—¿Ser amiga de Shelsy es parte de algún plan macabro para llegar a Roscoe? —interrogó Mason, echado de espaldas en la cama de Melanie, jugando con uno de los almohadones esponjado de su cama.
—No, no lo es —Melanie se cepillaba el cabello en el espejo—. Es verdad que me agrada… creo que sería una gran amiga ¿tú no lo crees?
—Sí, pero…
Mason se quedó pensándolo. Él sabía de sobra que Shelsy estaba enamorada de Roscoe, porque había estado mirándola, a ella y a Roscoe. Claramente era atracción mutua y él lo sabía. Era lo suficientemente perceptivo para notarlo… sin embargo no se lo dijo a Melanie. Se reservaba sus razones.
—Pero ¿qué? —inquirió Melanie, volteándose a verlo.
—Nada —negó con la cabeza—. Nada, tranquila. Tú… ve por él.
—Lo haré —Melanie se rió como una pequeña.
Unos nudillos se estrellaron contra la puerta de la habitación de Melanie. Ella vociferó un “adelante” y el señor Sumpter Duncan entró en la habitación. El padre de Melanie era grande, alto, vestido de traje, con una mirada fría e intimidante. Daba miedo, incluso a sus propios hijos. Tenía tres hijos; un varón de veinte, Melanie, de diecisiete y una pequeña de ocho años, todos rubios y cada uno con un gran intelecto, muy bien educados. Se había asegurado de criarlos el mismo y formarlos para un gran futuro.
—Son las seis —anunció él—. La cena está servida, Melanie. Mason, ¿te quedarás a cenar?
—Muchas gracias, señor Duncan, pero mamá me espera —se levantó de un salto de la cama y cogió su mochila de la silla—. Adiós, Mel, nos vemos luego.
Se retiró, dándole una leve palmada al señor Duncan en la espalda. A veces le irritaba que Mason se tomara tanta confianza con él, pero se habían conocido desde que él era un bebé, así que no hay excusas para no hacerlo.
El señor Duncan miró a Melanie y trató de sonreírle, pero jamás lo hacía. A veces ella quería que lo hiciera, se sentiría más como un padre que como su cuidador. Él miró sobre el tocador de Melanie y frunció el ceño. Caminó hasta ella tomó la fotografía que descansaba sobre la mesa. La miró detenidamente antes de ver a Melanie, quien contenía el aire. Era la fotografía de la fiesta de Halloween del año pasado. Estaban Mason, Melanie y Jolene, la hermana menor de Melanie, pero también estaba Diego, con Jolene sobre su regazo y ofreciéndole una mirada hermosa a Melanie.
—Pensé que ibas a deshacerte de todo lo que te recordara a él —interrogó su padre, con aquel tono frío de siempre—. Aun guardas esto.
—Sí… —Melanie la arrancó de sus manos y la abrazó a su pecho—. Es que está Jolene y Mason… quiero conservarla, si me dejas.
Su padre pareció pensarlo por un momento.
—Apresúrate, tenemos que cenar ya —fue lo único que dijo antes de retirarse.
Melanie suspiró y dejó la foto en su lugar.
***
Para cuando Roscoe llegó a casa, Lorena lo esperaba emocionada, para preguntarle cómo había estado su primer día. Le preparó unas galletas y lo sentó en la mesa de la cocina para que le contase. Él le dijo las cosas más importantes; como que tenía un montón de clases junto a Shelsy y Noah, el gracioso hecho de que el entrenador gay de futbol lo había interceptado para pedirle formar parte de su equipo, el otro hecho gracioso de que ahora las chicas lo miraban demasiado.
—Bueno… eres un chico guapo —le dijo Lorena—. ¿Por qué te sorprende tanto?
—Las chicas no me notas a menudo —se encogió de hombros—. Melanie jamás me había hablado. Hoy extrañamente me invita a un baile e insinúa que está “disponible” ¿qué quiere de mí? Esa es la verdadera pregunta.
—Quiere salir contigo ¡Es obvio! —Lorena lo golpeó en la cabeza—. No has tenido novia desde hace un año ¿recuerdas a Prue? Sé que no la querías, pero era linda y te divertías.
—Sí, podría decirse —se encogió de hombros—. Es la única novia que he tenido… pero no se siente bien salir con una chica tan agradable mientras piensas en otra. Me sentía muy mal, porque ella realmente parecía ilusionada.
