Destruyendo a Bruno (Desamore...

Oleh Danoninostories

45.4K 3.8K 1K

«Es interesante cómo se desenvuelve, creyéndose rey de todos. ¿Qué acaso no sabe que yo tengo ese puesto?» B... Lebih Banyak

Prólogo: Destruido.
Advertencia +16 (xd)
Personajes (Desamores #2)
Capítulo I: En un beso sabrás.
Capítulo II: Quiero destruirlo.
Capítulo III: Eres un Labanauskaite.
Capítulo IV: Nunca lo mereceré.
Capítulo V: Soltar la máscara.
Capítulo VI: Una noche estrellada.
Capítulo VII: Oh, Sebastián Ríos.
Capítulo VIII: Definitivamente caerá.
Capítulo IX: No deberías indagar.
Capítulo X: Rostro de querubín.
Capítulo XI: No hoy, pero lo harás.
Capítulo XII: Es mejor ignorar.
Capítulo XIII: Pero eres tú.
Capítulo XIV: Como yo te hago sentir.
Capítulo XV: El rey.
Capítulo XVI: Sebastián Ríos es pecado.
Capítulo XVIII: ¿Tenemos un trato?
Capítulo XIX: Atándome a ti.
Capítulo XX: Si me besas...
Capítulo XXI: No eres nada.
Capítulo XXII: Oh, Bruno Valencia.
Capítulo XXIII: Atisbo de dolor.
Capítulo XXIV: Bésame.
Capítulo XXV: Mírame, entiéndeme.
Capítulo XXVI: Destruirme en el camino.
Capítulo XXVII: La luna siendo cómplice.
Capítulo XXVIII: Rindiéndome ante él.
Capítulo XXIX: Arrastrándonos al vacío.
Capítulo XXX: Rómpeme el corazón.
Capítulo XXXI: El chico que caminó descalzo millas y millas.
Capítulo XXXII: Caer en el caos.
Capítulo XXXIII: Besos castos.
Capítulo XXXIV: Patéticamente enamorado.
Capítulo XXXV: No te odio en absoluto.
Capítulo XXXVI: En la oscuridad. (Parte I)
Capítulo XXVII: En la oscuridad. (Parte II)
Capítulo XXXVIII: En la oscuridad. (Parte III)
Capítulo XXXIX: Mío por una eternidad.
Capítulo XL: Cómo enrollar sushis.
Capítulo XLI: Destruyéndote.
Capítulo XLII: El Infierno.
Capítulo XLIII (final): Efímero.
Epílogo: Destruyendo a Bruno.
Capítulo extra
Agradecimientos
Reyes de Oro y Plata

Capítulo XVII: Regem.

802 75 22
Oleh Danoninostories

—A ver si entendí, Bruno —empieza a hablar mi pelirroja amiga enfrente de mí, tomando de su licuado, mientras esperamos a la parejita de Lev y Natalia a que lleguen al lugar—. ¿Sebastián Ríos no ha hablado contigo desde que follaron? ¿Nada de nada?

—Nada de nada. Es como si nunca nos hubiéramos conocido. —Asiento firmemente, no mostrándome muy molesto con ello.

— ¿Ni siquiera un mensaje? ¿Una llamada de despedida?

—Le di su espacio, y él simplemente se esfumó. —Me encojo de hombros, pensativo—. Ahora resulta que estuvo en dos para-escolares empezando el semestre.

— ¡¿Eh?! ¿Acaso está demente? —Exclama ella, con los ojos desorbitados—. Wow, debió ser estresante.

—Es estresante, pero como sea, no es como si me importara —bufo, empezando a enojarme con Sebastián Ríos. Es como si me estuviera retando a que lo alcanzara, y me mostrara que él será mejor que yo siempre. Todo es competencia, y en serio es cansado, que ahora he decidido ignorarlo.

— ¿Y el plan? ¿Cómo carajos seguiremos el plan, Bruno?

Hago una mueca, estando de acuerdo con ella en eso.

—Es imposible si de nuevo me está ignorando. Todo estaba yendo bien, pero esto fue repentino —tomo el popote de metal, poniéndolo entre mis labios pero aún sin tomarle a la bebida. Miro a Esmi, que está perdida en sus pensamientos con sus ojos en la mesa—. Esmi, descuida, veremos cómo hacerle.

—No es eso. Me resulta sospechoso... —ella levanta la mirada.

— ¿El qué? —Frunzo el ceño, confundido.

—Que Lev esté tardando demasiado, usualmente nos llama cuando está cerca, pero sólo ha mandado un mensaje. Algo está tramando —se extraña ella, mordiendo su labio inferior.

—Lo estás pensando de más. Seguramente está peleando con Natalia, y por ello no llegan —le quito importancia, sonriéndole falsamente.

Le doy un sorbo a mi bebida, mirando por la ventana, sin ganas de seguir platicando. Desde hace días la gente ha estado ignorándome, en su propio mundo, hasta las chicas en la escuela hacen como si no existiera, y la verdad es que no entiendo nada. Sebastián me ignora, ni siquiera cruza miradas conmigo, los de futbol ya ni siquiera me lanzan una mirada ni un insulto por los pasillos como anteriormente, y las que usualmente terminaba en un revolcón de vez en cuando en una fiesta ya no se me cuelgan del brazo. Es como si todos me hubieran hecho un borrón, dejándome irreconocible para los demás. Me siento invisible.

