Annie y la Orden del Fénix

Por -luxtomlinson

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Con el inminente regreso de Voldemort, Annie intenta tomar un mejor papel y prepararse todo lo posible para a... Más

C A S T
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Fifty One
ESPECIAL: 1 año de Annie

Seventeen

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Por -luxtomlinson


HOGWARTS


Estaban los cuatro sentados en la mesa de Gryffindor mientras esperaban a los primeros años para la selección.

Annie estaba algo preocupada, pues Hagrid no se veía por ningún lado.

—¿Quién es esa? —la voz de Hermione atrajo la atención de Annie.

La castaña la observó extrañada, hasta que la bruja volteó un poco el rostro, soprendiendo a Annie.

—¡Es Umbridge! —exclamaron Annie y Harry.

—¡Estaba en la vista! ¡Trabaja para Fudge!

—Bonita chaqueta —comentó Ron con una sonrisa irónica.

—¡Trabaja para Fudge! —repitió Hermione frunciendo el entrecejo—. Entonces ¿qué demonios hace aquí?

—No lo sé...

Hermione volvió a recorrer la mesa de los profesores con los ojos entornados.

—No —murmuró—, no, seguro que no...

Annie compartió una mirada con Hermione. Ella sabía que probablemente el ministerio quiere hacerse con el control de Hogwarts, mandando al horrible sapo que se iba a hacer pasar por un profesor.

Annie ni siquiera la había tratado directamente, pero sólo con recordar lo que había dicho en la audiencia y su horrible cara, sabía que aquel iba a ser un año difícil.

Cuando los primeros años habían llegado al Gran Comedor, el sombrero seleccionador empezó con su canción, que Annie encontró algo de advertencia en ellas.

El Sombrero Seleccionador solía limitarse a describir las diferentes
cualidades que buscaba cada una de las casas de Hogwarts y su forma de seleccionar a los alumnos, no dar consejos al colegio.

—El sombrero está tratado de decirnos algo —dijo Hermione con ansiedad

—Sí, ya lo creo —afirmó Nick Casi Decapitado dándoselas de entendido e inclinándose hacia ella a través de Neville (quien hizo una mueca, pues era muy desagradable tener a un fantasma atravesando tu cuerpo)—. El sombrero se cree obligado a prevenir al colegio siempre que...

Pero la profesora McGonagall, que esperaba para empezar a leer la lista de alumnos de primer año, miraba a los ruidosos muchachos con aquellos ojos que abrasaban. Nick Casi Decapitado se llevó un transparente dedo a los labios y se sentó remilgadamente tieso, y los murmullos cesaron de inmediato. La profesora McGonagall, tras recorrer por última vez las cuatro mesas con el entrecejo fruncido, bajó la vista hacia el largo trozo de pergamino que tenía entre las manos y pronunció el primer nombre:

—Abercrombie, Euan.

—¡Gryffindor!

Annie aplaudió junto a los demás de su casa mientras el niño caminaba temblorosamente hasta la mesa.

Poco a poco, la larga fila de alumnos de primero fue disminuyendo. En las pausas que había entre la lectura de los nombres y la decisión del Sombrero Seleccionador, Annie oía cómo a Ron le sonaban las tripas. Finalmente seleccionaron a «Zeller, Rose» para Hufflepuff, y la profesora McGonagall recogió el sombrero y el taburete y se los llevó mientras el profesor Dumbledore se ponía en pie.

En conclusión, aquel "discurso de bienvenida" había sido un asco. Umbridge interrumpiendo a Dumbledore, lo que Annie consideró una falta de respeto. No prestó mucha atención al discurso del sapito rosa, pero según Hermione, eso confirmaba las sospechas de ambas, y lo único que podrían hacer, sería estar preparados para lo que viniera y enfrentarlo juntos.

(...)

Como Ron y Hermione debían guiar a los niños de primero a la sala común, Harry y Annie se fueron aparte mientras conversaban.

—Interesante discurso del sapito, ¿no? —dijo Annie.

Harry la miró divertido.— ¿Sapito?

—¡Sólo vele la cara! No me digas que no se parece a un sapo. Hasta creo que Trevor es más bonito que ella.

Harry rió.

—Eres increíble.

—Lo sé. Dime algo que no sepa —bromeó.

—Cuanta modestia —respondió sarcástico.

Annie le guiñó un ojo. Llegaron al tapiz de la Dama Gorda, y Annie se golpeó mentalmente al no saber la contraseña.

—Si no me dicen la contraseña, no entras —dijo con altanería.

—¡Yo la sé, chicos! —exclamó alguien que llegaba jadeando; Annie se dio la vuelta y vio que Neville corría hacia ellos—. ¿Saben qué es? Por una vez no se me va a olvidar... —afirmó agitando el raquítico cactus que le había enseñado en el tren—. ¡Mimbulus mimbletonia!

—Correcto —dijo la Señora Gorda, y su retrato se abrió hacia ellos, como si fuera una puerta, por el que pasaron los tres.

