Cinco meses antes del nacimiento del bebe.
Crowley estaba sentado en la sala, recargando su rostro en la palma de la mano. Llevaba así casi treinta minutos, mirando a la nada al parecer. Si mirabas fijamente al pelirrojo podías notar que respiraba suave y pausadamente. Si escuchabas, ignorando el canto de las avecillas de fuera, podías escuchar que el demonio realmente roncaba apenas audiblemente.
—Crowley. —Se escucho que Aziraphale llamaba desde el segundo piso. El demonio no respondió, estaba profundamente dormido. El ángel bajó los escalones, con una mano sujetada al barandal y la otra sosteniendo su vientre. Cuando llegó a la planta baja sonrió orgulloso, había bajado sin inconvenientes de mostrándose así mismo y al demonio que no necesitaba ayuda para subir o bajar las escaleras: Era totalmente funcional.
Sus pasos que hacían crujir levemente la madera barnizada del piso se dirigieron a la sala de estar. No escuchaba la televisión encendida o alguno de los horrorosos discos de música que Crowley disfrutaba de vez en cuando, solo había un Pacífico silencio. Cuando lo vio sentado en el sofá que estaba frente al ventanal que daba al jardín sonrió de lado. Los lentes oscuros del demonio colgaban de uno de sus oídos estando a cualquier simple movimiento de caer. Se acercó a él y le retiro los lentes con cuidado, dejándolos sobre la mesa de café al centro de la habitación. Cuando volvió la vista hacia el demonio, este abría poco a poco sus ojos.
—Lo siento, ¿Te desperté? —Crowley sonrie.
—Tranquilo... — Se estira como un mínimo, intentando espabilar.
—Deberías ir a la cama. —El ángel se inclina levemente para besar la mejilla de su... Amigo. La piel que sus labios tocaron se sentía algo rasposa, pues, hacía unos cuantos días que no se afeitaba.
—No, no. Estoy bien. — Se pone de pie, pone la palma de su mano en el vientre del ángel, así como le da un corto beso en la frente. — Ven, hay algo que quiero enseñarte. —Tomo la mano del de ojos zafiro y lo llevó al jardín.
Cuando Aziraphale observó, noto un hermoso par de columpios así como una pequeña casa de madera en la rama de un árbol que daba a una resbaladilla. Sintió sus ojos escocerle y un nudo formarse en su garganta.
—Crowley, esto es...
—Pensé que te gustaría. — Interrumpió. — Lo hice yo mismo. Como ahora te pasas todo el tiempo durmiendo... Creí que podría sorprenderte. — Peinó su cabello hacia atrás, así como infló el pecho lleno de orgullo. — Fue difícil, no podía usar ninguno de mis "milagros demoníacos" pero creo que hice un excelente trabajo. Extraordinario, me parece el término correcto.
—Es hermoso. —Interrumpió el ángel. —Pero se que no lo hiciste por tu cuenta, no todo. Sabes que no soy la gente de tu oficina, se que te gusta alardear. —El demonio finge no escuchar lo último. — Es en verdad perfecto. Gracias.
—Ni lo agradezcas, Ángel. Solo quiero que nuestro hijo tenga... No lo se, ¿un patrimonio? —Ladea la cabeza, dudando si es la palabra correcta. — El punto es, que mientras esté feliz, haría todo por el...
—Sigo creyendo que necesita un nombre... — Comenta con cierto tono que hace entender al demonio que va a seguir insistiendo con el asunto del nombre hasta hacerlo enloquecer.
—Supongo que ya habrás pensado en uno...
—Quizá... Pensaba en algo como Dariel, o quizá Isaias...
—¿Es enserio, ángel? — Arquea ambas cejas.— Ponerle a mi hijo "El león de dios" o el nombre de un estúpido profeta, no es precisamente lo que más me llena de felicidad.
—¿Entonces?
—¿Que tal Caronte? —Esta vez el ángel le dio una mirada molesta. Por supuesto que Crowley no lo decía enserio, pero le gustaba ver a su ángel molesto.
—¡No se va a llamar como un demonio!
—Bien, bien... Supongo que entonces "Crowley Jr" esta descartado
—¿Y si pensamos en algo más... Humano? —Sugiere el ángel.
—¿Como que? ¿Peter? ¿Anthon? ¿Dereck? ¿Travis?
—Supongo que, podría ser una buena opción. —Sonríe. En ese momento, Crowley queda callado un segundo, sus labios se curvan en una sonrisa enorme.
—¿Que te parece Fred?
—¿Fred?
