Después de clases, Dagan y yo decidimos ir a despejarnos al bosque. Grisel no se enojó, solo nos miro a ambos y sonrío como si hubiera descubierto algo.
—Lo mío no es tanto el salir a caminar.
—¿Qué tal correr?
—Eso es mucho mejor.
—Me di cuenta de eso hace mucho, créeme.
Dagan acaricia su estómago.
—Tengo hambre, ojalá River haya preparado la comida.
—No hables de comida en este momento. — pido.
Vamos aún caminando cuando mi tripa comienza a rugir, inmediatamente cubro mi estomago con mis manos.
—Acaso fue... — lo interrumpo
—¿Qué? — Digo sorpresiva —.Yo no escuche nada.
Mi estómago vuelve a rugir y creo que la vergüenza no puede ser peor. Dagan se detiene cogiéndome por los hombros, hasta que se pone de rodillas pegando su oído a mi estómago.
—¡Oye! ¡Quítate! — lo empujo.
—Pensé que se trataba de un animal moribundo, pero solo eres tú.
—¡Tú comenzaste hablar de comida!
—Vamos, alimentaré a tu bestia interna — suelto un golpe en su brazo y este lo hace reír.
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De lo rápido que anduvimos a través del bosque, ya nos encontramos en el camino hacia la cabaña.
Pero Dagan se detiene en seco.
—¿Qué ocurre? — levanto ambas cejas.
—¡Maldita sea River!
Guardo silencio y observo a lo que se refiere, River hizo otra reunión en la cabaña.
—Descuida puedo ir a casa y comer algo.
—No, dije que te daria algo de comer y lo haré — asegura —. Pero me molesta que River ni siquiera me haya avisado cuando yo...
No termina la frase.
No entiendo porqué esta molesto cuando las fiestas son muy frecuentes en su casa.
¿O simplemente es otra razón?
Tomo su mano y lo jalo.
—Andando, la bestia no podrá alimentarse por sí sola.
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Nos adentramos en la cabaña y hay más gente que la última vez, hoy no hay un música acústica; en su lugar hay una radio que envía vibraciones dentro de la cabaña, música se expande y llena todo el espacio.
Al menos así no se escucha mi tripa rugiendo.
—¡Ay! — grito cuando recibo un golpe en mis costillas.
Dagan me pone delante de él y me cubre con su cuerpo de los empujones de alrededor, sonrío para mis adentros por la acción protectora que tiene.
¿Es así cuando un chico te protege?
Subimos las escaleras con dirección a su habitación y al entrar vemos a un par de chicos en su cama.
—Fuera de aquí — ordena.
Ambos se sobresaltan por el grito de Dagan. La chica pasa a mi lado acomodándose su blusa.
Embarazoso.
—Ahora sí, River va escuchar toda mi mierda.
—Relájate, ya te vengaras de alguna forma — digo divertida.
—Iré por algo de comida, si es que la hay. — dice antes de cerrar la puerta tras él.
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Nos encontramos tendidos en el piso comiendo, le doy una última mordida al sandwich de pollo.
Sacudo las migajas de mi suéter negro.
—Estuvo muy bueno, gracias — bebo del agua de yuca hasta terminarla.
—No fue nada — sonríe.
—Creo que ahora si debería irme.
—¿Tan pronto? — levanta sus cejas —. Deberías quedarte un rato, ya estás aquí.
—No lo sé, tal vez tú te quieras divertirte pero no puedas por mi culpa.
—Nos divertiremos juntos ¿verdad?
Volteo hacia la ventana y me quedo por un momento pérdida, pero después de todo vuelvo a encontrarme.
—Verdad.
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Ya estando en el piso abajo, rápidamente me encuentro embriagada por la música. Dagan permanece a mi lado saludando a unos cuantos chicos que para mí resultan desconocidos.
Al final, decido sentarme en un pequeño tronco que está colocado en una esquina de la sala, esto cuando convencí a Dagan de que se fuera a divertir.
Ahora yo estoy aquí, agitando mi rodilla. Viéndolo bailar con una chica de pelo negro hasta la cintura que no le quita las manos de encima.
Qué buena forma de divertirnos, ¿no?
El calor comienza acumularse en el cuarto, y decido no salirme, sino más bien subir al tejado de la habitación de Dagan esperando que no se moleste.
No lo hará.
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Me encuentro aquí, contemplando el cielo y el largo de los árboles. La mayoría de las noches son oscuras; el cielo no cambia, es como si no tuviera estado de ánimo.
Debí haberme ido, no soy buena lidiando con las cosas que veo o peor, con las que siento.
Suelto un suspiro.
La verdad, últimamente no sé que pienso, ni mucho menos siento.
Doy media vuelta al escuchar que la puerta se abre. Me sobresaltó cuando veo a River colgando del cuello de Dagan y rápidamente me apresuro a ayudarlo.
—¿Qué ocurrió?
—Cerveza, eso es lo que ocurrió.
—¿Y Helena?
—La fui a recostar al cuarto de él, por ahora es mejor mantenerlos separados — lo recuesta sobre la cama.
—Yo lo acomodo, deberías terminar con lo de abajo.
Dagan se rasca la nuca asintiendo.
—Pon seguro a la puerta, tocaré dos veces si soy yo.
Al salir coloco el seguro, es más como precaución por tanto chico ebrio que debe haber. Me gustaría haberlo acompañado, pero sería más un estorbo que una ayuda. Giro y veo el cuerpo tendido que hay en la cama, enseguida me acerco y comienzo a desatar sus botas.
—¿Por qué tantos nudos? — aprieto los dientes.
Cuando logro sacarlas, me fijo que su sudadera está llena de ¿vomito?
Sacudo la cabeza y decido también quitársela.
—No la quites — dice River arrastrando las palabras.
—Esta toda sucia, debo hacerlo.
Me sujeta las manos torpemente, pero no tardo mucho en soltarme. Cuando sujeto la sudadera por debajo, enseguida sé la razón por la que no quería que se la quitara.
No trae nada debajo.
Mis mejillas se calientan.
River ríe —:Te lo advertí gotita.
Sin poder evitarlo mis ojos recorren desde su pecho hasta sus hombros. No es del tipo fuerte pero si del bastante atractivo.
Aparto la mirada y opto por taparlo con la colcha blanca.
—Gotita. — Susurra —. ¿Por qué no me recuerdas? Con este rostro es difícil que me olviden.
—¿Eh?
—Me lastimas, yo te reconocí y t-tú... — aprieta los ojos.
—Ya basta, tienes que dormir.
Estoy por acomodar la colcha a su alrededor, pero River es rápido y me toma por los brazos jalándome hacia él, provocando que le caiga encima.
River me mira profundamente con sus ojos azules, su aliento a alcohol me golpea pero no me quito.
—Brenna, ese es tu nombre.
—Y tú eres River, ahora suéltame — digo intentando no sonar nerviosa aunque mi corazón comienza acelerarse.
—Así de cerca — farfulla.
River se queda dormido aún con mis manos sujetadas. Me quedo mirando su barbilla y en general todo su rostro, algo en mí me dice que debería tocarlo; delinear cada pequeño rasgo, pero estaría loca si lo hago.
Poco a poco me suelto de su agarre y me quedo viéndolo desconcertada.
¿A qué se refería?
Acomodo el cabello que cae a su frente y mi corazón da golpe tras golpe. Cuando salgo de mis pensamientos me doy cuenta que después todo solo eran los golpes en la puerta, era eso, o una advertencia de nombre River.