Decisiones y arrepentimientos

By DalhiaOkazaki

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Levi vuelve agotado tras perder a Farlan e Isabel. Intentando comprender cuál debe ser su razón para luchar e... More

Añoranza
Una obsesión con la limpieza
El examen
Antes de partir
Reconocimiento
La nota
Misión suicida
Moblit Berner
Monstruo
Gracias
La habitación de al lado
El escuadrón de Levi
Bienvenido de vuelta, capitán
Muros y piedras
Dos palabras
Después de la caída
Infiltrados
El séptimo
Capitán Kenny Ackerman
Carnada
Narcolepsia
Enterrada
Palabras ahogadas
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Estrategia
Perseguida
Cádaver vacío
Para siempre
Gestación

Calor humano

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By DalhiaOkazaki



Disclaimer: snk pertenece a Hajime Isayama.

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Un eco reverberante que abrasaba sus oídos. Notaba que todos aquellos sonidos parecían fluctuar entre las paredes sin ser capaces de llegar a su cerebro. Intentó visualizar a través de la escasa luz que entraba por la ventana cuantas horas llevaban allí. Había visto que la sombra que arrojaban las vetas de la madera habían cambiado en varias ocasiones. Probablemente más de cuatro horas.

Cada reunión con el consejo tenía una tildación similar. Extenuante, y sin ser capaz de llegar a ningún tipo de acuerdo real. De nuevo se habían recortado los fondos para la exploración. No les interesaba que los humanos salieran de las murallas, era algo demasiado costoso. Y existían prioridades.

Mientras intentaba mantener la compostura dirigió una mirada rápida a su comandante. Quién no se esforzaba por disimular que le extenuaba estar allí. Parecían meros muñecos que simplemente se limitaban a mantener aquella sala más abarrotada. Sin ser capaces de comentar absolutamente nada en los temas que iban a debatirse aquel día. Política de raciocinio. Algo habitual en aquellos momentos.

Demasiada población, muy poco espacio para cultivar y plantar. Los agricultores tendrían que duplicar la cosecha o recortar los platos que daban a sus familias. Al ritmo que iban, una simple patata sería un gran manjar en unos años más. Tamborileó sobre la mesa mientras pasaban al siguiente punto del día. Labores internas de los ciudadanos. A fin de que ningún ciudadano holgazán esquivase su deber con el gobierno, toda persona mayor de quince años debería ejercer un puesto de ayuda en la sociedad.

De no ser así, debían alistarse al ejército por orden obligatoria. Otra estupidez. Ya se había decretado aquella ley varias veces. Engrosando la lista de cadetes en la legión, más cadáveres que dejar pudriéndose ante el frío sol de aquellos días.

La sombra volvió a cambiar. Otra hora había pasado. Notaba que el frío comenzaba a mostrarse a través de la condensación de los cristales. Otro punto a debatir. El invierno. Años anteriores llegó a erradicarse una epidemia gracias a los conocimientos de un médico de un distrito de la muralla Maria. Pero no querían arriesgarse. Diezmar la población a propósito era un hecho, mandandolos a filas. Pero no les convenía perder a todos aquellos ciudadanos que llenaban sus copas de vino cada invierno por culpa de un simple resfriado.

- ....... escasez de medicamentos, se debería replantear... - la cansada voz del comandante general leyendo un mero trámite. - Por consiguiente, nos abrimos a propuestas para encontrar una solución a este problema.

- Creo que se debería informar a los hospitales de este hecho para racionar también el consumo de medicamentos – uno de los altos cargos, alguien demasiado imbuido por su propio bienestar, irrelevante. Cuya voz hablaba con petulancia mientras añadía – Se debería reconsiderar pues, que ciudadanos podrán hacer uso de estos medicamentos.

- Tal vez debamos realizar registros en las casas de los aldeanos, suelen guardar medicinas en las alacenas. No sería justo que una familia entera goce de todo un arsenal mientras, nosotros, quiénes les protegemos, enfermamos – Erwin ni siquiera se molestó en levantar la vista, tampoco carecía de sentido su argumentación, y comenzaba a cansarle.

- Zackley, reconsidera esa posición, hay demasiados niños que morirían este invierno – finalmente, la única voz que le representaba allí. Shadis, su comandante, que parecía temblar en su voz mientras hablaba.

- Pueden procrear todo lo que quieran en primavera – respondió con severidad.

- ¿Acaso esta medida se trasladará también a los familiares de los que nos encontramos aquí? - Keith Shadis era consciente de que no tenía familia, y sin embargo, una vieja amiga no paraba de asaltar sus recuerdos, con un pequeño niño en brazos.

