Seducir a un extraño

Bởi danielacgalvis

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Jazmín es una joven que recién ha ingresado a un prestigioso Buffet de abogados en Colombia, inexperta en el... Xem Thêm

Sinopsis
Personajes
Prologo
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Epilogo

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Bởi danielacgalvis

Apoligize - one republic

Aquello que había salido de mis labios no había sido lo más sensato de decir, ni menos me había detenido a pensarlo.

Vicente  acorta la distancia entre los dos y me mira fijamente.

- He hecho una pregunta y espero sea respondida con la verdad – esta vez suena al hombre que se enoja con facilidad, al que estalla al decir las palabras.

- No sé realmente que quiero – respondo al cabo de unos segundos-. Deberías hablar con ella.

- No tengo nada que hablar con Antonella – gira su vista furioso-. Te estoy hablando a ti y preguntándote que es lo que quieres.

Juego nerviosa con mis manos y me siento en enorme sillón de cuero que hay a un lado, dejo las cosas que tenía en mis manos y apoyo mi cabeza en mis piernas apretando mis manos creando puños. Siempre he escuchado reclamos de la gente, críticas y palabras cargadas de veneno que cuestionan por completo mi vida, pero la verdad es que nunca me había detenido a escuchar lo que yo misma quería.

- Justo cuando esa mujer abrió su boca para decirme aquello, me sentí igual a las innumerables veces en que Javier me trato mal, en la Jazmín del pasado, en esa chica débil que caía ante la mirada de los demás y se tragaba sus propias lágrimas.

- Hicimos una promesa – dice interrumpiéndome-. ¿La recuerdas? – enarca una ceja.

- Por supuesto – aprieto mis labios.

- ¿Cuál era?

Me quedo en silencio

- Jazmín levanta tu rostro, mírame y dime lo que prometimos.

Hago lo que me ha pedido y reflejo mi rostro con leves lagrimas bajando por una de mis mejillas, estoy sorbiéndome la nariz al sentir un nudo crearse en mi garganta.

- No tener a nadie más en nuestras vidas.

- Si fueras mi amante tendría a otras mujeres a mi lado – frunce el ceño molesto-. Estoy cansado de que la gente venga e intente joderlo todo.

- Yo lo joderia también – respondo.

- ¿Porque lo arruinarías?

- Porque debería decir lo que siento y no callarlo, debería decir lo que siento cada vez que estoy contigo, ser honesta y no fingir que solo disfruto el tener sexo.

- Entonces dilas, di lo que sientes, nadie te lo está limitando – se sienta en otra de las sillas que da al frente mío y coloca sus mano sobre su quijada.

- Sé que piensas que no le doy importancia al hecho de que me hayas mencionado lo de una relación abierta, pero si no te dijera lo que siento, igual seguiría sintiendo por ti lo mismo y no cambiaría.

Vicent da un profundo suspiro como si supiera lo que voy a decir.

- Me enamore de ti, encontré en ti más que el hombre con el que puedo ser yo misma, y me intente negarme a ese sentimiento tanto, que se hizo más fuerte, pero sé que lo nuestro está lejos de eso. De ser lo que creo y quiero que sea.

Ni si quiera me ha dado la cara para responder lo que le acabo decir.

- ¿No vas a decir nada? – enarco una ceja y él cierra sus ojos.

- Yo...

- Entenderé si quieres dejar esto hasta aquí – me levanto de esa silla y me encamino de regreso a la puerta, la abro y veo a esa mujer en un lado leyendo una revista, paso de largo y tomo el elevador. Las puertas se cierran justo en las narices de Carl y Vicent que aparecen para tratar de detenerlo.

¿En que estabas pensando Jazmín?.

El elevador me deja en el último piso, cruzo la calle tan rápido como puedo y tomo el primer autobús que se cruza en mi vista, ni siquiera se a dónde demonios va, pero solo sé que ahora estoy dentro de este inmersa en mis propios pensamientos. Si Vicent sintiera lo mismo, me hubiera dado una respuesta pero se quedo en silencio, justo cuando esperaba algo que me detuviera a dejarlo.

Cuando por fin decido baja del autobús descubro que me he quedado a cinco calles de donde vivo. Camino por la acera mientras escucho relámpagos en el cielo que iluminan el cielo. Limpio con la manga de mi camisa el rímel que se ha corrido de mis ojos producto de las lágrimas. Llego a mi casa y descubro que no hay nadie allí, mama es posible de que haya salido y estoy luchando por abrir la cerradura de la puerta.

- Respira Jazmín, solo trata de calmarte.

- Jazmin ..- escucho esa voz tan particular a mi espaldas y empiezo a creer que Carl es bueno conduciendo calles nuevas para haberlo traído tan rápido hasta aquí.

- Vicent, no.

- Disculpa – susurra.

- ¿Qué te disculparía?

