RAIN [Libro 1]

By EllaDijo

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¿Te gustan los pequeños placeres? ¿Cómo sentir la lluvia contra tu rostro? Si es así, eres afortunado (a). ... More

Nota de la autora.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Playlist.
Agradecimientos para ustedes.
Anuncio.
Entrevista.
Avance de la segunda parte de RAIN.

River.

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By EllaDijo

—¿Y por qué tenemos que ir nosotros por la bebida? —rezonga Dagan.

Ambos nos encontramos caminando con dirección a la mercería y no con la mejor actitud que digamos.

—Es una reunión, siendo el anfitrión tienes que ofrecer algo.

—Tenemos mucho más cosas por ofrecer.

—Apresúrate, mientras más rápido mejor.

Nos detenemos en la orilla antes de llegar al mercería y Dagan se gira a verme.

—Yo iré, ¿cierto?

—Esa señora te ama.

Dagan resopla y yo rió al ver su expresión.

Siempre ha sido así, solo él y los chicos y ahora también estaba Helena. No tenía miedo de estar solo, no al menos ahora. Los tenía a ellos y eso era suficiente.

Observo a Dagan alejarse, pero algo atrapa mi mirada.

Una chica sale a toda prisa de la tienda, de mala gana empujando una carreta que se ve bastante vieja. Murmura un par de cosas y sonrío al ver su cara.

Que chica tan rara.

La veo adentrarse entre los árboles, mientras que Dagan sale poco después.

—No hay nada, la anciana no tiene nada de bebida.

—Ni modo, intentamos dar una buena reunión.

—Viste esa chica de allá — señala hacia el otro lado —.Tenía un costal de yucas.

—¿Y?

—Podemos hacerle algún trueque, no creo que se niegue.

Lo medito un momento y una idea ridícula viene a mi mente.

—¿Traes tu pasamontañas?

—Sí, ¿Por qué?

—Se me acaba de ocurrir algo.

Veo por encima de Dagan con dirección del otro lado del bosque.

No es una gran idea, ni de cerca, pero cuando algo se me viene a la cabeza es muy difícil que lo ignore.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

Esta ahí recostada contra un árbol, tan serena como si ese fuese el lugar al que perteneciese. Ahí entre todos esos árboles muertos, puedo imaginarla como una pequeña flor entre toda la maleza.

Agito mi cabeza.

¿Desde cuando me interesa pensar en flores?

—¿Estaremos aquí viéndola dormir?

Mi idea era quitarle el costal y correr, pero es una idea muy mala, no cuando estamos aquí como un par de acosadores.

¿En qué momento pase de ser el acosado al acosador?


—No podemos robarle, no creo que...

Dagan, sale de mi lado con dirección a la carreta. Dando pasos sigilosos y precavidos.

—¡Dagan, no! — murmuro bajándome el pasamontañas por si las dudas.

Está por tomar el costal, pero lo arrebato de sus manos.

—Déjalo, salgamos de aquí.

Estoy por devolverlo, pero la carreta pierde su equilibrio y esta cae. Dagan, como el bueno amigo que es, corre a ocultarse entre los árboles, la chica no sólo abre sus ojos, sino también parece abrir los míos.

—¡Ese costal no es tuyo! — grita abalanzándose sobre mí.

Es pequeña, pero eso no evita que se aferre al costal, es divertido, en parte lo es. Pero no entiendo por qué me encuentro sonriendo como un tonto.
Sigo jalando el costal, hasta que ella hace un movimiento que nos hace caer a ambos.

Mierda.

Mi respiración se detiene y mi cuerpo lo siento volverse líquido.

—Quítate de encima — mi voz sale ahogada, cuando siento sus muslos tensarse a mi alrededor.

Mierda, es el peor momento para que te fijes en esas cosas.

—No puedes llegar y tomar lo que no es tuyo.

—No lo tomaba, solo lo iba a dejar en su lugar.

—¡Ajá, claro! — exclama —.Y yo soy ciega.

—Lo eres, solo lo estaba levantando — será inútil convencerla.

No es que viera excelente con este pasamontañas, pero lo hago cuando ella lo saca de mi cabeza. Su cabello castaño se expande como una cortina escondiéndonos del mundo de afuera. Sus ojos se encuentran muy abiertos y yo me veo reflejado en ellos.

Son cafés, un café muy bonito.

Ella es bonita.

Ella sigue mirándome y si no digo algo, estar debajo de ella podría ser mi nuevo lugar favorito.

—¿Ya me viste lo suficiente? — murmuro.

Ella se sobre exalta, pero no dudo y giro su cuerpo poniéndola debajo mío.

—¿Qu-qué es lo que haces? — balbucea con una pizca de sorpresa.

Comienza a empujarme, pero mis manos actúan por sí solas y sostengo las suyas sobre su cabeza.

Me inclino hacia ella.

—Mira cuántas pecas tienes, son como pequeñas gotas sobre tu nariz.

Recorro el camino de pecas que se encuentran esparcidas desde sus mejillas hasta su nariz. Como pequeñas gotas, lo digo en serio. Pero algo en mí me dice que no era la primera vez que las contemplaba, ya las había visto.

Llego a sus ojos, y de nuevo nos miramos, nos miramos tanto que estoy seguro que nunca había visto tanto a una desconocida, pero ella no lo es, estoy seguro.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

—¿River, no piensas bajar? — Dagan asoma su cabeza a través de la puerta.

—Seguro, en un minuto bajo.

Contesto perdido en los árboles que se expanden a lo largo del ventanal.

—¿Te encuentras bien?

—Sí, solo que estoy intentando recordar algo.

—¿Te sientes culpable por lo que le hicimos a esa chica?

Sonrío ligeramente.

—¿La pecosa?

Dagan suelta una carcajada.

—Estoy seguro que la volveremos a ver. — digo confiado.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Ella no dejaba de mirarme.

Y yo a ella, pero no lo digo.

Ambos sonreímos, Dagan, agita su cabeza como si ya estuviera acostumbrado a escuchar mi lado conquistador.

Pero no lo fui, no a propósito.

La lluvia comienza a caer y las gotas chocan contra el cristal al igual que el recuerdo de aquella niña. Sus pecas estaban esparcidas por su rostro como si fueran estrellas formando constelaciones.

Brenna, eso fue lo que grito.

¿Cuáles eran las probabilidades de que se tratara de la misma persona?

¿De qué la volviera a ver?

Supongo que si el destino quería, lo haría. Sí no era así, era porque ya tenía suficiente.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

—Anda dinos, solo queremos saber el nombre de nuestra amiga —Dagan me sigue.

Por favor contesta, ruego.

¿Por qué estoy haciendo esto?

Solo es un nombre después de todo, ¿no?

—¿Acaso es gotita? —bromeo, pero no del todo.

Me inclino hacia ella y pego mi rostro casi como la primera vez que lo hice con el propósito de incitarla a contestar.
Ella frunce el ceño, pero lo único que logra es que me sienta más perdido de lo que en realidad estaba. Solo que esta vez me trae devuelta con su respuesta que solo confirma lo que en el fondo ya sabía. Comprendiendo el significado de destino.

—Brenna, mi nombre es Brenna.

Después de todo nunca tuve suficiente, hasta ahora.

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