Lorena suspiró y le pasó la mano por el cabello.
—Mientras no le digas a Shelsy lo que sientes por ella ¿no crees que tienes derecho a divertirte un poco? Sal con una chica, Roscoe… —hizo una mueca graciosa—. Melanie puede ser divertida.
—Supongo.
Lorena le echó el cabello para atrás y le dio un beso en la frente. Él terminó de comerse las galletas y cuando su celular sonó frunció el ceño. Esperaba que fuera Shelsy, para hacer planes luego de su castigo pero era su hermana, Blair. Pensó en contestar, seguro era un error… pero tenía curiosidad.
—¿Qué pasó? —espetó secamente al contestar.
—Hola hermanito, sí, estoy bien ¿y tú? ¡Ah, me alegro! —la oyó decir sarcásticamente—. No tengo tiempo, ¿puedes venir a casa? Necesito ayuda.
—¿Por qué yo? —preguntó—. ¿Quién murió?
—Tú, si no vienes —Blair suspiró, parecía realmente preocupada por algo—. ¿Puedes venir? Hannah sigue en Barbados, Becky está todavía en el trabajo y con Mac de luna de miel, solo me quedas tú.
—¿Dónde está Eugene?
—Trabajando ¿vendrás o no?
—¡Bien! —Roscoe se levantó y cogió las llaves de su auto, saliendo de casa sin despedirse de Lorena. Supuso que iría a preparar la cena y él volvería pronto—. ¿Para qué necesitas ayuda?
—Em… lo verás cuando estés aquí.
Él negó con la cabeza en colgó el celular. Se metió en el auto y lo encendió, acelerando en dirección al apartamento de su hermana. Roscoe y sus hermanas se habían vuelto unidos más unidos el último par de años. Las veía todos los días. Mac, su hermana mayor, se había casado con Logan en el verano y ahora se encontraba en París, en su luna de miel. Roscoe realmente pensó que ella no duraría con Logan, les dio unas semana… sin embargo, se equivocó. Con Blair y Eugene no quiso especular, porque conocía su relación más que cualquier otra. Así que no estuvo sorprendido cuando Blair le dijo a su padre que iba a vivir con él en Palo Alto. Habían terminado estando allá, por un período de seis meses, y Roscoe fue personalmente hasta California para consolar a su hermana… y también para recordarle a Eugene que nadie puede romperle el corazón a una de sus hermanas y sin salir impune de ello. Realmente lo golpeó, le dejó el ojo morado… tanto él como el novio de su hermana aprendieron una lección ese día. Él aprendió a no golpear tipos sin escucharlos y Eugene aprendió que, si quería seguir saliendo con Blair, tenía que aprender alguna táctica de defensa personal. Estaba claro que ser pacifista con Roscoe no funcionaba. Todo al final resultó ser un malentendido y Roscoe se disculpó por haberlo mandado a emergencias.
Roscoe se bajó del auto al llegar a su edificio. Estaba muy cerca de su casa, en veinte minutos estaba allí. No era un edificio exactamente lujoso, pero realmente se vivía bien allí. Subió en el ascensor hasta el tercer piso. Cruzó el pasillo y tocó la puerta.
—¡Está abierto! —gritó Blair desde adentro—. ¡Ven a la cocina! —agregó.
Roscoe abrió la puerta y fu golpeado en la cara por un montón de humor cuando lo hizo. Algo se estaba quemando… o se había quemado. Frunció el ceño y corrió a la cocina para buscar a su hermana. La encontró con un extintor en la mano, apuntando a la estufa. Tenía un casco puesto y usaba guantes de cocina en ambas manos, también un delantal y extrañamente usaba las botas de Eugene. Con Blair en la cocina, era necesaria toda esa protección.
—¿¡Pero qué hiciste!? —le preguntó Roscoe, arrancándole el extintor de las manos—. Estabas tratando de cocinar ¿no es cierto?
Ella asintió bajando la cabeza.
—Quería celebrar mi primer día de trabajo y el de Eugene —suspiró ella—. ¡Seguí la receta de Lo al pie de la letra! No sé qué pasó.
—¿Qué estabas tratando de hacer? —interrogó Roscoe, tomando un paño para abrir la puerta del horno.
