No me dejes solo

Від Nyra_22

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Argentina calló en crisis, eso no es nuevo. Está acostumbrado. Aunque cada vez le cuesta más interesarse por... Більше

Prólogo
Me rindo
¿El futuro es el pasado o el presente? (Argentina)
Salto de fe
Plan de ataque.
Paz y respeto ante todo
Hay cosas que nunca cambian
Enfriando las cosas
Familia de sangre, sin sangre y a por sangre
Los sonidos del hogar
¡Atrápame o cae en el camino!
Después de la explosión el zumbido en sus oídos se desvaneció lentamente

Prometiste volver

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Від Nyra_22

(Al final habrán aclaraciones importantes sobre los hechos históricos)



Haca muchos, muchos años.

    Cuando me pedís te que te siguiera

me negué a hacerlo si eso implicaba

   jamás ser libre.

Incluso cuando estaba tan sólo.




–¡Río de la plata! ¿¡Dónde estás pequeña sabandija!?

–¿¡Por qué siempre logra escaparse!?

Los humanos gritaban mientras buscaban por ese puerto casi abandonado a la pequeña colonia española. El pequeño Martín Fernandez con una edad aparente de trece años observaba como se alejaban desde su escondite. Sonreía triunfante por haber burlado a sus escoltas una vez más, esos idiotas siempre lo perdían de vista. Camino sigilosamente hacia el lado contrario disfrutando el paisaje casi desolador cuando sintió que unas pequeñas patas se posaban sobre su hombro.

–¿Puedes creer a esos tontos, Alonso? ¡Querían castigarme por hablar con Luciano! ¡Otra vez! No sé cual es su problema. Ellos dicen que tengo que escuchar a Antonio, que es por mi bien, bla, bla, bla. ¿Qué va a saber Antonio de lo que es bueno para mí si nunca viene? Sin mencionar que es muy aburrido estar todo el tiempo con sus humanos. Ni me deja juntarme con los míos, ahora ya ni deja que hablé con Seba. Se está volviendo paranoico. Además el papá de Lulu parecía agradable, hasta me dio un espejo que le di a los clérigos para que me dejaran de molestar con que necesitan dinero.– El pájaro lo observaba en silencio cuando la colonia lo miró a los ojos solo soltó un pequeño silbido. Martín soltó un suspiro resignado.– Lo siento, sé que esto no te importa. Es que llevo semanas sin hablar con nadie más, esta vez me trajeron a casa antes de llegar siquiera a Misiones. No sé porque Antonio está tan obsesionado con que este sólo, si al menos el viniera seguido como antes... tal vez no estaría tan solo.

Río de la Plata le dio unas semillas al hornero ignorante del peligro que lo acechaba.

–You really talk a lot, the Portugal's colony was not lying (realmente hablas un montón, la colonia de Portugal no estaba mintiendo).– La voz extraña hizo sobresaltar a el hispanoamericano quien no esperaba tener compañía. Martín, que no había entendido absolutamente nada, saltó asustando también al Hornero que voló y se posó ahora sobre su cabeza. El aparente niño observó a la nación más antigua con confusión pero ya más tranquilo se sostuvo el pecho.

–¡Dios santo bendito, pensé que eras un soldado! Por cierto... ¿Quién sois?– El inglés algo sorprendido por la reacción se limito a sonreír con superioridad y responder en un español regular.

–¡Soy el imperio de Gran Bretaña, conquistador de las tierras de...

–¡Ah! El pirata cejón! Ya me preguntaba que tenías en la cara, pensé que era mugre. –Martín no decía esto con una real intención de molestarlo pero la expresión del mayor se había endurecido.

–¡¿Cómo me llamaste?!

–¿Pirata cejón? Así es como siempre llama Antonio a Gran Betaña. ¿Vos no dijiste que te llamabas así?–El hornero silbo en la cabeza del hispano mientras el inglés intentaba mantener la cordura y no atacar a una colonia ajena sólo porque sí. Tenía otros planes. – ¿Qué?

–¿Qué qué?

–No usted, Alonso dijo algo.

–¿Who?

–¿Qué?–El inglés rodó los ojos.

–¿Quién?

