Rebeca
Llegamos mi papá y yo a casa, mamá estaba preparando algo que definitivamente nadie iba a probar. No es por ser grosera, pero mi madre no es muy buena cocinera, por eso siempre encargamos comida rápida. Oh, y sobre que mi padre esté aquí en la misma casa que mamá y yo es parte de mudarnos a Houston, como lo dije antes, no se han divorciado totalmente, así que supongo que papá aún tiene algo de derecho sobre estar cerca de mí, después de todo eso es lo que él me ha dicho que quiere. Tener la comunicación que nunca tuvimos. Aunque en realidad, no hablamos de muchas cosas más que de la escuela, mi papá es un papá inexperto, pero no lo culpo, ningún padre en el mundo tuvo maestría para eso. Tampoco sabe muy bien cómo hacer que mamá vuelva a ser la misma con él, incluso duermen en habitaciones diferentes... justo ahora mi familia es algo...complicada.
—La comida está lista—llegó con una enorme sonrisa mi madre. Miré a mi padre disimuladamente, y a pesar del poco tiempo que hemos convivido, él me entendió. No creo que papá se hubiera casado con mamá hace años por su comida.
— ¿Queeeeé? —Traté de no reír por la "sorpresa" que papá incluyó en su dialogo— Oh, ya he pedido Pizza—Agregó, aunque yo sabía que mentía. En ningún momento habíamos pedido pizza, pero es por el bien de todos si no queremos morir intoxicados.
Mi mamá lo miro sonriente y se encogió de hombros algo decepcionada. Pero no lastimada.
—No importa, otro día será—respondió y se fue a la cocina tarareando una canción indefinida. Yo de mi lado caminé a la sala y dejé mi mochila en un sillón— ¿¡Cómo te fue en la escuela, Becky?! — Preguntó desde ahí dentro.
Suspiré suavemente, no había nada mejor que estar en casa. Mirando otros lados de la casa traté de pensar en algo que decirle a mamá. Al final opté por decir lo que todos.
—Pues....bien. —Escuchar su "Excelente" me hizo dar el siguiente paso, pero no sin antes asomar un poco la cabeza hacia el pasillo que conducía hacia donde papá se había ido, tal vez hacia su oficina. Como lo dije antes, él es un hombre de trabajo. Pero ya con papá lejos, era bueno decir lo siguiente— Vendrá un chico a casa para...
— ¿¡Un chico?! —Gritó y se escuchó como los trastes caían al suelo. Iba a correr hacia la cocina, pero mi padre se adelantó corriendo a ayudar, mi mamá salió con una sonrisa de oreja a oreja y le tendió un traste para que se lo cuidara como si nada hubiera ocurrido. Se acercó a mí y me abrazó— Mi niña tiene novio...
— ¿Qué?, ¡no!... —Me separe de ella, no compartiendo la emoción que a mi madre le escurría como miel. — Apenas llevo un día. —Jadeé incrédula, yo ni siquiera era ese tipo de chicas.
De quien le iba a contar a mi madre era Dylan, y tan solo imaginar que él y yo seriamos algo como lo dice mamá hizo que el calor se subiera a mi cara. Yo sabía que no era verdad, con eso me tenía que bastar.
— ¡Por supuesto que no! — se apresuró mi padre, pero lo dijo como si fuera la cosa más horrible del mundo, ¿le preocupa que yo tenga novio?, ¿entonces donde estuvo todos estos años? De todos modos no serviría de nada, nunca he tenido novio más que en el jardín de niños. Si, de esos que solo se están paseando por ahí y ni cuenta te das de su existencia, sin embargo recuerdas el matrimonio.
— Oh vamos, Robert, ¿Qué tiene de malo que Becky tenga novio?
— Que ella es mi hija. Además, el chico del que habla no es nada adecuado para ella.
Subí las escaleras ya cansada de esto, todo el día ha estado molestándome. No quería discutir con papá sobre chicos o cosas con respecto al amor, no era el momento adecuado y no le tenía la confianza suficiente.
—Dylan no es nada mío, Dios, papá muy apenas lo conozco. —Después me fui corriendo. Literal queriendo huir de todo.
Entré a mi habitación cerrando la puerta, tome mis audífonos y mi IPod, salí por mi ventana y me gire viendo ya una conocida enredadera la cual descubrí hace días. Me aferré bien a ella y subí utilizándola como escalera, llegando al techo de la casa. Logré sentarme en medio de la casa, este era el único lugar donde tenía privacidad desde que llegamos aquí, podía mirar el cielo y ver lo que pasaba por las calles. Escuchando varias canciones de Bandas.