—Si, creo que es bonito y, podemos decirle Fredie de cariño y... —Empezó a balbucear. Aziraphale noto en el tono de voz del demonio una emoción que casi lo hizo dejar todo de lado y solo besarlo. Por suerte se detuvo.
—Creo que es un excelente nombre.
Y se dieron un beso.
*
Más tarde, decidieron dar un paseo. Últimamente no pasaban mucho tiempo juntos. Aziraphale se la pasaba exhausto y adolorido. Crowley se sentía de la misma forma.
No era que no amara a su ángel. Pero, un día había subido a su habitación y se encontró con Aziraphale dormido en la cama, abrazando una monstruosa almohada enorme, que al parecer era específicamente para mujeres embarazadas. No entendió la maldita explicación detallada que Aziraphale le dio, explicando que le ayudaba con los dolores de espalda y era mejor para el bebé.
No, nada de eso le había importado. No podía dejar de ver esa maldita almohada que ahora ocupaba su espacio en la cama, recibiendo los abrazos y el calor de su... Su ángel.
Habían intentado hacerlo funcionar. Pero tarde o temprano, Aziraphale terminaba arrojandolo de la cama, obligando al demonio a mudarse temporalmente a la sala.
Por lo tanto, los momentos en lo que Aziraphale dormia y Crowley podía besarlo y abrazarlo sin que éste se quejara o removiera, habían desaparecido.
Ambos subieron al bentley, darían una vuelta al pueblo, y con suerte podrían tener un picnic. Así colo Aziraphale siempre había querido.
Crowley dedico una última vista a la pequeña casa que compartían. Rústica, pero hogareña, un lugar perfecto para una futura familia. Aziraphale y el habían dedicado mucho tiempo a ese lugar, para hacerlo perfecto, convertirlo en el hogar que siempre habían deseado. Su pequeño paraíso en la tierra, donde sólo importaban ellos.
Sonrió levemente y arranco.
*
Algunos días después.
Martes 4:51 PM
Anathema estaba en la cabaña que rentaba en ese pueblo pequeño, a casi una hora de distancia de la casa de esa extraña pareja a la que ahora tenía que frecuentar. Preparaba una pequeña comida, mientras miraba la fotografía tamaño credencial que tenía apoyada en el marco de la ventana. Newton se veía algo gracioso en ella, y una sonrisa se tatuaba en sus labios al verlo.
Lo extrañaba muchísimo.
Pero la carta de Agnes especificaba que debía ir sola con el ángel y el demonio, lo cual la hacía pensar que de llevarlo con ella, quizá no sobreviviria.
Entonces sintió algo cambiar. No supo que fue, sólo sabía que no le había gustado. Por más que fuera una tontería, no podía dejar pasar ese horrible cosquilleo que sentía en las entrañas, no podía significar nada bueno.
Salió de la casa y tomó su bicicleta, subiendo de inmediato y empezando a pedalear hacia la casa de Aziraphale y Crowley. Su vestido hacía algo dificultoso el asunto y más cuando el camino era hacia arriba. La desesperación no la dejaba pensar claramente, aún así, solo siguió adelante.
Al llegar, bajo de su bicicleta, dejándola caer estrepitosamente. Corrio a la casa, entrando por el jardín, y logrando colarse por la puerta trasera.
Crowley y Aziraphale estaban en la cocina bebiendo te cuando la vieron entrar. Con el cabello enmarañado y lleno de hojas, el vestido y sus botas manchadas de barro.
Aun así no le importo.
—Tenemos que salir de aquí inmediatamente. —Fue todo lo que dijo. Se acercó a Aziraphale erráticamente, tomándolo por lo brazos haciéndolo levantarse.
—¿Que estas haciendo? ¡Sueltalo! —Grito Crowley enfadado. La joven arrastró al ángel por la puerta, haciendo que el demonio la siguiera en medio de tirones, gritos y empujones
Anathema lo ignoro por completo. Solo intentaba sacarlos a como diera lugar. Apenas lo hicieron Crowley callo al piso después de escuchar un estruendo y sentir un impulso de aire empujandolo lejos.
En un parpadeo, su hogar había desaparecido.
Sus ojos se abrieron, sus pupilas se dilataron y su boca se abrió como una pala mecánica.
Su hogar estaba siendo consumido por el fuego.
Solo vio los pequeños juegos de madera tornándose negros en medio del inminente fuego.
*
¿Que opinan sobre eso? Yo me quedé shock
Perdonen si hay errores, escribo desde el teléfono y, agh es un fastidio.
Bel Gut