–Ah, Alonso.–Señaló al Hornero que posado sobre su cabeza volvía a silbar con insistencia. El británico miró curioso como esta vez el niño empalideció y empezó a reír nervioso.– Disculpe, señor Cej... Betaña, pero... creo que me llaman...– Dicho eso el niño empezó a correr lejos entre los árboles, tomando por sorpresa al gran imperio quien se demoró unos segundos en ir tras él. Para cuando Arthur se dio cuenta no sabía donde estaba y ni siquiera tenía un rastro de la colonia.

–¡¿Where in the hell is he (donde en el infierno está)?! – Camino algunos segundos hasta que se sentó en el suelo, demasiado cansado para preocuparse por la cara ropa que llevaba. Aunque viajara con los piratas su status de nación no le permitía escatimar en lo lujosa de su vestimenta. Desde las sombras un Martín demasiado curioso para su propio bien observaba asombrado las joyas que el extraño llevaba por toda su ropa. Ni su padre vestía así luego de visitar Lima. En su cabeza el pájaro tironeaba impaciente del pequeño rulo que asomaba de la cabeza castaña de Río de la Plata que estaba por seguirlo cuando un ruido atrajo nuevamente su atención al visitante. El ruido de un estómago hambriento. Eso era algo que él conocía muy bien.

El inglés estaba pensando que tendría que esperar hasta que lo encontrasen para poder comer algo. Apoyando su frente sobre sus manos cerró los ojos resignado, cuando volvió a abrirlos se topo con unos grandes y dubitativos ojos que luchaban entre el verde y el marrón.

–¿Tenes hambre? – Arthur levantó una ceja.

–Bastante, sí. – Martín miró algo preocupado al desconocido.

–¿Y no tenes comida?

–No conmigo, no.

–¿Querés comida?– Lo dijo algo dudoso. El británico asintió.– Entonces... ¿Podés esperarme acá?

–¿Cómo sabré que no llamaras a tus escoltas?– Ahora sí estaban jugando a lo que buscaba el inglés.

–¿Por qué haría eso? ¡Son unos idiotas!– Arthur río ante esa sentencia.

–¿Qué tal si voy contigo?– Río de la Plata no estaba seguro, Antonio se enojaría si se enterara, pero hacia mucho tiempo que él no venía. Miró a otro lado y luego volvió a verlo extendiendo una mano. Río de la Plata guió al extranjero hasta una plaza pequeña donde algunas personas en pequeños puestos improvisados observaban la calle sin mucho trabajo. De cada uno salían olores de distintas comidas, principalmente carnes y pescados llamaron la atención del británico. Había mucho para un pueblo tan chico.

Cuando el niño se acercó a los puestos los vendedores sonrientes lo saludaban y le hacían preguntas. Ninguno de ellos había notado al pirata que lo acompañaba. Él se detuvo frente a una señora de rasgos africanos que hablaba con un extraño acento, la cual al verlo lo levantó en brazos con una amplia sonrisa.– ¡Pequeño Fernandez! Que maravilla verte ¿Cómo has estado? ¿Quieres una empanada recién hecha? ¿Un pastelito?

– ¡Sí, por favor, Ngangela! ¿Y tendrás algo para mi amigo?

La mujer se sorprendió con esas palabras y colocó a la colonia sobre unos estantes.–¿Amigo? – Finalmente se fijó en el hombre vestido de forma extravagante parado a un poco más de un metro de ellos. Al verlo se llevo una mano a la boca y miró al río de la plata a quien le susurro.– ¡Patroncito, él es un inglés! ¿¡No le ha dicho el señor Antonio que no tenía que acercarse a esa gente!?

Él lo miró molesto.– ¡Pues no me ha molestado en todo el camino como se supone que lo haría, además tiene hambre! Y puede pagar la comida. –susurró lo último. Ngangela lo miró primero incrédula y luego dejando salir una sonrisa complice.

–Lo que sea por mi patroncito.–Volvió a su negocio y le dio al de apariencia infantil un pastel de membrillo y luego le dio una empanada de carne al extranjero quien la observó extrañado.

–¿Qué ser esto?

–¡Una empanada!– El niño sonrió orgulloso.

–¿Una qué?– El británico nunca había visto esa comida en casa de España, ni siquiera en el Caribe donde solía convivir a menudo con las colonias de este.

