La cima del Monte Targon [Dia...

By NightMurder

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Un trágico comienzo, y un largo viaje para Diana y Leona, el destino está escrito para estas dos targonianas... More

Desdén de la Luna, Cap 1: Un doloroso viaje
Desdén de la Luna, Cap 2: Razón del viaje
Desdén de la Luna, Cap 3: Nueva Luna
Elegida del Sol, Part 1: Un extraño presentimiento
Elegida del Sol, Parte 2: Encuentro inesperado
Elegida del Sol, part 3: Sentencia
Elegida del sol, part 4: Condena
Elegida del Sol parte 5: Sangre en presencia del Sol
Cap 1: Solari
Cap 2: Encuentro a luz de Luna
Cap 3: No tan deconocidas
Cap 4: Princesa Solar. Part. 1
Cap 5: Princesa Solar. Part. 2
Cap 6: Princesa Solar. Part. 3
Cap 7: Princesa Solar. Part. 4
Cap 8: Amada de la Luna
Cap 9: Tiempo Perdido
Cap 10: Buscando una Verdad
Cap 11: Verdad Revelada, part 1
Cap 12: Verdad Revelada, Part. 2
Cap 13: Noches sin Luna
Cap 14: Luna Sangrienta
Cap 16: Viejos Conocidos
Cap 17: Así son las Cosas
Cap 18: Premonición de Guerra
Nota:
Cap 19: Asesino de Dioses.
Cap 20: La Valía de un Guerrero.
Cap 21: Tiempo Prestado
Cap 22: Destellos en la Oscuridad.

Cap 15: Responsabilidades

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By NightMurder

Leona se despertó de un sobresalto. Se sintió desorientada al verse envuelta en las sábanas de una cama y pudo notar que estaba en una pequeña sala.

El lugar estaba iluminado magicamente, pero las dos pequeñas fuentes mágicas del lugar apenas si llegaban a dar un poco de luz, suficiente para distinguir los objetos, mas no eliminaban la oscuridad por completo.

Se giró, y vió que las placas doradas de su armadura se encontraban sobre una mesa un poco alejada de la cama, por último reparó en sí míma y se fijó que estaba vestida sólo con las mallas que evitaban el roce de las placas con la piel.

Una punzada de dolor en su frente le hizo llevarse la mano izquierda a la zona, sintiendo la textura de los vendajes húmedos que le cubrían la zona.

Recordó los eventos de la noche anterior y la espada de Diana descendiendo sobre ella. Pero, contrario a lo que pensaba, no fué el filo lo que fue a dar en su rostro, parecía que al último instante Diana habia girado su espada y le había dado de lleno con el mango, dejandola en su actual estado.

Se levantó con cuidado y fué directo a donde se encontraba su armadura, encontrandose con que el hermoso dorado que brillaba incluso con la tenue luz de la habitación se encontraba manchado de carmesí en muchos lados.

Llamarlo solamente gotas salpicadas no hacia justicia, despues de todo, había partes como la pechera y uno de los protectores del muslo que estaban completamente manchados de la sustancia pegajosa y rojiza.

Continuo rebuscando entre las cosas y entonces halló algo que no debería estar allí.

Un pequeño objeto de un precioso dorado aun mas brillante que su propia armadura, con unas pequeñas piedras preciosas incrustadas en él.

Leona conocía muy bien el anillo que ahora sostenia en su palma.

"No volveras a estar sola"

Susurro las palabras que debían estar grabadas en Rakkoriano antiguo.

La luz no era suficiente para leer los grabados en su interior, pero estaba segura de ello, después de todo éste era el anillo que le hábia obsequiado a Diana hace apenas una semana.

No pudo evitar que sus ojos se humedecieran y que una pequeña presión se formara en su pecho. Había fallado, de todas las maneras posibles.

La armadura empapada en la sangre de los ciudadanos que confiado en ella, los soldados que fueron sus compañeros y los ancianos que la recibieron y educaron como una ciudadana más le gritaba que había fracasado a su juramento de protegerlos.

Por otro lado, el anillo que le había obsequiado a Diana y por algun motivo estaba en sus pertenencias le recordaba que había roto su promesa con ella. No pudo evitar que fuera encerrada, tampoco sabía que había sido sentenciada a muerte, y aún, cuando buscó por su ayuda, ella se quedó paralizada del miedo por las palabras del general.

