La lluvia comenzó a caer, todo cruje alrededor; sin embargo, no se filtra el agua. Estamos sentados, aunque el espacio es reducido logramos adaptarnos.
- De todos modos, ¿qué hacías afuera sin impermeable o paraguas? - pregunta con el ceño fruncido.
- Solo buscaba flores - contestó tímidamente.
Sé que me arriesgo por algo que puede parecer tonto en Luviana. Pero, no me cuestiona. Recargo mi barbilla sobre mis rodillas y suelto un suspiro.
- Tranquila, la lluvia se detendrá y podremos irnos.
- ¿Y si no lo hace?
- Pues nos quedaremos aquí, tienes suerte de que supiera de este lugar.
- Yo también lo sabía. De niña tuve que esconderme aquí - corrijo -, en realidad fue por culpa de un niño.
Se ve dirigir mis palabras y me mira con una mirada, ¿sorprendida?
No estoy muy segura.
- Detente, deja de mirarme así, es extraño.
River sale de sus pensamientos y regresa devuelta.
- ¿Qué? ¿Cómo es que te estoy mirando? - sonríe de una forma que me hace querer tocar el hoyuelo en su mejilla. Así que lo único que se me ocurre es cubrir sus ojos con mis manos.
- Brenna, estoy bromeando.
Creo que en el fondo lo sabía, y peor aún, eso me hace querer que no vea mi decepción.
- Te quedaras así hasta que se detenga la lluvia.
- Estás bromeando.
- No, no lo hago.
Y casi cumplo mi promesa, si no me hubiera quedado dormida.
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Huele a tierra mojada y siento mi brazo hormiguear, puesto que los puse bajo mi cabeza. Abro mis ojos y escucho que la lluvia se ha detenido. Sin embargo, River no está y resulta más extraño cuando veo que su impermeable. Me siento sobre mis rodillas y tengo la necesidad de salir, dormí dentro del tronco por lo que todos mis músculos están encogidos y adoloridos.
En situaciones como esta solo a ti se te ocurre dormir.
Tonta.
Me pongo el impermeable y salgo del tronco.
No pude haber dormido mucho, además no creo que haya sido capaz de dejarme.
Mi corazón comienza acelerarse.
Tal vez lo hizo.
¿Dónde pudo haber ido sin despertarme?
Camino deprisa y me detengo en seco, al igual que mi respiración. El cielo truena y es cuando mi corazón también lo hace. Corro lo más rápido que puedo hacia el cuerpo de River tendido en la hierba.
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Si pudiera describir con palabras el dolor no estoy segura como lo haría. La angustia me hace anhelar de lo que sucede en este momento no sea real. Llego a River y me inclino hacia él tomándolo por los hombros, mis lagrimas empañan mi visión y a duras penas puedo hablar.
- ¡River, por favor! - suplico - ¡River abre los ojos!
¿Qué le diría a Dagan? ¿A Bunker y a Foss?
Ellos me odiarían.
River abre sus ojos y en este momento no puedo explicar lo que siento, sin duda alguna no es dolor. Cojo su rostro entre mis manos, no lo hago delicadamente, es más bien con alivio y desesperación.
Mis lagrimas se detienen y veo con mayor claridad de que no tiene quemadura alguna.
Está bien y está mojado.
Las gotas caen de su rostro y lo deduzco: River es un Rain. Y nunca me lo dijo.
Sus ojos color cielo me miran con dolor, estoy segura que es pena. Está por tomarme del rostro pero me alejo antes de que lo haga.
- ¡Idiota! ¡Eres un grandísimo idiota! - grito dándole golpes en su pecho.
- Debí decírtelo, pero no podía.
- ¿Te resultaba tan difícil?
No habla simplemente se sienta y toma mis manos que se encuentran aún sobre su pecho.
- Discúlpame, en serio discúlpame.
La lluvia vuelve a caer de forma sutil, las gotas caen de las ramas de los árboles y yo vuelvo a llorar. Le arrebato mis manos y enseguida las meto dentro de los bolsillos del impermeable, no tanto por herirme, porque traigo guantes, sino más bien para no tocarlo.
Bajo la mirado asimilando los últimos minutos o desde que los chicos entraron en mi vida.
Mi cuerpo se tensa al sentir la mano de River acariciar mi mejilla hasta situarse sobre mi oreja pero la retira dejando algo en ella. Dirijo mi mano donde aún siento su tacto y tomo sobre mis manos lo que dejó.
Es una flor. Una pequeña flor blanca.
No es dolor lo que siento, es otra cosa.
¿Cómo puedo darme cuenta de lo que es y lo que no es?
Simplemente viéndolo a él.
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- ¿Qué hacías tirado en la hierba?
No contesta, así que intento de nuevo.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
Estamos sentados en la sala de la cabaña ambos con toallas a nuestro alrededor. Ya estamos cambiados, yo traigo puesto uno de sus pantalones para dormir y una sudadera azul marino que huele a jabón de lavanda y herbales. Ninguno de los chicos está.