–Es algo que inventamos con mis hermanos, tiene carne, morrones, cebolla...–Notó que el británico miraba el alimento con desconfianza.– Pruebala.

Dubitativo pero muy hambriento para negarse el inglés aceptó y dio un mordisco a la extraña y algo incivilizada comida. Sorprendentemente no era desagradable. Era rico aunque no tuviera pescado, pero demasiado chica para saciar su hambre solo con una. – ¿Tiene otra?

Ngangela dejó ver las distintas variedades que vendía.– Pollo, humilla, Jamón y queso... –Arthur intentó tomar una pero ella lo golpeo en la mano.

–¿¡Wath!?

–La segunda es paga.–La sonrisa del niño ya no se veía tan inocente, eso fue interesante. Gran Bretaña se quitó un anillo y se lo dio a la africana quien con una mueca complica le dio una de cada una. Ya con el estomago lleno él estaba listo para preguntarle al niño que más había en su casa cuando alguien gritó detrás de ellos.

–¡Ahí estás pequeña sabandija!– El humano, un español peninsular enviado por España para vigilar a su colonia topo al niño del cuello de su ropa y lo levanto en el aire, este soltó un chillido. Arthur llevó su mano al mango de su espada por puro instinto antes de cuestionarse ¿Por qué estaba pensando en intervenir?– ¿Qué te he dicho de escaparte? ¿Acaso pensabas ir con ese niño portugués otra vez, pequeña rata?

–¡No le hablé así al patroncito! El señor España dijo que debía tratarle con respeto.– Ngangela intentó liberar a Martín.

–¿Te atreves a levantarme la voz?– La mujer se inhibió ante el grito. Al rededor las personas los observaban con interés y algo de tristeza. El hombre empezó a reír.– ¿Y qué harás exactamente? ¿Le dirás a España? Como si le importara lo que diga una esclava sobre una colonia olvidada. Él ya ni siquiera viene por estas tierras inútiles. Y para colmo me manda a hacerme cargo de esta... –Sacudió al Río de la Plata.– Tierra inservible, a morirme de hambre. ¿Si no le importo yo que soy sangre de su tierra, crees que lo hará por un pequeño traidor y una negra?

El ver a un simple humano tratando tan groseramente a un niño tan amable comenzaba a fastidiarle, pero había sacado algo útil de todo eso. El niño estaba sólo. Desenvainó la espada y apuntó a la garganta del hombre. – Disculpe, pero esperaba que el pequeño salvaje me diera un tour. Así que va a tener que dejarlo ir.

El español, sintiéndose ofendido miró al inglés y reclamó con bravura.– ¿Y vos quién creís que soís?

–El Reino Unido de Gran Bretaña.– El humano empalideció mientras el lugar se llenaba de murmullos. Los españoles con espantó, los criollos con interés, los esclavos murmuraban con sus dueños y la pequeña colonia y Ngangela intercambiaban una mirada de pánico ante la reacción de su supervisor. Arthur se limitó a quitar a Río de la Plata de sus manos y colocarlo en el suelo.

–Co... co... cómo...–Rápidamente el hispano se recuperó.– ¡Ustedes no pueden estar aquí! ¡Estas son tierras de la corona Española!

Inglaterra miró al rededor.–Pues que venga él a echarme, yo no he hecho nada malo, solo quería saber si a este pequeño le gustaría hacer algunos negocios.–Sonrío con sorna mientras los vendedores empezaban a levantar la voz.

–¿Necesitan cuero? ¡Tenemos muy bueno cuero!

–¡No, nosotros tenemos uno mejor!

–¡Nosotros se lo hacemos decorado!

–¡Yo le vendo carne!

–¡La mía es de vacas mejores!

–¡Incultos, a los ingleses les gusta el pescado! ¡Acá encontrará la mejor merluza de todo el virreinato!

–¡Callaos de una vez! ¡No haremos negocio con piratas!– Todos observaron en silencio al español pero antes de que pudiera decir algo más fue interrumpido por una aguda y pícara voz desde el suelo.

–¿Por qué no?– Ahora Martín estaba envalentonado y lo observaba desafiante. El británico simplemente disfrutaban el caos que había provocado.