Annie sonrió al observar la familiar sala roja donde ha pasado muchísimo tiempo.

—Hasta mañana —dijo Annie sonriéndole.

Harry la tomó de la cintura, acercándola.

—Duerme conmigo —susurró haciendo un puchero.

—Quiero ordenar mis cosas y agarrar la cama cerca de la ventana antes de que llegue Hermione —respondió abrazándolo por el cuello.

Harry gruñó.

—De acuerdo —se resignó. Se acercó a ella y la besó pausadamente.

—Te veré mañana entonces —murmuró él.

—Hasta mañana, te quiero —respondió Annie besándolo una última vez. Se separaron y Annie finalmente subió hasta el dormitorio.

(...)

Annie no sabía el porqué había despertado tan feliz la mañana siguiente. Se levantó con una sonrisa, se duchó y gracias a un hechizo se secó el pelo sin que terminara esponjado.

Hermione la miró con una sonrisa extrañada.

—¿Porqué estás tan de buen humor?

Annie se encogió de hombros mientras se colocaba frente al espejo y procedía a hacerse un peinado.

—Wow, ¿qué hizo Harry ayer para tenerte tan feliz y que hasta te peines? —bromeó Hermione.

Annie rodó los ojos divertida.

—Nada. Sólo me levanté de buen humor —respondió— ¿Suelto o recogido?

—Recogido.

Annie se hizo una cola alta y con un mechón de cabello rodeó la liga para que no fuese visible, asegurando el mechón con un pequeño broche.

Tomó los collares que Harry le había regalado mientras tarareaba "Paradise City" de Gun's and Roses y se los colocaba.

Añadió también su pulsera y rizó sus pestañas. A lo último se roció un poco de perfume.

Hermione se acercó a ella y colocó una mano en su frente.

—¿Tienes fiebre?

—Estoy bien. ¿No puedo estar feliz?

—Esta felicidad es muy extraña —comentó Hermione— Vamos, los chicos deben estar abajo.

Tomaron sus mochilas y bajaron directo a la sala común. Los encontraron frente al tablón de anuncios.

—¿Qué sucede? —preguntó Hermione.

—¡Hola! —exclamó Annie abrazando a Ron.

—Annie.. ¿qué..? —dijo sorprendido.

La chica se separó de él para abrazar seguidamente a Harry.

—Hola —saludó con una sonrisa.

—Estás de muy buen humor —comentó Harry extrañado pero sonriendo— Te ves muy linda.

—¡Oh, no! —exclamó Hermione atrayendo la atención de Annie. Estaba mirando el tablón de anuncios.

¡GALONES DE GALEONES!

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Si te interesa un empleo sencillo,
a tiempo parcial y prácticamente indoloro, ponte en contacto con Fred y George Weasley,
sala común de Gryffindor.
(Lamentamos decir que los aspirantes tendrán que asumir los riesgos del empleo.)

—Se han pasado —comentó Hermione con gravedad, y descolgó el letrero que Fred y George habían clavado encima de un póster que anunciaba la fecha de la primera excursión a Hogsmeade, que sería en octubre—. Vamos a tener que hablar con ellos, Ron.

Ron se mostró muy alarmado.

—¿Por qué?

—¡Porque somos prefectos! —exclamó Hermione mientras trepaban por el agujero del retrato—. ¡Es tarea nuestra impedir este tipo de cosas!

—Me alegra no ser prefecta entonces —le susurró Annie a Harry. Éste asintió de acuerdo.

Ellos dos se adelantaron al Gran Comedor mientras Ron y Hermione discutían acerca del asunto a tratar con los gemelos. Entraron y Annie observó que Hagrid no estaba en su lugar habitual, preocupándola más.

Se sentaron y cuando comenzaban a servirse, Angelina Johnson se acercó a Harry.

—¡Hola Angelina! —saludó Annie.

—¡Hola! —contestó ella con brío—. ¿Qué tal las vacaciones? —Y sin esperar respuesta, añadió—: Me han nombrado capitana del equipo de quidditch de Gryffindor.

—¡Qué bien! —dijo Harry sonriéndole.

—Sí, bueno... Necesitamos un nuevo guardián ahora que Oliver se ha marchado. Las pruebas serán el viernes a las cinco y quiero que venga todo el equipo. Tenemos que ver quién encaja mejor en esa posición.

—De acuerdo —contestó Harry.
Angelina le sonrió y se fue.

—Ya no me acordaba de que Wood se marchó —comentó Hermione que venía llegando, mientras se sentaba junto a Ron y se acercaba un plato de tostadas—. Supongo que el equipo lo notará, ¿no?

—Supongo —contestó Harry, y se sentó en el banco de enfrente—. Era un buen guardián...

—De todos modos, no irá mal un poco de sangre nueva, ¿verdad? —observó Ron.

Después de que las lechuzas entraran con el estruendo habitual a dejar el correo, la profesora McGonagall pasó dando los horarios.

