La mañana por fin llegó.
El hogar de Mike y Trollino como todos los días se inundó de el olor a café recién hecho. Mike.exe aún dormia plácidamente, esa era la primera vez que dormía cómodamente en lo largo de su vida.
—¿Qué tal la noche?— Pregunto el rubio tomando su malteada de chocolate junto a un pan dulce que había comprado.
—Normal.— Contestó con seriedad.
La realidad era muy diferente, no pudo dormir realmente; las noches eran muy largas pensándolo con claridad.
Tomó un sorbo de su café escondiendo el cansancio que tenia, Mike asintió terminando su desayuno, creyó en las palabras de su mejor amigo.
La noche pudo ser la ideal para dormir como queria sin embargo la presencia del exe lo tenia intranquilo, sentía que todo se trataba de un simple engaño.
Pero verlo ahí durmiendo como si nada, como si fuera alguien normal, lo hacía obligarse a pensar que realmente aquel exe decía la verdad. No sabia que pensar al respecto.
Entonces recordó su noche.
En algún momento su cadera se vio rodeada por un brazo, sabía muy bien de quien era. Miro al rubio, sus labios entre abiertos y su cabellera cubriéndo parte de su palido rostro; necesitaba creerle con urgencia.
—Trolli.— Susurro el ojirubi entre sueños, el azabache no se inmutó en moverse. —Ayuda...
Volvió a la realidad.
—Trolli.— Hablo Mike en voz alta, tanto el rubio como un peliazul de ojos negros le miraron confundidos tras que el ojiazul les mirara. Se había perdido en su mente.
—Pensé que ya te habíamos perdido.— Bromeó el más alto de los tres haciendo reír al rubio.
—Lo siento... Hoy el café me quedo delicioso.— Mintió, aunque no del todo.
—Ah, que extrovertido eres.— Hablo Timba tomando un poco de la malteada de chocolate que sobraba. —¿Ya nos vamos o que?
—Primero debemos hablarte de algo.— Infirio Mike con mayor seriedad.
—¿Qué? Por que esas caras ¿Hay un exe en esta casa o que?— Bromeó el de gafas de sol.
—Si.— Contestó el pelinegro sorprendiendo al mayor.
—Oh... espera ¿Qué?— Pregunto, los contarios sólo se miraron entre si.
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