De haber sabido que las cosas terminarían así... Entonces, debió haberla ayudado en ese momento, si solo hubiese escuchado lo que su corazón le gritaba, quizas habria evitado esta masacre.

En otras palabras, había sido su culpa. No era digna de ser la guía que los Solari esperaban que fuera, y mucho menos era digna de ser el Avatar del Sol.

Unas voces en la entrada y el sonido de la puerta de madera abriendose le hizo girarse para encontrarse con dos hombres, uno con una armadura de cuerpo completo y el otro con una túnica blanca-grisácea cubriéndole.

El de la túnica recitó unas palabras y movio sus manos, aumentando la luminosidad que emanaba de las fuentes de luz mágicas.

-Señorita- Dijo el de la armadura -Veo que se encuentra en mejor estado, pero creo que es poco prudente que esté de pie-

Leona podia recordarlo, este era uno de los Tenientes que fungian como generales secundarios de los Solari de Hierro. Su nombre si mal no recordaba era Maxwell. Y el otro hombre era uno de los adeptos del templo que le había ayudado con sus estudios, de nombre Andrew.

-Concuerdo con el Teniente. Despues de todo, estuviste dormida por casi un dia entero, creo que es mejor que te recuestes nuevamente, señorita-

Leona no protesto a esto y se sento en el borde de su cama.

Volviendo a mirar a ambos hombres.

-Que fue lo que... ¿Qué ocurrió?-

Pregunto Leona.

-No creo que sea buen momento para eso, descanse señorita, ya habrá tiempo para…-

-Quiero saberlo- Le cortó Leona, abandonando por primera vez su cortesia y levantando su voz de manera autoritaria -Ahora-

Ambos hombres se sorprendieron por la reacción que no se esperaban de la siempre jovial y amable castaña.

-B-Bueno, incluso nosotros que no estabamos dentro del templo en aquel momento, no podemos decirlo con exactitud...- Soltó Andrew titubeando.

-Así es, sin embargo, sí que presenciamos lo que pasó después... Esa persona.. No, ese monstruo que se suponia habia sido sentenciado a muerte salió andando por su propio pie del templo. Muchas de las personas se sorprendieron y los guardias intentaron capturarla nuevamente...-

-Pero simplemente era inutil. El termino de Monstruo no es solo un despectivo- Continuó Andrew -Realmente era un Demonio bañado en luz Blanca. Su hoja despedazó a todo el que se le cruzó e intentó detenerla. Civiles y Guardias, Hombres y mujeres... A los ojos de ese monstruo todos eran solo carne para picar...-

Leona se sintio aturdida al saber que la matanza y el baño de Sangre de Diana habia ido aun mas lejos.

-Huyó de la ciudad... No, bueno.. Es dificil decir que "Huyo" pero, el rastro de sangre termina en la entrada Este de la Ciudad, allí, los guardias apostados fueron sus últimas víctimas-

Leona enmudeció. No sabia que debia decir ahora. Su mente intentaba procesar las palabras que habia escuchado, sin embargo, aunque su mente le insistiera en convencerse de lo contrario, realmente era un hecho. Diana se había convertido en una monstruosidad, había matado a todos (A excepción de ella misma) dentro del templo, e incluso continuó masacrando después de eso.

Leona se Levantó nuevamente de la cama, ahora no era momento de estar descansando. No sabia que le habia ocurrido a Diana, pero tenía que averiguarlo. Esa Diana no era mas la Diana de la que se habia enamorado perdidamente, y si tal como lo creia... Algo le habia sucedido, algo que la habia forzado a hacer tales actos, entonces, enmendaria su error y esta vez la detendria.

Porque tenía que saldar cuentas con quien había asesinado a tantas personas, porque había sido su culpa desde un principio, y porque la Diana que ella conocía, aquella chica que se sonrojaba con facilidad, que mostraba enojo para evitar dejar en evidencia su vergueza y que titubeaba a la hora de hacer cumplidos se habia convertido en un monstruo... La misma Diana no habría querido eso.

Si, quizás Leona fracasó al protegerla y evitar que eso sucediera... Pero por la misma razón, sentía que era su deber ponerle fin a esto.

-Hay una última cosa que deseo preguntar...- Dijo Leona abriendo la palma de su mano, mostrando un anillo de oro en ella. -Esto, ¿cómo llego aquí? Recuerdo muy bien que no tenia esto la noche anterior.-

-¿De verdad?-

Dijo Maxwell.