- Por haberme quedado callado como un idiota en el pent-house, pero me has tomado por sorpresa.

- Está bien – trato de volver a meter la llave girándola en la cerradura y él jala de mi brazo.

- Escúchame primero que todo – mi vista se clava ahora en su traje esta hecho un desastre, como si hubiera estado jalando de su corbata en varias oportunidades y su cabello luce desordenado, rebelde.

- Te escucho.

- No es porque no tenga nada que decir, o menos que sentir, porque siento muchas cosas cuando estoy contigo Jazmín. Siento más que compartir mis labios o mi cuerpo contigo – su mano ha acariciado mi mejilla y se siente como una pluma suave sobre mi piel-. Solo que no encuentro palabras adecuadas para decirlo, porque no quiero verme como un hombre que se obsesiono con una niña como tú.

Aprieto mis labios al escuchar esa maldita palabra.

- Sé que odias que te diga de esa manera, pero te veo así, inocente y frágil, debo primero organizar mis sentimientos.

- Fue lo que dije en tu pent-house, dije que quería tiempo para pensarlo y después volvería.

- No dijiste eso, solo saliste y me dejaste – mete las manos en sus bolsillos-. No vuelvas a hacer eso, se siente como el infierno.

- Me quede esperando tu respuesta y no llego ¿Qué querías que hiciera?

- Que te quedaras y que mandáramos al diablo todo. Asi me ahorraría el haber venido hasta aquí pidiendo que vuelvas. Dijiste que te quedarías conmigo.

- No te dije cuanto tiempo.

- Nunca creí que me dejaras – suena aturdido.

- Yo nunca creí ver a tu ex esposa parada en frente de la habitación diciéndome esas cosas. Es bonita, más que en los afiches, es claro que aun siente algo por ti.

- Ni siquiera la escuche, le pedí que se fuera.

- ¿A que venía?

- ¿Crees que si me interesara, estaría aquí?

- No lo sé, no te gusta hablar del tema – me encogí de hombros-. Lo evades todo el tiempo.

- Ya no es mi esposa, está en el pasado. No me gusta hablar de mi pasado.

Suspiro.

- Supongo, que debería ser más comprensiva.

- Nos debemos una cena.

- La había olvidado.

- No creo que lo hubieras hecho, llegaste temprano.

- Bueno, no lo olvide, es solo que ya no tengo muchas ganas de salir.

- Sube al auto, iremos a un buen restaurante.

No se cómo lo hace al punto en que logra convencerme de hacerlo. Subo al jaguar mientras Carl tiene una expresión risueña en su ostro a veces creo que se dicen todo, o tal vez ya he enloquecido.

- Puedes ir por ahí Carl – señala con su quijada una calle conjunta uno de los puentes de la ciudad.

La música es suave dentro del auto, el ambiente es cálido y relajante, muevo mis dedos sobre mi rodilla al ritmo de la música.

- ¿Quieres escuchar algo en el estéreo de esa chica que te gusta?

- ¿Quien? ¿Lana?

- Supongo que ese es su nombre, no soy muy bueno recordando artistas nuevos – se encoje de hombros.

- La música está bien, no me quejo.

- Tengo una colección de Oasis en mi iPhone y otra en el estéreo - Carl juguetea cambiando las canciones y se detiene en una de Oasis, Dont go away.

Empiezo a creer que Carl tiene poderes que leen la mente, porque justo ha colocado esa canción en el esterero y no puedo evitar sonrojarme mientras clavo mi vista en la ventana. Puedo ver por el rabillo del ojo que Vicent tiene esa sonrisa en su rostro como si hubiera logrado lo que se había propuesto.

- Comencemos de nuevo – dice mientras me obliga a verlo.

Parpadeo rápido.

- ¿Comenzar de nuevo?

- Como si nada de lo de hoy hubiera pasado.

- ¿Nos devolvemos a la noche en que nos conocimos?

- Eso sería ir muy atrás ..

- ¿Entonces regresamos a cuando me mude contigo?

- Exacto.

- Me parece lo justo.

- Me parece lo justo – admite entre risas imitando mi voz.

El auto nos deja en la entrada del restaurante, me inclino para hacer el nudo de su corbata y esta queda hecha de manera perfecta.

- Estaba un poco torcida – respondo con una sonrisa cuando lo veo que se ha detenido a ver mi rostro.

Salgo de auto a su lado, Carl desaparece entre la oscuridad de las calles, supongo que lo llamara cuando finalice nuestra cena me detengo a observar el enorme letrero que se levanta encima del lugar, se trata de un restaurante francés. Las luces de la entrada que descuelgan en dos finos y grandes candelabros nos reciben. Las sillas están organizadas en forma circular y el sitio se ve de lo más lujoso y exclusivo.

- Buenas noches señor y señora, ¿tienen algún reserva? – pegunta el hombre quien nos recibe.