—¡Miren lo que tenemos hoy! —gruñó Ron—. Historia de la Magia, clase doble de Pociones, Adivinación y otra sesión doble de Defensa Contra las Artes Oscuras... ¡Binns, Snape, Trelawney y Umbridge en un solo día! Espero que Fred y George se den prisa y se pongan a fabricar ese Surtido Saltaclases...

—¿He oído bien? —dijo Fred, que llegaba en ese instante con George. Los gemelos se sentaron junto a Harry y Annie—. ¡No es posible que los prefectos de Hogwarts intenten saltarse clases!

—¡Miren lo que tenemos hoy! —repitió Ron de mal humor, y le puso el horario bajo la nariz a Fred—. Es el peor lunes que he visto en mi vida.

—Tienes razón, hermanito —le dijo Fred leyendo la lista—. Si quieres puedo darte un turrón sangranarices; te lo dejo barato.

—¿Por qué barato? —preguntó Ron con recelo.

—Porque sangrarás hasta quedarte seco. Todavía no hemos conseguido el antídoto —respondió George mientras se servía un arenque ahumado.

—Gracias —repuso Ron de mal humor, y se guardó el horario en el bolsillo—, pero creo que iré a las clases.

—Por cierto, hablando de su Surtido Saltaclases —dijo Hermione mirando a Fred y a George con sus redondos y brillantes ojos—, no pueden poner anuncios en el tablón de Gryffindor para contratar cobayos.

—¡¿Ah, no?! —exclamó George con sorpresa—. ¿Quién ha dicho eso?

—Lo digo yo —contestó Hermione—. Y Ron.

—A mí no me metas —se apresuró a apuntar éste.

Annie intercambió una mirada divertida con Harry.

La chica le lanzó una mirada fulminante y los gemelos rieron por lo bajo.

—No tardarás en cambiar de actitud, Hermione —vaticinó Fred mientras untaba un buñuelo con mantequilla—. Vas a empezar quinto, y dentro de poco vendrás a suplicar que te vendamos un Surtido Saltaclases.

—¿Y qué tiene que ver que empiece quinto con que quiera comprar un Surtido Saltaclases? —preguntó Hermione.

—Quinto es el año de los TIMOS —le recordó George.

—¿Y?

—Que llegarán los exámenes, ¿no? Van a tener que hincar los codos hasta que se les queden en carne viva —dijo Fred con satisfacción.

—No me lo recuerden —gimió Annie.

—Lo siento Annita —dijo Fred palmándole la cabeza.

—Sí, claro... —intervino Ron—. ¿Qué sacaron, tres TIMOS cada uno?

—Sí —afirmó Fred con indiferencia—. Pero nosotros creemos que nuestro futuro está fuera del mundo de los logros académicos.

—Nos planteamos muy seriamente si íbamos a volver a Hogwarts este año para hacer séptimo —comentó George alegremente— ahora que tenemos...

Se interrumpió al captar la mirada de advertencia de Harry y Annie comprendió el porqué.

—...ahora que tenemos nuestros TIMOS —se apresuró a añadir George—. No sé, ¿de verdad necesitamos los ÉXTASIS? Pero creímos que mamá no soportaría que abandonáramos los estudios tan pronto, sobre todo después de que Percy resultara ser el mayor imbécil del mundo.

—Pero no vamos a malgastar nuestro último año aquí —prosiguió Fred echando un afectuoso vistazo al Gran Comedor—. Vamos a utilizarlo para hacer un poco de estudio de mercado. Nos interesa saber con exactitud qué le exige el alumno medio de Hogwarts a una tienda de artículos de broma para luego evaluar meticulosamente los resultados de nuestra investigación y crear productos que satisfagan la demanda.

—Pero ¿de dónde piensan sacar el oro necesario para montar una tienda de artículos de broma? —inquirió Hermione con escepticismo—. Necesitarán muchos ingredientes y materiales, y también permisos, supongo...

Annie y Harry no miraron a los demás, pues la castaña era muy fácil de leer en ocasiones. Vio que el pelinegro estaba ruborizándose por lo que pensando rápido, sólo atinó a darle un largo beso en la mejilla.

—Vamos, George, si llegamos pronto quizá podamos vender unas cuantas orejas extensibles antes de que empiece la clase de Herbología.

—¿Qué habrá querido decir con eso? —dijo Hermione mirando primero a Harry, luego a Ron y por último a Annie—. «No nos hagas preguntas...» ¿Significa que ya tienen dinero para montar la tienda?

—Mira, yo ya lo había pensado —repuso Ron frunciendo el entrecejo—. Este verano me compraron una túnica de gala nueva y no sé de dónde sacaron los galeones...

—Será mejor que vayamos yendo al salón —inventó Annie tomando a Harry de la mano.

Ron y Hermione se dieron una mirada pero no objetaron y los siguieron.

Maratón 3|?

24 DE DICIEMBREE WUU

¿Qué pidieron de navidad?

Yo a Harry (:

¡Que pasen una hermosa víspera de navidad!

¡Nos leemos!

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