- ¿Eun Bi? - llamó alguien a la puerta de mi oficina, haciendo que me sobresalte en mi silla.
Detrás del cristal, el rostro alegre de Jaebum se asomó y movió la mano de lado a lado a modo de saludo.
Me obligué a sonreírle de vuelta, aunque no tenía ganas de hacerlo, y le hice una seña para que pasara. Al instante, me hizo caso y se adentró en el lugar a paso rápido.
- ¿Como va mi encargada de Marketing favorita? - preguntó al acomodarse en una de la dos sillas frente a mi escritorio.
Lo hizo con tanta dulzura, con tanto amor, que mi estomago se revolvió. La culpa comenzaba a corroerme de a pocos porque no le había contado lo ocurrido el día anterior con Jinyoung.
- Algo cansada. - admití, dejando de pasar ms manos por el teclado de mi computadora para prestarle atención al recién llegado. - Tengo que terminar una campaña y también, terminar de revisar unos papeles para Kang Corp.
- ¡Cierto! ¿Cómo estuvo tu reunión?
- Interesante. - contesté, sin dar mayor detalle. - Los directivos me aceptaron de regreso a la compañía, pero mi hermano no me dijo que me volverían a dar el título de directora.
- ¿Y eso que significa?
- No tengo que dejar la editorial, si es eso lo que te preocupa. - repliqué, parpadeando un par de veces al sentir mis ojos arder. - Pero se espera que ayude en ciertos temas prioritarios y todavía estoy intentando balancear todo para no descuidar la etapa de promociones que vienen.
- No te estreses mucho. - dijo, tomando mi mano por encima de la mesa. - Sé que serás capaz de manejar todo de la mejor manera y tomar una buena decisión.
Una buena decisión. Eso era lo que quería, lo que necesitaba.
- ¿Enserio lo crees? - Jaebum asintió sin dudar, tenía extrema confianza en mí y ello me ponía más nerviosa.
- Claro que sí, Eun Bi.
Con delicadeza, llevó mi mano a sus labios para dejar en el dorso un suave beso. Quise disfrutarlo, quise que sentir sus labios sobre mi piel desatara mariposas por mi cuerpo. Pero solo me produjo una sensación incómoda en el pecho, llena de culpa.
- Debo volver al trabajo. - dijo con una sonrisa, al ponerse de pie. - ¿Almorzamos juntos?
- Claro. - me limité a responder y con la mano, me despedí de él hasta verle cruzar el pasillo y entrar a su oficina.
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- Estás muy callada. - dijo Jaebum, mientras yo revolvía mi plato de comida. - ¿Te estás sintiendo mal?
La preocupación y el estrés se habían transformado en un dolor de cabeza y sensación pesadez por todo el cuerpo. No tenía ganas de nada, solo quería recostarme en mi cama y dormir. Pero eso no era posible, era una mujer profesional y que tenía responsabilidades. No podía solo desaparecer y dejar a todo el mundo en suspenso, por mucho que lo deseara.
- Estoy un poco cansada. - respondí, haciendo un esfuerzo por dirigirle la mirada, a pesar de que los párpados pesaban.
Jaebum acercó el dorso de su mano hacia mi frente para dejar que descansara allí unos segundos. Su ceño de mantenía fruncido y su mirada no dejaba mi rostro por nada del mundo. Parecía un doctor atendiendo a su paciente y aquella idea me hizo esbozar una débil sonrisa.
- Creo que tienes un poco de fiebre, Eun Bi. - dijo, levantándose de su sitio para rodear la mesa y ponerse de cuclillas a mi lado. - ¿Has tenido algún otro síntoma? Puede que el cambio de clima te haya afectado.
- Solo dolor de cabeza. - repliqué, dejando que Jaebum tomara mis manos y pasara sus pulgares por el dorso. - Estoy bien, Jaebum, tranquilo.