- No, hemos venido sin reserva – responde Vicent mientras me concentro en el grupo musical que esta al fondo interpretando canciones con estilo indie pop-. Han dicho que hay una disponible. ¿Jazmín? – pregunta cuando me ve tatareando una canción.

- Oh si – salgo de mis pensamientos y él sonríe. Avanzamos en medio de la gente que no ha dejado de vernos, sujeto la manga de su camisa y el en cambio aleja mi brazo para enlazar su mano a la mía. El rostro de todos es digno de admirar, el mío es de vergüenza.

Jamás había hecho eso con alguien, y Vicent no es cualquiera, el rango de edad entre los dos es algo muy evidente. Yo tengo veinte y él treinta seis, las canas que se dibujan en su cabello le aportan ese toque masculino y maduro que tanto me encanta y me fascina, y su forma de vestir, incluso de hablar lo dejan ver como un hombre atractivo y no me refiero solo a su físico.

- Colócate cómoda – saca la silla de la mesa y el camarero nos extiende la carta a ambos-. No te limites a comer lo que quieras.

- ¿Puedo comer lo que desee comer en estos momentos? – levanto una ceja y él sonríe. Ha entendido el rumbo de mis palabras.

- Pide lo que quieras mi niña.

- Deja de decirme asi – ruedo los ojos.

- Tú empezaste.

Miro detenidamente todos los platos, no conozco ninguno Asi que solo me limito a pedir lo que él ha ordenado.

- Me dejo guiar por tu buen gusto, y por tu experiencia con la comida francesa.

El camarero aparece poco después para tomar nuestro pedido, Vicent le solicita la carta de los vinos, la observa y busca con su dedo uno en especial cuando por fin parece encontrarlo, ordena que lo traigan.

- Nunca he tomado vino – digo cuando el camarero se aleja.

- Te va a gustar ese vino tinto, es dulce pero con un sabor exquisito.

- Más te vale que no me saques ebria de aquí.

- Ambos sabemos de lo que podemos ser capaces estando ebrios – me sonrojo con eso recordando nuestro primer encuentro en aquel bar.

- El sitio es agradable, tienes buen gusto.

- ¿Lo crees? – se cruza de brazos por encima de la mesa mientras me sonríe.

- Deja de hacerlo.

- ¿Hacer qué?

- Intimidarme

- ¿Yo te intimido?

- Mucho.

- Es bueno saberlo.

- Es un error habértelo dicho.

Vicent suelta una risa.

- Eres una caja completa de misterios Jazmín.

- Ahora vas a utilizarlo en mi contra.

- No utilizaría nada en tu contra, a menos que sea para retenerte junto a mí – aquello no era la frase más larga, ni mas completa, pero había sonado lo más romántico del momento.

Mi corazón late a mil al escucharlo decirme eso.

- Sobra decir que clase de mujer eres para mí. Eres autentica, libre, terca, en ocasiones.., inocente y muy decidida, extremadamente atractiva y dulce, muchas cualidades que no encuentras en cualquiera.

Me he quedado pasmada ante lo que ha dicho. Sus palabras han sido como un eco estupendo que se escucha en mi cabeza y que amenazan con llevarse lo poco razonable que queda dentro de ella. Este hombre me va a enloquecer, me trasforma y me revoluciona a millón.

- Estoy enamorada de ti, y no quería arruinar las cosas.

- ¿Porque las arruinarías?

- Porque has dicho que no eres romántico, porque sé que lo que llevamos no va por ese camino, al menos lo veo de esa forma.

- Jas.. – exhala-. No voy a decir lo que pienso porque tú ya sabes lo que pienso.

El camarero trae nuestra orden, un plato enorme con una ensalada de pollo y otras cosas envueltas de la manera más fina, posterior ocloca la botella de vino a un lado y Vicent decide servirlo en las copas.

- Pruébalo – me extiende la copa y tomo un sorbo, paso en seco-. Despacio.., no porque sea vino, no significa que no sea más fuerte que el resto de licores.

- Esta rico – logro articular.

- Toma otra copa.

- Me vas a emborrachar – lo observo mientras sirve el contenido.

- Me he visto en la necesidad de explicarte lo que siento por ti – deja a un lado la botella d vino-. Con tal de que no te fueras de mi lado.

- ¿Cómo sabias que iba a decir que si?

- No sabía que ibas a decirme que sí.

- ¿Y si decía que no?

- Posiblemente, no hubiera pegado el ojo en toda la noche, y estaría marcando a tu celular.

- Las cosas no hubieran sido distintas para mí, yo.. me hace feliz verte – esbozo una sonrisa-. Mis días son más bonitos desde que te conozco.

Nuestras manos se enlazan por encima de la mesa y no puedo evitar sonreír al verle a los ojos. Me inclino para observarlo con mas detención y él toma mis mejillas con ambas manos para plantarme un suave beso en la comisura de los labios.