Solo él y yo.
Pero River sigue sin hablar.
- River di algo, no puedes permanecer callado.
Suelta un suspiro, coge una toalla y con ella comienza a secar su cabello.
¿No quiere hablar? bien, no tiene caso seguir aquí a solas con él.
Dejo la toalla a un lado pero enseguida River me cubre con otra.
- Déjame, ya debo irme.
Quiero quitarla de mi cabeza pero él me lo impide.
- Prométeme que si te digo no te enojaras.
- ¿Por qué debería enojarme?
- No conmigo, aunque en parte sí.
Poco a poco deslizo la toalla y veo su rostro frente al mío. Su pelo está despeinado en diferentes direcciones viéndose como un niño recién bañado por su madre.
- Dime.
Se sienta frente a mí.
- Cuando te conté sobre mi familia y el como los vi morir, desde aquel día me di cuenta que yo no era como ellos - baja su mirada -. Poco después de lo que sucedió conocí a Dagan, su familia. Ahora mi familia, ellos me ayudaron y me presentaron a Bunker; gracias a él supe lo que en realidad era. Un Rain.
River busca una reacción en mí, pero lo único que logro mostrar es que aun respiro , piezas comienzan a encajar; una de ellas es Bunker el ser tan cercano. River vuelve a hablar al ver que yo no digo ni una sola palabra.
- La razón por la que no te lo dije fue porque Dagan me lo pidió.
Detengo mi respiración.
- ¿Da- Dagan? ¿Por qué Dagan te pediría eso?
- Porque... - duda -. Él también es uno de nosotros.
- ¿Qué es lo que dices?
Dagan es mi amigo, me atrevo a decir que mi mejor amigo. Y el que no me lo haya contado, de cierta forma me lastima, creí que confiaba lo suficiente en mí.
Ahora veo que no.
- En realidad sólo puede estar un momento bajo la lluvia, no es un rain por completo.
- ¿Cómo es posible? - farfullo.
- No lo sabemos. Quizás solo algunos son permanentes y otros la soportan, pero no del todo. Digamos que usan como un impermeable o una sombrilla, pueden estar un momento pero a la larga los lastima. Los quema.
Guardamos silencio por un momento hasta que lo rompo.
- No lo entiendo, ¿por qué Dagan no me lo diría? Somos amigos - mi voz tiembla.
- Tiene sus razones, a perdido casi su vida entera y no es capaz de perder algo más.
- ¿Perder? ¿De qué hablas?
River solo niega con la cabeza excusándose de eso, tal vez el no sea el más indicado para decírmelo y lo sabe.
- Entonces... ¿Qué hacías tirado como si estuvieras muerto?
Suelta una sonrisa de lado.
- Mis piernas se estaban durmiendo y al ver que tú lo estabas, no quise moverte. Solo quería tumbarme en la hierba. Supongo que después me venció el sueño.
Quería enojarme con ambos porque ninguno había sido del todo sinceros conmigo, pero Dagan era mi mejor amigo, mi único amigo en realidad.
Y River...
Al verlo ahí tirado con los ojos cerrados y después tenerlo frente de mí con su cabello húmedo y desordenado solo quiero seguir teniéndolo aquí.
Cojo una toalla poniéndome de rodillas, me inclino hacia él y empiezo a secar su cabello.
- ¡Oye! - dice entre risas.
- Cállate, es lo mínimo que debes dejarme hacer.
- Déjame hacerlo a mí. - me arrebata la toalla y empieza a despeinarme.
No es como si mi cabello estuviera mojado, ni mucho menos. Solo esta húmedo por el impermeable, pero no digo nada. Y así entre cabellos húmedos, toallas mojadas y risas está aquí.
Lo tengo conmigo.
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El ver una persona dormir es una de las cosas más humanas. El imaginar que te vieran dormir, sin duda sería extraño, pero si tú lo haces no se ve tan inoportuno mientras la otra persona no te descubra.
Ver a River dormir justo ahora, hace que una sensación de paz me inunde por completo.
Después de haber preparado unos emparedados, comimos y yo me ofrecí a lavar los platos. No es como si yo hubiera hecho mucho a la hora de preparar. Al regresar me encontré con River dormido en el sillón, por supuesto, estaba agotado por lo que había transcurrido durante el día. No supe si debía irme o quedarme; así que sin darme cuenta me quede plantada de rodillas en la cabecera del sillón observando a River dormir.
Contemplo como duerme boca abajo sobre sus brazos, sus largas pestañas acariciando sus mejillas y escucho su respiración como una melodía que me pide quedarme hasta que me atrape viéndolo.
Pero eso sería raro, muy raro.
¡Basta!
Estoy por levantarme, pero River se gira con dirección hacia mí como si quisiera que lo siguiera admirando.
Y lo hago, me quedo pasmada viéndolo otra vez.