-Estoy seguro que cuando la encontramos, tenía ese anillo en su mano, ya que parecia que lo empuñaba con fuerza crei que era un objeto al que le tenía aprecio, asi que lo traje y lo dejé entre sus cosas...-

-¿Entonces no le pertenece? Estabamos seguros de que...-

-No- Dijo Leona acercándose a la mesa y empezando a acomodar y ajustar nuevamente las placas de su armadura en su sitio.

-Le pertenece a otra persona-

Pero contrario a sus palabras ambos hombres vieron como guardaba el pequeño objeto en sus ropajes, aunque ninguno se atrevió a decir nada al respecto.

-¿A donde va? Ya se lo dijimos señorita, pero creo que realmente necesita descansar-

-Debo enmendar algunas cosas-

Contesto mientras ajustaba la correa de la guarda de su espada en sus caderas, para luego sacar el arma y comprobar su estado y su filo.

-P-pero... Incluso asi, señorita. ¡La ciudad más que nunca la necesita! ¡No solo el consejo, sino que todas las personas más importantes y maestros, asi como el Gran General y muchos de los Ra-Horak y Solaris de Hierro han muerto! Si usted parte ahora, ¡la ciudad caerá en caos!-

Maxwell estaba desesperado a juzgar por su tono de voz y sus gestos.

-¡Así es señorita! Necesitamos con urgencia un Lider que nos ayude a remediar la situacion y no hay nadie mas que usted-

Andrew tampoco se quedó atrás en intentar convencer a Leona de quedarse.

Leona verificaba el estado de su escudo y apenas ver que todo estaba en su lugar, incluso su armadura ensangrentada dirigió su mirada a los hombres.

-Eso no es cierto. La ciudad tiene buenas personas, como ustedes, ademas... Mis capacidades para dirigir una ciudad entera son algo de lo que dudo. Incluso, luego de la noche anterior, tampoco tengo tanta confianza como antes en el combate... Pero aun asi, es algo que debo hacer-

Leona paso a un lado de los dos hombres y se detuvo en la entrada sin girarse a verlos.

-Dijiste que se habia ido por la puerta este ¿verdad?-

-A-Asi es...-

Respondio Maxwell.

-Bien, entonces.-

Leona salió sin escuchar a los hombres que le pedian que se quedara, incluso ella tenía sus dudas, podría decir que sentía miedo.

Diana le había perdonado la vida, pero quizas eso solo ocurriria una vez, nada le garantizaría que esta vez la ahora de cabellos platinados no saltara hacia ella con la intencion de matar, pero Leona se estaba preparando para ello, y muy profundo en ella, esperaba que esto fuera lo que ocurriera.

De alguna manera, si Diana la atacaba con la intencion de matarla, entonces era probable que sus instintos de pelea y de supervivencia apagaran las dudas en su mente y podría responder. Incluso sabiendo lo fuerte que era, después de haber presenciado ese despliegue de habilidad y fuerza que estaba mas allá de los límites humanos, sería simplemente una batalla. Un duelo donde tomaria la vida de Diana o Diana tomaría la suya, esto era fácil de comprender para ella.

Por otro lado, si Diana había vuelto de alguna manera a su forma habitual, y suplicara perdón o pidiera a Leona que tomara su vida por los actos que había cometido sin oponer resistencia, a Leona le fallaría el pulso y flaquearía en su convicción, es probable que ella tambien terminara de romperse y no sabía que pasaría luego.

Es por eso que deseaba fervientemente que Diana saltara hacia ella con hostilidad, de hecho, esperaba que esa persona de ojos fantasticos fuera el monstruo que se había imaginado y no la Diana que conocía.

No paro de pensar en ese hecho, y cuando se dio cuenta se encontraba en la puerta este de la ciudad.

Esta no era la que Diana solia usar para sus "Escapadas". Diana solia usar la puerta del norte, la que daba hacia los bosques. Esta puerta en cambio, daba directo a las cumbres montañosas, era el camino que proseguia a la escalada hacia la cima.

Leona miró el camino que tenía en frente y luego de dejar el hecho de que Diana usara un camino que no solía usar atribuyéndoselo a que "Esa no era Diana" sino un monstruo con su apariencia, dejo de darle vueltas al asunto y se puso en camino.

.....

Habían pasado varios días desde que salió de la ciudad, una semana aproximadamente.