De nuevo asaltó otro debate, notaba que comenzaban a menospreciar a su comandante, que enfurecido, comenzaba a vociferar en voz alta intentando que reconsideraran aquella postura. Sabía que era un hombre pasional, excesivamenterudo en su hablar. Pero de aquella manera no les convencería de privar a sus ciudadanos de mantener su salud intacta un invierno más.

- ¿Deseas hablar, Erwin Smith?

Se encontraba de pie. No sabía en que momento se había levantado para hablar. Pero comenzó a invadirle una fiera determinación, ese era el momento que necesitaba para jugar sus cartas. Llevaba demasiados meses recibiendo negativas. A aquella propuesta, no podrían negarse.

- Uno de nuestros subordinados ha diseñado un sistema de cultivo durante el invierno. Un invernadero. Podemos cultivar plantas medicinales para abastecer todo el año –mientras que las voces de todos aquellos hombres se limitaban a murmullos o furiosas ráfagas de palabras, la suya era completamente inmaculada. Digna de un orador.

- Erwin, este no es el momento –escupió su comandante.

- ¿Qué subordinado? - intervino de nuevo el comandante general Zackley.

- La misma a la que mantuvieron presa hace algunos meses por pelearse en un bar.

- Erwin, repito, no es el momento –volvió a interrumpir su comandante.

- Un soldado preso... - comenzó a rebuscar un viejo informe mientras rescataba datos de meses anteriores - ¿Hanji.... Zoe? Esta mujer agredió a un alto cargo de la policía militar, ¿es alguna treta para redimirse de sus acciones?

- No señor, ella me presentó ese proyecto hace un año. Tuvimos que aplazarlo porque la junta no quiso escuchar su propuesta.

- Me temo que tenemos que rechazarlo de nuevo. Por si no has prestado atención, tenemos escasez de medicinas. No tenemos ningún tipo de suministro para plantar durante el invi-

- Respecto a eso, he triangulado una posición en una de las montañas del exterior, cerca de uno de los ríos transversales dónde se podrían encontrar semillas y bulbos para transplantar.

- ¿Una montaña?

- Hemos acampado en varias expediciones en esa zona. Comandante Shadis, ¿recuerda el lugar?

- ........ - permaneció inmóvil mientras asentía con la cabeza. Sabía que zona era, jamás habían estado allí, ni tan siquiera conocía la peligrosidad del sitio que refería. Erwin conocía sus limitaciones, poco a poco comenzaba a ver cómo finalmente conseguía acceso a aquello que le había denegado durante meses, utilizando de excusa a toda la población. Simplemente magistral.

- ¿Y cuál es tu propuesta, Erwin?

- Deseo que se me permita salir a campo abierto junto con dos soldados para explorar la zona y realizar dicha recolección.

- ¿Qué soldados quieres disponer? -comenzó a buscar el registro de soldados actuales mientras comenzaba a escribir un edicto en un papel cercano.

- El soldado Hanji Zoe y el soldado Levi – añadió sin contemplación.

- Debes estar bromeando – comenzó a reír a carcajadas mientras la tinta manchaba el papel dónde escribía - ¿De veras quieres que te deje salir con la mujer que le rompió un brazo a Levre; y el enano que apuñalaba sin compasión en la ciudad subterránea?

- No señor – notó que sus brillantes ojos azules se clavaban en su interlocutor, provocando que su risa cesara – Deseo salir a campo abierto con una de las científicas de nuestro equipo de exploración, y el hombre más fuerte de la humanidad. No deben preocuparse por sus antecedentes, soy consciente de que es una misión peligrosa. Si mueren en el campo de batalla, se habrán desecho de tres bocas más que alimentar este invierno.

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Se observó las manos durante unos minutos, pequeñas tiras de piel comenzaban a desprenderse de sus dedos debido al frío, las calentó con su aliento e intentó quitar aquellas molestas tiras de la zona cercana a sus uñas. Notaba que había bajado la temperatura considerablemente, y sus manos comenzaban a verse afectadas.

Rasgó con cuidado las yemas de sus dedos acariciándolas entre sí, pese a toda aquel maltrato hacia ellas, notaba que aún conservaban cierta suavidad. Posiblemente, tras acabar el invierno, estuviesen totalmente ásperas. Era demasiado dificil sostener su libro y pasar las páginas con aquel doloroso frío que atenuaba su tacto. Se giró hacia su compañero, que comenzaba a flexionarse hacia adelante, practicando su elasticidad diaria mientras permanecía sentado tocando las puntas de sus pies.

Se levantó de su sitio y se sentó detrás de él, rodeó su torso con sus brazos y se pegó pacientemente a su espalda.