Esta vez dejé caer mi espalda en el techo de la casa, mirar hacia arriba me hizo recordar cómo estaba viviendo antes, no sabía si mi vida estaba dando un giro para bien o para mal con esto de mudarnos con papá. No tenía ni idea de porqué pero una nostalgia me invadió hasta crearme un nudo en la garganta. Un sentimiento horrible, y sin saber porque me puse a llorar en silencio. Creo que le tenía miedo al fracaso, a lo nuevo, a veces las cosas que creía conocer se esfumaban y me daba tanta nostalgia e impotencia que dolía. Muchos se emocionan cuando crecen y hacen cambios en su vida, pero a mí me estaba consumiendo. Tenía miedo a no tener seguridad en mi misma cuando hiciera las cosas. La familia que dejé en casa, y no hablo de casa de techo y cuarto, hablo de mi ciudad. De donde me sentía segura.
En mi siguiente semana de clases me encontraba con Gabriela y Marcus desayunando una dona, la cual Marcus había comido casi por completo y eso que era mía. Las clases fueron aburridas en cierta forma, pero eso no es de esperarse conmigo, aún me sorprende saber que salgo bien en ellas... ¿A quién engaño?, estuvieron como en todas las escuelas que estuve, aburridas. Mi mente era demasiado soñadora para un lugar tan limitado.
Comí el poco pedazo de dona antes de que Marcus se la terminara como lo ha hecho desde hace rato, lo que fue casi un cuarto de mi almuerzo que disfruté. Me miró con una sonrisa y se encogió de hombros para luego besar mi mejilla como un "Oh, vaya, lo siento", yo le saqué la lengua.
—Chico lindo a las...pues ya—Susurró Marcus para Gabriela y yo. Gabriela miró a Marcus realmente sorprendida, dirigió sus ojos azules hacia mí bien abiertos. Me daba algo de risa las señas que me hacía en preguntas sobre si Marcus era gay. Pero ignoré aquello, era fácil adivinar por tu parte.
Yo miré detrás de mi hombro para ver que chico "lindo" era del que hablaba Marcus. Mis ojos chocaron con Dylan, pues si, Marcus tenía razón y no estaba nada ciego. Tengo que admitir el que Dylan era un chico atractivo, no era el más guapo pero llamaba la atención, más cuando sus ojos dan a cierto punto donde la luz hace que sus ojos castaños parezcan miel...
<<Detente, Beca>> pensé para mí.
—No pongas esa cara—El dialogo de Marcus hacia Gabriela me sacó de mis pensamientos, haciéndome girar a verlos de nuevo. Él fulminó con la mirada, no enojado, pero al parecer no era algo de lo que sorprenderse. Después se dirigió a mí —y en serio creí que le habías dicho. — Me di cuenta de que se refería a sus gustos por los chicos— Creí de hecho que todo el mundo lo sabía aunque no lo dijera.
—Lo siento, Marcus. — Dije un tanto ida. Mi ex mejor amigo de su parte me hizo un gesto desdeñoso y sin importancia. Sonreí. Marcus como amigo era el mejor literalmente, además, era súper bueno para escoger prendas de ropa, yo nunca lo juzgaría por ser lo que quiera ser.
Antes de que pudiera pensar más en el asunto de Marcus, una voz conocida y poco escuchada por mis amigos, me habló.
—Ven— Fue lo único que mencionó, pasó a mi lado y tocó mi hombro por si no lo escuché. Miré a mis amigos y luego me paré de la silla con expresión de confusión y un poco avergonzada porque la mayoría, me miraban en la cafetería. Ese era el problema de estar en lugares pequeños donde todos se enteran de todo.
Recogí mis cosas, porque después debía entrar a clases. Tenía curiosidad, por eso mismo hice lo que Dylan me dijo, según él no quería estar cerca de mí ni de mi familia. Pero salí de la cafetería mirando a todos los lugares que fueran visibles para mí en el pasillo, caminé un poco pero no encontré ningún rastro de él, y como no lo encontré, adelanté unos pasillos más para ir a clases. Iba a avanzar todavía más, pero un brazo me atrajo y mi espalda choco con un casillero, Dylan estaba a casi a la mitad de un metro de mí.
— ¿Qué no entiendes que es "Ven"?— Me miró con total obviedad a la cara. Suspiré mirándolo con temperamento firme, y me crucé de brazos.
—Creí que querías alejarte de mí.
Se encogió de hombros restándole importancia a mis palabras que antes fueron suyas.
—Puedo hacer lo que se me venga en gana. Notoriamente.