El recipiente de cuero que llevaba ya se había quedado sin agua hacia varios días, por lo que estuvo rellenandolo con los pequeños riachuelos y manantiales que brotaban de las paredes congeladas. La comida no habia sido un problema hasta ahora, pero cada vez se hacía más difícil conseguir algo que comer.

Apenas el día de ayer se dio cuenta que se habia dejado llevar por las emociones y que la decisión que había tomado era tonta y demasiado impulsiva.

Después de todo, había estado caminando sin rumbo durante todos estos días, no tenía un plan y mucho menos una manera de dar con Diana, las noches con ventisca eran tan frias que incluso su cuerpo entrenado sentía espasmos que le calaban los huesos y sus dientes castañeaban incluso frente al calor de las fogatas.

Pero aun así, decidió que seguiría adelante un tiempo más. Eso se habia estado diciendo durante días.

Pero, en el momento en que le fue imposible encontrar comida en dos dias y había bebido los ultimos tragos de agua hacia bastantes horas, se tumbó a observar el cielo nocturno, sintiendose tonta por llegar a la situación en la que estaba.

"Para empezar... Soy una persona muy impulsiva" Se susurró a sí misma, agradeciendo el hecho de que almenos, esta noche no había ventisca y podía observar un cielo despejado. El sol se acababa de ocultar, por lo que apenas eran visibles un par de estrellas.

"Sin embargo... La única vez que de verdad debí seguir mis instintos no lo hice" Volvió a reprocharse. Aún se sentía culpable por no haber actuado aquella vez, en que la persona más importante para ella estaba a punto de ser ejecutada frente a sus ojos.

Al igual que las noches anteriores, buscó entre sus prendas y tomó el anillo ente sus manos, poniendolo frente a ella para quedarse mirandolo.

"No volveras a estar sola..." Cada vez que recordaba lo que había grabado en el metal que le obsequió a la persona que amaba mas hacia mella en su ser. "Y resulto ser que la proxima vez que te vi te deje sola, ¿no es asi? ¿Diana?"

Sus susurros hicieron que nuevamente sintiera ganas de llorar. Pero se refregó los ojos "Aun no, aun no es tiempo para esto. No hasta que detenga a Diana"

Guardó nuevamente el anillo donde lo había llevado todo el tiempo y decidió que ya que esa era una noche despejada, dormiría a la intemperie.

Miró el cielo, como cada vez más y más estrellas se hacían visibles. Entonces, pudo ver como unas luces de formas y colores cambiantes atravesaban el cielo.

-Ah... Una Aurora Boreal- Repitió el nombre del fenomeno que Diana le habia enseñado.

Se quedó fascinada mirando las luces cuando su estómago resonó, recordándole que no había comido en dos dias.

-Bueno, supongo que debo volver mañana... no tiene sentido que siga con esto y muera estupidamente de inanicion-

Luego de haber decidido esto, su estómago volvió a gruñir.

Pero esta vez, Leona no lo ignoro y por el contrario se levanto, olfateando el aire.

-Huele a...- Estuvo a punto de decir. Pero quizas empezaba a delirar así que decidió olfatear una vez más para asegurarse. -No, no hay dudas... Huele a conejo asado- Dijo levantandose por completo y preguntándose desde hacía cuanto tiempo había una fogata humeante encendida a la distancia.

Inconscientemente se acercó al origen del aroma que hacía que su estómago hiciera ruidos y cuando estuvo lo suficientemente cerca observó la escena.

Un niño, de cabello castaño y piel color trigo estaba sentado frente a una fogata, y sobre esta, una improvisada estructura de ramas y palos sostenia lo que parecian ser dos conejos previamente preparados asandose a una distancia del fuego a la que no se quemarían.

-Me preguntaba si te acercarías o tendría que ir a buscarte...-

Mencionó el niño, notando la presencia de Leona pero sin despegar su vista del fuego.

Leona se acercó cautelosamente, la imagen de un niño en un lugar así, en el que estaban tan cerca de la cima y el clima era hostil sin igual sin duda era algo increible. Pero lo que realmente dejó a Leona sin habla es que ya había visto a ese pequeño.

-Hola- Esta vez el niño si se giro a verla y le sonrio -Hace bastante tiempo que no nos veiamos, almenos de esta manera... ¿Me recuerdas?-

El pequeño, como queriendo hacer enfasis en la memoria de Leona hizo brotar un par de alas negras, similares a las de un murcielago de su espalda.