—Lasaña —se encogió de hombros.
Roscoe la miró, negó con la cabeza y se inclinó para sacar el recipiente con la lasaña incinerada. Estaba totalmente negra, casi era carbón. Roscoe la dejó sobre la mesa y echó un suspiro al aire… sabía por qué lo había llamado. No era para impedir que el departamento se quemara, era porque ella sabía que Roscoe hacía la lasaña igual o incluso mejor que Lorena.
—No —negó él—. No, Blair, maldita sea no.
—¿Y por qué no? —ella le sacudió el brazo—. Hermanito, te gusta cocinar ¡Por favor! —suplicó ella—. Eugene llegará en una hora, quiero que por lo menos la lasaña esté en el horno.
—Joder… —resopló él—. Bien.
Roscoe le pidió que se alejara de la cocina. Mientras él cocinaba la receta de Lo para lasaña boloñesa, Blair se encargó de tratar de quitar el olor a humo de la casa. Abrió todas las ventanas y sacudión un paño tratando de empujar el humo fuera. Roció aromatizante por todo el lugar y encendió velas. Para cuando Eugene entró por la puerta, le pareció que Blair tenía planes de ponerse románticos en la sala. Cuando la vio vestida como su abuela, desechó la idea. Sabía lo que pasaba.
Dejó su abrigo en el perchero y se acercó a ella, que estaba poniendo el extintor de vuelta en su lugar. Le sonrió como solo él lo sabía hacer y luego soltó una risa. Las esquinas de sus ojos se arrugaron y se pasó una mano por el cabello como si tratara de buscar algo dentro de él.
—No… por Dios, Blair. No podemos pagar otra cocina, cariño —cerró los ojos negando con la cabeza, manteniendo su sonrisa y soltando otra carcajada—. ¿Por qué no me esperaste para cocinar?
—¡Quería darte una sorpresa! —ella se arrancó el delantal y lo tiró al piso—. Prometo que no lo volveré a hacer —Ella caminó hacia él y enrolló sus brazos en su cuello—. Bienvenido a casa —le dijo antes de besarlo.
Eugene la abrazó, la levantó del suelo y luego la devolvió, acabando con el beso. Roscoe se aclaró la garganta al entrar en la sala, secándose las manos en los pantalones. Levantó una mano en un saludo para Eugene, que él también devolvió.
—¿Qué hace Roscoe aquí? —interrogó Eugene.
—Vine a terminar su cena —se encogió de hombros—. Está lista, me voy.
Su celular vibró en su bolsillo. Era de Shelsy.
«Mamá no se enojó porque falté a ballet ¡¡Karaoke-Party, bebé!! Ya llamé a Noah ¿vienes?»
Se rió y sacó las llaves de su auto antes de contestarle a Shelsy. «Ahí los veré ¡¡Total Eclipse of the heart, baby!!»
«Lo tienes ;)»
Tendría que enviarle un mensaje a Lo para decirle que le guardara la cena.
—Bien —Blair le dio un beso en la mejilla antes de que llegara a la puerta—. Te veo mañana en la escuela. No me ignores.
—No prometo nada —dijo y sonrío—. Te quiero.
—Yo igual.
Blair se escabulló en la cocina para poner la mesa. Eugene chocó su puño con el de Roscoe cuando él estaba abriendo la puerta y antes de que saliera completamente le dijo—: diviértete con Shelsy.
—¿Cómo sabes que voy a verla? —preguntó, mirándolo inexpresivo.
—Solo lo sé —Eugene le guiñó un ojo.
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N/A: ¡BUENAS NOCHES, PÚBLICO DE WATTPAD! ¿Cómo están, qué tal su día?
Bueno, hoy… solo quería decir gracias por todos los votos y comentarios y ¡Son geniales, cuchurrumines! (Nuestrrro amorrr es algo iinteeensoooo). Como no ordené mi papeleo anoche (me refiero a mi tarea), Rose (me refiero a mi madre), no me va a dar otra tarjeta para pedir puerta (me refiero a más tiempo en la compu)… no mentira, solo quería usar esa metáfora :3
¡Oigan! Síganme en Twitter: @RossBabyDoll. Amo los hashtags (no sabe ni como se escribe). Y ahí sí doy follow back, oye, porque sí. ;) los espera allá, cuchurrumines.
Besos :D