Pero no me intimida la nueva forma de acosarme, aunque ni siquiera sé si se le puede llamar así.

Lev se ha dado cuenta del trato frío entre todos los alumnos de Vigotski, tanto que me ha preguntado directamente sobre ello, completamente preocupado de mi salud mental. Puf, no me afecta, es totalmente estúpido de su parte hacer algo tan infantil si desde el principio ni siquiera recuerdo sus rostros de mi salón, menos sus nombres.

Además, eso es lo que menos ocupa mi mente, casi una mínima parte de todo él, de hecho. Mi tía Rosalía y yo estamos en una guerra fría. Yo también estoy haciendo la ley de hielo. No he platicado con ella desde hace más de una semana, ni siquiera quiero escuchar sus excusas ni siquiera sus argumentos, porque estoy cansado de siempre pelear a causa de los Labanauskaite opresores, que lo único que saben hacer bien son los negocios, moverse como cucarachas, y ser unos hipócritas hasta con su propia familia.

—Carajo —escucho que Esmeralda escupe por lo bajo, mirando a alguien detrás de mí en particular.

Me volteo, para entender por qué tanto el tonito incrédulo en su voz.

Por un carajo.

—Lamento la demora, chicos. Estábamos teniendo unos problemas en el auto —se excusa Lev, sacudiendo su cabello negro, sentándose a un lado de Esmi.

Natalia nos sonríe tensamente, como si nos dijera con una mirada: esto no fue obra mía.

—Sí, ¿esperaron demasiado? —Pregunta nuestra amiga Natalia, incómoda, sentándose a un lado de su novio.

Entonces Sebastián Ríos se sienta a un lado de mí, con una expresión seria y huraña, casi lista para asesinar a alguien a sangre fría. Por mi mirada atónita, quiero creer que Sebastián sonríe de lado, burlón.

— ¿Qué nunca has visto a una persona rubia en tu vida o qué? —Ironiza mordazmente, sorprendiéndome tanto a mí como a Esmi su tono.

Digo, me esperaba que fuera brusco conmigo... en privado, no así enfrente de gente con la cual no está muy familiarizada para mostrar una de sus máscaras.

Pronto recupero mi postura.

—No es eso... —murmuro por lo bajo, pero lo suficientemente audible para que los demás me escuchen—. Es que nunca te había visto tan de cerca —me burlo, haciéndolo sonar demasiado obvio— para notar que tus orejas son demasiado grandes, y están sonrojadas.

Ladeo la cabeza, entrecerrando los ojos. Sebastián me voltea a ver, creando un ambiente tenso, tanto que es visible para lo demás, y se puede cortar fácilmente.

—Definitivamente te veo más bigote que de costumbre —contraataca él de vuelta. Casi me echo a reír en su cara.

—Wow, cierto, cierto. No quería ofender a la realeza, los plebeyos no tenemos derecho a mirar demasiado a los príncipes mamones y quejicas —reprocho con escarnio tintando mi voz.

—Eres un imbécil.

—Imbécilmamón bueno para nada.

—Lo dice quien no puede aprenderse la fecha del día de la Independencia.

—Ja, por lo menos yo sé dibujar una flor, y no un pedo desinflado.

—Te recuerdo que ya me sale hacer la bendita flor.

—Quiero verte intentado —reto con mi mirada.

Él gruñe, retándome con la mirada.   

—Cabrón.

—Mamón.

—Chicos, ¿pueden parar, por favor? —Lev nos mira con súplica. Tanto Sebastián y yo nos damos cuenta de que no estamos solos, y que la gente empieza a vernos como si tuviéramos dos cabezas cada uno.

Muerdo el interior de mi labio, y me apoyo en mi mano, con el codo en la mesa, mientras bufo. 

No sé qué está tramando Lev, pero juro que si sabe algo de nuestro plan, le corto sus hijos.

— ¿Me trajiste a rastras en tu coche simplemente para que jugáramos en Regem? —La pregunta sale llena de fastidio. Sebastián parece estar perdiendo la paciencia, nunca lo había visto tan fuera de sí, y de sus máscaras. Parece otra persona, con el rostro rojo del enojo.

Lev hace una mueca, mirándome.

—En pocas palabras, sí. —Confiesa Lev, suspirando levemente.

Esmi levanta la mano, como pidiendo permiso para hablar.

— ¿Qué, Esmi? —Pregunta Natalia, agarrando su sien, ya que al parecer tiene un dolor de cabeza.

—Eh, no entiendo por qué trajiste a Sebastián aquí. Nunca habíamos hablado con él para agarrar tanta confianza. —Suena molesta, y su mirada lo comprueba.

—Sólo... sentía que era momento de llevarnos bien con los de nuestro grado. Además, está en el mismo salón que Bruno —Lev explica brevemente, con una risa nerviosa que ninguno fuera que no sea él mismo, pasa desapercibida.

