El lugar se quedó en completo silencio, el niño de cabellos rosados había enmudecido y comenzó a recorrer la sala tocando todo con sus pequeños dedos, los fríos frascos repletos de dulces, el peluche sobre el sofá y terminó alzando sus brazos hacia el techo intentando alcanzar los globos. Bajó sus extremidades al instante en el que sintió las contrarios rodear su cintura.
-¿Que te parece, cachorro?- Las orejitas del omega se movían de arriba a abajo con suavidad. -¿hyung lo hizo para mi?-
El mas altó se encargó de levantar a su acompañante del suelo y lo llevó hasta el sofá para sentarlo sobre su regazo. -Minnie, quiero que realmente prestes toda tu atención hacia mi ahora ¿Puedes hacer eso por mi, lobito?- Esperó a que el menor asintiera y continuó -Todo esto que preparé para ti lo hice porque siento que tu eres maravilloso, porque creo que me he equivocado de camino miles de veces pero sé que este por fin es el correcto.-
-hyung..- La voz aguda del mas bajo lo interrumpió y el alfa negó para que no continuara con eso. -Tú pequeño me haz enseñado lo que es el amor y te diré como lo sé, tú eres el ser mas perfecto que existe a mis ojos, tú eres la persona a la que deseo proteger y tú eres mi omega, lo sé, lo siento. Siento como mis vellos se erizan al verte, como mi corazón enloquece al escuchar tu voz y como mi lobo se siente completo contigo.-
Los ojitos del menor se aguaban a cada rato mientras escuchaba las palabras ajenas y comenzó a presionar los largos dedos opuestos con sus manos. -Minnie, tu eres lo que yo mas quiero en este mundo y deseo mas que nada que aceptes ser mi omega, por siempre y para siempre.-