RAIN [Libro 1]

By EllaDijo

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¿Te gustan los pequeños placeres? ¿Cómo sentir la lluvia contra tu rostro? Si es así, eres afortunado (a). ... More

Nota de la autora.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
River.
Playlist.
Agradecimientos para ustedes.
Anuncio.
Entrevista.
Avance de la segunda parte de RAIN.

Capítulo 31.

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By EllaDijo

Dos días después hablamos con el dúo. Ellos aceptaron seguir ayudándonos, Foss nos aseguró  que trataría de conseguir el mapa lo más pronto posible, tal vez tardaría unos tres días pero definitivamente lo haríamos. 

Era secreto de nosotros cuatro.

Dagan no sospecho nada y Helena dejó de ir a la cabaña, ella me evitaba y lo entendía.

Es lunes por la tarde, mi abuelo Grisel y yo iríamos a dar la vuelta a la plaza central. Eran los últimos días del agradecimiento a Luviana, por lo tanto también era el término de la buena mercancía; más  que nada por el trueque.

Pasábamos de puesto en puesto, estoy empujando la carreta hasta que nos detenemos en un puesto de papayas, las favoritas de Grisel.

Poco después nos retiramos, esta noche habría una gran reunión en la cabaña. Grisel esta vez no quiso ir a la cabaña, jóvenes de su grupo harían otra y por lo tanto iría. Mi abuelo acepto darnos permiso, siempre y cuando respetaremos la hora.

Aceptamos.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

De camino a la cabaña puedo ver que ya tienen su celebración, música suena y jóvenes con bebidas en sus manos bailan.

— Por fin llegas. — grita Dagan por encima de la música.

Tomo su mano y me dirige dentro, River se encuentra recargado en un extremo con un grupo de chicos y chicas. Helena no se encuentra cerca.

River y yo cruzamos miradas, me lanza una sonrisa, así que  se la devuelvo.

— ¡Esta por iniciar la iniciación de los rain! — alborota Foss.

Todos salen para reunirse fuera de la cabaña, unos se cubren con impermeables y paraguas mientras que otros se encuentran sin ninguna protección; tanto mujeres, como hombres, solo que estos últimos, me doy cuenta que no llevan camiseta.

Desvío la mirada.

— ¿Qué es lo que harán? — pregunto a Dagan.

— Van a correr en la lluvia, así sabrán sí son o no son rain.

— ¡Pero pueden morir! — chillo sorprendida.

— No lo harán, los chicos de impermeables correrán por si uno de ellos no lo es — me asegura —. No tendrán que correr mucho, caerán enseguida o gritaran si no lo son.

— ¿Duele? — pregunto.

— Un poco. — Contesta —. Al menos así fue para mí, no tardas en percibir el dolor sobre tu piel.

El que corrieran en la lluvia sin duda era una idea estúpida. Yo era una estúpida.

Podría estirar mi mano y saberlo de inmediato, pero Dagan me aseguró que eso sería aún más doloroso. Yo lo hacía porque quería saber mi realidad, otros simplemente era por pura diversión. Trago el nudo en mi garganta, y lo primero que pienso es que tengo que intentarlo. No habría otra ocasión, bueno si la habría pero, ¿por qué no saberlo ahora?

— Quiero intentarlo, quiero saber si yo soy un rain. — digo con el tono de voz más seguro que nunca había dicho.

— No creo que sea una buena idea, si resulta que no lo eres... — lo interrumpo.

— Sí puedo, si no lo soy solo tendré quemaduras pequeñas y me cubrirán de inmediato.

— Te dolerá demasiado, por favor, Brenna. — me mira con ojos suplicantes.

Entonces sin darnos cuenta River ya se encuentra parado a nuestro lado.

— Déjala intentarlo, yo mismo estaré detrás de ella si algo malo pasa.

— Pero, Brenna...

— No me pasara nada, River es completamente inmune. No dejará que me pase nada.

River asiente, Dagan nos mira soltando un largo suspiro pero al final de mala gana acepta.

Antes de salir hacia la lluvia, Dagan me abraza.

— Corre, corre todo lo que puedas — murmura contra mi cabello.

Es el momento en que puedo saber si soy un rain.

El momento de volver a sentir la lluvia en mi piel.

El momento de volver a vivir.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

Tres.

Dos.

Uno.

