Te equivocaste,
aquí no eran
tus lágrimas,
tu tiempo,
tu perdón,
tu destino.
Te equivocaste
de infierno,
de autopista,
de estadio,
de teatro.
Te equivocaste
de escalera hacia la muerte,
de sudor sin fragua,
de corazón, de taquicardia,
de infarto.
Se equivocaron
las espinas que elegiste
para hacerte fuerte,
te fallo el cálculo y la estadística,
el peso exacto de tu alma enamorada.
Te equivocaste tanto en mí,
que jamás despertarás aquí
una vez más,
con tus heridas profundas,
con tus cigarrillos y con tu lechuga orgánica,
con tus líneas subterráneas.
¡Te volvería a amar!
con tu guadaña y con tus flores muertas,
con tu alma de mandala
o con tus ojos de sangre.
Sin miedo a perderme,
equivocando el camino,
chocando a sangre fría,
rompiendo los tratos del
sentido común,
cayendo, cayendo en ti.
¡Volver a casa!
brillando y apagándonos
en esta vida y en la otra,
fingiendo que no duele,
o por una estúpida venganza,
o para seguir llorando
escribiendo libros
para mandar a la mierda el amor.
Te volvería a amar
corriendo un marathon,
o como un caballo negro
hackeando al rey,
haciendo una fiesta
que lleve tu nombre.
Te volvería a amar
así nada más,
para volver, para enamorarme,
para entender el maldito amor,
para arder,
para comprar sus bestias,
para volver al infierno,
así nada más,
para exonorarte
y exonorarme
el alma.