Sus ojos azules los veía ahora más grandes que de costumbres al peinarse frente al espejo. Su brillo celeste iluminaba su rostro más que de costumbre. Empezaba por creer que si era una mujer atractiva.
"¿Le gustarán los ojos azules a Him? ¿A pesar de que él los tenga más hermosos que yo?"
Se colocó las gafas y se apagaron un poco pero aún así se sentía una mujer hermosa e intelectual.
En su usual cafetería comenzó a escribir y publicar más cosas de moda, vio varios "Him" en su tablero y su estómago tembló por lo parecido que eran. Una imagen le llamó la atención en su tablero, que era una cafetería de estilo vintage ,brillante en luces y colores. Pensó que si esa cafetería tuviera el mismo servicio que Casa Magno serviría como reemplazo cuando esta desaparezca.
"Si fuera por mí, yo pondría esa cafetería, pero con más tés que cafés." Pensó.
Llegó 5 minutos antes al trabajo y cuando llegó, una chica de cabellos negros, con flequillo y ojos verdes la saludó en la recepción.
-Buen día, bienvenida ¿En qué te puedo ayudar?
Frunció el ceño, algunos de sus compañeros la miraron e hicieron una mueca y se encogieron de hombros. Gabino llegó también con esa mueca y esa sensación de consuelo.
-Hola, Mati. ¿Cómo estás? -Saludó a la chica después. - Genovive, buenos días.
-Hola, Lic. Gabino, buen día. –respondió esta.
-¿Qué está pasando, Gabino? -Le dijo Matilda asustada.
-Ven, vamos por un café de la máquina.
-Ya tomé café ¿Qué diablos pasa, Gabino?. –Lo detuvo tajante.
Pero este la encaminó hacia la sala de espera, llegaron a los sofás azules de tela.
-Toma asiento. –Le dice Gabino seriamente.
-No, deja voy a avisarle al Sr. Duko que ya llegué.
-No, Mati... espera.
Matilda caminaba a paso rápido por la alfombra negra hacia la puerta detrás de la recepción del director. Gabino la toma del brazo y la detiene.
-¡Mati!
-¿Si? -Le dice la chica de la recepción con una sonrisa. -¿Tiene cita?
-No, yo aquí trabajo.
-¡Mati! -Le volvió a decir Gabino.
La chica se le queda mirando confundida.
-¿Tú debes de ser Matilda, la anterior asistente? –Al fin dice la chica del flequillo.
"¡¡La anterior!!" Su mente explotaba. Se voltea hacia Gabino entre temerosa y enfurecida.
-Gabino... ¿me despidieron?.
Gabino se mordió el labio y arrugó la frente triste.
-Cuando ayer no estabas se tomó la decisión y me pidió el Lic. Duko que te diera la mala noticia. No estaba contento con tu reciente desempeño.
-¡Hijoeputa, viejo cabrón! ¿No puede salir él a despedirme? Vaya huevos que tiene para mandar a sus asistentes a despedirme.
-Mati, deberías de tranquilizarte, te dejó un cheque con tu finiquito. Tiene junta ahora, no te va a recibir.
-¿Junta? ¿Después de tantos años de servirle...?
-¿Quiere que llame a seguridad, Lic? –Interrumpe la chica.
Gabino le dio la señal que no la necesitaba. Matilda irradiaba furia por las orejas y sus ojos azules se tornaban más oscuros y rojizos.
-Mira Mati, es tu cheque. -Le tendió la mano con un cheque con la suma de $15,000.
-¿Me estás dando limosna? Esto no es mi finiquito. ¿Qué te dijo exactamente?
Matilda tenía un poder de convencimiento muy poderoso sobre Gabino.
-Que era todo lo que te podía dar por tu incompetencia. –Se encoge de hombros y baja la mirada.
Matilda recobró la postura y de golpe salió disparada a la puerta de la sala de juntas con el cheque. Abrió la puerta y vio a 5 hombres de traje sentados y escuchando a Fernando Duko hablar.
-Solo para que le conste que no soy una puta barata a la que le da propinas grandes solo para que no digan nada de sus retorcidas perversiones, Lic. "Duko de cagada". -Rompió el cheque.- No quiero su sucio dinero, si ocupa eso, Que le den por el culo.
Duko abrió los ojos como plato pero no dijo ni una sola palabra.
-Ya llamé a seguridad, Licenciado. -Dice la chica del flequillo.
