Cierro mis ojos muy fuerte
para sentir el peso de la muerte.
Me miro hacia adentro y respiro
me miro hacia adentro y pienso
¿sí en verdad el llanto amargo puede limpiar el alma?
Me miro hacia adentro y entonces me diagnóstico;
"cancer en el alma".
Frente al espejo
me miro seriamente
y me digo,
para entender,
¡eres el héroe de tu propia historia!
Entonces el hombre que me observa en el espejo,
agacha la mirada,
se encoje,
suspira hasta quitarme el alma,
y muy serio me pregunta...¿quién?
Pero no es la melancolía,
no estoy tan triste,
hoy no moriré
en esta neblina que me cubre el corazón.
¿Qué pasa cuando la esperanza no muere al último?
Escucho a la esperanza,
la esperanza no ha muerto
pero camina hueca,
sonambula...
la esperanza no sabe,
el olvido se ha plantado
como hierba y como ajenjo
en mi vida.
Dicen que los días terminan algunas veces,
dicen que hay noches que duran el resto de la vida.
Pero yo voy a los mares de la neblina,
con mi espalda rota,
con mis ojos hinchados,
con mis brazos fríos y mis manos desgastadas.
Voy a la niebla,
a los nopales y a los sapos,
voy a mi destino,
voy llegando tarde,
cómo siempre,
no soy un fantasma,
los hilos en mi interior se rompieron,
¡suelta el último golpe!
qué más da la muerte.