo de tiempo a Ragnor y a Catarina en llegar –indicó Jace.

- ¿Cómo haré eso? –preguntó el ojiazul.

-No sé, dile que el auto tiene algo malo, simplemente haznos tiempo mientras llegan los invitados –señaló Raphael.

-Son cuatro horas hasta que volvamos, así que no te preocupes, es tiempo suficiente.

-Como sea, sólo ve por él. Ragnor y Catarina tienen que estar aquí cuando Magnus llegue, así que andando.

-Sí, sí, por supuesto, tengo que irme –dijo saliendo hacia el taller donde estaba aparcado el auto de Magnus.

-Alec, recuerda hacer tiempo –señaló Jace.

-Ya lo sé –gruñó el ojiazul poniendo en marcha el auto antes de salir del taller y alejarse por la calle hacia Manhattan.

Sería un largo camino que recorrer.













































-Todo está perfecto, vestido, zapatos, joyas, maquillaje y peinado –enumeró Magnus sonriendo abiertamente.

Catarina asintió aunque poca atención era la que le prestaba a su mejor amigo, la chica estaba pendiente de su reloj. Se suponía que Alec debía haber llegado por Magnus, pero no, al parecer estaba retrasado.

¿Cómo lo iban a dejar solo el día de su cumpleaños?

No, no podía.

¡Maldita sea!

Ragnor también parecía angustiado.

- ¡Chicos! –Llamó Magnus–. ¿Qué les pasa hoy? Están tan distraídos.

-No, no es nada, es sólo que... –Catarina mordió su labio–. Olvidé que tenía una cena con mamá –señaló Catarina–. Ya debería irme.

-Oh qué mal –musitó el moreno haciendo un puchero–. Pero bueno, supongo que Ragnor puede llevarme a casa, ¿verdad?

-Bueno yo...

- ¿Tú? –Preguntó una voz gruesa y dominante detrás del moreno. Aquella voz lo hizo congelarse–. ¿Tú qué demonios haces aquí? Ya no perteneces a este lugar –espetó furioso la voz de un hombre qué hizo que Magnus cerrara los ojos y su aliento se congelara.

¿Qué demonios hacía él allí?


Continue Reading

You'll Also Like

405K 64.4K 29
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
62.8K 3.4K 32
Cuarta Temporada. Beacon Hills jamás alcanzará la tranquilidad que todos anhelan. El pasado regresa a la familia Argent y pondrá en peligro a lo más...
4.9K 427 12
Ten tragó. "¿Dandie? ¿Estás borracho o algo?" Kun sonrió torcidamente, mirando la manzana de Adán de Chittaphon subir y bajar. "Ojalá." (ADAPTACIÓN)
7.6K 825 8
[RE-SUBIDO] Jisung sufrió su primera decepción amorosa al no ser bueno en la cama. A lo que le llevó a pedir consejos al mejor amigo de su papá, Lee...