-Yo puedo irme sola de aquí. Me sé la salida y yo que tú no me vestía tan seductora. Es un viejo pervertido. -Le miró el escote y la falda y ella se apenó.
Caminando ya a la salida, Gabino la interceptó.
-Mati, no porque ya te hayas salido quiera decir que no podemos vernos. Ya vez, hasta salió mejor porque ya podemos salir ahora que no somos compañeros. –La miró seductor y le tendió la mano al hombro acariciándolo.
Matilda le suelta un derechazo a la cara y lo desbalancea.
-Vete al diablo, Gabino. Que te den por culo a ti también.
Se fue a casa triste y desconsolada. Jinx la miraba triste y se le quería acurrucar. Mati lo empujaba.
-¡Ahora no, Jinx. Déjame!.
El gato insistía más.
-¡No, Jinx! ¡Largo!
De una patada lo saca volando de la cama, este corre y sale por la ventana.
Pasaron las horas hasta que dieron las 8 donde Mati, se limpió las lágrimas y se fue a Casa Magno. Him la esperaba con su periódico sentado en la terraza. La miró y vio su tristeza en esos ojos azules caídos.
-¿Qué pasa, Matilda?
-Me despidieron.
-Oh.
-De una forma nada profesional.
-¿No era lo que buscabas? ¿Ser despedida?
-Sí, pero no me lo esperaba, no sin tener ya ningún centavo...
-¿Te dieron finiquito?
-Si, pero lo rechacé.
-Matilda... -Him la veía con consuelo.
-Era una burla, prefiero no tener nada a eso. –Su voz sonaba entre llanto.
-Con eso podías...
-Podemos hablar de otra cosa, no vine a ponerme peor de lo que estaba.. –Se limpió la lagrimas y Him la ayudó.
-Claro.
Llegaron sus bebidas, té negro para ella, champaña para él. Matilda se veía triste y pensativa pero cuando veía a Him sonreía y se le coloreaban sus mejillas blancas. En la música sonaba "Warm" de SG Lewis.
-Muy buena canción. -Le dice él.
-Si, ponen muy buena música aquí.
-Las fiestas ya comenzaron, por si quieres un día emborracharte o solo divertirte. Eres ya cliente frecuente.
Matilda volteó a ver a su alrededor y solo personas de traje conversaban entre ellas tranquilas. Pero más allá del jardín una luces de colores iluminaban el cielo y la casa.
-Debe de ser todo un espectáculo. ¿Sigues siendo un hombre sin compromisos?
Him arrugó la frente.
-Lo sigo siendo.
-Lástima, podrías ser buena pareja.
-No lo soy Mati, créeme. Por cierto, ¿le diste de comer a tu gato?
-Oh no.
Matilda salió disparada hacia la salida.
-Fer, para llevar, por favor.
Corrió a la bicicleta con su vaso desechable y pedaleó a su casa. Llegó en dos minutos y abrió la puerta, Jinx no la recibió pero ella le sirvió un basto plato de comida para gato.
-Jinxy, ven a cenar.
Seguía sin aparecer.
-Jinxy, Jinxy. Ven, gatito.
Recorrió el dormitorio y la sala pero no estaba. Recordó que se había ido a la calle.
Salió y le seguía llamando ya desesperada.
-¡Jinxy!
Un chico de 10 años con una pelota se le acercó.
-¿Es tuyo un gato siamés gris?
-Si, ¿Lo has visto?
El chico entristeció el gesto como las personas del trabajo esta mañana.
-No, no, no...
El niño y Matilda corrieron al jardín del edificio. Y él le mostró a Jinx tendido en el césped sin vida.
-Lo encontré en la calle, parece que lo atropelló un camión.
-No, Jinxy. -Lloraba desconsolada sobre el cuerpo peludo de su mascota.
-Perdone, señora. Lo recogí y lo puse aquí, pensé que era de alguien de aquí.
Seguía llorando sin parar. Y él niño se fue incómodo.
-¿Por qué Jinxy? ¡No, tú no!
Lo que había sucedido fue que Jinx tras días sin comer y estando afuera lo primero que hizo fue mirar a la carnicería de enfrente pero este al cruzar la calle le pasó un camión por encima, matándolo. Lo que no sabía Mati, era que el gato pocos días después le iban a encontrar un virus que se estaba haciendo fuerte creciendo adentro de él y podía contagiar a Matilda y dejarla muy grave que podría morir. Lo enterró al día siguiente en el jardín poniendo una placa con su nombre.
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