– ¡Porque el rey lo ha prohibido!– Comenzaba a enojarse ante la insolencia de la colonia.

–¿Y como va a enterarse el rey? El no está acá, nunca ha venido por acá, ni siquiera mi padre viene por acá. ¿Quién va a decirles?

–¡Yo lo haré, España se enterará de esto y te castigará por sublevado! –El ambiente se llenó de tensión. Todos observaban al alcalde con furia, algunos incluso hacían sonar sus herramientas afilándolas sin sacarle los ojos de encima. El hombre trago saliva.

– Pero vos estás acá y mi papá al otro lado del océano. ¿Crees que se enterará si algo te pasa? ¿Crees que le será difícil creer que te atacaran los indios?– El inglés observó con sorpresa como la aquel niño de dulce apariencia amenazaba a aquel adulto, empleado de su propio dueño, sin ningún reparo. Ngangela de limitaba a sonreír orgullosa, ella ya había conocido ese lado del Río de la Plata.– ¿Así que me dejarás hablar con ellos o serás conocido como el gran seguidor de Solís?

Arthur no había comprendido del todo lo último pero pareció asustar al hombre quien se resignó y concedió encubrir los negocios que hicieran con los británicos, negocios que durarían muchos más años de los que el creería y no serían interrumpidos ni cuando mucho más tarde él lo invadiera durante un mes y medio. Cuando finalmente el hombre se fue y los insulares hubieran hecho sus compras a los locales Kirkland volvió al puesto de Ngangela.

–¿Sabes dónde está?– La mujer miró en dirección a un grupo de criollos que saludaban al niño y le daban regalos mientras se regodeaban por saber que finalmente tenían una fuente de ingresos. Pues hasta entonces España apenas les compraba y eso no bastaba para pagar todo lo que entraba desde Lima inflado de impuestos incoherentes.

–Le agradezco que lo ayude.–Arthur se sorprendió por esas palabras y prestó más atención a la mujer. Para aquella época y por su condición de vida ella se vería como una adulta, pero no debería superar los veinte años. En apariencia ella era apenas más joven que él.- Pero si le hace daño a mi patroncito sabrá que aunque no pueda dañarlo como patria le hace mucho daño como persona.–La mujer lo dijo tan seriamente que el inglés incluso trago con fuerza antes de asentir. Luego se dirigió hacia el pequeño hispanoamericano.

–¡Gran Bretaña, mira lo que me dio uno de sus humanos!– Sostuvo en alto un libro de fantasía, la nación más antigua sonrío divertido.– ¡Antonio nunca me deja tener este tipo de libros! ¿Crees que podrías enseñarme a leerlo?

–¿No te deja leerlos?

–No, dice que incitan a la brujería y que no le gustan al Dios... ¿Crees que podrías enseñarme algo de tu idioma también? Así sabré que dice tu gente y no tendrán que usar ese malo español. –Río un poco.

–Tal vez, aunque sea algunas palabras básicas.

–¡Sí, muchas gracias!– Río de la Plata se abrazó al pirata y luego lo miró algo serio.–Gran Bretaña...

–¿Sí?

–¿Vas a volver, verdad?

–Of course, I... (por supuesto, yo...)–Al ver la mirada confundida y los ojos vidriosos del niño se agachó y aclaró.– Quise decir sí, lo prometo. –El niño sonrió y volvió a abrazarlo.

–¡Muchas gracias!– El niño dejó salir algunas lagrimas.

–It's ok, little Argie.– La pequeña colonia sonrío, no sabía con certeza lo que dijo pero pensó que sonaba bonito.

Cuando estaba aislado del mundo apareciste.

Y prometiste volver. Y lo hiciste tantas veces, que pensé que nunca desaparecerías.

Cuando el amor se convirtió en rencor.

Y tu imagen llegando paso de ser reconfortante a una amenaza constante.

Cuando esas tierras compartidas pasaron de un vínculo a una cicatriz imborrable.

Y tus juramentos pasaron de dar esperanza a un corazón joven y crédulo a llenarlo de rabia.

Cuando desee nunca haberte conocido, que desaparecieras y nunca volvieras. De todas formas lo hiciste.