Los chicos de alrededor comienzan a contar y con eso cada uno de los jóvenes que se encuentran a mis lados salen disparados como si les encendieran una mecha.
Enseguida veo a un chico caer y soltar gritos estremecedores, al instante corren a cubrirlo.
Uno a uno caen, pero segundos después algunos se levantan y siguen corriendo. Mientras que otros son cargados para curar sus heridas, mi corazón se acelera por la locura que estoy apunto de hacer.

Inhala, exhala.

River se encuentra a mi lado con paraguas e impermeable. Bajamos los peldaños de las escaleras, con mis piernas aún  temblando.

River me coge por el hombro dándome un ligero apretón —: ¿Estás lista?

Exhalo.

— Lo estoy.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

Saco un pie debajo del paraguas y lo siento crujir contra la tierra. La lluvia cae aceleradamente y yo con ella.

Ya estoy corriendo.

Siento el agua caer contra mi rostro y es una sensación extraña pero familiar.

Es increíble.

Pero no dura mucho cuando un ardor me empieza a recorrer por todo el cuerpo. Sigo y sigo corriendo, pero mis rodillas me fallan. Suelto un grito y después otro, hasta que ya me encuentro tirada en la tierra.

La piel me empieza arder y por instinto quiero arrancarla con mis manos. Sin darme cuenta River ya esta cubriéndome.

— ¡Brenna! ¡Háblame!

Me hago bolita en el suelo respirando agitadamente.

— ¡Perdóname, gotita! — dice agitado —. Fue una estúpida idea.

Yo soy la estúpida.

Todo en mi interior se rompe.

No soy un rain.

Nunca lo he sido.

Pero el volver a sentir la lluvia contra mi rostro es una de las sensaciones mas maravillosas y dolorosas que he sentido. River está por llevarme en brazos cuando Dagan lo empuja para cubrirme con otro impermeable.

Me lleva cargando en sus brazos, eso es lo último que sé hasta que mi vista se nubla sumergiéndome en la obscuridad.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

Me encuentro acostada en la cama de Dagan, mi cara arde al igual que mis brazos y manos. Recargo mis codos en la cama y me levanto por los gritos que se escuchan fuera de la habitación.

— ¡Sabes lo idiota que fuiste al exponerla ahí afuera! — es Dagan.

— Ella quería hacerlo, tenía todo el derecho de intentarlo.

— ¡Es mi novia!

Dagan será mi novio, pero él no tiene el derecho a decidir por mí. Yo misma sabré lo que es bueno y lo que no, de eso puedo encargarme yo.

— Eso no te da el derecho de decidir por ella. — asevera River.

Salgo por la puerta y Dagan ya lo tiene sujetado del cuello.

— ¡Basta! — le pido.

Ambos se separan, Dagan me toma de la mano metiéndome de nuevo a la habitación. Antes de que la puerta se cierre, veo a River quedándose ahí con la cabeza bajo como un niño pequeño.

— River no tuvo la culpa, yo fui quien lo decidió. — digo señalando mi pecho — No, él.

— Pudiste haber muerto.

— Pero no lo hice, estoy aquí.

Dagan me acaricia la cara.

— Te quedarán cicatrices.

— No importa, es lo que menos me importa ahora.

Me toma por la cintura y me besa.

Es un beso delicado al principio, lento y cuidadoso; pero al no escuchar que me quejo intensifica el beso. Me lleva hasta la cama poniendo su peso encima de mí. Lo tomo por el cuello tratando de olvidar lo que pasó hace un momento.

Tratando.

Dagan suelta un pequeño gemido en mi boca y por instinto lo quiero acercar más. Empieza a besar mi barbilla, después recorre mi cuello como si fuera el camino en el que quisiera correr siempre. Hasta que suelto un pequeño grito cuando toca un lado de mi cara lastimada.

— ¡Ay! — me quejo — Duele.

— Perdóname, no quise lastimarte.

Acaricio su cabello.

— Se que no querías.

— Será mejor que duermas, le avisaré a Reynald que te quedaras conmigo esta noche.

No contesto y Dagan sale del cuarto dejándome sola.

Las velas se encuentran encendidas, sus llamas bailan por toda la habitación. Me recuesto en la cama viendo la madera del techo, y puedo jurar que aún siento la sensación de la lluvia cuando chocaba contra mi rostro.

Cuando más anhelas algo es más difícil poder tenerlo. He querido cosas que me son imposibles, pero no me arrepiento de haberlo codiciado.

En ninguno de los casos.

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