- Voy a reportarte como enferma en la editorial para que vayas a casa a descansar. - afirmó, sin siquiera consultar, sin preguntar si estaba de acuerdo. - Te llevaré a tu apartamento y volveré por la noche para asegurarme de que todo esté bien. Sin peros, Eun Bi.
- Jaebum, estoy bien. - dije, sonando más fría de lo que había planeado. - Tengo muchas cosas que hacer, no puedo tomarme el día. - él negó con la cabeza, sin entender razones.
- La editorial no va a desaparecer porque no atiendas los pendientes un día. Kang Corp no va a cerrar si te demoras en enviarles los reportes.
No tienes idea, le dije en mi cabeza, pero decidí callar. La situación de la compañía de mi familia era algo que se manejaba con mucha discreción y no tenía planes de ser la culpable de la propagación de rumores.
- Apreció que te preocupes por mi, Jaebum, de verdad lo hago. - repliqué, soltando sus manos. - Pero creo que puedo decidir cuándo tomarme el día y cuando no.
Jaebum se me quedó viendo fijamente, poco complacido con mi respuesta. Parecía estar pensando en su siguiente movimiento, en su siguiente argumento, pero antes de que pudiese decir algo, mi celular comenzó a sonar.
- ¿Yeoboseyo? - respondí casi al instante, agradeciéndole a quien sea que me hubiese llamado por librarme de aquella situación.
- ¿Por qué no estás comiendo tu ensalada, pequeña Eun Bi?
Pequeña Eun Bi. Solo una persona me llamaba así.
- ¿Vicepresidente Wang?
- El único. - bromeó, mientras yo volteaba de lado a lado en busca de él.
Jaebum se me quedó viendo extrañado y regresó lentamente hacia su sitio, sin decir palabra alguna. Para intentar tranquilizarle, le mostré el pulgar arriba para que supiera que todo estaba bien, pero ni siquiera eso pareció satisfacerle.
- Dime que no te acaban de proponer matrimonio, por favor, porque me sentiría muy culpable por ello.
- ¿Qué? No, claro que no. - repliqué de inmediato, sintiendo mis mejillas encenderse. - Estábamos conversando.
- Ya veo. - murmuró como respuesta, mientras yo le daba un último vistazo al restaurante en su búsqueda. - Estoy al fondo, en el lado derecho.
Rápidamente volteé hacia la zona a la que le había dado la espalda todo el tiempo que llevaba en el restaurante y mi mirada reviso a persona por persona hasta dar con el vicepresidente de JP Technology.
Lo encontré en la mesa más alejada de todas, levantando la mano a modo de saludo. Jackson Wang sonreía ampliamente, contento de encontrarnos, nada fuera de lo común en él, que era la persona más positiva y llena de energía que había conocido. Lo que me tomó por sorpresa fue su acompañante, quien mantenía los brazos cruzados y la mirada fija en mí, como si alguien le hubiese vuelto de piedra en esa posición.
- Te vi desde que llegaste. - añadió el hombre. - Pero dudé si debía acercarme o no. Después de todo, la última vez que vimos a tu novio, no parecía muy contento con nuestra presencia.
- ¿Jaebum? - pregunté, llamando la atención del mayor sin quererlo. - No, él no tiene problema alguno con ustedes.
- Tal vez no conmigo, pero con...
Un botón pareció activarse en Jinyoung porque, de un momento a otro, volteó hacia Jackson y le quitó el teléfono. La escena me recordó a aquellos muñecos de cuerda, que permanecen inmóviles hasta que giras la perilla y se activan mágicamente.
- ¿Te estás sintiendo mal? - preguntó, repentinamente. - Ví que puso su mano sobre tu frente para medirte la temperatura.
- Ah, eso. - balbuceé como respuesta, apoyándome en el respaldar de mi asiento para poder verle mejor. - Solo estoy un poco cansada, nada de que preocuparse.
- Deberías tomarte el día libre, ¿no crees? - preguntó y aquello sonó tan bien, tan perfecto, que me hizo sonreír.