Entrecierro mis ojos, sospechoso.

—Créanme, no es como si hubiera tenido opción —murmura Sebastián caminando entre nosotros para entrar de una vez al lugar, donde ya hay varios chicos de nuestra edad como menores jugando a gritos emocionados o desesperados.

Es normal que haya tanta gente un sábado por la tarde, aunque no me esperaba a algunos de nuestra preparatoria, que nos miran de reojo y recelo. Más que nada nos dirigen una mirada porque Sebastián está entre nosotros, esperando a que lleguemos a la caja y recargar la tarjeta con puntos. La chica que nos atiende, no para de babear por el rubio de ojos verdes que no le da ni la mínima atención.

Molesto. Estúpido. Gilipollas.

Obtiene demasiadas miradas de chicas, por su vestimenta tan parecida a la de alguien importante, y con moda, además de que es demasiado atractivo para su propio bien. Suspiro levemente cuando la chica de la caja se me queda viendo con ojos grandes, expectantes, alzo una ceja, cuestionándola.

— ¿El dinero? —Pregunta ella, haciendo una mueca, pero inspeccionándome con mucha obviedad.

—Cierto. —Respondo, sacando mi cartera de mis pantalones, al igual que Lev, y antes de que podamos actuar, Sebastián se nos adelanta, extendiendo un billete de mil pesos en la cara de la chica, que le mira con sus mejillas regordetas sumamente sonrojadas.

—Ten, cobra aquí el paquete más caro —se rinde Sebastián, mirándome de soslayo.

Volteo a ver a Esmi quien tiene una mueca de inconformidad en el rostro, mientras que tanto como Natalia y Lev están con sus bocas abiertas.

— ¡Gracias, hermano! —Exclama Lev queriendo agarrar a Sebas en un abrazo de oso, de los cuales estoy muy acostumbrado. El rubio trata de no tocarlo demasiado, porque no parece cómodo con la idea de compartir abrazos con personas desconocidas, más bien, con alguien que no sea de su círculo de confianza.

Ahora que lo pienso, ¿en dónde entro yo?

—Sí, no hay de qué —Sebas lo palmea en el hombro con ligereza, tratando de soltarse del agarre de Leandro, quien parece muy conforme con sólo el abrazo ligero que se dieron.

Me tapo la boca con el dorso de mi mano, riendo de forma ronca contra ella.

El rostro de Sebastián es un poema cuando Lev le da un beso ruidoso en la frente, tomando la tarjeta con su mano izquierda, y jalando a su novia con la derecha hacia los juegos. Esmi, con una rodada de ojos, fue detrás de él, dejándonos a Sebastián y a mí solos.

Qué conveniente.

—Entonces, ¿por qué tu novia no vino contigo hoy? Usualmente estás pegada a ella —arrugo la nariz, soltando un resoplido lleno de sorna.

Sebastián sonríe, falsamente.

Hoy no parece el mismo. Hay algo raro en su semblante, y más en su manera tan mordaz en responder a todo.

—Como que tienes una obsesión con ella, ¿no? —Cuestiona él, entrecerrando los ojos, burlón.

—No tienes por qué ponerte celoso de tu propia pareja, Sebastián —le guiño un ojo, juguetón, tratando de hacerle perder la poca paciencia que le queda—. Además, no tengo una obsesión con ella, sólo contigo.

El rubio se queda perplejo, mirándome con sus ojos verdes llenos de sorpresa y enojo al notar mi tono de burla en cada una de mis palabras.

—Sinvergüenza.

Me río en su cara, antes de ponerme serio.

—Te propongo una apuesta, Sebastián.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué no?

—Eres increíble —ironiza él, pero suspira—. Pero quiero distraerme, así que dilo.

—Juguemos cada máquina de este lugar en parejas, si logro ganarte en la mayoría de los juegos, serás mi tutor de Historia —relamo mis labios resecos, ladeando mi cabeza mientras me apoyo en una máquina de garra, donde los dulces rebosan, la mayoría sin haber sido tomados siquiera.

— ¿Y si yo gano?

—No lo sé, dejé eso en blanco para que eligieras. —Me encojo de hombros.

Él sonríe, malicioso. Es la primera vez que lo veo sonreír de aquella forma, que me deja un poco anonadado.

—Entonces, si yo gano, tú y yo nunca más nos hablaremos. 

Lanjutkan Membaca

Kamu Akan Menyukai Ini

70.5K 5.9K 29
Ella pertenece a una de las familias más conocidas de todo el mundo, él es un actor en ascenso. No se conocen, pero por un malentendido sus mundos se...
1K 209 24
Han pasado varios años desde que Alesandro y Oliver adoptaron a Isaak. Ahora es una persona mayor que tiene novia. Está seguro de que la ama, hasta...
7K 491 22
Troy es un chico con pasado difícil pero conocerá a Tarek con el que empezará una amistad que al final acabará en otra cosa, ambos lo han pasado mal...
1.2K 686 36
Se enamoro de unos preciosos ojos verdes cuando se prometió a si mismo no volver a amar a nadie desde que su madre habia fallecido, pero le fue inevi...