- Oye, ¿qué haces? - replicó él en actitud desafiante mientras intentaba zafarse de sus brazos.

- Es un abrazo, Levi.

- Se perfectamente lo que es un abrazo, ¿por qué me abrazas? ¿Es otro de tus experimentos de mierda?

- ¡Claro que no! ¡He abrazado a muchas personas antes! - se cernió aún más fuerte mientras comprobaba que él no intentaba alejarla más – Pero hace frío, el contacto directo es la mejor fuente de calor.

- ¿Fuente de calor?

- Te lo demostraré – comenzó a desabotonar su camisa hasta que dejó parte de su pecho al descubierto mientras posaba sus manos bajo la tela.

- Estate quieta, cuatro ojos.

- ¿Lo notas? - introdujo más sus manos dentro de la camisa abierta – El calor humano es una de las mejores fuentes de calor. Tu piel es más cálida de lo que pensaba, ¿sabes?

- ¿Esta estupidez también la habías hecho antes? - comenzó a desistir de retirar sus manos de su piel desnuda.

- ¿El qué?

- Tocar a la gente así. - de alguna manera, no comprendía porqué su instinto no le permitía tumbarla en el suelo y deshacerse de ella en ese mismo instante. Cada vez que participaba en uno de sus extraños experimentos, terminaba envuelto en una situación demasiado incómoda.

- ¿Te sientes incómodo?

- ...... - ¿acaso adivinaba sus pensamientos cuando hablaba? Intentó pensar un buen argumento para no acabar envuelto en otra absurda idea de ella – Se supone que tienes que pedir permiso para este tipo de cercanía.

- Ah, perdona – pareció reflexionar un momento y volvió a hablar – Levi, tengo frío, ¿puedo abrazarte?

- ...... - sin duda, no le importaba lo más mínimo las implicaciones que tenía aquel tipo de cercanía –Diga lo que diga harás lo que te de la gana.

- Levi, eres muy amable – se recostó sobre su hombro mientras sus manos continuaban descansando en su pecho desnudo – Hoy me ha tocado turno de cocina. Tuvimos que limpiar al acabar todos. Yo limpié los platos. Creo que se me están rajando del contacto con el agua fría. ¿Notas las manos muy ásperas?

- No.

Se sentía excesivamente intranquilo, no sabía porqué terminaba siempre en aquel tipo de situación. Recordaba haberse levantado aquella mañana, ir con los soldados que estaban asignados junto a él a realizar el mantenimiento de los establos. Los entrenamientos se habían suspendido respecto al frío. Pero ella le había propuesto seguir practicando algunos de los golpes de aquel dichoso libro que le había regalado.

Ni siquiera habían comenzado a calentar para realizar aquellas patadas, cuando ella se había abrazado a él. Y en esos instantes, incluso él mismo comenzaba a olvidar para que habían ido a aquella sala interior utilizada para el almacenaje de equipo. Jamás había tenido aquel tipo de cercanía con nadie.

Farlan fue un gran amigo. Había estrechado su mano, rodeado su hombro con su brazo. Incluso le había ayudado a ponerse su equipo cuando le enseñó a utilizarlo. Isabel había pasado de una manera similar, había acariciado su cabeza y ella solía abrazarle igual que hacía aquella mujer ahora. Pero era distinto, la cercanía era distinta. Tampoco les había besado nunca.

Intentó entender aquellos pensamientos, ¿por qué era aquella mujer distinta de sus amigos? Sin duda, ellos eran irremplazables. Y las escasas horas de sueño que acumulaba cada noche le recordaban su ausencia, mientras contemplaba el cielo estrellado subido cada noche a aquel tejado.Pero ella comenzaba a significar algo en su vida que jamás había estado. Un tipo de compañera que nunca había tenido antes.

Farlan estaba unido por la necesidad en un principio. Ambos necesitaban del otro para sobrevivir, por consiguiente, vino la complicidad. Y eso forjó un vínculo de confianza. Tal vez el primero de su vida después de su propia madre. Isabel le recordaba a la dulzura con que su madre le mecía de niño. El mismo tipo de voz cándida, e ingenuidad. Cómo si de un familiar se tratase. Una hermana.

¿Y aquella mujer? ¿Se había ganado ella su confianza? Dentro de poco haría diez meses desde que habían muerto. Ella había irrumpido en su vida cómo entró, alabando sus habilidades y privándole de su espacio personal. Pero no comprendía porqué no se sentía incómodo cuando la oía narrar historias interminables sobre algún tipo de animal que había diseccionado en su cuarto.