La diferencia que la entonación de una frase podía hacer, era increíble.
- Debería. - contesté. - Lo voy a considerar.
Jinyoung asintió, complacido con mi respuesta.
- ¿Cómo va todo con Kang Corp y la editorial?
- Creo que no es un buen momento para hablar de ello.
- Sí, tienes razón. - replicó de inmediato. - Es solo que... Quería hablar contigo.
La necesidad en su voz fue tan evidente que me hizo estremecer. Era como si, luego de haber confesado sus sentimientos por mí, una barrera hubiese desaparecido entre nosotros. Ya no habían filtros al hablar, ya no había una máscara cubriendo la intención detrás de las acciones de Jinyoung.
Y eso se sentía bien, se sentía correcto, a pesar de que yo no estuviese completamente libre.
- ¿Ahora?
- Cuando quieras. - contestó, al instante. - Solo quiero dejar de sentir que te alejas de mí.
- No lo hago.
- Parece. - rebatió.
Jaebum se aclaró la garganta detrás de mí y supe que era momento de colgar. El problema era que no sabía cómo hacerlo sin sentirme mal por ello.
- Me tengo que ir.
- Lo sé. - dijo en un tono de voz grave. - ¿Puedo ir a verte después?
Sí.
- No lo sé. - Jinyoung resopló ante mi respuesta. - Lo lamento. - añadí, antes de colgar.
Dejé el celular con cuidado sobre la mesa, como si este me acabase de morder, para luego levantar la mirada hacia Jaebum, una vez más.
Él no parecía muy contento.
- ¿Debería preguntar?
- No. - murmuré bajo. - Solo me saludaban, son antiguos compañeros de trabajo.
- ¿Tu jefe y su mejor amigo? - me encogí de hombros, incapaz de pensar en una buena respuesta, lo que solo incrementó la desconfianza en Jaebum. - Necesito saber una cosa.
- ¿Qué cosa?
- ¿Sigues conmigo? O ¿tu corazón ha tomado otro rumbo?
De todas las cosas que pudo preguntar, tuvo que ser la que todavía seguía apretando mi estómago con un nudo.
- Han pasado muchas cosas en estos últimos días, Jaebum. - repliqué, mientras veía al hombre frente a mí mostrar una expresión de confusión. - En este momento, lo que quiera mi corazón no parece tener importancia.
- ¿Qué es lo que quieres decir?
Le miré directo a los ojos unos segundos, intentando ordenar mis palabras antes de soltarlas, y cuando tuve claro lo que quería, cuando tuve claro lo que debía hacer, solté un suspiro y lo dije.
- No puedo darte lo que quieres, Jaebum. - el hombre frunció el ceño y ladeó la cabeza, sin comprender.
- ¿Estás diciendo que no quieres salir conmigo más?
- Estoy diciendo que no mereces mi falta de seguridad. - repliqué firme. - En este momento, no tengo idea de nada, ni siquiera sé lo que haré mañana o la semana siguiente. Pero tú eres tan centrado, tan maduro, tú sabes lo que quieres y te trazaste un plan para hacerlo. No creo que necesites a alguien como yo, ahora.
- Eun Bi, ¿por qué dices una cosa como esa? - quiso saber, alcanzando mi mano por encima de la mesa con una expresión parecida a la de un padre viendo a su pequeño retoño dar sus primeros pasos. - Me gustas, me gustas mucho, y quiero ayudarte a salir de lo que sea que estés pasando. Pero creo que aquí el problema no es que no sientas lo mismo por mí o no sepas si quieres estar en una relación conmigo, sino que no quieres que yo te ayude.
- Ni siquiera dejo que mi hermano me ayude. - murmuré bajo, todavía viéndole a los ojos.
- ¿Y quién sí te puede ayudar?
- Nadie. En este momento, creo que nadie. - repliqué, aunque en mi mente, un nombre saltó al instante.