TodoDeku week 2019 (BNHA)

By Lyna-s

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Colección de one-shots por la TodoDeku Week 2019, cuyas temáticas son: Día 1 (09/07): Determinación Día 2 (10... More

Día 1
Día 3
Día 5
Día 6
Día 7

Día 2

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By Lyna-s

Aclaración: sucede en el universo canon ;u;

Shouto detestaba enfermarse. Cuando lo hacía, sentía que no quería volver a contraer una gripe por el resto de su vida —podían decirle exagerado, pero era una de las dos cosas que menos le gustaban. Lo otro era su padre—.

Porque la sensación de quedarse envuelto en la ropa del futón, completamente inútil e incapacitado incluso para pensar racionalmente, no solo lo dejaba en un estado de vulnerabilidad inmensamente molesto, sino que también le hacía sentir extrañamente solo.

Incluso si era Fuyumi quien lo cuidaba cuando la gripe lo dejaba en cama, su hermana tenía sus propias cosas que hacer —como ir a la escuela cuando era más joven; e ir a trabajar ahora que se había convertido en adulta—, y no pasó mucho hasta que comenzó a incomodarle el hecho de ser atendido por una persona que ya estaba ocupada cargando con sus propias responsabilidades.

Si su madre lo había cuidado o no cuando era pequeño, Shouto no lo recordaba muy bien. En su memoria solo había pequeños atisbos de una mujer de cabello blanco que le acariciaba la frente afiebrada, pero fácilmente podía estar confundiendo su figura con la de su hermana —y, de todas formas, no era como si hubiese estado del todo consciente durante sus episodios de gripe. Dudaba mucho que sus recuerdos febriles estuviesen apegados a la realidad—.

No deseaba ser una molestia. Quería ser fuerte y valerse por sí mismo; ser un héroe del que los demás dependieran y derrotar a cualquier virus que intentase debilitarlo.

Pero no podría lograrlo si caía a la cama cada vez que le atacaba la gripe. ¿En qué clase de héroe se convertiría si tenía la salud de un pollito?

Fue precisamente esa vulnerabilidad lo que le llevó a aislarse cuando pescaba un resfrío. Su maldito padre le recordaba que era un debilucho cada vez que contraía la gripe, y el estado de completa inutilidad en el que quedaba solo sirvió para acentuar su renuencia a dejar ver ese lado de él.

Cuando estaba enfermo, solo eran Todoroki y su propia debilidad. Sin nadie que irrumpiera en su espacio, aguantándola en silencio para no invisibilizar su firmeza.

Pero ahora era diferente. Incluso cuando estaba temblando bajo las colchas del futón, ardiendo en fiebre y sin estar muy consciente de las cosas que sucedían a su alrededor, Shouto no se sentía aislado en la burbuja que creó para esconder su fragilidad. Sí, sus condiciones actuales lo tenían tan mal que ni siquiera sabía qué día era, pero no sentía la habitual frialdad que le embargaba cada vez que pasaba un resfrío en soledad —todo lo contrario. Se sentía confortado, como si el calor que había perdido en su infancia hubiese aparecido de repente, listo para jamás desaparecer de su vida otra vez—.

Se aferró a esa calidez con tanta fuerza que, en un iluso pensamiento, Shouto comenzó a creer que era la medicina que necesitaba para mejorar. Y tal vez había funcionado, porque el calor febril que lo había azotado un rato atrás no tardó en ser reemplazado por unas amables caricias de una mano desconocida sobre su frente.

Abrió los ojos con dificultad, cerrándolos de inmediato cuando la potente luz de la habitación hizo contacto con sus retinas. Sin embargo, los tuvo abiertos el tiempo suficiente para alcanzar a atisbar la figura de la persona que se encontraba a su lado.

—¿Mamá? —susurró, sintiéndose demasiado débil incluso para proferir una pregunta tan simple como aquella.

—¿Despertaste? —dijo la otra persona. Todoroki volvió a abrir los ojos cuando reconoció su voz, ignorando completamente la molesta luz que parecía pegarle con fuerza a su adolorido cerebro.

Izuku estaba recostado junto a él bajo las colchas, observándolo con una mezcla preocupación y nerviosismo mientras seguía acariciándole la frente.

—¿Midoriya? —murmuró confundido, debiendo mirar a su alrededor para saber en qué punto del espacio-tiempo se encontraba.

Estaban en la habitación habían dispuesto para él cuando se mudaron a los dormitorios de la U.A. Por la luz artificial que los iluminaba y las cortinas cerradas en la ventana podía suponer que era de noche, pero estaba lejos de tener una idea clara de qué hora era.

¿Cuánto había pasado en ese estado deplorable? Lo último que podía recordar era que estaba en la clase de Present Mic, con un dolor de cabeza tan intenso que tuvo que echarse sobre la mesa para que la habitación dejara de darle vueltas.

¿Tanto tiempo había transcurrido?

Shouto comenzó a incorporarse rápidamente, pero se detuvo en seco cuando un mareo le azotó su ya adolorida cabeza. Izuku incluso tuvo que sostenerlo por los hombros para que no cayera hacia atrás.