Mientras no había expediciones, la rutina en aquel cuartel era terriblemente tediosa. No comprendía prácticamente nada de lo que ella hablaba. Fórmulas químicas, conocimientos de biología, anatomía forense. Ninguna de esas cosas era percibible para su limitado intelecto, pero era lo más entretenido que podía hacer allí dentro. Incluso, comenzaba a notar que podía debatir algunas de ellas y sentir interés por aprenderlas.

- Levi, si tengo ganas de hacer algo, ¿tengo que pedirte permiso cada vez, o si me lo diste hace meses cuenta por todas las veces? - interrumpió sus pensamientos.

- Seguro que es otra de tus estupideces.

- ¿Puedo volver a besarte?

- .........

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Por más que intentaba releer aquellos papeles no le cabía en su cerebro cómo había conseguido alcanzar aquel tipo de acuerdo. Sin duda, su capacidad de convicción era tremendamente notable. Durante la más de media hora que tardó en convencerlos, supo desde el primer momento que habían caído en sus redes.

Cómo si de una araña se tratase, solía tejer delicados hilos a través de todas las personas que le rodeaban. Concienzudamente, llevando a cabo algún tipo de plan a largo plazo que jamás había conseguido discernir. ¿Cuál era el auténtico objetivo de Erwin Smith en aquellas filas? Años atrás, había recibido noticias de extrañas conjeturas que él mismo compartía con sus compañeros. Pero habían comenzado a silenciarse. Sin dejar a nadie más, saber que pasaba por su cabeza en esos momentos.

- Erwin, debo dejarte claro que no apoyo este tipo de acción que estás desarrollando. No se que pasa por tu cabeza, pero deberías comenzar a plantearte que vas a salir a campo con los dos soldados más insubordinados que hay en este equipo.

- En mi opinión, ambos tienen un profundo respeto por una figura de autoridad no impuesta –respondió con seguridad.

- Y al mismo tiempo, debo expresar mi admiración – bajó su vista hacia su escritorio que comenzaba a crecer por momentos – Supiste ponerlos entre la espada y la pared. No iban a denegar tu petición. ¿Hay algo a lo que no puedas anticiparte?

- Me sobreestima, comandante.

Tres toques en la puerta, finalmente habían llegado. Dio permiso para que entrasen en la sala. Suspiró mientras observaba a aquellos dos psicópatas que dentro de poco serían enviados con uno de sus mejores soldados a probar un plan absurdo y sin sentido.

- Sentaos. Os he convocado personalmente – escupió con desgana su comandante.

- Comandante Shadis – la chica ignoró la orden mientras se acercaba con total despreocupacióna hacia su comandante cargada de papeles – He traído los resultados que obtuve al cambiar los pistones de la turbina trasera. Si calibramos la-

- Zoe, sientate – ordenó– No has sido convocada aquí por lo que usualmente haces con tu escuadrón. La tropa de exploración ha conseguido permiso para realizar una salida a campo abierto.

- ¿En invierno? Usualmente no salimos en invierno, comandante, los titanes ralentizan su movimiento pero nuestros equipos no funcionan adecuadamente.

- Realizaremos dicha expedición antes de la primera helada. - dirigió unos papeles delante de ambos y continuó – Ahí tenéis el resumen de las maniobras a realizar.

- Comandante, esto... - leyó rápidamente mientras se anticipaba a la orden – No parece una estrategia en la que puedan participar todo el ejército.

- Hanji – interrumpió su capitán mientras se sentaba junto a ella – No vamos a salir todos, el consejo solo nos ha dado permiso a unos pocos.

- ¿Sólo tres personas? -terminó de leer algo desconcertada – Comandante, la persona segunda al mano en mi escuadrón no soy yo, sino mi compañero Mo-

- No es necesario que sigas, Zoe. No habéis sido elegido en base a vuestros puestos en el ejército. Sino en base a vuestras habilidades.

- ¿Habilidades? - el hombre que permanecía callado intervino finalmente.

- Veras Levi – prosiguió su capitán seguro de su discurso – Queremos implementar un nuevo plan de ataque. Y vosotros váis a ser la prueba de que es factible.

- Somos vuestros conejillos de indias – se giró hacia su compañera que parecía emocionada por ser parte de aquel estúpido experimento.

- Suficiente. Quiero que leáis esto y os preparéis para la expedición .– finalizó su comandante sin dejar que comenzasen a discutir – Saldréis dentro de tres días.

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La verdad es que deseaba que llegase algo de acción a este fanfic. Estoy más acostumbrada a historias de acción y quería volver a escribir sobre esto. Espero que os esté gustando la historia.

¡Nos leemos!

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