-Tú eres... El de esa vez-

Murmuro Leona, deteniendose al otro lado del fuego.

-Así es, te dije que te estaria esperando ¿no es así? Aunque realmente tardaste mucho-

Se quejó, pero su rostro seguia dibujando una sonrisa.

-Que es lo que...-

-Ya habrá tiempo, pero primero- Dijo tomando la rama con las dos presas que ya parecían completamente asados y un cuenco con agua, ofreciendoselos a Leona.

-Tienes Hambre ¿no es asi? ¿Por qué no comemos antes de charlar?-

Leona no pudo evitar asentir rápidamente y luego prácticamente devoro lo que se le había ofrecido, aunque aún estaba caliente, ignoró ese hecho.

-Ahh... Gracias por la comida-

-No es problema- Dijo el pequeño -Es mi deber cuidarte despues de todo-

Leona le miro confundida y el pequeño continuó.

-Se que tienes muchas preguntas, y voy a contestar a todas. Pero, esta vez no puedo darme el lujo de volverte a esperar, así que espero que en todo este tiempo hayas tomado una decisión-

Dijo extendiendole una mano a Leona. Esta lo miró, pero viendo que el pequeño no mostraba ninguna señal de querer hacerle daño tomo su mano. Luego, su visión cambio rápidamente.

Ya no se encontraba en una tierra arida, sino que se encontraba en medio de lo que parecía ser una ilusión.

Enormes y hermosos edificios de apariencia extraña, cubiertos en su mayoria de metales brillantes de muchos colores se extendian a su alrededor.

-¿Dónde estamos?-

Preguntó al niño que aun le sostenia la mano.

-Para ponerlo de modo simple. Estamos en "La verdadera cima" de Targon. El lugar al que todos aspiran llegar, pero que solo pocos son los elegidos para hacerlo.-

Para Leona esa explicacion no tuvo nada de "Simple" pero decidió dejarlo así.

-Entonces, ¿esta es la cima del monte? ¿Por qué me trajiste aquí?-

-Porque tú eres mi elegida, por supuesto. Tú eres la niña a la que elegí para portar mi poder en esta última ocasión-

Esta vez, si que logro entenderlo.

-Ya veo... Entonces, tu eres...-

-Así es, soy el aspecto del astro solar. Lo que ustedes llamarian "El Aspecto o Dios del Sol"-

No es como que Leona no se sorprendiera. Pero todo lo que estaba viendo simplemente le hacía aceptar sus palabras como la realidad.

-Entonces, ¿a que te refieres con "Ultima Ocasión?-

-Esta no es la primera vez- Dijo el simplemente -Han habido innumerables veces, innumerables mundos, innumerables oportunidades. Pero hemos fallado en todas ellas, y esta, es la ultima vez, la ultima oportunidad, el ultimo mundo-

A Leona se le dificultaba entenderle, pero mas o menos entendia a que se referia.

-Es por eso, que esta vez, lo haremos todos los que aun podemos verter nuestro poder en un avatar. Todos a la vez. El Pantheon, Mi hermana y yo éramos los únicos que no habíamos tomado nuestra desicion.-

Hizo una pausa antes de continuar.

- Pero ya el Guerrero tiene a su avatar al parecer ya tenía el ojo en ese niño de la lanza, la Justiciera dejo su espada a sus hijas, el Protector tambien encontró a alguien digno, y el Crepúsculo estuvo listo desde hace mucho tiempo. ¿Sabes? incluso mi hermana se me adelanto, aunque, admito que las circunstancias lo requerían.-

Continuó hablando cosas sin sentido para Leona.

-Por lo que solo falto yo. Asi que te lo preguntare. ¿Quieres ser la portadora de mi poder? ¿Quieres ser mi Avatar en la tierra de los mortales y ayudarme a proteger esta ultima vez?-

Leona no lo dudó un momento. Era verdad que no entendía muchas de las cosas que le estaban diciendo. Pero esto era algo de lo que ya había escuchado hablar de los ancianos, que su deber era proteger este mundo, entonces... Ahora que el mismo dios del sol se lo pedía, ¿por qué iba a dudar de una decisión que ya había tomado?

-Por favor, concédeme tu poder para poder proteger este mundo, incluso si se me va la vida en ello-

El niño asintio y se convirtio en un fulgor resplandeciente que cubrio a Leona.

