- ¡Paralo ahí coñoetumadre! -Gritaba el venezolano, estaba montado en un carrito de golf de el mismísimo Estados Unidos
- ¡Cállate que te reviento a piñas! -Respondia el argentino con el mismo tono de voz del veneco.
- ¡Stop! -Gritaba a lo lejos un estadounidense junto a su hermano Canadá montados en otro carrito
La situación era que los dos suramericanos le robaron un carrito al gringo y ahora tenian que escapar.