***

Nos hemos devuelto al hotel, riéndonos mientras subimos por el elevador, había comenzado a llover pero no tanto como aquel día en que llegamos con las ropas pegadas a nuestro cuerpo. El ambiente ha cambiado para ambos, ha vuelto a ser el mismo antes de que esa mujer apareciera. Cruzamos juntos la puerta que nos hace pasar al interior del lujoso pent-house. Las luces de la ciudad hoy son más chispeantes, son más hermosas, y se reflejan en el vidrio de las ventanas. Me detengo a observar la imagen, mientras siento sus fuertes manos apoyadas a ambos extremos de mis caderas. Su aliento calienta mi cuello y causa que cada vello de mi piel hasta el más mínimo se me erice.

- Hueles delicioso, me enloquece el olor de tu cabello – hunde levemente la punta de sus nariz en mis cabellos que caen por hasta mis hombros.

- Tú también hueles delicioso – junto mis brazos alrededor de sus hombros. Las noches anteriores no habíamos estado juntos, por ciertas razones, una, la llegada de mi periodo y otra, aun me sentía enferma de esa cosa rara que me había diagnosticado el médico.

- ¿Comenzamos de nuevo? – pregunta.

- Comencemos de nuevo – respondo mientras siento su boca devorar la mía. Mis manos se cuelan de manera rápida sacando su camisa, el hace lo mismo mientras levanto mis brazos para que mi blusa salga por encima.

Me pego más a él, sintiendo sus manos bajar hasta mis nalgas, las aprieta juguetea con ellas, suelo una risa. Y baja de manera rápida casi rasgando la falda hasta que esta llega al suelo. Sigo con mis manos hasta que me deshago de la pretina de su pantalón estos caen de igual manera. Ahora ambos nos observamos detalladamente, devorándonos con la mirada.

- Esto es nuevo – mueve el moño de mi sujetador de color negro con encaje.

- Se abre desde adelante-

- ¿Asi? – deshace el nudo y mis pechos quedan a su vista. Siento su boca posarse después en mis pezones lamiéndolos, jadeo mientras mis manos se mezclan en sus cabellos. Me esta ofreciendo placer como solo lo encuentro en sus brazos. En su cuerpo, en sus caricias que me encienden. Mis manos regresan a su ropa interior, se meten por dentro acariciando su hombría y sintiéndolo palpitar en mis manos. Hace un movimiento rápido de modo en que me obliga a dejar de acariciarlo y ahora me levanta en su brazos conduciéndome a la cama. Logramos atravesar la puerta sin dejar de besarnos, sin el dejar de ofrecerme placer con su cuerpo.

Mi respiración sube y baja. Me apoya en la cama y me sonríe, quita mis bragas de un solo tirón y se delita con el olor de estas.

- Date la vuelta – dice mientras yo obedezco y me volteo. Acomoda mi postura y me obliga a pegar mi abdomen en las sabanas mientras mi culo queda elevado-. Apóyate en los brazos. Hago a un lado mis brazos tomando las sabanas entre mis dedos. Lo siento hacerse justo detrás mío, su sexo golpea con mi trasero, mientras su mano baja desde mis senos hasta mi clítoris, lo palpa, lo aprieta, y yo gimo mordiendo mi labio inferior presa del deseo.

Sigo presa del deseo, sintiendo como mi vagina se lubrica cada vez más con cada caricia, con cada movimiento que me ofrecen sus dedos al entrar y salir. Es un juego previo a la penetración, pero es tortuoso. Lo siento ahora apoyarse más cercano a mí, me toma de la cintura de manera delicada.

- Me encantas Jazmín – susurra y siento como entra desde atrás a mi interior, mi centro se contrae, se calienta, se estimula con cada movimiento que me ofrece. Vicent es una droga que jamás debí haber consumido, me volví adicta a él y ahora se me es difícil dejar de probarlo.

Lo siento enlazar sus manos a las mías mientras yo muevo mis caderas para que profundice sus estocadas. Gimo, me aferro a esas sabanas, y lo siento gruñir, mezclar su respiración agitada y su sudor junto al mío. Sus manos abandonan las mías y se posan en mis senos, los aprieta, los masajea estimulándome, gimo con fuerza al sentir como hace más duras su embestidas. No necesito palabras de su parte, su cuerpo me lo dice todo. Lo siento cálido, lo siento perfecto y la sensación de que se corra dentro de mí me hace sentir que le pertenezco.

Ambos caemos uno al lado del otro mientras me aferro a su regazo y paso mis dedos por su pecho desnudo.

Quiero todos los días de mi existencia despertar al lado de este hombre, mi hombre.

** Bueno las cosas mejoraron al parecer... ¿Qué opinan ustedes?**

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