Siempre cumpliste tu palabra, cuando lo quise y cuando quise que te fueras.

Tal vez por eso, porque a pesar de los siglos seguiste viniendo una y otra vez. A pesar de las peleas y los gritos, de las mentiras y los insultos, siempre volvíamos a curar nuestras heridas.

Por eso te creo cuando prometes ayudarme.

Por eso te creo cuando prometes que todo saldrá bien.

Por eso te creo... Siempre.

Por que aunque pasará mucho tiempo entre viaje y viaje, nunca me dejaste realmente sólo. Ni siquiera en mis años más oscuros, siempre estabas cerca, rondando.

–¿Argie? Can you open the door, please (puedes abrir la puerta, por favor)?

Te creo.

Aclaraciones:

Martín de 13 años: Tiene aspectos físicos aún no del todo europeizados, por eso el pelo y los ojos. Además aún usa el apellido humano de Antonio "Fernandez" en vez de "Hernandez" 

Ngangela: Pueblo originario de la actual Angola, región de África conquistada por Portugal y uno de los países de los que más recibió Bs As llegada de esclavos. Me gusta pensar que se llevaban bien, después de todo la esclavitud se abolió en el territorio a una edad muy temprana, cuando ni siquiera se había declarado como tal la independencia.

Juan Díaz de Solís fue el encargado de la exploración que llevó a los europeos a llegar por primera vez al río de la plata. Él y parte de su tripulación fue asesinado y devorado por los grupos aborígenes.

Población aborigen en el virreinato: Esto es bastante sabido de todas formas, pero la conquista del territorio no se dio en el sur del continente sino que por mucho tiempo convivieron con los aborígenes que fueron desplazados hacía el sur. Hasta el siglo XIX cuando con Roca y el genocidio conocido como "la conquista del desierto" que expulsó a la población para trabajar las tierras irónicamente para Gran Bretaña -_-.


Histórico ficticio: 

Esto NO está basado en ningún registro histórico sobre como se sentaron las relaciones comerciales de contra bando entre el puerto inhabilitado del río de la Plata y los piratas ingleses, no use una fecha exacta ni un alcalde concreto. Solo puse como contexto que es años antes de la fundación del Virreinato del río de la Plata, por lo que Bs As seguía siendo un puerto cuyo funcionamiento estaba prohibido y que dependía del Virreinato del Perú, por ende la cede del virrey estaría muy lejos.

Datos históricos reales:

Bs As cumplía una función principalmente de retener el avance de los Portugueses, sin embargo y debido a la falta de control por la distancia y los pocos recursos minerales (principal razón del interés español en el continente) la población entablaba mucho contacto con estos. También y ya que desde Europa solo podían llegar importaciones desde Perú y México lo que llegaba a Bs As era muy costoso por la acumulación de impuestos, esto impulsó que la gran base de la economía en la región fuera el contrabando (los grandes inicios de mi país XD) actividad que continuó incluso luego de que las reformas borbónicas crearan el Virreinato del Río de la Plata en un intento por tener mayor control.

Gracias al contrabando y a la falta de control por el poco interés Bs As fue la puerta que dejó pasar todo lo que España y la iglesia buscaba evitar que entrara desde literatura fantástica, población judía y portuguesa, libros de la era del iluminismo que sentaron las bases ideológicas de la revolución, etc.

Por esta época las colonias españolas estaban sumamente aisladas y la región de Argentina lejos de ser la excepción fue el mayor ejemplo de la regla. Con poco intercambio con España, límites naturales con Chile, lejos de otras colonias hispanas, prohibiciones de la corona sobre el trato entre colonias, claramente la falta de contacto con las colonias portuguesas (incluyendo de vez en cuando a Uruguay que fue víctima de la inexactitud de los límites predeterminados en el tratado de torrecillas). La población estaba sumamente aislada y eso favoreció el contacto clandestino.

Me parecía interesante trabajar con este período histórico porque siento que siempre se trata como si el primer contacto entre ambas naciones fuera en 1806 (aunque fue importante ya que un pueblo sin entrenamiento y que tenía prohibido usar armas se reveló ante un poderoso imperio), o incluso en la guerra de Malvinas lo que ya es absurdo (creo que se nota que me gusta la historia en general xd) 

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