No supe que más decir, solo sabía que quería un tema de conversación. Para tal vez saber más acerca de la faceta que todos dicen "Misteriosa" de Dylan. Por dentro me sentía algo atacada, si querer hacer lo que quisiera era tratarme como una de sus marionetas, me amargaba un poco.
—Solo que con mi padre no—Fue lo único que se me ocurrió para retarlo. Rodó los ojos, no me mencioné a mí porque sabía que decir a Robert era algo más molesto todavía.
—Tu padre es un dolor en el trasero...—Se quedó callado al ver mi expresión de disgusto ante su elección de palabras. Suspiró—Da igual. ¿Tienes quién te lleve? —preguntó refiriéndose a la hora de salida para el trabajo que haríamos juntos.
Sonreí parpadeando tres veces.
—¿Dylan O'Brien se está ofreciendo para llévame? —lo miré con agradecimiento exagerado y fingido.
Su expresión no me decía nada más que seriedad y algo de enojo, hasta que dijo.
—No.
Seco.
Justo en ese momento timbraron para las ultimas clases, ambos nos fuimos, al menos él hacia otro lado y yo hacia mi salón, no entendí mucho ya que nos toca la misma clase.
Entré al aula y me senté en mi lugar donde se supone que junto estaría Dylan, que no llegaba todavía. Todos entraron y empezamos con los trabajos del Profesor. Sin embargo yo no podía empezar con el mío si Dylan, en este caso mi compañero, no estaba presente.
Lo hice en parte yo sola. Y ni siquiera tenía a alguien a un lado mío para verificar si mis respuestas estaban bien. Probablemente me equivoqué en todo.
Por un momento me puse a pensar que tal vez Dylan se habría enojado conmigo cuando él me pregunto si me iba a ir con alguien, y pues yo simplemente me mofe de su oferta. Claro no lo dijo con amabilidad ni nada, pero...por lo poco y mucho que me han contado de él, no es su forma de expresarse el ser amable.
En un momento alguien se sentó a mi lado, levante la vista y me encontré con el perfil de Dylan. Como siempre tranquilo, pero sabía que algo ocultaba detrás de toda esa cuartada de chico lejano. Al menos esa impresión me dio hace rato.
—¿Qué tanto observas, Mendes? —susurró sin mirarme mientras copiaba los apuntes de la pizarra que ocuparíamos en el trabajo. Contuve las ganas de sonreír. Una parte de mí de verdad no esperaba ver a Dylan aquí.
No dije nada y volví a mis asuntos, en ningún momento hablamos más que para eso. Inmediatamente él empezó a corregir los problemas que yo había hecho, al menos unas cosas, los resultados casi siempre resultaban mal, pero el procedimiento bien, por lo que a veces me miraba con un pequeño dije de cansancio y curiosidad. Lo sé, sabía que estaba pensando, ¿Cómo es que hacía todo bien y el resultado era fatal? Ni yo misma lo entendía.
Las clases terminaron y todos salimos para irnos a nuestras casas. Caminé entre la gente y tome del brazo a Dylan, él se giró con la misa expresión de antes como la última vez que lo tomé del brazo. Al parecer, para él era lo mismo si trabajaba conmigo o no como hablar con los demás.
— ¿Estás enojado conmigo? —Pregunté más fuerte de lo que debía. Las personas nos empezaron a mirar conforme pasaban, los murmullos no se hicieron esperar con la gente que alcanzó a escuchar, y otros confirmaban con los de su alcance. Dylan me miró a mí y después dio un suspiro de fastidio al ver a los demás actuar de tal manera. Por un momento pensé que lo hacían sentir agobiado... como yo. Tal vez.
—No me gustan los rumores, y eso es lo que estás causando con hablarme—se quejó.
—No respondiste mi pregunta.
Su mirada fue más tranquila al darse cuenta de que no bromeaba. Negó con la cabeza.
—No.
Y se fue por los pasillos.
¿No qué?, ¿"no" a la pregunta?, ¿o simplemente no quiere hablar conmigo?
Rayos creo que debería dejar de hablarle, es imposible, la próxima vez dejaré que él me hable si de verdad quiere hacerlo. Soy pésima con esto de los amigos, o solamente me he equivocado de persona, pude llevarme bien con Marcus porque éramos niños al conocernos... técnicamente Dylan es el primer chico con el que trato y creo que será el más difícil.
Al final, me fui con mi padre para irme a casa y librarme del estrés que generaba la escuela con todo mi pequeño drama, sobre todo para hacer el trabajo. Ya que tengo que ver a don gruñón en mi casa durante unas horas.
Será una tarde algo agobiante.