—No te levantes tan rápido, aún estás débil —dijo, volteándose para alcanzar lo que, Shouto vio de reojo, era una botella de agua—. Bebe un poco. Has sudado mucho, debes estar deshidratado.

No lo pensó dos veces antes de tomar la botella y beber un largo sorbo. El agua fría se sentía como el paraíso en su garganta reseca, y no se sorprendió al ver que la mitad del contenido desapareció solo en ese trago.

—¿Qué hora es?

—Las once y media —respondió Izuku—. ¿Aún te sientes muy mal? ¿Quieres que te lleve con Recovery Girl? Tenemos permiso de salir durante el toque de queda si empeoras...

Shouto lo interrumpió pasando sus brazos alrededor de la cintura de Midoriya, sin siquiera importarle que seguramente apestaba luego de sudar tanto. De hecho, sonrió a medias cuando sintió el pequeño sobresalto que Izuku dio en respuesta a su gesto.

—Estoy mejor —afirmó. Y no estaba mintiendo: él mismo podía sentir que ya casi no quedaban rastros de la fiebre que le azotó momentos atrás, y aunque su estado de ánimo actual podía equipararse con el de un pepino, al menos ya no tenía nublados los sentidos—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Te desmayaste en la clase de Present Mic —pensativo, Izuku puso la palma de su mano sobre la frente de Shouto, retirándola cuando comprobó que su temperatura no era algo por lo que debía preocuparse—. Iida-kun y yo te llevamos a la enfermería cuando nos dimos cuenta. Recovery Girl dijo que empezarías a mejorar una vez te baje la fiebre, pero tenemos que volver de inmediato si comienza a subir.

Todoroki exhaló con fuerza, sintiendo que en esa simple acción botaba gran parte de la frustración que sintió en el pasado.

Si esa misma situación se hubiese dado unos meses atrás, seguramente estaría abochornado por dejar que un rival lo viera en esas condiciones —pegajoso por el sudor, deshidratado, recién recuperándose de la fiebre y seguro de que pronto algo muy desagradable comenzaría a escurrirle por la nariz—. Y aunque no podía evitar sentirse incómodo por el hecho de que sus otros compañeros de clase presenciaron su desmayo, tampoco podía negar que, si se trataba de Midoriya, no le importaba dejar ver su lado más patético.

Pero solo a Midoriya. Porque, aun cuando seguía sin estar dispuesto a dejar que otra persona observara su debilidad, Izuku se transformó en la excepción a esa regla cuando formaron el vínculo tan poderoso e íntimo que ahora los unía.

Además, no lo negaría: se sentía fantástico disfrutar de los cuidados de la persona que amaba —aunque también se sintiera un poco culpable por hacerlo preocupar. Tendría que compensárselo de alguna forma cuando su salud remontara—.

—Entonces... ¿Estuviste cuidando de mi todo este tiempo? —inquirió, atrapando la mirada de Izuku con la suya.

—Bueno, Iida-kun me ayudó a traerte; y el resto de la clase también ha estado pendiente de tu salud —le respondió inquieto, intentando por todos los medios desviar la mirada.

Pero Shouto no le daba tregua, olvidándose momentáneamente de su debilidad física y observando con insistencia al pobre Izuku.

—¿Y tú?

Midoriya tragó en seco.

—No me he movido de aquí desde que las clases terminaron —terminó por confesar.

Todoroki sonrió levemente, dejando caer la cabeza sobre el hombro de Izuku.

—Gracias —masculló. Midoriya comenzó a dejar pequeñas palmaditas en su espalda.

—Si tienes energías para usar tus encantos de chico guapo, también puedes tomarte tu medicina.

Shouto recibió unas pastillas que Izuku dejó caer en su palma, levantando la cabeza para observarlo con curiosidad. Sin embargo, todas sus ganas de molestarle se esfumaron cuando vio el pronunciado sonrojo en sus mejillas.

—Midoriya, estás rojo. ¿No te habré contagiado?

—¡La medicina!

Si alguien le preguntaba, Shouto seguiría afirmando que detestaba enfermarse. Pero también admitiría que, si podía pasar su convalecencia en la intimidad que le ofrecía una pequeña habitación y el calor de la persona que amaba, cualquier gripe podía convertirse en un buen momento.

Este es cortito -u-

Menos mal se me ocurrió revisar el borrador antes de darle publicar, porque wattpad reemplazó todos los guiones largos por cortos ;-; Los cambié uno por uno, pero tengo miedo de que se me haya pasado alguno (siempre se me pasa algo, no importa cuántas veces revise).

Una pequeña anécdota sobre este OS es que se me ocurrió cuando (literal) estaba ardiendo en fiebre XD supongo que siempre se sacan cosas buenas de todas las experiencias fhcbhv.

Perdón si la narración está un poco torpe, pero lo escribí apenas tuve fuerzas para tomar mi celular ;-; no quería que la señorita inspiración se fuera tan rápido como llegó y eso se vio reflejado en el resultado final. Cuando intenté mejorarlo en la edición, ya no tenía arreglo xd pero quise compartirlo de todos modos porque disfruté mucho escribiéndolo.

Y hasta aquí el relato penoso de la autora <3 ¡Nos vemos mañana!

Y cuiden su salud <3

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