Leona sentía como si su cuerpo fuera sumergido en agua hirviendo lo que la hizo soltar un quejido de dolor antes de que este desapareciera, y ahora simplemente se sentía como si estuviese flotando en agua tibia, relajandose.

De pronto, un montón de imagenes empezaron a correr por su mente. La imagen de personas, hombres y mujeres, jovenes y ancianos portando armaduras brillantes peleaban uno tras otro contra monstruos de un color purpura brillante mientras eran asesinados uno tras otro. En otra imagen vio lo que parecian ser Cinco demonios peleando contra personas distintas pero que portaban armaduras similares, siendo asesinados nuevamente.

Aveces eran monstruos, otras veces eran demonios. Unas veces era una criatura con un ojo gigante que parecia nadar por el aire con sus tentaculos, otras veces era un monstruo purpura gigante devorandolos, Una vez era lo que parecia ser un insecto gigante que luego de cortar al joven de armadura dorada lo devoraba y cambiaba su color a un rojo sangre mientras crecia y mutaba haciendose aun mas intimidante.

Aveces eran los demonios rojos que parecian ser similares entre si. Y que solo se distinguian por el arma que portaban. Un arco que disparaba una flecha asesinando a un hombre mayor que portaba una armadura similar a la que habia visto en Diana pero que llevaba un espadon en su espalda. Otro demonio con una guadaña tan grande como el mismo asesinaba a una joven con armadura dorada que usaba unas cuchillas. El demonio mas grande con una enorme espada aplastando con el filo de esta a un guerrero de armadura azul.

Muchas veces pasaban escenas distintas, otras veces similares, pero todas habian acabado con las personas de las armaduras siendo asesinados y luego, oscuridad.

La unica escena distinta para ella, fue cuando un hombre joven de cabellos rubios y armadura dorada enterraba su daga profundamente en el pecho de una joven de armadura plateada. La joven lo miro desconcertada y sorprendida mientras la sangre escapaba de su herida y de sus labios.

Luego de eso, las escenas fueron cosas que preferiria no haber visto. Matanzas, saqueos, violaciones. Personas siendo ejecutadas públicamente, de distintas maneras pero el mismo trágico destino, todas esas personas de cabellos blancos fueron asesinadas de manera brutal.

Y finalmente, luego de eso. Pudo ver lo que parecía ser un sitio oscuro, que era abierto a la fuerza. Un grupo de hombres, incautos se acercaron a una gran espada que estaba encadenada y con varios sellos mágicos tallados en la piedra.

Fueron rompiendo uno a uno estos hasta que finalmente uno de ellos tomo el arma, su sonrisa de satisfacción se convirtió en un gemido de dolor cuando su carne y huesos empezaron a romperse y sangrar, hasta tomar una forma demoniaca, luego el ser resultante empuño la espada y asesinó a los otros hombres. De manera grotesca, la espada absorbió la sangre y los cadaveres y el cuerpo que la empuñaba empezo a cambiar nuevamente, creció un poco en tamaño, y empezaba a asemejarse a lo que Leona habia visto antes.

Leona, que se había quedado completamente inmóvil mientras todas esas imagenes e informacion fluian por su mente finalmente reaccionó. Entendió lo que había pasado, observo el final de los otros mundos y la muerte de los antiguos avatares. Pudo ver la traicion de los Solari y el destino con el que corrieron los Lunari y al final, fue capaz de ver el principio de los males que se acercaban.

Entonces se observó a sí misma. Su armadura dorada resplandecía con su propio fulgor y había cambiado de forma en algunas zonas. Su espada y escudo eran distintos tambien. Al parecer, lo que ella habia estado usando eran una copia hecha por los Solari de lo que recordaban eran la Armadura del Sol. La espada del Cenit y El escudo del Amanecer.

Pero, justo lo que ella estaba vistiendo no eran réplicas, eran los artículos autenticos y podia sentir el poder correr por sus venas, un poder que, incluso le hizo sentirse tonta por creerse fuerte antes.

Pero, lo más importante. Es que ahora, que sabía lo que se venía, y que tenía un mejor conocimiento de lo sucedido, tenía que cumplir lo que vino a hacer en primer momento.

Era urgente que consiguiera y hablara con la única persona que le creería y había visto lo mismo que ella.

-... Debo encontrar a Diana-

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