Soy acariciada desde mi pelo, mejillas, párpados hasta mis labios. Froto mis ojos y los abro lentamente. Hay obscuridad a excepción de dos estrellas celestes mirándome.
— No quería despertarte.
Veo por encima de mi cabeza y veo la puerta de la camioneta, comienzo a descifrar mi alrededor y puedo ver que aún estamos en la jeep.
— ¿Aún no llegamos?
— Llegamos hace unas horas.
— Pero, ¿Y los chicos?
— En la cabaña.
Si habíamos llegado, ¿Qué hacíamos aquí acostados en el asiento trasero?
— Pero... — repito confundida.
— No parabas de llorar y cuando lo hiciste supe que era mejor dejarte dormir. Todos estuvieron de acuerdo de que me quedara aquí contigo.
Suelto un suspiro de alivio.
— No puedo olvidar lo que ocurrió, Gaia...
— Shhh, no pienses más en eso — toma mis mejillas —. Gaia siempre fue valiente, ella nunca les tuvo miedo. Ella nos dijo que la única manera de que la capturarían los militares iba a ser muerta. Y así fue, ella nos salvó. Estaré eternamente agradecido con ella.
— Estaremos. — Le corrijo.
Tomo sus manos que se encuentran sobre mis mejillas y froto sus nudillos.
— ¿Te duele?
— En este momento lo que menos me importa es mi cuerpo magullado por un grandulón.
— Deberíamos entrar — digo levantándome.
River me toma de los brazos y me acuesta a su lado.
— Quiero quedarme aquí contigo.
— No descansaras, el espacio es pequeño.
— Me gustan las cosas pequeñas.
River cierra los ojos y acaricio sus párpados. Me inclino hacia él y depósito un beso en sus labios.
River abre sus ojos iluminando el lugar.
— ¿No te lastimaste? ese desgraciado te golpeo.
— Estoy bien, ya casi no duele.
— No me hubieras dicho eso.
De un momento a otro pase de estar a lado de River, a estar debajo de él con sus labios sobre los míos.
Olvidar, olvidar.
Pero no puedo. Miles de imágenes de este día golpean en mi mente.
— ¿Qué es lo que vamos hacer ahora? — susurro contra su boca. — Lo he pensado y creo que deberíamos liberar a todos los chicos que vimos, y a los que se llevaron.
— ¿Te refieres a volver?
— No podemos dejarlo así como así.
— ¿Qué es lo que quieren de los rain? — suelta un suspiro.
— Esa es otra de las razones, es mejor ir nosotros a ellos a que ellos vengan por nosotros.
Asiente.
Me quedo mirándolo —: Al ver a todos ellos en esas cajas de cristal, no puedo decir que mi mamá siga viva. Creo que ella se fue hace mucho — pero no quise darme cuenta —. Y si fue a causa de los militares lo mínimo que puedo hacer es ayudar a todos los chicos, no sólo por mí, por nosotros, por Gaia.
River se inclina y reposa su frente contra la mía.
— Lo haremos.
Ambos guardamos silencio y solo siento su respiración chocar en la punta de mi nariz.
— ¿Qué piensas? — pregunto.
— En lo que pasara con nosotros, en Dagan...
Ahora yo suelto un suspiro y paso mis brazos a su alrededor.
— Estamos aquí ahora y no me veo huyendo o tú alejándote.
— En lo absoluto me veo alejándome.
— Sin embargo, creo que por ahora no deberíamos decir nada por todo lo que ha ocurrido.
— ¿Te preocupa como lo va a tomar Helena? — carraspea —¿Dagan?
Lo asimilo —: Un poco, sí.
— Cuando la situación este mejor hablaremos con ellos, Dagan lo entenderá más que nadie. Y no es tonto, sé que ya lo sabe.
River se acuesta a mi lado jalándome hacia su pecho.
— Estoy seguro de que todo saldrá bien.
No digo nada por que tengo miedo de que así no sea, sin embargo, lo abrazo y cojo su mano entrelazándola con la mía.
❃❁❃❁❃❁❃
Uno.
Dos.
Tres.
Son los besos que le robo a River mientras esta dormido. Mis piernas están entrelazadas con la suyas y me hace sonreír porque somos todo, menos dos personas que no están juntas.
Cuatro.
Cinco.
— Podría hacerme el dormido todo el día — susurra.
— ¿Estabas despierto? — doy un golpe en su pecho —. Anda levántate, tenemos que entrar.
River se estira pero se vuelve a acomodar de modo que queda su rostro escondido en mi cuello.
— No quiero.
— Eres como un bebé — ruedo los ojos
— Ya sabes. — lo siento sonreír contra mi cuello.
Me quito de su lado y sin dudarlo me pongo a ahorcajadas sobre él.
— ¡Vamos, vamos! ¡Arriba pequeño River! — lo muevo por los hombros.
— Gotita, quedémonos un rato más.
— No, levántate. — le ordeno.
River se levanta de repente y quedamos casi de la misma altura.
— Y dices que yo soy el bebé — acaricia mi cabello —. No me imagino como me despertaras en un futuro.
Futuro.
¿Él nos ve juntos en él?
Mi corazón se acelera al escuchar eso. Ahora puedo imaginarnos.
— Brenna...
— ¿Sí?
— Bájate — exige.
— ¿Ya te vas a levantar?
— No quiero, pero si sigues sobre mí otra cosa se...
Rápidamente me bajó de él con mi cara ardiendo. River, ríe y la lluvia ya está cayendo, de ahora en adelante esos dos sonidos juntos son mi canción favorita.
River abre la puerta y sale, enseguida ya se encuentra mojada. Estira su mano para entrelazar sus dedos con los míos.
— Despiértame así siempre, ¿quieres?
— Eres un pervertido.
— Estaba bromeando Brenna — sonríe presumiéndome su hoyuelo —. Bueno no del todo, en verdad quiero que tú seas la que me despierte siempre.